martes, 28 de abril de 2020

Prugne - Oger: "La Posada Del Fin del Mundo"









Ya que este confinamiento a raíz del dichoso virus no nos da la oportunidad de asistir a eventos musicales de ningún tipo, pocas serán las crónicas de conciertos que encontraréis en este humilde blog. Mientras tanto seguiré hablándoos de algunas de las lecturas que estoy llevando a cabo estos días. Toca ahora dedicarle un ratito a un cómic del guionista Patrick Prugne y el dibujante Tiburce Oger que lleva por título “La Posada Del Fin Del Mundo”.





Prugne es un reconocido autor francés que ha recibido premios tan destacados como el “Alph-Art-Avenir” de Angoulême en 1990 por una adaptación del cuento de “La Libre Y La Tortuga”, este se otorga desde 1982 a aquell@s autores/as que nunca antes habían editado de manera profesional una tira cómica, y el Prix Jacarbo de la BD por su obra “Pawnee”. Quizás os suene, precisamente de eso, de la trilogía encabezada por dicha obra. En cuanto al dibujante, y guionista también francés, Oger, fue reconocido con el mismo premio en Angoulême en 1991. Esta no es la única vez que ambos unen fuerzas pues ya lo hicieron en “Canoe Bay”, título perteneciente a la trilogía antes citada.




Lo primero que resaltaré de este cómic es la exquisitez con que está realizado. Basado en un manuscrito del escritor Edgar Saint Preux, el guion hace que te mantengas atento en todo momento durante los tres tomos que le dan vida. Puede que intuyas, casi desde el principio, cuál será el final de la historia. Eso es lo que le hace verdaderamente intrigante, el fin se encargará de darte un buen portazo en la cara, dadlo por hecho. En cuanto a los dibujos de Tiburce, el color, las sombras, la luz y, sobre todo, los detalles en cualquiera de sus viñetas hacen que te sientas como si formaras parte del entorno donde se desarrolla la trama, la localidad gala de Trébernec. Es allí, a una vieja posada de dicho pueblo, donde va a parar el propio Edgar Saint Preux con la intención de recuperar la inspiración perdida. Para ello recibirá la ayuda del único habitante humano de la fonda ya que este vive rodeado de unas misteriosas criaturas encargadas de protegerlo, alimentarlo y velar por su delicada salud. El primer tomo, “La Chica Del Acantilado”, es una extensa introducción donde se presentarán a los personajes principales. Se trata de la joven Iréna y su amigo Yann. Ambos están muy unidos desde la infancia, tanto que sienten una atracción que va más allá de la amistad. Después de pasar una tarde en los acantilados cercanos a la población donde residen, Iréna vuelve a casa acompañada de su madre. Ambas son asaltadas por un grupo de malhechores que asesinan y violan a la mujer mientras la niña desaparece sin dejar rastro. Esto hace que el posadero entre en una depresión y que el joven Yann abandone su residencia para alistarse en la marina real. Después de once años, Iréna vuelve a aparecer de manera sorpresiva para alegría de su progenitor al que poco importa dónde ha estado todo este tiempo henchido por la felicidad de volverla a tener cerca, a pesar de que ella no pronuncie una sola palabra. La muchacha comienza a hacer gala de ciertos dones sanatorios con los animales de la comarca que le acarrearán el odio del párroco y del dueño de la fábrica conservera local, negocio clave en el desarrollo de la trama. Durante un intento de robo con intenciones claramente asesinas hacia la hija del posadero, esta es rescatada de las manos de la muerte por la aparición oportuna de Yann que vuelve después de enterarse de la aparición de su amor de toda la vida.





