Este tiempo de reclusión, confinamiento, o lo que sea, da
para muchas cosas como escuchar música, limpiar mil y una vez, ordenar la casa
o leer. La verdad, yo no soy de es@s que se dedican a sacar su vena cocinilla,
deportista o consejera, no hay nada criticable en ello, simplemente que me está
dando por otras cosas, sin más. Entre esas cosas están leer y releer. En cuanto
a lo segundo, intento hacerlo con cómics o libros que no me saquen demasiado
del proyecto que traigo entre manos. Haciendo referencia a lo primero, he
parado de leer todo lo referente a dicho proyecto porque podría estar en esa
fase hasta el infinito y más y me he dedicado a leer cosas que tenía pendiente
sin que fuesen excesivamente sesudas. Es ahí donde me he reencontrado con la
colección de narrativa de mi querida editorial Letras Cascabeleras. Esa es la
razón por la que os voy a hablar de tres de sus publicaciones.
Sin preferencia alguna por dar comienzo con este artículo, lo
hago con el libro que fue ganador del primer Concurso Literario de la
mencionada editorial. Se trata de “Calles Suspendidas En El Tiempo”, de María
del Mar Narganes, que vio la luz en octubre de 2014. Narganes es una autora
nacida en Cáceres, licenciada en Filología Anglo-Germánica, que ejerce de
profesora de inglés. Ha conseguido dos premios de Poesía Virtual en el concurso
organizado por la EOI de Cáceres. En esta, su primera obra en solitario, como
bien dice el título, nos invita a recorrer unas calles repletas de sentimientos
de muy distinta índole. Partimos de la Calle del Desprecio donde conoceremos a una estanquera, Eugenia, casada
felizmente con Felipe hasta que comenzó a comportarse raramente. Su marido
lleva años torturado por dichas manías, pensando continuamente en dejarla y, de
esta forma, quitarse el sambenito de calzonazos despreciado que no sabe hacer nada
de nada. Como sospecharéis, después de cierto incidente, Felipe se arma de
valor para llevar a cabo algo que le cambiará por completo. No pasará lo mismo
con lo que opinan de él su mujer y sus dos cuñadas.
Por
la Calle del Consuelo nos cruzaremos con Esteban. Después de que le trastocaran
los sueños de jugar en el equipo local, no pierde la esperanza en que algún día
ganen un partido. Que dicha esperanza se haga realidad es la clave de este
texto. Avanzando por la calle del Sol damos con Casiano al que un quiromante le
predijo un futuro un tanto tétrico que él mismo se encargará de hacer realidad.
Nada que ver con el taller de Corrales e Hijo sito en la Calle de la Luz. A
pesar de que su época de esplendor reconstruyendo muñecas ha pasado hace
tiempo, esta actividad inundará de alicientes la vida de Adrián, siempre con la
ilusión puesta en devolverle la vida a todas esas compañeras de la infancia
para impedir que se conviertan en vulgares espantajos. La Calle del Olvido es, por desgracia, una de las más transitadas.
Aquí reside Augusto, el que fuera proyeccionista del cine de esta rúa y al que
el progreso dejará atrás como si de una obra de museo se tratara. Con el final
de nuestro trayecto a la vuelta de la esquina, nos adentramos en la Calle de
las Quimeras donde Eulogio no tiene suficiente con cuidar a su rebaño de cabras
que, de un tiempo a esta parte, añade la custodia de un hijo por el que no
siente demasiado amor. Algo que echará de menos cuando su vida dé un giro de
ciento ochenta grados. Para salir de este peculiar barrio que nos ofrece María
del Mar, tenemos que enfilar la Calle de los Mediocres. Acá tiene su residencia
el mago de los antiguos, Hotep el Grande. Después de años en el oficio, con un
casamiento no demasiado acertado de por medio, no consigue quitarse de la
cabeza unas voces que le llevan hasta tiempos mejores. Así salimos de este
bulevar, siempre con la sensación de haber conocido unas gentes que podrían
ser, perfectamente, cualquiera de nosotr@s o nuestr@s vecin@s, los mism@s a los
que encontraremos en un libro después de años sin saber nada de ell@s.
De Ramón Zarragoitia ya hablé en otro de mis artículos de
este humilde blog. Este autor vasco consiguió el segundo premio en el primer
Concurso Literario “Letras Cascabeleras” con “Epistolario De Un Soñador”. Como
podéis imaginar, se trata de una obra donde las cartas toman el protagonismo.
Empezará con la que será la última carta de un maestro a la que el autor ha
titulado “Entre Hombres”. Es la típica carta que alguien descubre después del
suicidio del protagonista. Va dirigida a otro hombre del que estuvo enamorado
desde que lo vio por primera vez y al que no supo expresar sus sentimientos en
persona. Un texto muy bien narrado, con unos vaivenes llenos de intriga y un
final espectacular, sobre todo cuando conoces la identidad de dicho amor
oculto.
