martes, 30 de abril de 2019

Ryan McGarvey Pasó Por Cáceres







Si te apasiona la música nunca dejarás de descubrir cosas nuevas que harán que este sentimiento se engrandezca. Leyendo la Popular 1, una de las mejores revistas musicales a nivel estatal y mundial, me enteré de que un tal Ryan McGarvey iba a pasar por Cáceres. Llamé a mi colega Dani y quedamos para asistir al concierto del guitarrista norteamericano en El Corral De Las Cigüeñas. Este sitio es uno de los mejores de la ciudad para este tipo de eventos.  Esa enredadera que cubre el fondo del escenario y su ubicación en la parte antigua hacen de él algo excepcional. Si a esto le sumas que el concierto fue gratis tienes todos los alicientes posibles para no negarte a asistir. A pesar de ser la primera vez que pisa tierras extremeñas, esta es su segunda gira por estos lares, después de la que llevó a cabo en el 2016.






Con unas tremendas referencias entre las que se encuentran el haber recibido en varias ocasiones el primer premio como guitarrista en los European Blues Award, el haber sido invitado a compartir escenario por el mismísimo Eric Clapton o el alzarse con el mayor galardón de la revista especializada Guitar Player Magazine, Ryan McGarvey venía presentando su último trabajo titulado: “Heavy Hearted”. A esto hay que sumar las buenas referencias que hace de él Joe Bonamassa y sus comparaciones con el mismísimo Gary Moore.






El concierto empezó con una inusitada puntualidad a eso de las 21,00h. Acompañado por el batería Logan Miles Nix, un monstruo de las baquetas, y un bajista que, pido disculpas por no conocer su nombre, nos dejó con la boca abierta en más de una ocasión. De esta forma, lograron encandilar al público nada más subirse al escenario. Durante la escasa hora y media que tocaron, quizás esa sea la parte menos positiva de todo este asunto, el de Alburquerque hizo un repaso a su discografía con momentos eléctricos y acústicos a partes iguales, además de lucirse de lo lindo con distintos solos o de quedarse en solitario en escena, sobre todo en la parte desenchufada o semidesenchufada, como lo queráis ver. Todo comenzó con “Prelude”, de su actual trabajo. En el setlist no faltaron temas antiguos como “Mystic Dream”, “So Close To Heaven”, la fabulosa “Memphis” y algunos, evidentemente, de este último disco como “Ain´t Enough Whiskey” o “Break My Heart”, entre otras, hasta llegar a “Conclusion” para luego hacer un más que merecido bis.






Como he dicho, toda una sorpresa tanto el concierto como el sonido, hacía tiempo que no escuchaba un show tan limpio, o la atención prestada por parte del público. Digo esto porque en esta ciudad la peña es muy dada a ponerse a hablar durante la actuación pasando totalmente de lo que tienen delante de sus narices, si encima, como era el caso, esta es gratis ya ni te cuento. Cien por cien recomendable este Ryan McGarvey, no solo si te mola el Blues ya que se nota que ha mamado mucho Hard Rock cuando se pone a tocar. No dudéis en verlo si pasa cerca de vuestro lugar de residencia, no os arrepentiréis. Como le dije al despedirme de él cuando salía del Corral: “A great show, good luck!”.







jueves, 25 de abril de 2019

Víctor M. Jiménez Andrada: "Morirme Para Esto"







Últimamente este blog se está llenando de artículos relacionados con autores/as extremeñ@s o que tienen un vínculo especial con esta tierra. Algún@s enfocan su obra más a las viñetas y otr@s se dedican a la novela o a los relatos cortos. Todo esto es algo que me llena de satisfacción. Ahora bien, aprovecho esta oportunidad para deciros que hay por ahí cierto periodista de un rotativo de Zamora que ejerce su actividad dedicándose a hacer un corta – pega de alguno de estos artículos y difundiéndolos como si él mismo los hubiera escrito. Toda una lección de profesionalidad, sin duda, porque si hace esto con este blog dad por hecho que lo hace con otros más. Así que no me queda otra que felicitarle por estar chupando del bote colgándose medallitas. Muchos de los artículos del blog que estáis leyendo en estos instantes aparecen en otras webs y publicaciones. Es algo que nunca me ha importado, es más, jamás me he negado a ello. Otra cosa es que utilicen dichas publicaciones para decir que son suyas sin ni siquiera haberte avisado, no digo ya pedirte permiso. Pues nada, que sepas que te hemos pillado; que sí, que de esto no se va a enterar nadie, o sí. Esta gentuza son las que tiran por los suelos una profesión tan apasionante, necesaria y peligrosa como es el periodismo. Una vez que me he desahogado, paso a hablaros del libro de mi amigo, editor y compañero de fatigas literarias Víctor M. Jiménez Andrada titulado: “Morirme Para Esto”.




