El
pasado fin de semana nos presentamos en Getafe para disfrutar del festival
Sonisphere. Tengo que decir que nuestra intención era ir este año al Azkena
pero ante la baja de Black Sabbath, por razones de sobra conocidas, nos
decidimos por este festival en la ciudad madrileña. Esta era mi segunda vez en
el festival. La primera fue hace un par de años con Faith No More y Rammstein
como cabezas de cartel. Empezando por eso, por el cartel, diré que tampoco era
para tirar cohetes. Es evidente que había grandes y buenas bandas pero no que
fueran de mi particular predilección. Pero ya se sabe, es lo que tiene los festivales,
que puedes ver a grupos que te sorprendan y otros que no te digan absolutamente
nada.
Este
año cambiaron tanto de recinto como de fecha de celebración del evento. En cuanto
al recinto diré que el simple hecho de no tener que tragar polvo en cantidades
astronómicas es ya todo un acierto. Quizá fuera excesivamente grande aunque
visto lo acontecido el sábado no sobraba mucho espacio. A pesar de todo esto
sigo pensando que en este país continúan tratándonos como borregos en feria a la
hora de organizar un festival de este calibre. Cómo es posible que hubiera sólo
seis o siete puestos de comida para 38.000 almas el viernes y 54.000 el sábado.
Comida que se encontraba alejada tanto de los puntos de venta de tickets como
de las barras de bebidas, así que si te despistabas y después de un buen rato
en cola no tenía tickets suficientes pues patrás y con el hambre a otro lado, y
si no llevabas nada de bebida pues a comer con la garganta seca. A esto habría
que sumarle el hecho de que la comida estaba en una parte sin asfaltar con lo
cual los bocatas, o aquello que pillaras, iba aliñado con una buena salsa de
polvo. Pero si realmente ha habido algo este año en Sonisphere que me haya
sacado de quicio es la falta de luz en todo el recinto. Es increíble las
filigranas que tenías que hacer para no pisar a la peña que estaba sentada, por
ejemplo. Además de esto al momento que te despistabas un poco, cosa que pasó
entre nosotros el viernes, no dabas con tu gente hasta no pasado un buen rato
ya que la cobertura de los móviles se iba cada vez que quería. Un poquito más
de luz no hubiera venido mal, que vale que nos mole el Rock pero nos gusta
vernos las caras. También diré que no vi ni un solo punto de atención sanitaria
ni cosa parecida en todo el recinto, y mira que era grande, no sé qué ocurriría
con aquellos y aquellas que sufrieran algún tipo de percance físico pero me
gustaría que me contaran cómo hicieron en estos casos. En cuanto al mercadillo
de ropa y demás los he visto mejores en cualquier rastro o mercado de cualquier
ciudad. Las camisetas eran horrorosas y de una calidad pésima en la mayoría de
los casos y, al igual que la comida, si había ocho puestos era rabiando. Y, por
supuesto el hecho de quitar uno de los tres escenarios iniciales hizo que los
conciertos se solapasen en cuanto a horario y andásemos a cojón sacao de un
lado a otro para ver algo, con lo cual al final vimos parte de los grupos a
medias y otros sólo un rato. Como parte positiva, que también la tiene,
evidentemente, os diré que el tema de los servicios estaba bastante controlado
así como el de las barras de bebidas. A pesar de las colas te servían con
rapidez.
Una
vez comentado esto paso a lo estrictamente musical. Llegamos al recinto cuando
Sonata Artica estaba tocando su último tema así que poco puedo contar sobre
ellos y las anteriores bandas. Se puede decir que el festival empezó para
nosotros con la actuación de Limp Bizkit. A pesar de no ser un gran fan de este
grupo tengo que decir que me sorprendieron. Comenzaron con el tema “Why Try” y
siguieron descargando canción tras canción con momentos álgidos como fue “My
Generation” o “Breakstuff”. Muy bueno el disfraz del guitarra Borland. Noté que
la peña se divertía con ellos, al menos el tiempo que estuvimos viéndolos
porque, como dije antes, el hecho de tener horarios solapados me impidió ver el
final del show ya que salimos disparados a ver Kyuss Live.
