lunes, 29 de octubre de 2018

La Mendinga Y Suevicha En La Sala Barroco







Lo ocurrido el sábado pasado en la sala Barroco de Cáceres es de esas cosas que se puede definir como agridulces sin reparo alguno. Esta ciudad sigue pecando de lo mismo, esto no es otra cosa que tener varios actos culturales en la misma fecha. El Irish Fleadh, Alas Blancas, banda tributo a Triana y La Mendinga, junto a las madrileñas Suevicha, era lo que coincidía y lo que te ponía en la tesitura de tener que elegir. Yo me decanté por el último concierto de los mencionados. Lo hice, en primer lugar, porque hasta ahora no había visto un show íntegro de La Mendinga, porque una parte del grupo Alas Blancas ya la había visto el año pasado en Moraleja en el festival tributo a Triana y porque no me apetecía pasar frío en Santa María durante los conciertos del festival. Os puedo asegurar que no me arrepiento de la decisión que tomé.





Suevicha son un grupo procedente de Madrid formado por cuatro chicas que practican un Desert Rock con toques de Garage bastante cañero. Dieron un concierto no muy largo, pero sí intenso. La verdad es que no tuvieron muy bien sonido hasta ya bien avanzada su actuación. Algo pasaba con la guitarra de Albita Les Paul que se acoplaba de vez en cuando y hacía que el grupo no sonase todo lo bien que debería. Salvando este incidente, hay que reconocer que pusieron mucha garra y ganas en todo momento. Susie Vicha tiene un torrente de voz espectacular y sabe cómo meterse al público en el bolsillo a la primera de cambio. Ella, junto con la batería Ruth Calypso Moya, fueron, a mi parecer, las más destacables de su show que tuvo como base de ejecución su primer trabajo discográfico, “Burning Tales”. Dieron un buen repaso a este disco del que se dejaron caer “The Wall”, “Screaming Loud”, “Don´t Tell”, además de la que da nombre al redondo. Añadieron algún tema más como “I Don´t Care” para dar color a su repertorio. Cuando nos quisimos dar cuenta, y cuando mejor estaban, se despidieron con Susie totalmente entregada e interactuando con l@s presentes. Me gustó su concierto, sería interesante verlas en uno suyo al completo. Suerte y a seguir con esos sonidos calurosos.





Como dije antes, esta ha sido la primera vez que he asistido a un show de La Mendinga y salí con una muy buena impresión en todos los sentidos. Por razones de horario, de eso y otros asuntos hablaré un poco más adelante, su concierto fue más corto de lo deseado, pero desde el primer instante se vio que aquello había cambiado bastante con respecto al concierto de las madrileñas. Sí que es verdad que en los primeros cortes la voz de Maribel no se distinguía con claridad ante el muro sonoro que tenía a sus espaldas. Una vez solventado el problema, todo empezó a sonar como un cañón. Está claro que la calidad musical de sus componentes es bastante buena. Pachi sigue siendo una máquina aporreando la batería, impresionante verle, en serio. De Manu ya he dicho mil veces el poderío que tiene cuando he hecho alguna crónica de sus conciertos con La Ira así que no voy a descubrir nada nuevo que no sepáis. Laura es una grandísima bajista que, como tal, parece aislada en su borde del escenario como la que no quiere la cosa, pero sabe perfectamente cuál es su labor y la desarrolla de manera sobresaliente. Maribel tiene un torrente de voz y un gancho con el público propio de cualquier buen cantante que se precie. En cuanto a Cristina he de decir que fue la que más me sorprendió de tod@s. Y lo hizo para bien, hacía mucho tiempo que no veía tocar a alguien la guitarra con tanto desparpajo, actitud y saber estar. Los solos que se marca junto a Manu son realmente memorables y, junto con Maribel, es, sin duda alguna, la que más se mueve y conecta con el público. Desde ya me declaro fan suyo, todo un descubrimiento esta mujer a la que no habrá que perder de vista porque estoy seguro de que tiene mucho más que ofrecer de lo visto el sábado pasado. El concierto se basó en temas propios como “Jaque Mate Al Peón” o “Abuso” además de esa tremenda versión del “Chicas Fuertes” de Tahúres Zurdos que fue uno de los temas más cañeros de la noche y uno de los mejores momentos de su actuación. Prometo no dejar pasar tanto tiempo hasta la próxima vez que tenga la oportunidad de verl@s. Mi más sincera enhorabuena por todo.





