Tarde noche de tormenta y viento por Madrid durante la espera
del concierto de los daneses Vobeat y sus teloneros, Skindred y Bad Wolves, que
anunciaba lo que se nos vendría encima una vez dentro de Vistalegre. Mucho se
ha hablado de la poca asistencia a este evento en las otras citas por estos
lares, en la que nos concierne puedo decir que, al igual que en los demás, durante la actuación de los americanos la asistencia fue pobre, algo
más durante los galeses y que la cubierta se puso hasta arriba con los
escandinavos. Es justo aclarar que unos grandes telones negros recortaban
bastante la posible asistencia en las gradas, algo que puede dar a entender la
no tan exitosa venta de entradas.
Los californianos Bad Wolves salieron con puntualidad a
comerse el escenario con su nuevo cantante al frente, Daniel "DL" Laskiewicz, recorriendo la
pasarela que avanzaba hasta dividir el foso en dos desde el minuto uno. Un set
corto donde sus incondicionales pudieron disfrutar de temas de su último disco,
“Dear Monsters”, como “Lifeline”, con el que rompieron el hielo de la noche, “Never
Be The Same” o “If Tomorrow Never Comes”. No dejaron de derrochar energía
corriendo de un lado a otro hasta llegar al punto álgido de su actuación con la
versión de “Zombie”, de The Cranberries, antes de cerrar su show con “I’ll Be There”.
Aprovecharon bien su escasa media hora sobre las tablas para convencer a
algun@s y para pasar desapercibidos para otr@s. Con todo el respeto que merece
cualquier banda, he de reconocer que no me dijeron demasiado fuera de la
versión nombrada.
Esta era la segunda vez que veía a Skindred y, por tanto,
sabía que aquello acabaría convirtiéndose en una gran fiesta, algo asegurado
cuando tienes a un frontman como Benji Webbe que conecta con el público desde los
primeros momentos del show. De este modo, pudimos disfrutar de su Ragga-Metal
desde que tomaron las tablas con “Rat Race”. Con “That’s My Jam” ya teníamos a Benji
en la punta de la pasarela, a partir de aquí no dejó ni un instante de hablar y
dirigirse al público entre tema y tema, llegando, incluso, a sacar a un miembro
de su staff para felicitarle un su cumpleaños. Consiguió que nos entregásemos
de lleno con la cañera “Kill The Power”; que gritáramos contra el racismo y la
guerra durante la interpretación de “L.O.V.E. (Smile Please)”; escuchamos un
tema de su último trabajo, “Gimmee That Boom”; metió la intro de “Jump”, de Van
Halen, antes de atacar con “Jump Around”; se quedó con la peña cuando permitió
que coreara parte de “Wonderwall”, de Oasis, hasta mandarla callar diciendo que
aquello era un mierda; puso a todo el mundo a saltar con “Nobody” y metió el
“War Pigs”, de Black Sabbath, antes de finalizar con “Warning” mientras los
presentes ondeaban bufandas, camisetas o cualquier cosa que se prestara a ello.
A pesar de las parrafadas de Benji, supieron aprovechar su cuarenta y cinco
minutos de manera intensa y eficaz, dejando con un muy buen sabor de boca,
además de una sonrisa, a la mayoría del público. Todo un show, como siempre, lo
que ofrece Skindred.
Sin entrar demasiado de lleno en si Volbeat son de esas
bandas que están destinadas a tomar el relevo de los grandes nombres del Metal,
me atrevo a decir que están arañando los primeros peldaños del pódium donde se
asientan dichos grupos. Lo que no se puede esperar es encontrarte con unos
nuevos Maiden, Judas o Metallica, de los que tienen y han aprendido bastante,
primero porque su apuesta de mezclar desde Rockabilly con Thrash y otros
sonidos es lo que les hace únicos y, en mi modesta opinión, es eso lo que les
acerca a esos puestos de cabeza, la originalidad de su sonido, reconociendo
siempre sus influencias, que van desde Johnny Cash o Elvis hasta AC/DC o
Mercyful Fate, todo unido a esa voz inconfundible de Michael Poulsen, a la
labor cañerísima de Rob Caggiano a las seis cuerdas y a una base rítmica de lo
más contundente protagonizada por el bajista Kaspar Boye Larsen y el otro
miembro que queda en el cuarteto desde sus inicios, el batería Jon Larsen. Si
todavía no eres capaz de ver la evolución musical que bandas como esta dan a
los sonidos que más nos molan, entonces, seguro que este combo danés no será
donde encuentres parte del futuro de los mismos.