Víctor es un escritor cacereño con una extensa lista de publicaciones en revistas y antologías literarias. Después de que viera la luz su libro de cuentos “Comidas Para Llevar” se adentra en la aventura de crear la Asociación Cultural Letras Cascabeleras dedicándose a coordinar la edición de obras por parte de esta. Con “Versos Del Insomnio” accede a una beca de la Creación Literaria de la Junta de Extremadura. A esto le sigue el poemario “Circo” con el que gana el XVI Premio de Poesía “García de la Huerta”. Más adelante, ya con Letras Cascabeleras, ve la luz “Encélado” y el poemario “El Último Diente De Leche”. Continúa publicando “El Opúsculo Del Caminante” y “Vaya Mierda”. Si queréis saber algo más sobre él, solo tenéis que daros una vuelta por su blog www.papirowebxia.com. Os aseguro un rato de lo más divertido.



Este libro está prologado por otro gran compañero de andanzas literarias, el escritor Vicente Rodríguez Lázaro. Sus palabras os adentrarán en todo lo que os vais a encontrar en los relatos de Víctor. Una introducción necesaria y brillante, como todo lo que hace Vicente. “Morirme Para Esto” es un compendio de pasajes que ocurren durante la Semana Santa celebrada en un lugar imaginario, Novaquercus, que se asemeja perfectamente a cualquiera en el que resida l@s lectores/as de la obra. El autor utiliza como hilo conductor los días que conforma dicha semana de celebración. Cada uno de esos días están protagonizados por un variopinto y exclusivo elenco de personajes que te recordarán, de alguna forma, a alguien conocido o por conocer.



Como toda Semana Santa que se precie, partimos del Viernes de Dolores. Aquí nos encontramos con el choque de intereses por parte de un hijo y su padre ante una tradición familiar. El primero ha llegado a una edad en la que empieza a ser consciente de que debe tomar sus propias decisiones asumiendo el resultado de las mismas. El segundo tiene por objetivo alcanzar un estatus dentro de la cofradía que lleva persiguiendo desde ni se sabe. El chaval accederá a los deseos de su progenitor; no sin ir dándole vueltas a su decisión. Todo acabará en un final caótico para algunos y liberador para el otro.



Durante el Sábado de Pasión salen a relucir la hipocresía y el cinismo de un grupo de cofrades que dedican más dinero y apoyo a sus imágenes, comilonas y encuentros “fraternales” que a las necesidades de las personas. Tod@s ell@s rechazarán la petición de limosna de una vieja gitana; algo que terminará con el cumplimiento del presagio de la anciana.



La semana llega a uno de sus puntos clave con el Domingo de Ramos. Durante la celebración de una de las procesiones más festivas de Norvaquercus, uno de sus ciudadanos más aclamado y rechazado, a partes iguales, consigue desfilar cumpliendo su sueño de formar parte de la banda de música del acto religioso. Por circunstancias que vosotr@s debéis descubrir, el muchacho echará por tierra su codiciada aspiración siendo expulsado de por vida de dicha banda. Para mí ha sido inevitable ver en este texto reflejado a un cacereño que murió hace unos años que siempre que me veía me saludaba y me decía: “A ver cuándo me consigues un concierto”; añadiendo después su peculiar sonrisa unida a los chasquidos que solía hacer con su boca. Era de esas personas que, al igual que el protagonista de este Domingo de Ramos, no hacía daño a nadie y su amor por la música, siempre visto desde su perspectiva, era algo de admirar.



El Lunes Santo es el pistoletazo de salida de una semana donde las procesiones se suceden mañana, tarde y noche. En una de ellas hay un toca huevos que, como su nombre indica, anda jodiendo la marrana porque todo, según él, está mal hecho, peor pensado y fatalmente llevado a cabo. A nadie le apetece escucharle, mucho menos hacerle caso, pero, como buena mosca cojonera que es, no les queda otra que aguantarle por formar parte de ese entresijo que es cualquiera de las cofradías que existen. Por supuesto, las invitaciones para que abandone dicha hermandad le entran por un oído y le salen por el otro. ¿Qué es lo que realmente oculta este cofrade cascarrabias? No dudéis en averiguarlo, merece la pena.



