jueves, 18 de noviembre de 2021

Neil Gaiman: "El Libro Del Cementerio" (Adaptación de P. Graig Russel)








Hay veces que un autor consigue alcanzar la cima creativa con alguna de sus obras dejando en segundo plano tanto las anteriores a la misma, como aquellas que están por venir. Luego salen a relucir las opiniones de un@s y otr@s sobre cuál es mejor o peor dando lugar al eterno debate basado en los gustos particulares. Supongo que para much@s el culmen de todo lo publicado por Neil Gaiman es “Sandman”, pero os puedo asegurar que “El libro del cementerio” no tiene nada que envidiarle. Aquí están todos los ingredientes que han llevado al escritor y guionista inglés al lugar que ocupa dentro del mundo de los cómics. Creo que hablar a estas alturas de Gaiman sería un poco repetir todo lo que se ha publicado acerca de su biografía. Así que me centraré, sobre todo, en P. Graig Russell y la relación entre ambos.





Rusell es un dibujante, guionista e ilustrador nacido en Ohio que tiene en su haber premios tan reconocidos como el Harvey y el Eisner por su labor en el universo de las viñetas. Puede que para algun@s resulte banal que sea el primer creador de cómics convencional que se declaró abiertamente gay, pero para el que os habla desde este humilde blog es un dato muy a tener en cuenta. Ha colaborado con Gaiman en bastantes ocasiones; en “Sandman”, en “Misterios de un asesinato” o en “Noches eternas”, pero, además, se ha atrevido en otras tantas a adaptar la obra en prosa del inglés al cómic, como es el caso de “Coraline” o el que nos ocupa en estas líneas, “El libro del cementerio”. Asimismo, debemos señalar otras obras suyas, o aportaciones a sagas, como “Elric”, con guión de Roy Thomas, nada menos, “Phantom Strangers”, de otro grande como Mike Mignola, “Conan el bárbaro”, “Batman” o “Stars wars”. Para esta adaptación se ha rodeado de un elenco aventajado de dibujantes como son Kevin Nowlan, Tony Harris, David Lafuente, Scott Hampton, Galen Showman, Jill Thompson y Stephen B. Scott, a l@s que hay que sumar su propia aportación gráfica. Entre tod@s consiguen uno de los grandes logros de esta publicación que no es otro que la uniformidad. A pesar de las pequeñas variantes que puedas percibir a la hora de su aportación a esta obra coral, en realidad, si no te detienes expresamente a ello, no te vas a dar cuenta de si las ilustraciones son únicamente de Nowlan, el mismo Rusell, Showman o cualquiera de l@s demás, o de la unión de Harris y Hampton, por ejemplo.






El cómic echa a andar con el asesinato de la mayor parte de los integrantes de una familia. Digo la mayor parte porque de este brutal suceso solo se salva el menor de sus miembros. Dicha unión familiar tiene su residencia cerca de un viejo cementerio donde hay toda una amalgama de personajes enterrados desde la época antigua hasta el siglo XIX. Huyendo del asesino, conocido por el Hombre Jack, el crío acaba atravesando la reja del camposanto donde será recibido por los espíritus de aquell@s que descansan en el mismo. Tod@s se alarman ante la presencia de un vivo en su territorio de descanso, excepto el matrimonio Owens y Silas, personaje esencial en toda la trama. Después de debatir arduamente qué hacer con el crío intruso, y a petición de la Dama Gris, terminan aceptándolo dándole el nombre de Nadie Owens. A partir de aquí, el niño de ojos grises y pelo castaño comenzará su peculiar andadura conociendo y relacionándose con los habitantes del lugar siempre con la estricta prohibición de no salir del mismo. Pero no hay nada más atractivo para cualquier muchach@ que indagar y averiguar las razones de ese peligro que le acecha más allá de su residencia, el cementerio, en este caso. La aparición de Scarlett Amber Perkins, una niña llegada de Glasgow que pasea libremente por el lugar con permiso de sus padres, será un momento crucial en la vida del pequeño Nad, diminutivo de Nadie. La curiosidad infantil, sumada a las ganas del niño de alardear delante de la niña, los llevarán a descubrir el lugar donde habita otro de los personajes esenciales de esta obra, El Sanguinario. Pasado un tiempo, Scarlett abandonará la ciudad, no sin antes despedirse de su supuesto amigo imaginario, devolviendo al pequeño Owens a sus relaciones diarias con los habitantes comunes de la necrópolis.