Dejando atrás lo estrictamente musical, aunque todo tiene relación, quiero pasar a comentar algunos asuntos acontecidos antes y durante el show de estas dos bandas. Todo lo referente a la coincidencia de espectáculos está dicho en la cabecera de este artículo. Ahora bien, que te digan que el concierto tiene como hora de arranque las 22.00, que llegase allí con puntualidad y que los camareros estuviesen aún rellenando las cámaras dice mucho del interés que sigue mostrando el personal de la sala. Digo todo esto porque ellos cuando dan las 00.30 ya te están echando para que entre esa caterva de peña reguetonera y sonidos adyacentes que parece que son el público que realmente les interesa. Como consecuencia de la falta de puntualidad, y el “venga, cortad que ya hay gente en la puerta esperando para entrar”, el concierto de La Mendinga se vio bastante mermado. Que l@s que formábamos el público no superáramos las tres decenas de personas es otro de los asuntos a resaltar. Por un lado bien porque tuve la oportunidad de ver a los grupos con una tranquilidad y atención que una sala a reventar no me hubiera ofrecido, pero siempre es un poco triste tanta desolación. Es más, llegó un momento que dicho público estaba compuesto más por músicos que por l@s que no lo somos. En cuanto a la actitud de los camareros dejó que desear en algún que otro momento. Joder, que éramos cuatro gatos, ellos estaban tres en la barra y tardaban una vida en ponerte una cerveza y encima con cara de te perdono la vida. En fin, me quedo con lo bueno del sábado que acabó con unas cuantas de anécdotas, desapariciones y apariciones que darían para otro artículo.



lunes, 15 de octubre de 2018

Bruce Dickinson: "¿Para Qué Sirve Este Botón?". Una Biografía De Altos Vuelos








El concepto de biografía está muy bien explicado por Dickinson en el epílogo de la que tenemos entre manos. Quizá sea por eso por lo que al leerla eches de menos todo aquello que tu mente y cuerpo de fan de Maiden te pide constantemente. Ya te digo de antemano que aquí no lo vas a encontrar. Con esto quiero dejar claro que no es el típico repaso a la vida de una estrella del Rock lo que inunda estas páginas.




El libro está estructurado de tal manera que su lectura se hace bastante amena. Esto lo consigue a través de capítulos cortos y agradables que hacen que quieras seguir leyendo, aunque se te caigan los ojos al suelo. Por otra parte, tenemos dos tandas de fotos de los más impactante de Bruce y sus bandas. También hay que decir que para aquell@s que seguimos a Maiden desde hace mil años alguna nos resulta bastante familiar. Esto no le resta importancia al asunto, al revés, es un buen ingrediente dentro de la propia obra.




Me ha gustado mucho todo lo referente a la infancia, adolescencia y primera juventud de nuestro protagonista. La razón no es otra que la que el propio Dickinson repite una y otra vez a lo largo de estos párrafos: “Lo que pasa en la infancia no es por casualidad”. Está claro que esta es una época de nuestras vidas que nos marcará para siempre, ya sea desarrollando lo que hemos vivido o deshaciéndonos de lastres que nos hayan creado esas mismas vivencias. Todo lo relacionado con sus padres, abuelos y demás familiares está comprimido en una serie de capítulos que hacen que comprendas muchas de las cosas que encontrarás en los siguientes. Hasta la propia pasión por la esgrima o la aviación tiene su razón de ser a partir de sucesos que le ocurren a Bruce durante esta etapa.