El Martes Santo es el día que aprovecha la cofradía de turno para solicitar la libertad de un reo. Práctica que, verdadera o no, se lleva a cabo en muchas ciudades del Estado. Como pasa en alguno de estos casos, el preso en cuestión no la ha visto más gorda en su vida. Sin tenerlas todas consigo sobre si lo que le han prometido amarrará en buen puerto, él se adelanta a los acontecimientos y busca su propio fin. Otra cosa es si este final es una recompensa real o una fugaz aventura.



Llega el Miércoles Santo con el espectáculo del “Cristo De Las Greñas”. El nombre es de lo mejorcito que he escuchado, y mira que he oído unos cuantos. El recogimiento y la expectación que precisa cierto momento de la procesión contrasta con el desenfado de un grupo de mujeres y su local de alterne. Como podéis imaginar, el choque entre beat@s, meretrices y la madame está asegurado. Claro que no hay nada que no se pueda solucionar con un buen desembolso a la cofradía y una promesa al Cristo de las melenas al viento.



Jueves Santo es uno de los días claves de la Semana Santa. Una jornada de meditación y dolor para l@s creyentes. El mismo que siente un enfermo terminal en su fría habitación de hospital. Las reflexiones de este paciente, plasmada con una inusitada crudeza por parte de Víctor, son el eje principal de este capítulo de la obra. Personalmente ha sido de los que más me ha impactado, dentro de la conmoción que todos me han provocado.



Con el Viernes Santo entramos en la recta final de las celebraciones. En estas no podían faltar los pensamientos de la imagen encargada de pasearse por las calles de Norvaquecus. Siguiendo la línea del día anterior, el autor se adentra en un mar de sensaciones por parte de la escultura de madera que pasan de lo ridículo a lo serio y profundo de manera natural y sincera. Una gran idea darle voz a uno de los verdaderos protagonistas de esta semana religiosa. Como no podía faltar, a la estrella de la noche se le une la interpretación de uno de los borrachos del lugar que, siguiendo el dicho popular, suelta alguna que otra vedad por su ebria boca hasta que es acallado por la autoridad correspondiente. Uno de los pasajes, a mi entender, más dinámicos del libro.



El Sábado de Gloria llegan a ese estado de felicidad una supuesta paloma milagrosa y un exboxeador drogadicto. Lo primera sobrevolará la procesión hasta dar por finalizado su viaje aéreo no si ciertas señales propias de cualquier ser vivo. El deportista será el centro de atención por su buen hacer con las saetas, canciones que no podían faltar en estos días, todo aliñado por la curiosidad morbosa de los asistentes por saber cómo ha podido salir del infierno de las adicciones; algo que no pasa por ser un milagro con sus propias teorías al respecto.



La celebración del Domingo de Resurrección es el momento que una mujer aprovecha para deshacerse de su amante mentiroso y manipulador como si de una mantis se tratara. También festejan el día dos amantes cuyo romance está basado en el engaño y la falsedad vividos de cara al público, aunque no pueden ocultar sus sentimientos en privado. En ambos casos la víctima es una mujer, una por ejecutora, la otra por confiada.



Con el Lunes de Pascua llegan las romerías, el desenfreno, el jolgorio y las anécdotas que todo esto crea. Eso es lo que evoca Víctor para cerrar su libro, una pequeña recopilación de vivencias propias de una jornada que sirve para decir adiós a una larga semana de actos religiosos que, gusten o no, tienen una personalidad y celebración tan única como singular.



Ya le di mi enhorabuena al autor por teléfono, ahora lo hago a través de estos párrafos. No soy creyente y, evidentemente, hace mil que no voy a una procesión; otra cosa es que me las tenga que tragar por vivir en la zona de la ciudad en la que vivo. Una vez aclarado esto, aconsejaría a cualquiera que leyera este “Morirme Para Esto”. En él Víctor aúna cada uno de los personajes, fieles o no a la realidad, que pululan estos días por las celebraciones de nuestro pueblos y ciudades. Todo, eso es lo más destacable, con un lenguaje cercano o sofisticado y una actitud respetuosa o atrevida según exija el momento.   





