martes, 15 de noviembre de 2022

Volbeat, Skindred Y Bad Wolves Pasaron Por Madrid

 






Tarde noche de tormenta y viento por Madrid durante la espera del concierto de los daneses Vobeat y sus teloneros, Skindred y Bad Wolves, que anunciaba lo que se nos vendría encima una vez dentro de Vistalegre. Mucho se ha hablado de la poca asistencia a este evento en las otras citas por estos lares, en la que nos concierne puedo decir que, al igual que en los demás, durante la actuación de los americanos la asistencia fue pobre, algo más durante los galeses y que la cubierta se puso hasta arriba con los escandinavos. Es justo aclarar que unos grandes telones negros recortaban bastante la posible asistencia en las gradas, algo que puede dar a entender la no tan exitosa venta de entradas.






Los californianos Bad Wolves salieron con puntualidad a comerse el escenario con su nuevo cantante al frente, Daniel "DL" Laskiewicz, recorriendo la pasarela que avanzaba hasta dividir el foso en dos desde el minuto uno. Un set corto donde sus incondicionales pudieron disfrutar de temas de su último disco, “Dear Monsters”, como “Lifeline”, con el que rompieron el hielo de la noche, “Never Be The Same” o “If Tomorrow Never Comes”. No dejaron de derrochar energía corriendo de un lado a otro hasta llegar al punto álgido de su actuación con la versión de “Zombie”, de The Cranberries, antes de cerrar su show con “I’ll Be There”. Aprovecharon bien su escasa media hora sobre las tablas para convencer a algun@s y para pasar desapercibidos para otr@s. Con todo el respeto que merece cualquier banda, he de reconocer que no me dijeron demasiado fuera de la versión nombrada.






Esta era la segunda vez que veía a Skindred y, por tanto, sabía que aquello acabaría convirtiéndose en una gran fiesta, algo asegurado cuando tienes a un frontman como Benji Webbe que conecta con el público desde los primeros momentos del show. De este modo, pudimos disfrutar de su Ragga-Metal desde que tomaron las tablas con “Rat Race”. Con “That’s My Jam” ya teníamos a Benji en la punta de la pasarela, a partir de aquí no dejó ni un instante de hablar y dirigirse al público entre tema y tema, llegando, incluso, a sacar a un miembro de su staff para felicitarle un su cumpleaños. Consiguió que nos entregásemos de lleno con la cañera “Kill The Power”; que gritáramos contra el racismo y la guerra durante la interpretación de “L.O.V.E. (Smile Please)”; escuchamos un tema de su último trabajo, “Gimmee That Boom”; metió la intro de “Jump”, de Van Halen, antes de atacar con “Jump Around”; se quedó con la peña cuando permitió que coreara parte de “Wonderwall”, de Oasis, hasta mandarla callar diciendo que aquello era un mierda; puso a todo el mundo a saltar con “Nobody” y metió el “War Pigs”, de Black Sabbath, antes de finalizar con “Warning” mientras los presentes ondeaban bufandas, camisetas o cualquier cosa que se prestara a ello. A pesar de las parrafadas de Benji, supieron aprovechar su cuarenta y cinco minutos de manera intensa y eficaz, dejando con un muy buen sabor de boca, además de una sonrisa, a la mayoría del público. Todo un show, como siempre, lo que ofrece Skindred.





Sin entrar demasiado de lleno en si Volbeat son de esas bandas que están destinadas a tomar el relevo de los grandes nombres del Metal, me atrevo a decir que están arañando los primeros peldaños del pódium donde se asientan dichos grupos. Lo que no se puede esperar es encontrarte con unos nuevos Maiden, Judas o Metallica, de los que tienen y han aprendido bastante, primero porque su apuesta de mezclar desde Rockabilly con Thrash y otros sonidos es lo que les hace únicos y, en mi modesta opinión, es eso lo que les acerca a esos puestos de cabeza, la originalidad de su sonido, reconociendo siempre sus influencias, que van desde Johnny Cash o Elvis hasta AC/DC o Mercyful Fate, todo unido a esa voz inconfundible de Michael Poulsen, a la labor cañerísima de Rob Caggiano a las seis cuerdas y a una base rítmica de lo más contundente protagonizada por el bajista Kaspar Boye Larsen y el otro miembro que queda en el cuarteto desde sus inicios, el batería Jon Larsen. Si todavía no eres capaz de ver la evolución musical que bandas como esta dan a los sonidos que más nos molan, entonces, seguro que este combo danés no será donde encuentres parte del futuro de los mismos.