Para l@s que buscan enredos y entrañas de la carrera musical de este extraordinario cantante, uno de mis preferidos, ya estaba tardando en decirlo, el curriculum de bandas por las que pasa desde sus años escolares y universitarios hasta llegar a ser el frontman de Maiden será, sin duda, lo más interesante. Lo digo porque una vez alcanzado el puesto antes referido, no ahonda mucho más en el tema salvando los sitios donde grabaron, alguna anécdota de la gira de tal o cual disco o las salidas y entradas de alguno de los componentes de Iron Maiden. Lo que deja claro es que él quería ser a toda costa una estrella del Rock. Comenzó intentándolo con la batería, pero sus propios compañeros le empujaron a ponerse delante de un micrófono por una mezcla de necesidad, el guitarra de turno cantaba como los búhos, y por confianza en que podría hacerlo bien. Aquí Bruce empieza a darse cuenta de lo difícil que es trabajar con un instrumento tan delicado como la voz. Comienza a tomar clases, a hacer ejercicios y a cortarse de todo aquello que pueda echar su garganta a perder. Así es cómo sorprende a Paul Samson y sus secuaces que le piden que sea su cantante, algo que Bruce acepta a la primera.




Esta época de Samson está reflejada con mucho realismo y sinceridad, algo inherente en toda la obra. La pasión de los componentes de la banda por el alcohol y ciertos estupefacientes, sumado a la poca destreza de alguno con su instrumento, como la del batería Thunderstick, los hace caer en un círculo de rutina y poco progreso. A pesar de ello llegarían a tocar en el famoso Festival de Reading, donde Dickinson tendrá su primera conversación con alguien tan esencial en la historia de Maiden como es Ron Smallwood. Para cuando acabó esa actuación, a pesar de que en las filas de Maiden aún estaba Paul Di´anno, él sabía que sería el próximo cantante de la banda británica. Como dije antes, a partir de aquí comenzará a contarnos, anécdotas sí, anécdotas no, todo lo que supuso la grabación de “The Number Of The Beast” y de todos los discos que vinieron después hasta que dejó la banda en 1993. Encontrarás las típicas rencillas entre él y Steve Harris por su posición tanto en el escenario como dentro de la banda, las razones de la salida de Clive Burr y la llegada de Nicko McBrain, todo lo que supuso tocar en el mítico Rock In Rio del 85, cartelazo que ya quisiéramos en muchos de los festivales actuales, el desgaste de las continuas giras, el hecho de tocar por primera vez en sitios como Polonia, su involucración en discos esenciales como “Powerslave” o “Seventh Son Of A Seventh Son” o el pasotismo compositivo en cuanto a otros como “Somewhere In Time”. Todo esto teniendo como válvula de escape la esgrima que practicará allá donde pare Maiden y toda su maquinaria. Está será, con seguridad, la parte del libro que más entusiasmará a los fans del grupo.




Con la salida de Adrian Smith, la grabación de su primer disco en solitario junto al que a la postre acabaría sustituyendo al propio Adrian, Janick Gers, y las tensiones acumuladas dentro de la banda, Bruce toma una decisión conocida por tod@s, dejar el grupo. De esta etapa en solitario resaltaría dos cosas que él mismo hace patente en el libro. Una, la necesidad compositiva de salir del círculo cerrado de Maiden que le llevará a descubrir nuevos sonidos que quedarán plasmados, con mejor o peor resultado, en sus obras en solitario y nuevos músicos que dejarían huella en su propia vida, tanto personal como musical, como el guitarrista Roy Z. La otra cosa a resaltar sería la visita de la banda a Sarajevo en pleno conflicto balcánico. Es increíble hasta dónde puede llegar la estupidez humana cuando se trata de la mayor de las estupideces que no es otra que una guerra.






