Última jornada de la edición 2016 del Rock Fest Barcelona.
¿Os imagináis lo que supone para alguien que habla por los codos quedarse
afónico? Pues esa fue mi situación durante todo el domingo. Con la tontería me
di cuenta de que el lenguaje de signos debería estar más extendido porque, a
veces, era insufrible que no te entendieran. Es verdad que el cartel de este
día tenía ciertos atractivos tipo The Answer, me ha jodido mucho perdérmelos,
Obituary o Impellitteri, pero con el derrote del sábado el cuerpo me pedía algo
de descanso y tranquilidad. La decisión final fue llegar para ver, en primer
lugar, a los Anthrax.
Los neoyorkinos siempre son una apuesta segura. Los he visto
ya no sé cuántas veces y nunca han errado en sus actuaciones. Una pena que se note
un poco el mal rollito entre Scott Ian Y Belladona, aunque, como profesionales
que son, en escena queda diluido por la intensidad de sus temas. La voz de Joey
parece encontrarse en uno de sus mejores momentos, Frank Bello sigue siendo
todo un espectáculo por sí solo, mientras que Ian y Donais hicieron una gran
labor a las seis cuerdas y el sustituto de Benante, John Dette, hizo una gran
labor tras los parches. Comenzaron con “You Gotta Believe” de su último
trabajo, desde este momento nos pudimos dar cuenta de que Belladona iba a ser
el centro de atención del show, a mí fue el que más me gustó. Engancharon
directamente con uno de sus clásicos, “Cought In A Mosh” y primeros revuelos y
empujones de la tarde. Sabiendo que no debían bajar el potencial atacaron con
otros dos de sus temas más conocido, “Got The Time” y “Madhouse”. Todo un
gustazo vivir este tipo de conciertos, se te quitan todos los males de golpe.
Un poco de descanso, os podéis suponer el descanso que puede dar esta banda,
durante la interpretación de “Fight´Em ´Till You Can” y vuelta a su nueva obra
con “Evil Twin”. La esperadísima “Antisocial” puso otra vez el recinto patas
arriba para dejar paso a la última entrega de su actual redondo, “Breathing
Lightning”. Cierre por todo lo alto con “Indians” que nos dejó a tod@s con un
gran sabor de boca. Lo dicho, Anthrax siempre responden y siempre lo hacen
bien. De aquí a poco menos de un mes más en el Leyendas.
Durante el show de Amon Amarth me dediqué, en la siempre
grata compañía de mi gran amigo Nervio, a hacer las compras correspondientes
por los tenderetes del festival. Luego comimos algo y fuimos cogiendo sitio
para la descarga de uno de los grandes nombres del cartel del domingo, Thin
Lizzy. Vale que no son los originales, que pueden parecer un grupo tributo con
grandes nombres, hay que tener en cuenta que en esta formación están Scott
Gorham, guitarra, y Darren Wharton, teclados, pero lo que vivimos esa noche en
Can Zam fue todo un homenaje a Phil Lynott y su legado. Destacaría la labor del
vocalista-guitarrista Ricky Warwick, siempre teniendo en cuenta el pedazo de
elenco de músicos que lleva acompañándole, pues fue el encargado de conectar en
todo momento con el público, haciendo las presentaciones por todo lo alto de
Scott Ttravis y Tom Hamilton y recordando, llegado el momento tanto a Lynott
como a Gary Moore. Con un inicio de concierto a base de “Jailbreak”, celebraban
el 40 aniversario de la edición de este disco, “Are You Ready?”, esta fue como
dar al botón del rebobinado del tiempo, y “Killer On The Loose” te aseguras que
el público vaya a comer directamente de tu mano. Un escenario constituido por
un par de pantallas traseras, donde nunca dejaron de aparecer incontables fotos
de Lynott y portadas míticas de sus discos, el logo de la banda, que se iluminó
de mil maneras, ocupando la parte central del escenario y un juego de luces
hipnotizador consiguieron subir más aún la temperatura del show. Muy buena
“Dancing In The Moonlight” que, enganchada a la cañera “Massacre”, obtuvo una
de las mejores respuestas del público. “Emerald” y su melodía nos trasportó por
un instante a tierras irlandesas. Fue durante la presentación del siguiente
tema, “Rosalie”, versión de Bob Seger, cuando Warwick hizo alusión tanto Lynott
como a Moore, uno de los momentos más emotivos del concierto, sin duda. Con
“Don´t Believe A Word” nos devolvieron la alegría y el recuerdo y la melancolía
pasaron, de nuevo, a segundo plano. El hecho de que alargaran “Cowboy Song” no
sé si fue para descansar un poco de tanta adrenalina o, más bien, para que la
interpretación y entrega que esperaban con “The Boys Are Back In Town” fuera
mayor todavía. Brutal, no podía ser de otra manera, este tema en directo.