Desde el comienzo con “The Devil’s Bleeding Crown” pude intuir que aquello iba a ser lo que fue, un conciertazo con un sonido espectacular, una entrega total y una puesta en escena que nada tiene que envidiar a los grandes del género. A sabiendas de que conseguirían meterse al público en el bolsillo a la mínima, enlazaron el primer tema con “Pelvis On Fire” y “Temple Of Ekur” para lograrlo. Y, si quedaba alguna duda de esto, después de un saludo, de dar las gracias por nuestra asistencia y pedirnos que disfrutáramos del tiempo que íbamos a estar delante de ellos, que para gilipollas ya están la mayoría de los políticos del mundo, los mismos que tienen al planeta como lo tienen, suenan los primeros acordes de “Lola Montez” para ganarse del todo a las cuatro mil almas que allí nos plantamos. La fiesta, las luces, el sonidazo y la alegría que trasmiten desde el escenario se hizo patente con la increíble “Last Day Under the Sun”, uno de mis temas preferidos de su carrera, y tengo unos cuantos, para que luego Poulsen dedicara “Fallen” a su padre.






Con guitarra acústica en la punta de la pasarela, Poulsen se marcó una parte de “I Only Want To Be With You”, de Dusty Springfield, y otra de “Ring Of Fire”, del ya nombrado Jonnhy Cash, antes de continuar el concierto con “Sad Man’s Tongue” donde, por primera vez, se hicieron acompañar de un saxofonista y un pianista en el más puro estilo ZZ Top. Y llegó el momento de uno de los temas que, no sé por qué me da, va a permanecer mucho tiempo en su setlist, la bailonga “Wait A Minute My Girl”, con un montón de globos flotando por encima de todas las cabezas. Continuaron con la interpretación de la fantástica “Black Rose” antes de dar paso a “Shotgun Blues”, uno de los mejores cortes de su último redondo. Llegados a este punto, ya nadie desconfiaba de la valía de la banda que había puesto los pies en la cubierta, lugar que volvieron a hacer vibrar, literalmente, con dos trallazos como “Seal The Deal” y “The Devil Rages On”, con lluvia de papelitos incluida que te obligaba a tapar lo que estuvieras bebiendo si no querías que alguno acabara en tu garganta. Pero si aún te quedaba alguna duda de su poder sónico, siguieron con “Slaytan”, donde la guitarra te golpea la cabeza como si de un martillo se tratara, antes de despedirse dejando caer “Dead But Rising”, otro bombazo.




Una vez de vuelta, guiño a AC/DC previo al primer bis en forma de “The Sacred Stones” y continuación con la dedicatoria al recientemente fallecido Jerry Lee Lewis en la rockanrolera “Die To Live”. Ya os podéis imaginar cómo nos pusimos cuando empezó a sonar “For Evigt”, pues eso, todo dios desgañitándose como si no hubiera un mañana, inundados por otro baño de confetis, a pesar de que la mayoría no tenemos ni idea de danés, algo que poco importa, la verdad, a la hora de entregarte en un tema como este. Broche final, como casi siempre en sus conciertos, con “Still Counting” para dar por concluido un show que vamos a recordar en tiempo.



Todo lo que se puede esperar de una gran banda lo pudimos vivir en Madrid durante el concierto de Volbeat: entrega, buen sonido, mejor rollo, temazo tras temazo, unas luces y una puesta en escena de lo mejor y, sobre todo, sinceridad y actitud a la hora de pisar un escenario. Aquell@s que piensan que esto del Rock tiene los días contados pueden seguir con sus augurios de barra, redes sociales o videojuego, pero grupos como este y otros de sus alrededores son los que demuestran que están muy, pero que muy equivocad@s, solo falta que les presten más atención para ser conscientes de ello. Y como cierre de este artículo, una referencia al temita de los precios de las entradas. No voy a quitar la razón a nadie respecto a que algunas se van de madre, pero si crees que pagar cincuenta euros por ver a tres bandas del calibre de las que pasaron por Vistalegre es caro manda una solicitud a l@s mánagers y las promotoras para que la próxima vez toquen en tu habitación gratis, así ya no tienes que mover el culo para nada. Quizás, esta sea una de las razones por las que en vez de seis mil estuvimos cuatro mil en la cubierta. Al final va a ser verdad que, con esto de peinar canas, parecen viejas discutiendo detrás del anonimato de una pantalla como si del precio de los garbanzos se tratara. Ya estoy deseando volver a cruzarme con Volbeat, que espero sigan subiendo porque se lo tienen mucho más que merecido.




jueves, 10 de noviembre de 2022

Finde Por Madrid: Daniel Higiénico En Jazzville - Madrid Cómic Pop Up 2022

 






No soy muy de l@s que creen demasiado en la buena o mala suerte, ni que decir tiene en santos, vírgenes, profetas y demás parafernalia de cualquier religión, pero mi último fin de semana en la capital del Estado ha consistido en una progresión de momentos placenteros. Ahora bien, después de muchos años alojándome en distintos hoteles, pensiones y apartamentos de Madrid, estos días he sufrido en mi bolsillo el aumento de precio y la bajada de calidad de los mismos. Setenta euros por una habitación de ocho metros cuadrados con un servicio donde apenas cabía a la hora de cagar, una ducha que hacía la competencia a un plato y una cama de noventa es todo un atraco. Una vez dicho esto, pasemos a lo vivido el viernes por la noche y el sábado por la mañana y parte de la tarde.