Siguiendo con la segunda parte, “Pasos En La Arena”, quiero destacar las tres páginas iniciales por ser uno de los momentos culmen donde Oger hace gala de todo su talento como dibujante. Después de su primera noche en la posada, Preux se levanta apesadumbrado por una pesadilla de lo más horrible. Al llegar a la habitación del anciano residente de la posada, se encuentra con el desayuno hecho por esas criaturas que tanto le inquietan. A pesar de ello, su curiosidad de escritor hace que presione a su acompañante para que le siga relatando la historia de Iréna y el joven Yann. Con algún que otro paso atrás en el plano cronológico, volvemos a una realidad donde un desconocido mal se extiende por el pueblo sin control alguno. Con la intención de cumplir cierta promesa que le hizo a Iréna durante la infancia, Yann entra a formar parte de la plantilla de la fábrica conservera que da trabajo y disgusto a los habitantes a partes iguales. Allí conocerá al pequeño Marvin, personaje esencial en la historia que nos concierne, que le enseñará todos los entresijos del funcionamiento de la factoría. Después de un supuesto accidente laboral sufrido por un compañero de trabajo y de que Iréna consigue curar del mal que azota la localidad a algún vecino, se precipitan los acontecimientos de tal manera que ella vuelve a hablar con la intención de que Yann no regrese al trabajo. A cambio el joven le pide que le expliqué dónde ha estado durante los años que nadie dio con ella. El relato por parte del viejo postrado en la cama se extiende hasta la hora de la cena.






En la tercera, y última, parte, “los Murmullos Del Alba”, entran en juego un grupo de personajes vitales para el buen funcionamiento de la conservera. Se trata de los reos del presidio de Brest que acaban convirtiéndose en mano de obra gratuita de dicho lugar. La producción de latas asciende en proporción al rechazo que reciben Iréna y los suyos. La irrupción de unos seres malvados durante una noche con la intención de exterminar a la población, incluidos los residentes en la posada, pone en alerta a todo el mundo. Después de este momento saldrá a luz la identidad del dueño de la fábrica y sus siniestros objetivos. Como os he dicho, puede que con todo esto que os señalado penséis que esta no pasa de ser una historia más de brujería y seres misteriosos, nada más lejos de la realidad. Las últimas páginas se encargarán de poner cada cosa en su sitio de tal manera que querrás volver atrás para encontrar el momento en que te sentiste seguro de saber cual sería el resultado de esta historia y comprobar lo perdid@ que estabas sumid@ en esa certeza.




lunes, 20 de abril de 2020

Tres Cascabeler@s: Mª Del Mar Narganes, Ramón Zarragoitia, José Ramírez Barrero








Este tiempo de reclusión, confinamiento, o lo que sea, da para muchas cosas como escuchar música, limpiar mil y una vez, ordenar la casa o leer. La verdad, yo no soy de es@s que se dedican a sacar su vena cocinilla, deportista o consejera, no hay nada criticable en ello, simplemente que me está dando por otras cosas, sin más. Entre esas cosas están leer y releer. En cuanto a lo segundo, intento hacerlo con cómics o libros que no me saquen demasiado del proyecto que traigo entre manos. Haciendo referencia a lo primero, he parado de leer todo lo referente a dicho proyecto porque podría estar en esa fase hasta el infinito y más y me he dedicado a leer cosas que tenía pendiente sin que fuesen excesivamente sesudas. Es ahí donde me he reencontrado con la colección de narrativa de mi querida editorial Letras Cascabeleras. Esa es la razón por la que os voy a hablar de tres de sus publicaciones.








Sin preferencia alguna por dar comienzo con este artículo, lo hago con el libro que fue ganador del primer Concurso Literario de la mencionada editorial. Se trata de “Calles Suspendidas En El Tiempo”, de María del Mar Narganes, que vio la luz en octubre de 2014. Narganes es una autora nacida en Cáceres, licenciada en Filología Anglo-Germánica, que ejerce de profesora de inglés. Ha conseguido dos premios de Poesía Virtual en el concurso organizado por la EOI de Cáceres. En esta, su primera obra en solitario, como bien dice el título, nos invita a recorrer unas calles repletas de sentimientos de muy distinta índole. Partimos de la Calle del Desprecio donde conoceremos a una estanquera, Eugenia, casada felizmente con Felipe hasta que comenzó a comportarse raramente. Su marido lleva años torturado por dichas manías, pensando continuamente en dejarla y, de esta forma, quitarse el sambenito de calzonazos despreciado que no sabe hacer nada de nada. Como sospecharéis, después de cierto incidente, Felipe se arma de valor para llevar a cabo algo que le cambiará por completo. No pasará lo mismo con lo que opinan de él su mujer y sus dos cuñadas.







