La quinta entrega de la colección
“Me Pirra”, de la editorial cacereña “Rumor Visual”, viene a cargo del poeta
Antonio Gómez y su obra “Como Una Piedra Puntiaguda En El Zapato” además del
libro de Victoria Pelayo, Toya para los amigos, que lleva por título “El Roce”.
En cuanto al libro de poemas de
Antonio Gómez sólo puedo decir que me ha parecido un conjunto de poemas de una
profundidad extrema y hasta aquí llego. Como ya comenté en anteriores
artículos, me niego a pasar de ciertos límites ante un tipo de escritura, como
es la poesía, de la que desconozco mucho por no decir bastante o todo. Desde este
humilde blog le deseo la mejor de las suertes a Antonio.
Cosa bien distinta es el caso de
Toya, me vais a permitir llamarla así, ese es su nombre para mí y estoy más que
seguro que a ella no le importa. Conocí a esta escritora hace ya unos cuantos
de años en un taller de relato corto que se impartía en la Biblioteca Pública
de Cáceres. Desde el primer momento que la escuché leyendo uno de los textos
que teníamos que hacer como ejercicio pensé que tenía algo especial. Quizá fuera
esa voz que le pone a sus textos, por la negrura de los mismos, casi siempre
hay algún cadáver o asesinato de por medio, o por los detalles que nos ofrece
en sus relatos, pero sabía que tiene un don especial para esto de la escritura.
Nacida en Zamora pero afincada en Cáceres recibió el premio de novela corta “Ciudad
De La Laguna” por su obra “Una Amistad Corriente” y fue finalista en el
certamen de novela corta “Casino De Mieres” con “Los Días Mágicos”. Ha participado,
a su vez, en otras publicaciones de Rumor Visual como son “Un Rato Para Un
Relato” y “Yo No Leo”.
El prólogo de “El Roce” viene a
cargo de Vicente Rodríguez Lázaro, otro de los compañeros de “La Croqueta”, y
merece la pena leerlo con detenimiento. En cuanto a la obra en sí sólo puedo
decir que me ha parecido fantástica. Como es norma en todo lo escrito por Toya,
está repleta de tensiones, tanto personales como entre los distintos
personajes. Me han parecido brutales las descripciones de los estados de ánimo
de la madre de la futura novia así como la frialdad del novio así como los
consejos recibidos por la mejor amiga de aquella. Pero si hay algo en este este
texto que cabe la pena destacar es precisamente el hecho del roce. Es algo que
está presente de manera continúa, cuando parece que va a pasar a segundo plano
la autora se encarga de devolverlo al lugar que se merece dentro de la trama
que dicho acto ejerce durante toda la obra. Este simple acto, más bien atrevido
para ser más precisos, crea la tensión suficiente como para que tengas que
pasar página tras página sin parar. En este caso no han hecho falta ni muertos
ni asesinatos con el final basta.
Además de “El Roce” el libro nos
ofrece una serie de relatos cortos de igual calidad que el principal. Resaltaría
“Doña Margarita”, “El recado” y “Asco” sin que los demás pierdan valor por
ello. Lo que si es sentido en todo su libro es un poco de frialdad en los
finales. Me han parecido bastante abiertos en la mayoría de los casos. Puede que
conocer a la autora me haga pecar de ciertos prejuicios pero es lo que he
sentido en la mayoría de los textos que se unen a la obra principal.
Hasta aquí mi humilde crítica. Siempre
me es grato tener entre mis manos las obras de autores cercanos. Me siento muy
satisfecho por ello y si hay por ahí algún o algunos autores de renombre que
piensan que esta horda de autores nóveles, en cuanto a publicaciones que no en
edad, no deben ser consideradores verdaderos escritores es porque en realidad
están cagados de miedo porque saben perfectamente que esto es una muestra de
que aquí, en Extremadura, se sigue escribiendo con una gran calidad. Les aconsejaría
que no se miraran tanto el ombligo, que fueran un poquito más humildes y, sobre
todo, que su deber sería apoyar a todas estas nuevas promesas. Qué pronto se
olvidan tiempos pretéritos cuando uno cree que ha llegado a la cima pero, como
dice el famoso dicho: “Más Dura Será La Caída”, sobre todo, porque será por su
propio peso. El futuro hablará y espero que tengan oídos para escucharle.
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