“Róisín Dubh (Black Rose): A Rock Legend” fue la grata sorpresa del show, siempre
con Lynott presente a través de las fotos de la pantalla. Cerraron su concierto
con la mítica “Whiskey In The Jar” que fue coreada por tod@s l@s que componían
la audiencia, menos l@s afónic@s como yo, poniendo un broche final a un
tremendo show. Muy buenos, de lo mejor del festival.
Whitesanke eran los siguientes en aparecer en escena en el
escenario de la derecha. Partiendo de que el señor Coverdale se rodea, no podía
ser de otra manera a estas alturas de su carrera, de unos musicazos y de que
estuvo mucho mejor, vocalmente hablando, que la última vez que le vi junto a
Def Leppard y Europe, se puede decir que el show que ofreció en este Rock Fest
fue correcto, sin más. Es imposible que no te alegres cuando, para empezar el
concierto, escuchas “Bad Boys – Children Of The Night” y “Slide It In” del
tirón. Son canciones tan ancladas en nuestra memoria que, aunque él no las
cante igual, su efecto siempre es magnético. Sabedor de que siguiendo con un
principio demoledor apaliaría cualquier tipo de problema nos puso delante “Love
Ain´t No Stranger” y, claro, tod@s tan content@s. “The Deeper The Love” pasó un
poco desapercibida después de la muestra inicial, pero todo volvió a su cauce,
sea este el que fuera, con “Fool For Your Loving”. Primer solo, en este caso de
guitarra a cargo de Reb Beach, ¿realmente son necesarios los solos en los
conciertos de un festival o sirven para darle cancha al cantante?, seguro que a
Coverdale estos instantes de relax le vienen como caídos del cielo. Tiraron de
nostalgia con “Slow And Easy” y otro solo, en este caso interpretado al bajo por
Michel Devin. Pero, esperaros, que vuelven a la carga con ese temazo que lleva
por título “Crying In The Rain” y otro solo más, ahora le tocó el turno al
siempre atronador Tommy Aldridge. Veis ahora lo que quería decir antes con
tanto solo. No creo que estén mal, nunca lo he pensado, pero opino que podían
hacerlos en sus shows particulares y en los del tipo que nos concierne añadir,
al menos, un tema más, tiempo hubieran tenido para ello. De aquí en adelante
fue una cascada de canciones que acabaron alegrando el show al personal, yo me
incluyo. Desde luego si con la balada “Is This Love?”, unida a “Give All Your
Love” y la portentosa “Here I Go Again” no consigues encandilar al público
mejor que eches el candao al chiringuito y te largues. Cierre final con “Still
Of The Night” y, flotando en el aire, la eterna discusión con este grupo:
¿Deben seguir o colgar los instrumentos, visto lo visto? Cada cual tendrá su
opinión, pero yo, al igual que con Barón Rojo, aunque no tanto, paso muy mal
trago cuando veo a estas bandas que forman parte la banda sonora de mi vida en
estas tesituras encima de las tablas. No soy nadie para decir que se retiren,
esa debe ser una reflexión propia de ellos. Ahora bien, que asuman, a su vez,
las críticas que les caerán por sus decisiones y, sobre todo, por sus
actuaciones.
Twisted Sister fue el grupo que me alegró la noche. Con esto
no quiero decir que las otras bandas que vi no lo hicieran, pero desde el
comienzo con, sonando anteriormente como intro “It´s A Long Way To The Top” de
AC/DC, “What You Don´T Know”” no paré de moverme en ningún instante. Eso sí, si
Whitesnake pudo haber tocado algún tema más suprimiendo tanto solo, suprimiendo
las parrafadas que suelta Dee Snider y, cuando tiene ocasión, Jay Jay French,
hubiéramos disfrutado, al menos, de dos canciones más, entre las que habría
incluido, por ejemplo, “Come Out And Play” que volvieron a dejarse en el
guardarropa. A parte de esto, con “The Kids Are Back” y “Burn In Hell”
encarrilaron un show que, como ya he dicho, fue uno de los más intensos del
festival. “Destroyer” sonó tan potente como se esperaba. Continuaron “Like A
Knife In The Back” como preludio de la inmensa “You Can´t Stop R&R” con la
que, como su nombre indica, no paramos quiet@s. Con “The Fire Still Burns”
siempre nos recuerdan al fallecido batería A. J. Pero, es un gran tema, todo
sea dicho. La bailonga “I Am (I´m Me)” quedó un poco en el olvido cuando
atacaron con, cómo la llamamos: “Huevos Con Aceite” o “We´re Not Wanna Take
It”. Independientemente de esto, está claro que es su corte más conocido y con
él consiguen el efecto que pretenden de sobra. Siempre es uno de los momentos
cumbre de su actuación. Un poco de respiro con “The Price” que aprovechó Snider
para dedicarla a los músicos que hemos perdido durante los últimos meses, Jimmy
Bain, Lemmy o David Bowie y paso siguiente con, siempre es un placer escuchar
un tema con tanta solera, “Under The Blade”, a mí me trae muchos y buenos
recuerdos. ¿Quién no quería Rock en el festival barcelonés? Todo@s gritamos,
bueno, yo no, la puñetera afonía, “I Wanna Rock” hasta la saciedad. Cerraron su
show con “S.M.F.”, tema que no veo con claridad que sirva para hacerlo, allá
ellos. Ahora entramos en la cuestión de la despedida o no del grupo. Que el año
pasado se metieran de manera frontal con Scorpions y Judas por decir que se
largan y luego no hacerlo y tenerlos, de nuevo, en frente con la misma retahíla
me parece una sobrada por parte de Snider y compañía. A veces a Dee ese le va
la fuerza por la boca, pero, lejos de tragarse sus palabras, insiste en
burlarse y atacar a otras bandas con este tema mientras ellos hacen exactamente
lo mismo, quizá peor, porque las bandas que él nombra, al menos sacan trabajos
nuevos, los neoyorkinos llevan viviendo de las rentas ni se sabe. Pues nada,
tres veces seguidas llevan en el Rock Fest, veremos si al año que viene no
están en el cartel de nuevo, sería ya el remate de tanta tontería. A pesar de
todo, fueron los que me dieron fuerzas para quedarme a Slayer y un poco más,
eso siempre será un punto a su favor.