Por la Calle del Consuelo nos cruzaremos con Esteban. Después de que le trastocaran los sueños de jugar en el equipo local, no pierde la esperanza en que algún día ganen un partido. Que dicha esperanza se haga realidad es la clave de este texto. Avanzando por la calle del Sol damos con Casiano al que un quiromante le predijo un futuro un tanto tétrico que él mismo se encargará de hacer realidad. Nada que ver con el taller de Corrales e Hijo sito en la Calle de la Luz. A pesar de que su época de esplendor reconstruyendo muñecas ha pasado hace tiempo, esta actividad inundará de alicientes la vida de Adrián, siempre con la ilusión puesta en devolverle la vida a todas esas compañeras de la infancia para impedir que se conviertan en vulgares espantajos. La Calle del Olvido es, por desgracia, una de las más transitadas. Aquí reside Augusto, el que fuera proyeccionista del cine de esta rúa y al que el progreso dejará atrás como si de una obra de museo se tratara. Con el final de nuestro trayecto a la vuelta de la esquina, nos adentramos en la Calle de las Quimeras donde Eulogio no tiene suficiente con cuidar a su rebaño de cabras que, de un tiempo a esta parte, añade la custodia de un hijo por el que no siente demasiado amor. Algo que echará de menos cuando su vida dé un giro de ciento ochenta grados. Para salir de este peculiar barrio que nos ofrece María del Mar, tenemos que enfilar la Calle de los Mediocres. Acá tiene su residencia el mago de los antiguos, Hotep el Grande. Después de años en el oficio, con un casamiento no demasiado acertado de por medio, no consigue quitarse de la cabeza unas voces que le llevan hasta tiempos mejores. Así salimos de este bulevar, siempre con la sensación de haber conocido unas gentes que podrían ser, perfectamente, cualquiera de nosotr@s o nuestr@s vecin@s, los mism@s a los que encontraremos en un libro después de años sin saber nada de ell@s.





De Ramón Zarragoitia ya hablé en otro de mis artículos de este humilde blog. Este autor vasco consiguió el segundo premio en el primer Concurso Literario “Letras Cascabeleras” con “Epistolario De Un Soñador”. Como podéis imaginar, se trata de una obra donde las cartas toman el protagonismo. Empezará con la que será la última carta de un maestro a la que el autor ha titulado “Entre Hombres”. Es la típica carta que alguien descubre después del suicidio del protagonista. Va dirigida a otro hombre del que estuvo enamorado desde que lo vio por primera vez y al que no supo expresar sus sentimientos en persona. Un texto muy bien narrado, con unos vaivenes llenos de intriga y un final espectacular, sobre todo cuando conoces la identidad de dicho amor oculto.





Siempre debe es un “Mal Trago” tener que comunicar un diagnóstico negativo por parte de un médico a un buen amigo. Esa es la trama de este segundo texto donde Don Evaristo tiene que lograr separar la amistad que le une a Eulogio para poder comunicarle esta triste noticia. Aquí Zarragoitia hace gala de ese buen conocimiento que tiene sobre ciertas materias a la hora de reflejarlo en sus páginas. Impresionante, sin lugar a dudas. Un trotamundos demasiado curioso es el encargado de protagonizar el tercer texto, “Mujer De Blanco”. Lo que no esperaba este caminante nocturno era toparse con un inesperado compañero y una fantasmagórica dama que le quitarán las ganas de viajar de noche para siempre. “Cada Miércoles” Mauro Salgado visita a Emilia, la dueña del molino cercano al pueblo donde fue a parar años atrás. Sus encuentros sexuales son de lo más efusivos e intensos. Él necesita que llegue ese día de la semana para reencontrarse con la mujer que le ofrece el mayor de los desahogos de aquel insípido lugar. Tanto que empieza a tener cierta dependencia de ella. Para Emilia estos encuentros tienen un significado bien distinto. Su satisfacción carnal le hace viajar al pasado hasta encontrarse con su verdadero amor. El Epílogo de este libro, como bien lo ha subtitulado el autor, se centra en las instrucciones que un hermano le da a otro después de conocer la afición de este por la escritura. Sin duda, es algo que deberíamos leer aquell@s que tenemos interés por esta actividad para dejar atrás egos y tonterías varias. Encantado de volver a tener delante otros textos de Ramón. Poco a poco, está escalando peldaños en mi lista de autores/as favorit@s.





