Hay veces que un autor consigue alcanzar la cima creativa con
alguna de sus obras dejando en segundo plano tanto las anteriores a la misma,
como aquellas que están por venir. Luego salen a relucir las opiniones de un@s
y otr@s sobre cuál es mejor o peor dando lugar al eterno debate basado en los
gustos particulares. Supongo que para much@s el culmen de todo lo publicado por
Neil Gaiman es “Sandman”, pero os puedo asegurar que “El libro del cementerio”
no tiene nada que envidiarle. Aquí están todos los ingredientes que han llevado
al escritor y guionista inglés al lugar que ocupa dentro del mundo de los
cómics. Creo que hablar a estas alturas de Gaiman sería un poco repetir todo lo
que se ha publicado acerca de su biografía. Así que me centraré, sobre todo, en
P. Graig Russell y la relación entre ambos.
Rusell es un dibujante, guionista e ilustrador nacido en Ohio
que tiene en su haber premios tan reconocidos como el Harvey y el Eisner por su
labor en el universo de las viñetas. Puede que para algun@s resulte banal que sea
el primer creador de cómics convencional que se declaró abiertamente gay, pero
para el que os habla desde este humilde blog es un dato muy a tener en cuenta.
Ha colaborado con Gaiman en bastantes ocasiones; en “Sandman”, en “Misterios de
un asesinato” o en “Noches eternas”, pero, además, se ha atrevido en otras
tantas a adaptar la obra en prosa del inglés al cómic, como es el caso de
“Coraline” o el que nos ocupa en estas líneas, “El libro del cementerio”. Asimismo,
debemos señalar otras obras suyas, o aportaciones a sagas, como “Elric”, con
guión de Roy Thomas, nada
menos, “Phantom Strangers”, de otro grande como Mike Mignola, “Conan el
bárbaro”, “Batman” o “Stars wars”. Para esta adaptación se ha rodeado de un
elenco aventajado de dibujantes como son Kevin Nowlan, Tony Harris, David
Lafuente, Scott Hampton, Galen Showman, Jill Thompson y Stephen B. Scott, a l@s
que hay que sumar su propia aportación gráfica. Entre tod@s consiguen uno de
los grandes logros de esta publicación que no es otro que la uniformidad. A
pesar de las pequeñas variantes que puedas percibir a la hora de su aportación
a esta obra coral, en realidad, si no te detienes expresamente a ello, no te
vas a dar cuenta de si las ilustraciones son únicamente de Nowlan, el mismo
Rusell, Showman o cualquiera de l@s demás, o de la unión de Harris y Hampton, por
ejemplo.
El cómic echa a andar con el asesinato de la mayor parte de
los integrantes de una familia. Digo la mayor parte porque de este brutal
suceso solo se salva el menor de sus miembros. Dicha unión familiar tiene su
residencia cerca de un viejo cementerio donde hay toda una amalgama de
personajes enterrados desde la época antigua hasta el siglo XIX. Huyendo del
asesino, conocido por el Hombre Jack, el crío acaba atravesando la reja del
camposanto donde será recibido por los espíritus de aquell@s que descansan en
el mismo. Tod@s se alarman ante la presencia de un vivo en su territorio de
descanso, excepto el matrimonio Owens y Silas, personaje esencial en toda la
trama. Después de debatir arduamente qué hacer con el crío intruso, y a
petición de la Dama Gris, terminan aceptándolo dándole el nombre de Nadie
Owens. A partir de aquí, el niño de ojos grises y pelo castaño comenzará su
peculiar andadura conociendo y relacionándose con los habitantes del lugar
siempre con la estricta prohibición de no salir del mismo. Pero no hay nada más
atractivo para cualquier muchach@ que indagar y averiguar las razones de ese
peligro que le acecha más allá de su residencia, el cementerio, en este caso. La
aparición de Scarlett Amber Perkins, una niña llegada de Glasgow que pasea
libremente por el lugar con permiso de sus padres, será un momento crucial en
la vida del pequeño Nad, diminutivo de Nadie. La curiosidad infantil, sumada a
las ganas del niño de alardear delante de la niña, los llevarán a descubrir el
lugar donde habita otro de los personajes esenciales de esta obra, El Sanguinario.
Pasado un tiempo, Scarlett abandonará la ciudad, no sin antes despedirse de su
supuesto amigo imaginario, devolviendo al pequeño Owens a sus relaciones diarias
con los habitantes comunes de la necrópolis.
Volviendo a Silas, este tiene la peculiaridad de abandonar el
lugar y su promesa como tutor de Nad durante periodos de tiempo relativamente
largos. Entonces deja la educación y enseñanza de su pupilo en manos de la
señorita Lupescu, entre otr@s, que comenzará produciendo en el chaval el mayor
de los rechazos, sobre todo por sus artes culinarias, y acabará siendo alguien
muy querido por el mismo después del incidente con los Ghouls, personajes
extremadamente especiales que habitan en cualquier cementerio. Otro de los
asuntos que despierta la curiosidad del protagonista tiene que ver con aquell@s
que, por razones religiosas o de justicia, han sido enterrad@s cerca de la vaya,
en las afueras, concretamente, en fosas comunes o individuales, cuya
peculiaridad es que carecen de lápida. Dicha carencia, sumada al ya mentado
curioseo, lleva al chico, por primera vez, fuera de sus límites permitidos.
Allí conocerá al espíritu de la bruja Liza Hempstock. La intención de conseguirle
una lápida arrastrará a Nad a su primera gran aventura dentro de los confines
de la ciudad de la que saldrá airoso, a pesar de la gravedad de la situación,
con la ayuda de Liza y de Silas y, por primera vez, llegará a sus oídos el
nombre de Jack. Más tarde, vendrá el pasaje del baile del Macabré que es, sin
duda, la parte más lúdica de estas páginas y, junto al interludio, da fin al
primer volumen de la obra.
El segundo, y último volumen, se centran en los días de
colegio de Nad y todo lo que vive dentro y fuera del recinto escolar por no
seguir los consejos de Silas; en la vuelta de Scarlett como parte esencial del
desenlace de todo lo acontecido y en la aparición del asesino de la familia y
sus allegados en busca de terminar lo que no finalizó en su momento. Los
acontecimientos que rodean a estos hechos nos empujan hasta “La hora del adiós”
como desenlace de la obra. Un broche final cargado de esperanza que te hace
sentir que acabas de leer una de esas obras que merece mucho la pena conocer.
He nombrado una lista de personajes, y me he quedado en el tintero otra igual o
más larga, que Gaiman crea con esa naturalidad oculta entre dos mundos de la
que suele hacer gala; que Russel adapta con una genialidad fuera de lo común y
que el repertorio de dibujantes plasma en viñetas con una calidad sobresaliente.
Ya solo queda que conozcáis qué esconde “El libro del cementerio”. Os aseguro
que lo que vais a encontrar no os va defraudar.
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