Mi relación con Slayer siempre ha sido un tanto curiosa. Los he
visto infinidad de veces y pocas veces, esta tampoco, me defraudan. La cuestión
es que nunca he seguido a la banda de manera regular y en casa no los escucho,
pero luego los veo en directo y me gustan. Gary Holt entró en el grupo por lo
problemas físicos de Jeff Hanneman, pero parece ser que, después de la muerte
del guitarrista rubio, ha pasado a ser miembro oficial de la banda. Lo que no
estoy tan seguro es de si las funciones de Dave Lombardo a la batería son bien
suplidas por Paul Bostaph. No es que este tío lo haga mal, todo lo contrario,
pero la gran pegada de Lombardo es difícil de alcanzar. Arrancaron con la
homónima de su último trabajo, “Repentless”, seguida de “Discipline” que fueron
como dos puñetazos directos a la sien. El primer alboroto de su concierto llegó
durante la interpretación de “Postmortem” y siguió sin descanso mientras caían “Hate
Worlwide” y la mítica “War Ensemble”. Volvieron por la senda de su último disco
con “When The Stillness Comes” y “You Against You” que encajaron de buena
manera en el repertorio que nos estaban ofreciendo. De aquí en adelante nos
fueron dando zarpazos del calibre de “Mandatory Suicide” y “Fight Till Death”. Siguieron
caldeando el ambiente más aún con “Dead Skin Mask” y la tremenda “Seasons In
The Abyss”. Traca semifinal, de las buenas, con “South Of Heaven”, en primer
lugar, seguida de “Raining Blood” con el público más que entregado. Sacaron un
telón donde podíamos leer el nombre de su guitarrista desaparecido para
interpretar “Black Magic” y cierre por todo lo alto con, no podía ser de otra
forma, “Angel Of Death”. Bestiales Salyer, no se esperaba menos de ellos. Se convirtieron
en un gran colofón para cerrar esta tercera edición del Rock Fest.
Una parte de nuestro grupo se quedó para ver a las
Thundermother, yo no fui de ellos pues ya las había visto hace poco por aquí,
otros se fueron directamente a pillar taxi y algunos, entre los que me cuento,
salimos al garito de fuera a cenar algo antes de regresar al apartamento, esta
vez no sin hacer mucha cola para coger el taxi de vuelta. Tengo que reconocer
que, después de la diferencia con el cartelazo del 2015 y el problema que hubo
al principio con la venta de entradas, este año iba a Barcelona con la idea de
disfrutar más del momento que de la música. Al final han sido ambas cosas. He pasado
muy buenos ratos con gente que hemos conocido este año de otros puntos del
Estado con los que se han fraguado proyectos o simplemente una nueva amistad, o
ambas cosas, que ya es más que suficiente. En cuanto a sonido, me parece que el
festival ha estado por encima de lo que se esperaba, con excepciones, como es normal.
Han subsanado el tema de accesos, pulseras y espacio. La peña que curra en las
barras siempre han sido muy atent@s, con la carpa propia del Rock Fest como uno
de los mejores sectores. La zona de la comida muy bien delimitada y con más
variedad que el año anterior. Aunque en los tenderetes casi siempre encuentras
lo mismo, éstos no dejan de ser un punto de atracción para el personal que da mucho
más colorido al entorno. Más atracciones para fotografiarse y la carpa con
actuaciones que, a pesar de que yo no haya visto ninguna, siempre son de agradecer.
Todas mis dudas y miedos se han desvanecido y se han convertido en deseos de
volver el próximo año. ¡Nos vemos en Can Zam en 2017!
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