José Ramírez Barrero es un economista que reside en Bogotá. En 2010 hizo una pausa en su carrera para dedicarse a la narrativa. Esto le ha reportado un buen número de premios a través de los cuentos, relatos, microrrelatos o novelas juveniles. Con este “Jelou Gudbai Y Otros Relatos” deja claro el potencial que tiene para merecer dichos premios. Se trata de tres textos realmente impactantes por su sinceridad social y el lenguaje que utiliza para reflejar la misma. “Yo Me Llamó Olgalú” se basa en las reflexiones de una inmigrante colombiana en estados Unidos. Obligada a salir antes de tiempo de su trabajo, de manera excepcional por ser Nochebuena, Olgalú no puede volver al cuarto que comparte con otro inmigrante por no ser la hora que le da derecho a permanecer en dicho habitáculo. Vagando por las calles de la ciudad le da tiempo a pensar en miles de cosas mientras el frío le corroe los huesos, la policía arremete contra ella y un nuevo acompañante que encuentra tan perdido esa noche como ella. Los dos acabarán subidos a una furgoneta perteneciente a un supuesto sacerdote con intenciones no demasiado claras. Barrero consigue atraparte con unos diálogos y unas cavilaciones que te ponen los pelos de punta por su realismo y crudeza.





Con el segundo texto, “Un Día En La Plaza De Mercado De Mi Pueblo”, el autor da un claro golpe en la mesa demostrando todo su potencial literario. La angustia, la presión, el miedo unidos a la valentía, el amor y los recuerdos, dan forma a estos párrafos donde se refleja, claramente, el tipo de existencia al que much@s están abocados a vivir presionad@s por una serie de pandillas, fracciones o cuerpos militares para los que son tan solo de moneda de cambio. Da igual los pensamientos que defiendan uno u otros, ell@s están en medio de ese fuego cruzado y no tienen derecho a protestar ni exigir. En caso de que lo hagan, la ideas que sostienen sus supuestos defensores se encargarán de hacerlos desparecer. Me ha gustado muchísimo este pasaje. Cuando el terror es tu cotidianeidad ocurren cosas como las relatadas durante este día de mercado.
No todo tiene que ser brutalmente inhumano en este libro. “Jeluo Gudbai” está aquí para hacernos pasar un momento distendido a la vez que para demostrar que este colombiano pude cambiar de registro sin inmutarse lo más mínimo. A mi entender, lo mejor de este pasaje son los diálogos. Estos nos conducen hasta una canción de The Beatles, ya podéis imaginaos cuál, que sirvió de punto de partida para una historia de amor. La cuestión es que él cree que esta canción fue la que le dio acceso al corazón de ella por una serie de razones totalmente distintas a las que la mujer tiene en mente. Canción por medio, al final quedarán claros, por ambas partes, los argumentos que los han llevado a compartir sus vidas. Todo un descubrimiento este escritor del que estoy deseando leer algo más.



Hasta aquí mi charloteo acerca de una de mis actividades durante el confinamiento. Espero que lo estéis llevando lo mejor posible, sobre todo, cuidaos mucho. Ya queda menos para vernos, abrazarnos, besarnos y, sobre todo, leernos y escucharnos.