Como
bien sabéis esta es una escisión de Kyuss con todos esos problemas por el tema
del nombre y demás. Ya que nunca llegué a ver a la banda Mater bien vino
acercarme a ver a Kyuss Live. Tengo que decir que no me defraudaron en ningún
momento. Sonido pesado donde los haya, con el bajista Chriss Cockrell
saliéndose en cada tema mientras el batería Brant Bjork aporreaba con intensidad
sus parches. Buen concierto con buena asistencia de público y buenos temas. La gente
agradeció momentos como los vividos durante ”Hurricane”, “Asteroid” o “Green
Machine” por mencionar algunos temas. Quizá fuera una de las bandas que más me
gustaron de todo el festival, de las que vi, claro.
Lo
de The Offspring fue una putada con mayúsculas. Era uno de los grupos que más
ganas tenía de ver pero claro, solapándose con Paradise Lost tenía que elegir,
cosa que me resultó bastante dolorosa. Estos americanos podrán ser lo mejor o
lo peor para mucha gente pero de lo que no cabe duda es que tienen un sonido
propio y eso siempre es algo de agradecer.
Tocaron todo su repertorio clásico al que añadieron algún que otro tema
nuevo. Justo cuando más estaba disfrutando de ellos decidimos pirarnos al
escenario 2 pero, aun así, tengo que reconocer que con “You´re Gonna Go Far,
Kid”, “Why Don´t You Get A Job?” o “Hit That” me moví y salté como en ningún
otro momento del festival. Una pena no haber visto el final del show, grr.
Tengo
que reconocer que soy un gran seguidor de Paradise Lost pero esta vez me
defraudaron un pelín con el show que ofrecieron en Getafe. No es que no me
molaran pero sigo sin entender porqué los grupos hacen ciertas cosas. Me explico,
entiendo que acabes de sacar un pedazo de disco como es “Tragic Idol” pero no
entiendo cómo metes tantos temas nuevos en un show de once canciones dentro de
un festival. Me parecería acertado si esto fuera así cuando vas a verlos en su
gira particular, que pasará pronto por estos lares, pero en los festivales la
peña lo que queremos es diversión y temas clásicos, al menos esa es mi opinión.
Es indudable que el sonido de estos ingleses es algo muy particular y su puesta
en escena se sale pero creo que debería haber tocado canciones con más historia
que las que eligieron. A pesar de ello temas como “Honesty In Death” no se
salieron del guion pero, claro, nada que ver con “Soul Cogereous”, “Say Just
Words”, con la que cerraron, o, por supuesto, “One Second”. Buen show, un poco
mal elegido para mi gusto, pero bueno.
No
me gustaría que se me malinterpretara con respecto a Soundgarden. Nunca fui fan
de la banda, al igual que sí lo soy de Nirvana, Pearl Jam o Alice In Chains,
así que lo único que esperaba de ellos es que me sorprendieran, cosa que no
ocurrió en ningún momento. Sé de buena tinta que los seguidores del grupo
disfrutaron de su concierto, mi amigo Juanan es uno de ellos y puedo asegurar
que le gustó con creces, cosa que me hace pensar que sólo fue una percepción
mía, lo del aburrimiento. No voy a entrar en más detalles porque sería absurdo
por mi parte dar más explicaciones.
Lo
de Machine Head fue una cosa bien distinta. Deberían haber tocado mucho antes
en el cartel pero el ser los últimos no le vino excesivamente bien. Este problema
lo superaron con un show enérgico y potente. Os diré que fui solo a verlos
porque mis compañeros y compañeras de festival se tiraron como lagartos en la
zona de relax llegando incluso mi novio a dormirse por completo. Insistí en que
me acompañaran pero se negaron a ello así que me largué a disfrutar de la banda
americana yo solito. Empezaron fuerte con “I Am Hell” para ir desgranando temas
como “Imperium”, “Locus” o “Halo”, con el cerraron su corto concierto, sólo
ocho canciones. Se echó en falta el clásico “Davidian”, cosa que no gustó mucho
al público, pero a mí sí me gustaron, sería porque los disfruté yo solito o
porque realmente me parecieron bastante cañeros. Me cogerían así.
Hubo
más anécdotas y cosas que contar, como el encontrarme con los rockeros jóvenes
de mi pueblo, el compartir los conciertos con Oliver, un chico venezolano que
iba solo al festival y que se unió a nuestro grupo, y las caminatas que te
dabas cada vez que tenías que buscar lo que fuera. Todo ello forma parte de
este tipo de acontecimientos de los cuales sigo disfrutando con más o menos
intensidad. Esto es señal de que no puedo dejar el Rock, como dicen unos
gallegos de sobra conocidos.
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