miércoles, 10 de abril de 2019

"Extremadura S. XXI: Habrá Una Vez...", Obra Coral Editada Por Extrebeo








La verdad es que no soy muy aficionado a las publicaciones corales, pero este cómic editado por la Asociación Cultural Extrebeo entra dentro de las excepciones a dicho gusto. Asistí a la presentación de la obra junto a mi gran amigo Cano, acto desolador por un lado e interesante por otro. Desolador por la escasa asistencia e interesante por lo que se habló y comentó. Con la presencia de Fermín Solís y Pedro Camello en representación de los autores/as que aparecen en estas páginas y Fran Aguilera como maestro de ceremonias, no llegaríamos a la veintena las personas que nos acercamos a ver qué se cocía sobre este asunto en el Ateneo de Cáceres. Siempre está bien saber qué estado de salud tiene el mundo de las viñetas en nuestra comunidad que, por lo que se ve y escucha, es bastante bueno.





Lo primero que destacaría del cómic es su portada a cargo de mi colega y apreciado Pedro Camello. Esa chica joven con gorro de montehermoseña, piercings, pelos azules y uñas pintadas con la bandera de la región es todo un acierto ya que consigue que te intereses por el contenido de sus páginas. Esa, creo yo, es la principal labor de una portada, atraer al espectador solo con verla. Como anécdota lo contado por el dibujante extremeño ante la posibilidad de que el color usado para el fondo de esta sirviera para identificar a la Asociación Extrebeo con cierta formación política que no quiero, ni me apetece, nombrar. Como admirador de las historias en blanco y negro, es todo un acierto que esta sea la técnica utilizada en el recorrido de la obra donde, además, podemos ver las distintas maneras que hay de plasmarla en el papel.





Antonio Roguera es el encargado de abrir esta recopilación con un prólogo que no tiene desperdicio. La primera de las catorce historias titulada “Cuando Lavaba En El Río” está guionizada por Ángel García Nieto con dibujos de Julio Rod . En ella se nos cuenta la dura situación de las gentes que vivían y se deslomaban en Extremadura durante la posguerra. Cómo, a pesar de todas las penurias, su única meta era que sus hijas no tuvieran que trabajar en las condiciones que esos padres, madres y abuel@s habían tenido que soportar durante décadas. Al inculcar esa idea en ellas consiguen que estas luchen porque sus propi@s hij@s se conviertan en las personas más libres posible.





Con, extrañamente, guion de Pedro Camello y dibujos de Paco Casares nos encontramos con la segunda entrega, “Habrase Una Vez…”. Todo un reflejo de lo que está sucediendo con el tema de la apertura de una mina de litio cerca de la capital cacereña. La trama me parece muy acertada y actual. Todas esas promesas por parte de nuestros políticos acaban, para variar, debajo de la alfombra tejida con los intereses de las grandes multinacionales del sector que, en este caso, vienen de China.

“De Lo Rural Y Lo Tecnológico” está escrito por David Cercas y dibujado por Jonathan Polo. Digamos que, como su propio título indica, es una mezcla entre el momento de tecnología obsesiva que estamos viviendo y la añoranza de un pasado no tan remoto. Dos amigos viajan al encuentro de sus colegas montados en burro mientras se comunican por móvil y siguen las peripecias del grupo por tablet. Una combinación que hace de estas viñetas algo realmente particular.





El cómic avanza con una de las aventuras del alter ego de Fermín Solís, Martín Mínimo, que lleva por título: “¿El Futuro Que Imaginábamos era Así?”. En ella vemos claramente reflejadas todas esas promesas de avances tecnológicos y futuristas que el cine, la literatura y la televisión nos vendían durante las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo. Unas ni siquiera han tomado forma, otras se han acercado más de lo que imaginábamos y algunas más se han quedado en el saco del olvido. Puede que haya sido con la que más me he sentido identificado por desarrollarse en un ambiente veraniegamente rural que conozco perfectamente.

“El Forastero”, de Gol, refleja una realidad vivida por el autor. Lo más destacable es la sinceridad con que trata el asunto manifestado en sus viñetas. L@s protagonistas son personas que abandonan la ciudad para irse a vivir al mundo rural con la esperanza de olvidar las prisas y los humos de la gran ciudad; algo que choca con la ancestral desconfianza de l@s lugareñ@s. Situaciones que acaban tanto en conflictos como en acercamientos. Esto es algo que, de distinta manera, sigue ocurriendo; lo peor es que, en muchos casos, aquell@s que un día fueron foraster@s pasan a creerse oriund@s y acaban tratando de igual forma a l@s nuev@s inquilin@s de los pueblos.

