Últimamente este blog se está llenando de artículos
relacionados con autores/as extremeñ@s o que tienen un vínculo especial con
esta tierra. Algún@s enfocan su obra más a las viñetas y otr@s se dedican a la
novela o a los relatos cortos. Todo esto es algo que me llena de satisfacción.
Ahora bien, aprovecho esta oportunidad para deciros que hay por ahí cierto
periodista de un rotativo de Zamora que ejerce su actividad dedicándose a hacer
un corta – pega de alguno de estos artículos y difundiéndolos como si él mismo
los hubiera escrito. Toda una lección de profesionalidad, sin duda, porque si
hace esto con este blog dad por hecho que lo hace con otros más. Así que no me
queda otra que felicitarle por estar chupando del bote colgándose medallitas. Muchos
de los artículos del blog que estáis leyendo en estos instantes aparecen en
otras webs y publicaciones. Es algo que nunca me ha importado, es más, jamás me
he negado a ello. Otra cosa es que utilicen dichas publicaciones para decir que
son suyas sin ni siquiera haberte avisado, no digo ya pedirte permiso. Pues
nada, que sepas que te hemos pillado; que sí, que de esto no se va a enterar
nadie, o sí. Esta gentuza son las que tiran por los suelos una profesión tan apasionante,
necesaria y peligrosa como es el periodismo. Una vez que me he desahogado, paso
a hablaros del libro de mi amigo, editor y compañero de fatigas literarias
Víctor M. Jiménez Andrada titulado: “Morirme Para Esto”.
Víctor es un escritor cacereño con una extensa lista de publicaciones
en revistas y antologías literarias. Después de que viera la luz su libro de
cuentos “Comidas Para Llevar” se adentra en la aventura de crear la Asociación
Cultural Letras Cascabeleras dedicándose a coordinar la edición de obras por
parte de esta. Con “Versos Del Insomnio” accede a una beca de la Creación
Literaria de la Junta de Extremadura. A esto le sigue el poemario “Circo” con
el que gana el XVI Premio de Poesía “García de la Huerta”. Más adelante, ya con
Letras Cascabeleras, ve la luz “Encélado” y el poemario “El Último Diente De
Leche”. Continúa publicando “El Opúsculo Del Caminante” y “Vaya Mierda”. Si
queréis saber algo más sobre él, solo tenéis que daros una vuelta por su blog www.papirowebxia.com. Os aseguro un rato de lo más divertido.
Este libro está prologado por otro gran compañero de andanzas
literarias, el escritor Vicente Rodríguez Lázaro. Sus palabras os adentrarán en
todo lo que os vais a encontrar en los relatos de Víctor. Una introducción
necesaria y brillante, como todo lo que hace Vicente. “Morirme Para Esto” es un
compendio de pasajes que ocurren durante la Semana Santa celebrada en un lugar
imaginario, Novaquercus, que se asemeja perfectamente a cualquiera en el que
resida l@s lectores/as de la obra. El autor utiliza como hilo conductor los
días que conforma dicha semana de celebración. Cada uno de esos días están
protagonizados por un variopinto y exclusivo elenco de personajes que te
recordarán, de alguna forma, a alguien conocido o por conocer.
Como toda Semana Santa que se precie, partimos del Viernes de
Dolores. Aquí nos encontramos con el choque de intereses por parte de un hijo y
su padre ante una tradición familiar. El primero ha llegado a una edad en la
que empieza a ser consciente de que debe tomar sus propias decisiones asumiendo
el resultado de las mismas. El segundo tiene por objetivo alcanzar un estatus
dentro de la cofradía que lleva persiguiendo desde ni se sabe. El chaval
accederá a los deseos de su progenitor; no sin ir dándole vueltas a su
decisión. Todo acabará en un final caótico para algunos y liberador para el
otro.
Durante el Sábado de Pasión salen a relucir la hipocresía y
el cinismo de un grupo de cofrades que dedican más dinero y apoyo a sus
imágenes, comilonas y encuentros “fraternales” que a las necesidades de las
personas. Tod@s ell@s rechazarán la petición de limosna de una vieja gitana;
algo que terminará con el cumplimiento del presagio de la anciana.
La semana llega a uno de sus puntos clave con el Domingo de
Ramos. Durante la celebración de una de las procesiones más festivas de
Norvaquercus, uno de sus ciudadanos más aclamado y rechazado, a partes iguales,
consigue desfilar cumpliendo su sueño de formar parte de la banda de música del
acto religioso. Por circunstancias que vosotr@s debéis descubrir, el muchacho
echará por tierra su codiciada aspiración siendo expulsado de por vida de dicha
banda. Para mí ha sido inevitable ver en este texto reflejado a un cacereño que
murió hace unos años que siempre que me veía me saludaba y me decía: “A ver
cuándo me consigues un concierto”; añadiendo después su peculiar sonrisa unida
a los chasquidos que solía hacer con su boca. Era de esas personas que, al
igual que el protagonista de este Domingo de Ramos, no hacía daño a nadie y su
amor por la música, siempre visto desde su perspectiva, era algo de admirar.
