Esta es la segunde vez que hago
referencia a Carlos Giménez en mi blog. Lo hago porque es indudable que es uno
de los grandes del cómic estatal y, desde luego, mundial. Supongo que esta
afirmación le parecerá demasiado atrevida a muchos de vosotros pero, en serio,
me da exactamente igual porque estoy convencido de ello. Esta serie que ha
publicado la editorial Debolsillo recopilando sus mejores obras en tomos
integrales me parece bastante acertada. Podría haber elegido el tomo “Todo
Barrio”, bastante recomendable por otro lado, pero me he decidido por “Todo
Paracuellos”. Preguntaréis por qué. Está claro, para mí “Paracuellos” siempre
fue la obra culmen del autor madrileño. Me trae agradables recuerdos de la
revista Rambla, de la que él era editor, entre otras cosas.
Paracuellos era un centro de
Auxilio Social, uno de los muchos que aparecieron por toda la geografía
española durante la época franquista, situado en Paracuellos del Jarama, de ahí su nombre. A estos lugares iban a parar huérfanos,
desheredados, hijos de los perdedores de la guerra civil o aquellos y aquellas que cumplían todos
estos requisitos. Carlos Giménez fue uno de esos miles de niños que acabaron entrando
en Parcuellos. La obra nos cuenta sus vivencias en este lugar aliñada con otra
serie de recuerdos de amigos suyos que pasaron o bien por el propio Paracuellos
o por otro lugar parecido. Es verdad que hay pasajes muy duros como aquel en el
que el autor ahorra dinero para comprarse su tebeos, en aquellos tiempos la
palabra cómic no se utilizaba en este país, a mí personalmente siempre me gustó
más tebeo que cómic pero esta queda como más moderna, las peleas entre los
chavales, el hambre que pasaban o los castigos por el simple hecho de hacer diablurías
propias de la infancia pero todo está tratado con tanta ternura y sinceridad
que muchas veces te hacen saltar las lágrimas. Es obvio que también hay sitio
para las risas y la diversión, a destacar la relación que tenían con los niños
de fuera del centro y cómo estos los engañan una y otra vez, por ejemplo, y,
sobre todo, la imaginación propia de la edad que, a pesar de estar donde estaban, les hacía llevar mejor sus penurias.
Debe ser bastante duro hacer una
obra como esta. Supongo que hay etapas de nuestras vidas que no nos apetece
mucho recordar pero muchas veces es necesario hacerlo. Lo es no por cada uno de
nosotros en particular sino porque es importante no olvidar las cosas que
ocurrieron en ciertas épocas pretéritas, sobre todo cuando hay una parte de la
sociedad que quiere enterrarlas, parte
que suele ser siempre la que estaba detrás de la represión y la injusticia. El régimen
franquista no solo arrasó una parte del país, no solo aniquiló personas que no pensaban igual que él, que no
sentían igual que él o que no se identificaban con él, también creó centros de
este calibre donde se pretendía que las generaciones siguientes fueran las
primeras en olvidar sus crueldades. Como este sistema fascista no sabía hacerlo
de otra manera se ayudó de supuestos profesores y maestras cuyos métodos de
enseñanza se basaban en el castigo físico, la competencia mal entendida, el hambre
o el chivateo, todo muy propio de ellos. Ese es el trasfondo de este
Paracuellos, todo aquello que el autor y sus compañeros del Auxilio Social
sufrieron entre aquellos muros.
Quiero dar las gracias a Carlos
Giménez por este tebeo. En estos momentos que vivimos es indispensable que esté
en la calle, que sirva de referente para que sepamos hasta donde puede llegar
la educación de nuestros niños y niñas cuando se deja la dirección de un país
en manos de aquellos que alardean de demócratas pero su estado político por antonomasia
es la dictadura. Lo dije en el otro artículo que hice sobre el autor, hay
pasajes que me recuerdan a cosas que viví en el colegio de curas durante los
trece años que me pasé en él pero, sin duda, lo mío no fue ni una décima parte
de lo que pasaba en Paracuellos. Espero que le echéis un vistazo cuando tengáis
un rato, merece mucho la pena.
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