Volviendo a Silas, este tiene la peculiaridad de abandonar el lugar y su promesa como tutor de Nad durante periodos de tiempo relativamente largos. Entonces deja la educación y enseñanza de su pupilo en manos de la señorita Lupescu, entre otr@s, que comenzará produciendo en el chaval el mayor de los rechazos, sobre todo por sus artes culinarias, y acabará siendo alguien muy querido por el mismo después del incidente con los Ghouls, personajes extremadamente especiales que habitan en cualquier cementerio. Otro de los asuntos que despierta la curiosidad del protagonista tiene que ver con aquell@s que, por razones religiosas o de justicia, han sido enterrad@s cerca de la vaya, en las afueras, concretamente, en fosas comunes o individuales, cuya peculiaridad es que carecen de lápida. Dicha carencia, sumada al ya mentado curioseo, lleva al chico, por primera vez, fuera de sus límites permitidos. Allí conocerá al espíritu de la bruja Liza Hempstock. La intención de conseguirle una lápida arrastrará a Nad a su primera gran aventura dentro de los confines de la ciudad de la que saldrá airoso, a pesar de la gravedad de la situación, con la ayuda de Liza y de Silas y, por primera vez, llegará a sus oídos el nombre de Jack. Más tarde, vendrá el pasaje del baile del Macabré que es, sin duda, la parte más lúdica de estas páginas y, junto al interludio, da fin al primer volumen de la obra.






El segundo, y último volumen, se centran en los días de colegio de Nad y todo lo que vive dentro y fuera del recinto escolar por no seguir los consejos de Silas; en la vuelta de Scarlett como parte esencial del desenlace de todo lo acontecido y en la aparición del asesino de la familia y sus allegados en busca de terminar lo que no finalizó en su momento. Los acontecimientos que rodean a estos hechos nos empujan hasta “La hora del adiós” como desenlace de la obra. Un broche final cargado de esperanza que te hace sentir que acabas de leer una de esas obras que merece mucho la pena conocer. He nombrado una lista de personajes, y me he quedado en el tintero otra igual o más larga, que Gaiman crea con esa naturalidad oculta entre dos mundos de la que suele hacer gala; que Russel adapta con una genialidad fuera de lo común y que el repertorio de dibujantes plasma en viñetas con una calidad sobresaliente. Ya solo queda que conozcáis qué esconde “El libro del cementerio”. Os aseguro que lo que vais a encontrar no os va defraudar.




lunes, 8 de noviembre de 2021

Pécau-Blanchar: "La Maldición Del Petróleo"

 




Antes de entrar de lleno en este artículo diré que este cómic que lleva por título “La maldición del petróleo” es algo imprescindible a la hora de entender hacia dónde se ha encaminado el mundo y su economía en los últimos dos siglos. No sé cuántas veces hemos dicho o escuchado eso de: “¡¡Como allí no hay petróleo!!”, o justo lo contrario, a la hora de analizar las razones desencadenantes de ciertos conflictos armados o el olvido por parte de la comunidad internacional ante los mismos. Pues bien, en estas páginas encontraréis la mayoría de esas causas. Otro asunto a destacar es el gran trabajo que estos dos autores galos, Pécau y Blanchan, han llevado a cabo. Definirlo como impresionante es quedarse corto.




La llegada de Jean Pierre Pécau al mundo de las viñetas es, cuanto menos, llamativa. Después de formarse como historiador consiguió trabajar como profesor asistente en la universidad, tarea que compartía con su gran afición, los juegos de rol. Dejó atrás su labor en la universidad para formar parte de la plantilla de una empresa de importación y distribución de juegos de rol donde logró desarrollar los argumentos necesarios para crear sus propios juegos. Además de esto, realizó guiones para televisión hasta que el interés de su hijo por los cómics hizo que él mismo se pusiera a hacer guiones para este medio. Entre sus obras destacamos “Esta máquina mata fascistas”, “La sombra roja”, la serie “Wonderball” y la participación en otras como “Star Wars. Herederos de un imperio” o “Spirou y Fantasio”. El guion de este cómic que tenemos entre manos es todo un alarde de trabajo de investigación explicado de una manera sencilla, con toques de humor, ironía y contundencia, que hará que no tengas la menor de las dudas acerca de lo que se está hablando.




El dibujante Fred Blanchard se formó en la escuela Superior de Artes Gráficas de Penninghen antes de comenzar su trayectoria como ilustrador. Además de dedicarse a fondos de escenarios en el cine y alguna serie como “Calamity Jane” y la adaptación de “Corto Maltés” para Ellipse Animation, tiene a sus espaldas obras como “Tiembla Roma” o “La revolución rusa” y su participación en series del calibre de “Hellboy” o las nombradas junto a su compañero Pécau. Blanchard no es un dibujante e ilustrador estrictamente dicho, pues su labor como guionista se ve reflejada en muchas de sus viñetas. En estas páginas hace toda una ostentación del manejo del blanco y negro fuera de lo común con esos fondos de viñeta oscuros con los que consigue, a veces, que casi sea imperceptible lo que contienen junto a un detallismo, unos cambios de dimensión y una expresividad totalmente hipnotizantes. La idea de repetir ciertas viñetas, o parte de las mismas, en distintos momentos y lugares es otro de los atractivos de esta obra que deja claro lo referido anteriormente en cuanto a su implicación en la parte del guion.