Desde el comienzo con “The Devil’s Bleeding Crown” pude intuir que aquello iba a ser lo que fue, un conciertazo con un sonido espectacular, una entrega total y una puesta en escena que nada tiene que envidiar a los grandes del género. A sabiendas de que conseguirían meterse al público en el bolsillo a la mínima, enlazaron el primer tema con “Pelvis On Fire” y “Temple Of Ekur” para lograrlo. Y, si quedaba alguna duda de esto, después de un saludo, de dar las gracias por nuestra asistencia y pedirnos que disfrutáramos del tiempo que íbamos a estar delante de ellos, que para gilipollas ya están la mayoría de los políticos del mundo, los mismos que tienen al planeta como lo tienen, suenan los primeros acordes de “Lola Montez” para ganarse del todo a las cuatro mil almas que allí nos plantamos. La fiesta, las luces, el sonidazo y la alegría que trasmiten desde el escenario se hizo patente con la increíble “Last Day Under the Sun”, uno de mis temas preferidos de su carrera, y tengo unos cuantos, para que luego Poulsen dedicara “Fallen” a su padre.
Con guitarra acústica en la punta de la pasarela, Poulsen se
marcó una parte de “I Only Want To Be With You”, de Dusty Springfield, y otra
de “Ring Of Fire”, del ya nombrado Jonnhy Cash, antes de continuar el concierto
con “Sad Man’s Tongue” donde, por primera vez, se hicieron acompañar de un
saxofonista y un pianista en el más puro estilo ZZ Top. Y llegó el momento de
uno de los temas que, no sé por qué me da, va a permanecer mucho tiempo en su
setlist, la bailonga “Wait A Minute My Girl”, con un montón de globos flotando
por encima de todas las cabezas. Continuaron con la interpretación de la
fantástica “Black Rose” antes de dar paso a “Shotgun Blues”, uno de los mejores
cortes de su último redondo. Llegados a este punto, ya nadie desconfiaba de la
valía de la banda que había puesto los pies en la cubierta, lugar que volvieron
a hacer vibrar, literalmente, con dos trallazos como “Seal The Deal” y “The
Devil Rages On”, con lluvia de papelitos incluida que te obligaba a tapar lo
que estuvieras bebiendo si no querías que alguno acabara en tu garganta. Pero
si aún te quedaba alguna duda de su poder sónico, siguieron con “Slaytan”, donde
la guitarra te golpea la cabeza como si de un martillo se tratara, antes de
despedirse dejando caer “Dead But Rising”, otro bombazo.
Una vez de vuelta, guiño a AC/DC previo al primer bis en
forma de “The Sacred Stones” y continuación con la dedicatoria al recientemente
fallecido Jerry Lee Lewis en la rockanrolera “Die To Live”. Ya os podéis
imaginar cómo nos pusimos cuando empezó a sonar “For Evigt”, pues eso, todo
dios desgañitándose como si no hubiera un mañana, inundados por otro baño de
confetis, a pesar de que la mayoría no tenemos ni idea de danés, algo que poco
importa, la verdad, a la hora de entregarte en un tema como este. Broche final,
como casi siempre en sus conciertos, con “Still Counting” para dar por concluido un show que vamos a recordar en tiempo.
Todo lo que se puede esperar de una gran banda lo pudimos
vivir en Madrid durante el concierto de Volbeat: entrega, buen sonido, mejor
rollo, temazo tras temazo, unas luces y una puesta en escena de lo mejor y,
sobre todo, sinceridad y actitud a la hora de pisar un escenario. Aquell@s que
piensan que esto del Rock tiene los días contados pueden seguir con sus
augurios de barra, redes sociales o videojuego, pero grupos como este y otros
de sus alrededores son los que demuestran que están muy, pero que muy equivocad@s,
solo falta que les presten más atención para ser conscientes de ello. Y como
cierre de este artículo, una referencia al temita de los precios de las
entradas. No voy a quitar la razón a nadie respecto a que algunas se van de
madre, pero si crees que pagar cincuenta euros por ver a tres bandas del
calibre de las que pasaron por Vistalegre es caro manda una solicitud a l@s
mánagers y las promotoras para que la próxima vez toquen en tu habitación
gratis, así ya no tienes que mover el culo para nada. Quizás, esta sea una de
las razones por las que en vez de seis mil estuvimos cuatro mil en la cubierta.
Al final va a ser verdad que, con esto de peinar canas, parecen viejas
discutiendo detrás del anonimato de una pantalla como si del precio de los garbanzos
se tratara. Ya estoy deseando volver a cruzarme con Volbeat, que espero sigan
subiendo porque se lo tienen mucho más que merecido.
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