Daniel Higiénico es uno de esos cantantes, cantactores, solistas o cómo diantres queráis llamarlo, del que siempre me he declarado seguidor incondicional. Sí que es verdad que su etapa junto a la Quartet De Baño Band es la más conocida por tod@s, pero sus discos en solitario no tienen nada que envidiarles en calidad, sarcasmo, letra y música. Alrededor de las diez de la noche se subió al escenario de la sala Jazzville, un sitio bastante agradable y acogedor, todo sea dicho, para comenzar su concierto dándonos una de sus eternas charlas antes de romper el hielo con “La Leyenda Urbana De Hermann Hesse” y ponernos a tod@s en órbita de lo que íbamos a vivir en las siguientes dos horas largas. El show se centró en los temas de su último álbum, “Esperando A Robin Hood”, recomendable cien por cien, como todos, del que cayeron, además del referido, “Artistas”, dedicada a todos aquell@s que ejercen su trabajo de manera profesional y echando pestes de los chapuzas; “¿Quién Será El Asesino?”, esta es una de mi preferidas del álbum; “Aquí Cada Cual Con Su Paja Mental”, con explicación de las dedicatorias de cada estrofa de la misma; “¿Dónde Está Mi Tribu?”, y la necesidad de pertenencia al grupo; “Los Gusanos Del Mundo”, como una insuperable dedicatoria a los curas pederastas; la cachondísima “La Fiesta Del Didgeridoo”; “Solo Han Venido A Charlar”, recordatorio a aquell@s que van a los conciertos o festivales a hablar sin prestar atención a lo que tienen encima de las tablas, costumbre malamente extendida, o “La Ternura Del Instinto Animal”, que arrancó más de una y tres risas. Se entiende que, entre uno y otro de estos temas, fue intercalando clásicos como “La Humedad”, “El Diablo En Persona”, en su nueva versión, “Esta Ronda La Pago Yo”, “Hace 15 Días Que No Cago”, “El Bar De Moda” o el cierre con “Flipando En Colores”.  A pesar de ir solo al concierto, me lo pasé en grande con la peña que tenía alrededor. No nos cansamos de cantar, reír e involucrarnos en el show, teniendo a Daniel delante es difícil no hacerlo. Al final, tuve una pequeña y entretenida conversación con él antes de salir pitando para el metro. Genial Daniel, en todos los aspectos, solo me queda verle con acompañamiento encima del escenario.






Esta edición del Salón del Cómic de Madrid, o del Madrid Cómic Pop Up, como se llama de un tiempo a esta parte, ha sido bastante agridulce, más de lo primero que de lo segundo. Tristemente puedo decir que, por primera vez, no me he quedado todo el día entre stands, firmas y exposiciones. En buena compañía de amigos de toda la vida, llegué justo para que Fernando Llor me firmara un ejemplar de “Subnormal”, obra de la que tenéis una entrada en este humilde blog. A partir de aquí, pudimos ser testigos de la poca afluencia de tiendas especializadas, que recuerde solo había dos, y de la falta de algunas de las editoriales punteras del Estado, como Astiberri o Dibbuks. Lo que no faltaron fueron las eternas colas para las firmas de l@s autores/as de Ecc, mientras que otras, como la de Eduardo Risso, del que conseguí que me firmara un ejemplar de “100 Balas” y otro de “Yo Vampiro”, nada tenían que ver con ellas. Decepcionante fue no encontrar ninguna de las novedades que iba buscando, más aún percibir la falta de público y del número de disfraces que tanto colorido dan siempre a un evento como este. No quiero ni me apetece extenderme mucho más porque no es mi intención ir de pesimista, pero, si la organización no da más facilidades o se lo toma de otra manera, Madrid va a perder un acto del que hemos disfrutado durante muchos años. Espero que el sábado por la tarde y el domingo por la mañana estuviera la cosa más animada porque nosotros, después de visto lo visto, decidimos irnos a comer al centro. Como parte externa, por decirlo de alguna manera, al salón estaban las firmas de autores/as en el Fnac de Callao, a donde me acerqué por la tarde para pasar un rato más que agradable con Jaime Martín, al que regalé un número de nuestra revista “Farraguas” y un ejemplar de mi libro que, espero, le haya gustado.






Como suele ocurrir, pasaron muchas más cosas durante el fin de semana, Madrid siempre da para ello, como el reencuentro con amig@s que hacía mucho que no veía, el regreso a pubs que no pisaba desde hace meses o el ser testigo de la vorágine consumista del personal en las tiendas de ropa de la Gran Vía, yendo y viniendo de mi visita a Jaime. Hasta aquí esta crónica, ya estoy deseando volver a ver a Daniel Higiénico y que el Salón del Cómic se ponga las pilas para que no tengamos que recibir una mala noticia.