Segunda jornada de un finde por Madrid repleto de buen Rock y
grandes conciertos. En esta ocasión nos tocaba disfrutar de dos de las mejores bandas
de Hard Rock de todos los tiempos, Mötley Crüe y Def Leppard, a las que iba a
ver por segunda vez. He de reconocer que tenía muchas ganas de asistir a este
mini festival que, a diferencia de lo que fue en yankilandia, venía sin dos de
sus grandes reclamos, como son Joan Jett y Poison. Entiendo que, tal y como
está la situación económica, no todo el mundo se puede permitir girar de la
manera que se hacía años atrás. Sea como fuere, teníamos por delante una gran
noche de buena música, que fue lo que realmente sucedió, con sus más y sus
menos, claro está.
Soy de los que les gusta ver a todas las bandas que integran
el cartel de un concierto, pero esta vez me fui imposible llegar para Los Sex.
El asunto del aparcamiento, el quedar con un@s y otr@s antes de acceder al
recinto y todas esas cosas que suelen ocurrir en estos casos consiguieron que
solo pudiera ver el último de sus temas. Espero que fuera un buen show y que la
peña lo pasara bien con ellos. Acerca de esta gira de Mötley Crüe, se ha dicho
que si llevaban bases grabadas, que si algunas partes iban en playback y cosas
parecidas; solo puedo decir que si hubo algo que mermó el espectáculo de los
americanos fue el hecho de que tocaran de día y los momentos gallito de la voz
de Vince Neil, a esto tengo que añadir nuestra posición en el recinto, que nos
impidió ver con facilidad su show, pero ese es otro tema que nada tiene que ver
con los músicos. Eso sí, lo de los coros de las chicas sí que fue un poco
descarado, pues se notaba que no eran ellas las que cantaban. En fin, nada
nuevo sobre el horizonte.
Después de que sonara el Requiem en Do Menor, K. 626, de
Mozart, y de avasallarnos con una serie de noticias referentes a la banda, los
cuatro angelinos saltaron a escena para dejar caer “Wild Side” y hacerse con un
público deseoso de verlos. En “Shout At The Devil” se empezó a notar la falta
de voz o el exceso de agudos raros, como lo quieras llamar, del frontman rubio.
Algo que se repetiría a lo largo del show sin que importara demasiado, sobre
todo cuando ves a todo l@s presentes corear cortes como ”Too Fast For Love”.
Frenaron un poco con el medio tiempo “Don't Go Away Mad (Just Go Away)” para
luego introducir la canción que da título a su último, y ya lejano, trabajo en
estudio, “Saints Of Los Angeles”. La verdad es que es un tema que siempre me ha
gustado y me agradó escuchar en directo. Como era de esperar, de aquí en
adelante fue una cascada de grandes éxitos que obtuvieron la reacción esperada
por l@s asistentes.
Con todos los inconvenientes referidos de tocar de día en lo
que atañe a luces e imágenes proyectadas, avanzaron con dos trallazos como son
“Live Wire” y la esperadísima “Look That Kill”. La introducción en el setlist
del tema que da nombre a su biopic, “The Dirt”, pasó, digamos, con más pena que
gloria. Antes del popurrí que hacen con partes de “Rock and Roll - Part 2”, “Smokin'
In The Boys Room”, “Helter Skelter”, “Anarchy In The U.K.” y “Blitzkrieg Bop”, Nikki
Sixx salió con la bandera española para invitar a un par de chicas y a un chico
disfrazado a subir al escenario, los tres visiblemente sobrepasados por la
situación. Y después del solo del que entiendo ya nuevo miembro oficial del
grupo, John 5, llegó el turno de Tommy Lee para hacerse con el micro
solicitando la vista de tetas e insinuando que él también enseñaría sus partes,
algo que no ocurrió. Pasado este instante, el batería se puso al piano para
interpretar la balada propia ochentera, “Home Sweet Home”, arropado por el
resto de la banda.
La traca final comenzó con un “Dr. Feelgood” en el que los
laser hicieron acto de presencia. Un personaje, este médico, que por sí solo
merecería un artículo en este o en cualquier blog, pero volvamos al asunto
musical. Simulando las vidrieras de cualquier catedral sobre las que se
proyectaban las siluetas de unas chicas, llegó el momento de otro de sus grandes
hits, “Same Ol' Situation (S.O.S.)”, y uno de mis temas preferidos de toda su
carrera que disfruté de lo lindo, sobre todo por la llegada de la noche que,
por fin, nos permitió saborear el espectáculo de luces y pantallas. Unos
bramidos de moto y dos muñecas hinchables fueron la carta de presentación de “Girls,
Girls, Girls”, dando pie a uno de los instantes más desbocados del concierto. “Primal
Scream” fue el principio del fin que llegó de manos de “Kickstart My Heart”,
coreada y cantada hasta la saciedad.