Siempre debe es un “Mal Trago” tener que comunicar un
diagnóstico negativo por parte de un médico a un buen amigo. Esa es la trama de
este segundo texto donde Don Evaristo tiene que lograr separar la amistad que
le une a Eulogio para poder comunicarle esta triste noticia. Aquí Zarragoitia
hace gala de ese buen conocimiento que tiene sobre ciertas materias a la hora
de reflejarlo en sus páginas. Impresionante, sin lugar a dudas. Un trotamundos
demasiado curioso es el encargado de protagonizar el tercer texto, “Mujer De
Blanco”. Lo que no esperaba este caminante nocturno era toparse con un
inesperado compañero y una fantasmagórica dama que le quitarán las ganas de
viajar de noche para siempre. “Cada Miércoles” Mauro Salgado visita a Emilia,
la dueña del molino cercano al pueblo donde fue a parar años atrás. Sus
encuentros sexuales son de lo más efusivos e intensos. Él necesita que llegue
ese día de la semana para reencontrarse con la mujer que le ofrece el mayor de
los desahogos de aquel insípido lugar. Tanto que empieza a tener cierta
dependencia de ella. Para Emilia estos encuentros tienen un significado bien
distinto. Su satisfacción carnal le hace viajar al pasado hasta encontrarse con
su verdadero amor. El Epílogo de este libro, como bien lo ha subtitulado el
autor, se centra en las instrucciones que un hermano le da a otro después de
conocer la afición de este por la escritura. Sin duda, es algo que deberíamos
leer aquell@s que tenemos interés por esta actividad para dejar atrás egos y
tonterías varias. Encantado de volver a tener delante otros textos de Ramón.
Poco a poco, está escalando peldaños en mi lista de autores/as favorit@s.
José Ramírez Barrero es un economista que reside en Bogotá.
En 2010 hizo una pausa en su carrera para dedicarse a la narrativa. Esto le ha
reportado un buen número de premios a través de los cuentos, relatos,
microrrelatos o novelas juveniles. Con este “Jelou Gudbai Y Otros Relatos” deja
claro el potencial que tiene para merecer dichos premios. Se trata de tres
textos realmente impactantes por su sinceridad social y el lenguaje que utiliza
para reflejar la misma. “Yo Me Llamó Olgalú” se basa en las reflexiones de una
inmigrante colombiana en estados Unidos. Obligada a salir antes de tiempo de su
trabajo, de manera excepcional por ser Nochebuena, Olgalú no puede volver al
cuarto que comparte con otro inmigrante por no ser la hora que le da derecho a
permanecer en dicho habitáculo. Vagando por las calles de la ciudad le da
tiempo a pensar en miles de cosas mientras el frío le corroe los huesos, la
policía arremete contra ella y un nuevo acompañante que encuentra tan perdido
esa noche como ella. Los dos acabarán subidos a una furgoneta perteneciente a
un supuesto sacerdote con intenciones no demasiado claras. Barrero consigue atraparte con unos diálogos y unas cavilaciones que te ponen los pelos
de punta por su realismo y crudeza.
Con el segundo texto, “Un Día En La Plaza De Mercado De Mi Pueblo”,
el autor da un claro golpe en la mesa demostrando todo su potencial literario.
La angustia, la presión, el miedo unidos a la valentía, el amor y los recuerdos,
dan forma a estos párrafos donde se refleja, claramente, el tipo de existencia
al que much@s están abocados a vivir presionad@s por una serie de pandillas,
fracciones o cuerpos militares para los que son tan solo de moneda de cambio.
Da igual los pensamientos que defiendan uno u otros, ell@s están en medio de
ese fuego cruzado y no tienen derecho a protestar ni exigir. En caso de que lo
hagan, la ideas que sostienen sus supuestos defensores se encargarán de
hacerlos desparecer. Me ha gustado muchísimo este pasaje. Cuando el terror es
tu cotidianeidad ocurren cosas como las relatadas durante este día de mercado.
No todo tiene que ser brutalmente inhumano en este libro.
“Jeluo Gudbai” está aquí para hacernos pasar un momento distendido a la vez que
para demostrar que este colombiano pude cambiar de registro sin inmutarse lo
más mínimo. A mi entender, lo mejor de este pasaje son los diálogos. Estos nos
conducen hasta una canción de The Beatles, ya podéis imaginaos cuál, que sirvió
de punto de partida para una historia de amor. La cuestión es que él cree que
esta canción fue la que le dio acceso al corazón de ella por una serie de
razones totalmente distintas a las que la mujer tiene en mente. Canción por
medio, al final quedarán claros, por ambas partes, los argumentos que los han
llevado a compartir sus vidas. Todo un descubrimiento este escritor del que
estoy deseando leer algo más.
Hasta aquí mi charloteo acerca de una de mis actividades
durante el confinamiento. Espero que lo estéis llevando lo mejor posible, sobre
todo, cuidaos mucho. Ya queda menos para vernos, abrazarnos, besarnos y, sobre
todo, leernos y escucharnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario