Llevaba muchos años queriendo asistir a un concierto en
condiciones de Ramoncín, ya que las dos veces anteriores que le he visto no han
sido muy buenas que digamos, que no malas. Puedo decir que me quité esa
espinita el viernes pasado en su actuación en la Teatro Barceló madrileña. La
verdad es que asistí al evento por pura casualidad pues, realmente, tenía
programado ir ese fin de semana a la capital del Estado a ver otro concierto,
pero se metió este por medio y lo añadí al plan. A su vez, he de decir que
hacía mucho tiempo que no iba a un concierto solo. Esa posible sensación de
desamparo se difuminó nada más saltar el cantante al escenario porque me sentí
arropado por las personas que tenía alrededor con las que compartí las dos
horas del show, con alguna de ellas pasé un rato agradable después del mismo.
Con un público expectante, Ramón arrancó puntualmente con “Putney Bridge” y,
desde ese mismo instante, todo fue cantar, saltar, sudar y flipar. La banda que
le acompaña, Los eléctricos del Diablo, es de una calidad excelente. En este
caso, no voy a destacar a ninguno de ellos porque todos estuvieron a un gran
nivel durante las dos horas exactas de concierto, pero sí que me quedé más con
el bajista Miguel Jiménez y el teclista Jesús Varas. Entre comentarios, risas y
complicidad con la peña que me rodeaba, fueron cayendo, uno tras otro, grandes
clásicos como “Rock And
Roll Duduá”, “El Chuli”, “Reina De La Noche” o “Canciones Desnudas”. De este
modo, cuando menos lo esperábamos nos encontramos con el cantante madrileño
paseándose entre l@s presentes caldeando más aún el ambiente.
Parece mentira que mantenga esa entrega y voz, aunque, a
veces, cantásemos nosotr@s más alto si cabe que él. A sabiendas de tener a todo
l@s asistentes a sus pies, el show se hizo más grande con temas del calibre de
“La Chica De La Puerta 16”, una de mis preferidas de su discografía, “La Cita”,
increíble este corte, o “¡Déjame!”. A ellos añadió alguno de su último trabajo
en estudio, recomendable cien por cien, como la impresionante “La Canción Del
Diablo”. La siempre espera para conseguir una cerveza hizo que me perdiera
visualmente algún momento, pero, rápidamente, regresaba al sitio que,
amablemente, me guardaba la peña con la que contacté y vuelta a desgañitarme
con “Como Un Susurro” o “Cuerpos Calientes”.
El tiempo pasó como una mecha y, cuando nos quisimos dar
cuenta, teníamos encima de las tablas a Carlos Escobedo o Paco Stanley como
invitados de la noche para interpretar la traca final con “Hombres, Mujeres Y
Alcohol” y “Al Límite”. Momento espectacular donde los haya que se alargó con
la sala pidiendo más y más. La despedida de los músicos invitados nos llevó al
final con “Ayúdame (No Soy Un Héroe)”. He de reconocer que me sorprendió este
cierre, pero, después de lo vivido, me dio exactamente igual. Es verdad que se
quedó en el tintero clásicos de la altura de “Barriobajero” o “Ángel De Cuero”,
entendible con la cantidad de temas que tiene con lo que hubiésemos estado allí
otras dos horas más.
En los tiempos que estamos atravesando, vivir momentos como
este, de esos que te hacen sonreír y te dan una energía incalculable, te hacen
olvidar toda la mierda que nos están echando encima. Podría entrar en el asunto
tan trillado en el que se basan l@s crític@s del cantante, yo ni lo voy a
acusar, ni lo voy a defender, solo diré que a much@s, muchísim@s, artistas
guiris l@s tenemos en un pedestal a sabiendas de su tendencia política, su
machismo y su forma de entender la vida y tod@s tan content@s. Gracias a la
banda, a los invitados, al público con el que compartí parte de la noche del
viernes y, sobre todo, a Ramoncín porque difuminaron virus, guerras y mierdas
varias en el tiempo que estuvieron encima del escenario.
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