Que Mötley Crüe hicieran esto o lo otro sobre el escenario
era algo de esperar. Nos ofrecieron el show que tod@s queríamos ver, con los
hándicaps ya referidos, y dejaron claro las razones de su alcance durante la
década dorada del Hard Rock. Que me gustaron más la primera vez que los vi,
pues también, pero en esta ocasión volví a disfrutar de ellos como la gran
banda que son.
Empezaré la crónica del concierto de Def Leppard reconociendo
que estaba un poco con la mosca detrás de la oreja después de aquel lejano show
donde conmemoraban el aniversario de “Hysteria”. En aquella ocasión, como ya
comenté en el artículo de este humilde blog, fueron de más a menos dejándonos
un poco fri@s. Pues bien, a lo largo de la hora y poco más que y media de su
paso por Madrid, me sacaron la espina bien sacada. También hay que reconocer
que tuvieron la oportunidad de usar todas las pantallas y los juegos de luces
que, por razones obvias, los Mötley Crüe no tuvo, pero eso si no va unido a un
buen sonido, a una entrega, a una conexión con el público y a una lista de
trallazos de poco o de nada sirve.
Como buenos ingleses, justo al terminar la cuenta atrás de
las pantallas y de que sonara una intro basada en el “Heroes”, de David Bowie,
arrancaron con “Take What You Want”, uno de los mejores cortes de su último
trabajo, “Diamond Star Halos”, y solo con eso ya se pudo apreciar que aquello
iba a ser algo muy diferente a lo que habíamos visto justo hacía poco más de
media hora. “Let's Get Rocked” siempre ha sido una de mis canciones preferidas
de los de Sheffield, si ya flipo con ella cuando la oigo en algún sitio os
podéis imaginar el subidón que me dio escuchándola, sobre todo porque no me la
esperaba tan pronto. “Animal” sirvió para que el momento de euforia continuara en
aumento, apoyado por las imágenes de circo que se proyectaban en la pantalla
del fondo del escenario. Y venga a subir la temperatura con “Foolin´”, coreada
hasta en el último rincón del recinto. Qué decir de “Armageddon It”, pues que,
si ya de por sí puede con todo, los juegos de luces intercambiando a los
componentes del grupo la hizo sonar más potente de lo que suena por sí misma.
Después de tanto subidón, nos dieron un pequeño respiro con otro de los cortes
de su último paso por el estudio, “Kick”, que no desentonó, al igual que los
demás de este disco, entre tanto cañonazo.
Baladas y medios tiempos no le sobran a los Leppard, y una
como “Love Bites” sobresale por encima de todas las demás. Precioso momento en
el que las caras de los que tenía a mi alrededor, incluyo también la mía,
reflejaban que aquello que estábamos presenciando estaba resultando muy, pero
que muy grande. “Promises” devolvió todo el esplendor sonoro y visual al show
antes de dar paso a la parte acústica con todos los miembros, excepto el
batería Rick Allen, tomando la parte delantera de la rampa para interpretar “This
Guitar” y “When Love And Hate Collide”. Para devolver la intensidad al
concierto no hay mejor forma que atacar con una baza segura como es, nada más y
nada menos, “Rocket”, que, de nuevo, se vio recompensada con un apoyo lumínico
extraordinario. Recuerdo a su segundo trabajo con “Bringin' On The Heartbreak”
y la instrumental “Switch 625”, en medio de la cual los guitarras, Vivian y
Phil, se intercambiaron unos solos, para finalizar con el solo de Rick Allen,
que dio lugar a una de las mayores ovaciones de la jornada.
Con sensación de tristeza empezamos a sentir que aquello se
acercaba a su término, pero antes nos quedaría por disfrutar y flipar con un
cuarteto de canciones que pusieron a botar a todo dios. Esta recta final dio
comienzo con “Hysteria” y continuó “Pour Some Sugar On Me”, el corte, si no más
conocido, uno de los del
combo británico que más conoce el personal, que, con la ayuda del público a la
hora de cantar, se debió escuchar en medio Rivas. Y si con lo anterior no
quedamos ya casi sin respiración, “Rock Of Ages” se encargó de arrancarnos el
poco aliento que nos podía quedar antes de dar paso al cierre definitivo con “Photograph”.
Unos fuera de serie los Def Leppard, con un cantante que no
ha perdido ni rango ni saber estar a la hora de llevarse al público de calle,
unos guitarras de sobrada categoría y reconocimiento en este mundillo del Rock,
y una base rítmica que, supongo que el hecho de llevar toda la vida juntos
influirá, sabe dar ese toque tan característico al combo inglés. Calidad
extrema, recuerdos a todos los miembros pasados por el grupo sobre las
pantallas en varios momentos del show y unas caras que eran el vivo reflejo de
las que los estaban mirando hicieron de su paso por la capital del Estado un
concierto del que se va a hablar y mucho.
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