Rafa Rubio refleja bien en “La Despedida” la realidad de muchos jóvenes extremeños que aprovecharon su llamamiento a filas para no volver, o regresar de vez en cuando, a sus pueblos de origen. El temor de sus familiares más allegados de que esto sucediera y se quedaran sumidos en la soledad y el olvido y las promesas de que jamás harían una cosa así son los ejes sobre los que rueda esta historia real y cruda a partes iguales. Toda una dedicatoria a l@s emigrantes que abandonaron sus pueblos en busca de un futuro mejor. Futuro que aún siguen buscando miles de jóvenes que escapan de nuestra tierra cuarenta y cincuenta años después de lo que el autor nos cuenta en sus viñetas.




El día a día en la escuela de un niño autista es el tema reflejado por Marce Parra en “Quiero Que Leo Me Diga Adios”. La labor de las aulas azules en distintos puntos de la región en esta materia se ve contrastada con los recortes que la propia Administración les obliga a asumir; en este caso la desaparición del conserje y ciertos requisitos materiales esenciales para la enseñanza. Puede que sea el relato que más sobresalga por el asunto que toca. A mí me ha parecido todo un acierto, nunca está de más hablar de una labor tan esencial y necesaria como es la educación.

El Peneque nos ofrece, a mi entender, el pasaje más jocoso de esta obra. En “The Country Experience” encontramos ese falso sentimiento de añoranza que algun@s tienen cuando se pasan por nuestros pueblos. Hay gente que piensa que aquí aún no han llegado los móviles y que vivimos en no sé qué año. Ese desconsuelo es el que vive el protagonista de este relato al que no le queda otra que asumir que el milenarismo ha conquistado también todos estos lugares que él tomaba por recónditos.

Juan Bravo al guion y Javier Orabich abordan lo que está ocurriendo con el tren en nuestra Comunidad. El retraso de uno de los personajes principales de la trama es un buen augurio de lo que sucederá. Una vergüenza que sigamos sufriendo este tipo de incidentes semana tras semana durante años. Los políticos de distinta índole prometen esto y aquello, pero la realidad es que somos un@s olvidad@s que con momentos como los reflejados no vamos a salir de nuestro atraso económico en muchos años. Espero confundirme.




La problemática que sufren l@s cerecer@s extremeños es el tema elegido por Luís Sin en su pasaje “En Un Lugar De España”. Se puede decir que se centra en este sector, pero este asunto es extrapolable a cualquiera de las producciones agrícolas de la región. El abuso de los intermediarios, la poca rentabilidad obtenida por l@s productore/as o la importación masiva y de baja calidad por parte de las autoridades están minando una parte importantísima de nuestra economía. Muy bonito lo del cerezo en flor, pero cuando estas se convierten en fruto nadie se acuerda de las dificultades que hay para vivir de ellos.

De manera bastante sarcástica, a la par que real, Perianes afronta la situación de l@s “Artistas En Extremadura”. Es la historia de este cómic que más intrigante me ha parecido. Esa amalgama de personajes sumid@s en distintas disciplinas artísticas te mantiene en vilo hasta llegar al final donde, como es natural, se descubre todo el pastel. Lo del pastel tiene mucho que ver con dicho desenlace, eso os toca averiguarlo a vosotr@s.




La guionista Silvia Peña, apoyada por los dibujos de Pau Guerra, nos ofrece, a mi entender, la historia más desgarradora de las catorce que forman esta obra. Es inevitable hacermos viej@s, también desolador; se pierde la esperanza siendo los recuerdos lo único que habita en la mente. Pensamos tontamente que eso no nos pasará a nosotr@s y no nos damos cuenta de lo equivocad@s que podemos llegar a estar. El día que la generación de nuestros mayores haya desaparecido se llevarán con ell@s un legado que jamás vamos a recuperar. Algo imperdonable que luego buscaremos en bibliotecas y libros de Historia después de haberlo tenido delante de nuestros ojos durante muchos años.

“Boxman”, ese alter ego de Fran Aguilera, es el encargado de cerrar este compendio de viñetas. Apoyado al guion por Gol, Fran nos explica con claridad qué ocurre cuando una idea propia pasa de ser extravagante a moda pura y dura para acabar en el más hondo de los olvidos. Ante esto lo único que queda es la perseverancia que nos arrastrará a momentos y finales de lo más inesperados.




