Lo ocurrido el sábado pasado en la sala Barroco de Cáceres es
de esas cosas que se puede definir como agridulces sin reparo alguno. Esta
ciudad sigue pecando de lo mismo, esto no es otra cosa que tener varios actos
culturales en la misma fecha. El Irish Fleadh, Alas Blancas, banda tributo a
Triana y La Mendinga, junto a las madrileñas Suevicha, era lo que coincidía y
lo que te ponía en la tesitura de tener que elegir. Yo me decanté por el último
concierto de los mencionados. Lo hice, en primer lugar, porque hasta ahora no
había visto un show íntegro de La Mendinga, porque una parte del grupo Alas
Blancas ya la había visto el año pasado en Moraleja en el festival tributo a
Triana y porque no me apetecía pasar frío en Santa María durante los conciertos
del festival. Os puedo asegurar que no me arrepiento de la decisión que tomé.
Suevicha son un grupo procedente de Madrid formado por cuatro
chicas que practican un Desert Rock con toques de Garage bastante cañero.
Dieron un concierto no muy largo, pero sí intenso. La verdad es que no tuvieron
muy bien sonido hasta ya bien avanzada su actuación. Algo pasaba con la
guitarra de Albita Les Paul que se acoplaba de vez en cuando y hacía que el
grupo no sonase todo lo bien que debería. Salvando este incidente, hay que reconocer
que pusieron mucha garra y ganas en todo momento. Susie Vicha tiene un torrente
de voz espectacular y sabe cómo meterse al público en el bolsillo a la primera
de cambio. Ella, junto con la batería Ruth Calypso Moya, fueron, a mi parecer,
las más destacables de su show que tuvo como base de ejecución su primer
trabajo discográfico, “Burning Tales”. Dieron un buen repaso a este disco del
que se dejaron caer “The Wall”, “Screaming Loud”, “Don´t Tell”, además de la
que da nombre al redondo. Añadieron algún tema más como “I Don´t Care” para dar
color a su repertorio. Cuando nos quisimos dar cuenta, y cuando mejor estaban,
se despidieron con Susie totalmente entregada e interactuando con l@s
presentes. Me gustó su concierto, sería interesante verlas en uno suyo al
completo. Suerte y a seguir con esos sonidos calurosos.
Como dije antes, esta ha sido la primera vez que he asistido
a un show de La Mendinga y salí con una muy buena impresión en todos los
sentidos. Por razones de horario, de eso y otros asuntos hablaré un poco más
adelante, su concierto fue más corto de lo deseado, pero desde el primer
instante se vio que aquello había cambiado bastante con respecto al concierto
de las madrileñas. Sí que es verdad que en los primeros cortes la voz de
Maribel no se distinguía con claridad ante el muro sonoro que tenía a sus
espaldas. Una vez solventado el problema, todo empezó a sonar como un cañón. Está
claro que la calidad musical de sus componentes es bastante buena. Pachi sigue
siendo una máquina aporreando la batería, impresionante verle, en serio. De
Manu ya he dicho mil veces el poderío que tiene cuando he hecho alguna crónica
de sus conciertos con La Ira así que no voy a descubrir nada nuevo que no
sepáis. Laura es una grandísima bajista que, como tal, parece aislada en su
borde del escenario como la que no quiere la cosa, pero sabe perfectamente cuál
es su labor y la desarrolla de manera sobresaliente. Maribel tiene un torrente
de voz y un gancho con el público propio de cualquier buen cantante que se
precie. En cuanto a Cristina he de decir que fue la que más me sorprendió de
tod@s. Y lo hizo para bien, hacía mucho tiempo que no veía tocar a alguien la
guitarra con tanto desparpajo, actitud y saber estar. Los solos que se marca
junto a Manu son realmente memorables y, junto con Maribel, es, sin duda
alguna, la que más se mueve y conecta con el público. Desde ya me declaro fan
suyo, todo un descubrimiento esta mujer a la que no habrá que perder de vista
porque estoy seguro de que tiene mucho más que ofrecer de lo visto el sábado
pasado. El concierto se basó en temas propios como “Jaque Mate Al Peón” o
“Abuso” además de esa tremenda versión del “Chicas Fuertes” de Tahúres Zurdos
que fue uno de los temas más cañeros de la noche y uno de los mejores momentos
de su actuación. Prometo no dejar pasar tanto tiempo hasta la próxima vez que
tenga la oportunidad de verl@s. Mi más sincera enhorabuena por todo.
Dejando atrás lo estrictamente musical, aunque todo tiene
relación, quiero pasar a comentar algunos asuntos acontecidos antes y durante
el show de estas dos bandas. Todo lo referente a la coincidencia de
espectáculos está dicho en la cabecera de este artículo. Ahora bien, que te
digan que el concierto tiene como hora de arranque las 22.00, que llegase allí
con puntualidad y que los camareros estuviesen aún rellenando las cámaras dice
mucho del interés que sigue mostrando el personal de la sala. Digo todo esto
porque ellos cuando dan las 00.30 ya te están echando para que entre esa
caterva de peña reguetonera y sonidos adyacentes que parece que son el público
que realmente les interesa. Como consecuencia de la falta de puntualidad, y el
“venga, cortad que ya hay gente en la puerta esperando para entrar”, el
concierto de La Mendinga se vio bastante mermado. Que l@s que formábamos el
público no superáramos las tres decenas de personas es otro de los asuntos a
resaltar. Por un lado bien porque tuve la oportunidad de ver a los grupos con
una tranquilidad y atención que una sala a reventar no me hubiera ofrecido,
pero siempre es un poco triste tanta desolación. Es más, llegó un momento que dicho
público estaba compuesto más por músicos que por l@s que no lo somos. En cuanto
a la actitud de los camareros dejó que desear en algún que otro momento. Joder,
que éramos cuatro gatos, ellos estaban tres en la barra y tardaban una vida en
ponerte una cerveza y encima con cara de te perdono la vida. En fin, me quedo
con lo bueno del sábado que acabó con unas cuantas de anécdotas, desapariciones
y apariciones que darían para otro artículo.