El tiempo transcurre mientras nuestro cantante se va aficionando más y más a la aviación. Puede que este sea el tema más pesado del libro, sobre todo por esa cantidad de explicaciones acerca de modelos, paneles de control o exámenes a superar que hace a partir de aquí hasta el final del mismo. Para l@s que no tenemos ni idea del asunto puede ser bastante tedioso, pero está claro que para Bruce ha sido una de sus experiencias vitales y así es como lo cuenta. Mientras su carrera en solitario daba tumbos con resultados dispares, la de Maiden iba en picado con Blaze Bayley. Él es consciente de lo que ocurre y ya sospecha que va a ser llamado para volver a encabezar la banda que le dio renombre a nivel mundial. Entra en escena, como siempre, Ron Smallwood con el resultado que tod@s conocemos. Se graba uno de los mejores álbumes del grupo, “Brave New World”, y la banda cambia de forma con tres guitarras en sus filas. Aquí entraremos, de nuevo, en una serie de anécdotas y sensaciones vividas durante las grabaciones de los siguientes trabajos. Todo aliñado con lo referente a vuelos, escalas y compañías aeronáuticas.






Cuando está a punto de salir el que hasta la fecha es el último álbum de Maiden, “The Book Of Souls”, a Bruce le detectan cáncer de garganta y cabeza. Este es el capítulo más extenso de la obra. También es el más sincero y humano de la misma. El hablar sin tapujos, y no digo a nivel de colegueo, sino en una biografía que sabes que la va a leer miles de personas, sobre algo tan fuerte como esta enfermedad es algo admirable por parte del autor. Todo lo referente al sufrimiento, los hospitales, el tratamiento y la superación resulta impactante, sobre todo por la fuerza que te puede llegar a contagiar. Luego vuelta a cantar gira tras gira hasta nuestros días.





Bruce no solo nos habla de sus proyectos musicales, con el florete o al mando de uno u otro avión, también nos cuenta sus aproximaciones al mundo de la escritura, la radio, el cine, la cerveza o las series documentales. Tampoco deja atrás sus vivencias con tal o cual profesor/a durante su época universitaria o en la escuela primaria. Lo dicho, no busquéis aquí la típica biografía de enredos matrimoniales, ya sean de pareja o de grupo musical, las rencillas entre esta o aquella banda, solo se resalta la metedura de pata del autor con Metallica y poco más, ni una crítica exhaustiva de discos o actuaciones por parte de grupos con los que compartieron escenario durante todos estos años. Puede que esa sea la gracia de esta obra, que nos cuenta muchas de las cosas que no esperábamos que nos contase. Sea como sea, a mí, personalmente, me ha gustado bastante. También he de volver a reconocer mi pasión por Iron Maiden y Bruce Dickinson, pues uno y otro forman parte de la banda sonora de mi vida.




lunes, 8 de octubre de 2018

Textos Mandrílicos Octubre 2018





¡Caliente, Caliente!

Cuando el microondas cerró con un chasquido su boca de cristal, la taza de café estrenada sintió un bochorno mezclado con un fogonazo. Todo parecía normal hasta que aquel aparato comenzó a marearla mientras subía y subía la temperatura. La taza pensó que nunca más saldría de aquel agujero infernal. De pronto la luz se apagó, la quemazón remitió, sonó un pitido y la puerta se abrió. Un alivio recorrió todo su ser a la vez que humeaba de alegría. Luego sintió una mano que la alzaba y unos labios que le secaban las entrañas. La mano colocó la taza vacía al lado del microondas mientras este le susurraba amenazante: “¡No tardarás en volver!”.



Evolución Textil

Nació de la unión de fibra sintética, tinte e hilo. La bautizaron marcándola con una estampación igual a la de muchas de sus gemelas, distinta a cualquiera de sus otras hermanas. Vivió su infancia colgada en una percha acompañada de otras de su especie o familia. Pasó a ser propiedad de una chica deslumbrada por su forma, impresión y mensaje. Convivió con otras pertenencias de su dueña, llegando, incluso, a combinar perfectamente con varias de estas. Pegada a su piel, vivió infinitas aventuras conociendo otros tantos lugares. Fue perdiendo color, textura, forma, hasta acabar sus días en el cajón geriátrico del armario. Ahora tiembla y grita desconsolada mientras las tijeras la convierten en paños para quitar el polvo.