“La maldición del petróleo” se divide en tres apartes a las que hay que sumar sus correspondientes prólogo y epílogo. Dicho prólogo se basa en El templo de los adoradores del fuego de Atesham, situado a 30km de Bakú, capital de Azerbaiyán. Puede que este lugar nos resulte anecdótico, pero es de suma importancia a la hora de entender todo lo referente al petróleo. El capítulo primero, “Las siete hermanas”, nos detalla la llegada de los hermanos Nobel a esta trama de perforaciones y torres de extracción. Como bien se nos cuenta, y al igual de la mayoría de las veces en lo que atañe al llamado “oro negro”, todo sucede por casualidad, siempre que se tenga la cantidad de dinero necesaria para invertir, claro. Y de eso ya tenían los tres hermanos después de llenarse los bolsillos armando al ejército del Zar. Crearon todo un entramado de explotación, tanto de la tierra como de los obreros, alrededor del petróleo que convirtió a Bakú en una ciudad repleta de palacios y casas suntuosas, por un lado, y miseria y despotismo, por otro. Pero claro, la familia sueca no eran los únicos interesados en ese líquido negro al que algunos solo veían como un producto maloliente e inservible.  En otro lugar, que no podía ser otro que Estados Unidos, nacen ciudades que prosperan y se van a pique junto con el petróleo, como es el caso de Pithole. En esos momentos hace su aparición alguien de máxima importancia en todo este entramado, el señor Rockefeller y toda su descendencia, sobre todo, su hijo mayor John. Interesantísimo lo referente a este clan  familiar; sus entresijos comerciales, la forma de enriquecerse, su alianza con el magnate automovilístico Henry Ford, sus beneficios de los conflicto obreros en Bakú, liderados por un tal Koba que dará mucho de qué hablar en la URSS, sus triquiñuelas para esquivar las leyes federales, las reuniones clandestinas de los responsables de las sociedades petrolíferas y la creación de una hidra de siete cabezas, cinco estadounidenses, una inglesa y otra holandesa, que controlará todo lo habido y por haber en cuestiones petrolíferas.




En “El centro de la guerra”, título de segundo capítulo, nos adentramos, como bien se indica, en todo lo relativo al carácter principal del petróleo a la hora de ganar o perder cualquiera de los conflictos surgidos desde la mitad del siglo XIX en adelante. Con tal de hacerse con el preciado líquido, las distintas potencias mundiales exploran en los lugares más recónditos del planeta. Muy acertada la frase: “La Primera Guerra Mundial empieza a caballo y acabará en carros de combate y aviones”, como resumen acerca del cambio que el petróleo, y su posesión, va a imprimir en cualquiera de los conflictos que están por llegar. Acabada dicha contienda, con el resultado de sobra conocido, Inglaterra y Francia se hacen con los pozos de Persia e Irak y de Oriente Medio, respectivamente, aunque los británicos se van a quedar con la mayor parte del pastel. Y, como os podéis imaginar, es en ese instante cuando entran en juego los países de la península arábiga con Arabia y su desierto arábigo, cuyo significado en árabe es “zona vacía”, al frente. Una sustancia que los pobladores de esos lares llevan viendo cientos de años sin darle la mayor de las importancias va a convertir sus territorios en los mayores productores de petróleo del mundo cuya producción va a ser una pieza fundamental en la victoria de los aliados contra los nazis. Colonialismo puro y duro por parte de todas las potencias involucradas en la guerra con un solo objetivo, el “oro negro”. Ante esto, la astucia yanqui los conducirá a presentarse como los grandes portavoces del anticolonialismo como treta para hacerse con lo que sus antiguos socios galos e ingleses extraen en las zonas mencionadas.




Llegamos al tercer capítulo, “A tumba abierta”, donde nos enteraremos de todos los tejemanejes de los estadounidenses para alcanzar la cima de la industria petrolera. Algo que conseguirán colocando a dictadores en los gobiernos de ciertos países o reuniéndose clandestinamente con los de otros, como es el caso de los árabes. Este monopolio se tambaleará con la creación de la OPEP por parte de un caballero guerrillero venezolano y un jeque árabe. De aquí en adelante todo será inversión, subidas de precios, guerras basadas en la producción y el acceso a la misma, mareas negras, destrucción de selvas, mares y desiertos, crisis como nunca antes se habían conocido que arrastramos hasta el umbral de nuestros días, entrada en escena de personajes como Nixon, Sadam, Jomeini, la caída de todo lo que la llamada “civilización occidental” representa, atentados terroristas, pobreza  y desigualdades en los países con mayor producción de petróleo y un enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán que trae de cabeza a la mitad del mundo.




El epílogo se centra en tres conceptos bastante explícitos que nos recuerdan que la maldición sigue acechando, que hay que mirar hacia un futuro en negro y verde y, sobre todo, no tomarse a la ligera las decisiones del Petroleum Club como máximo representante de las tres hermanas supervivientes de aquellas siete. Como he dicho, una vez leído este cómic comprendes muchos de los asuntos que han acontecido en los últimos dos siglos hasta llegar al momento en el que nos encontramos. Mi más sincera enhorabuena a los autores porque si existe algún tipo de concepto acerca de lo que puede ser definido como un ensayo llevado al mundo del cómic “La maldición del petróleo” es un brillante ejemplo del mismo.