El Lunes Santo es el pistoletazo de salida de una semana
donde las procesiones se suceden mañana, tarde y noche. En una de ellas hay un
toca huevos que, como su nombre indica, anda jodiendo la marrana porque todo,
según él, está mal hecho, peor pensado y fatalmente llevado a cabo. A nadie le
apetece escucharle, mucho menos hacerle caso, pero, como buena mosca cojonera
que es, no les queda otra que aguantarle por formar parte de ese entresijo que
es cualquiera de las cofradías que existen. Por supuesto, las invitaciones para
que abandone dicha hermandad le entran por un oído y le salen por el otro. ¿Qué
es lo que realmente oculta este cofrade cascarrabias? No dudéis en averiguarlo,
merece la pena.
El Martes Santo es el día que aprovecha la cofradía de turno
para solicitar la libertad de un reo. Práctica que, verdadera o no, se lleva a
cabo en muchas ciudades del Estado. Como pasa en alguno de estos casos, el
preso en cuestión no la ha visto más gorda en su vida. Sin tenerlas todas
consigo sobre si lo que le han prometido amarrará en buen puerto, él se
adelanta a los acontecimientos y busca su propio fin. Otra cosa es si este final
es una recompensa real o una fugaz aventura.
Llega el Miércoles Santo con el espectáculo del “Cristo De
Las Greñas”. El nombre es de lo mejorcito que he escuchado, y mira que he oído
unos cuantos. El recogimiento y la expectación que precisa cierto momento de la
procesión contrasta con el desenfado de un grupo de mujeres y su local de
alterne. Como podéis imaginar, el choque entre beat@s, meretrices y la madame
está asegurado. Claro que no hay nada que no se pueda solucionar con un buen desembolso
a la cofradía y una promesa al Cristo de las melenas al viento.
Jueves Santo es uno de los días claves de la Semana Santa.
Una jornada de meditación y dolor para l@s creyentes. El mismo que siente un
enfermo terminal en su fría habitación de hospital. Las reflexiones de este
paciente, plasmada con una inusitada crudeza por parte de Víctor, son el eje
principal de este capítulo de la obra. Personalmente ha sido de los que más me
ha impactado, dentro de la conmoción que todos me han provocado.
Con el Viernes Santo entramos en la recta final de las
celebraciones. En estas no podían faltar los pensamientos de la imagen
encargada de pasearse por las calles de Norvaquecus. Siguiendo la línea del día
anterior, el autor se adentra en un mar de sensaciones por parte de la
escultura de madera que pasan de lo ridículo a lo serio y profundo de manera
natural y sincera. Una gran idea darle voz a uno de los verdaderos
protagonistas de esta semana religiosa. Como no podía faltar, a la estrella de
la noche se le une la interpretación de uno de los borrachos del lugar que, siguiendo
el dicho popular, suelta alguna que otra vedad por su ebria boca hasta que es
acallado por la autoridad correspondiente. Uno de los pasajes, a mi entender,
más dinámicos del libro.
El Sábado de Gloria llegan a ese estado de felicidad una
supuesta paloma milagrosa y un exboxeador drogadicto. Lo primera sobrevolará la
procesión hasta dar por finalizado su viaje aéreo no si ciertas señales propias
de cualquier ser vivo. El deportista será el centro de atención por su buen
hacer con las saetas, canciones que no podían faltar en estos días, todo
aliñado por la curiosidad morbosa de los asistentes por saber cómo ha podido
salir del infierno de las adicciones; algo que no pasa por ser un milagro con
sus propias teorías al respecto.
La celebración del Domingo de Resurrección es el momento que
una mujer aprovecha para deshacerse de su amante mentiroso y manipulador como
si de una mantis se tratara. También festejan el día dos amantes cuyo romance está
basado en el engaño y la falsedad vividos de cara al público, aunque no pueden
ocultar sus sentimientos en privado. En ambos casos la víctima es una mujer,
una por ejecutora, la otra por confiada.
Con el Lunes de Pascua llegan las romerías, el desenfreno, el
jolgorio y las anécdotas que todo esto crea. Eso es lo que evoca Víctor para
cerrar su libro, una pequeña recopilación de vivencias propias de una jornada
que sirve para decir adiós a una larga semana de actos religiosos que, gusten o
no, tienen una personalidad y celebración tan única como singular.
Ya le di mi enhorabuena al autor por teléfono, ahora lo hago
a través de estos párrafos. No soy creyente y, evidentemente, hace mil que no
voy a una procesión; otra cosa es que me las tenga que tragar por vivir en la
zona de la ciudad en la que vivo. Una vez aclarado esto, aconsejaría a
cualquiera que leyera este “Morirme Para Esto”. En él Víctor aúna cada
uno de los personajes, fieles o no a la realidad, que pululan estos días por
las celebraciones de nuestro pueblos y ciudades. Todo, eso es lo más
destacable, con un lenguaje cercano o sofisticado y una actitud respetuosa o atrevida
según exija el momento.
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