Como diría cierto personaje de dibujos animados: “Eso es todo amig@s”. Enhorabuena a Extrebeo por esta obra. Espero que sigan creciendo, apoyando y difundiendo una de las cosas que más amamos, los cómics.

jueves, 4 de abril de 2019

Texto Mandrílico Abril 2019




GOLOSINAS AGRIDULCES


¿Quién me iba a decir a mí que acabaría siendo kiosquero? Cada vez que lo pienso me río y lloro al mismo tiempo. Con razón decía la canción: “La vida te da sorpresas”. Lo malo es que la mía fue un sorpresón de los de aúpa. Estoy seguro de que si la muerte de Magda no me hubiera pillado en paro no estaría aquí repartiendo frutos secos, tabaco, bolsas y envoltorios de productos cuyo horizonte se llama caries. Lo pasé muy mal cuando me quedé viudo. Si no hubiera sido por el ofrecimiento de mi suegra después de jubilarse, no sé qué habría sido de nosotros. Supongo que el alcohol y la cocaína se habrían adueñado de mi vida. Por contacto con ellos no sería.

A pesar de todo, una de las cosas que he aprendido a hacer con detenimiento es observar. Ni por asomo pensé que esto habitaba dentro de mi cabeza. Lo hago siempre que me lo permite el jolgorio de los pequeños del pueblo delante de mi caseta. Hace tiempo que me convencí de que, después de los maestros de la escuela, debo ser el que mejor conoce a varias de las generaciones de este sitio. Y eso que yo no soy de aquí, que llegué de rebote cuando Magda y yo nos conocimos estudiando en Cáceres. Los mismos que hace unos años venían a atiborrarse de kikos, patatas fritas, peta zetas, palotes y chicles, ahora me piden papel de fumar con su respectivo paquete de Fortuna o la marca que sea. También están los retoños de mis vecinos que no paran de hacerme la pelota para que les dé un caramelo o chuchería de más. Algunos también son los del papelillo, pero confían en mí porque saben que no soy ningún chivato, para eso ya están sus ojos. En verano, tiempo que estamos sufriendo ahora, se forma el corrillo de los desvergonzados. Lo llamo así porque, tanto los forasteros como los del pueblo, se apilan delante del kiosko contándose, faltándose y declarándose como si yo no existiera. Luego, para mi pesar, están los amigos y amigas de Mónica que hace ni se sabe que no se acercan, pero me miran con una cara mezcla de odio y asco cada vez que pasan delante de mis narices, ya sea en solitario o en pandilla. “Mírale, ahí está el tío más gilipollas del pueblo. Se las da de hacer feliz a los niños, pero no quiere saber nada de su propia hija”, me han espetado bien alto en más de una ocasión.

El hecho de que Mónica se enamorara del niñato aquel que vino de Castellón a pasar las vacaciones con el hijo de nuestra vecina Angelines no tendría que haber sido un problema. Sobre todo, cuando los padres de Magda desconfiaron de mí de igual modo que yo de él. Otra cosa fue que no atendiera a mis consejos de padre viudo, pero vivido, y se marchara con él después de las fiestas. Luego volvió como volvió, embarazada y con una mano delante y otra atrás. Se veía venir nada más mirar al hijo de puta aquel. No me tenía que haber comportado como lo hice. De nada sirvieron los clásicos “Ya te avisé” y “Nunca me escuchas”. Bueno, sí que sirvieron para algo, para que acabáramos discutiendo e insultándonos como dos desconocidos y que ella se largara con el dinero que le dio su abuela, la misma que me cedió el kiosko. No hay día que no piense en mi hija. ¿Tendré un nieto o una nieta? ¿Dónde vivirá? ¿Nos perdonaremos algún día? ¿Se habrá casado o será madre soltera? ¿En qué trabajará? Interrogante tras pregunta que solo se escapan de la mollera cuando mis clientes llaman mi atención.

  —Buenas tardes. Señor. Me da una bolsa de Triskis, otra de pipas de calabaza, una de gominolas variadas y cuatro chicles de fresa de cinco céntimos.

  —Aquí tienes, guapa. Es un euro con veinte.

  —Vaya, solo tengo un euro. Dejo aquí los chicles y ahora vengo que le voy a pedir a mi madre.

  —¿Y quién es tu madre, guapa? Porque yo no te he visto nunca por aquí.

  —Es aquella mujer que está hablando con ese grupo que está ahí en frente riéndose. Ahora vuelvo.