“Perkeros”, este cómic de JP Ahonen y KP Alare, me ha dejado
un sabor agridulce. Algo que podría haber sido grande, pues parte de una idea
de igual dimensiones, se queda en una segunda fila y no, precisamente, por
culpa, o no del todo, de sus autores. Vamos a analizar un poco los pros y los
contras de esta obra que lleva por nombre el de un grupo ficticio de Heavy
Metal finlandés.
JP Ahohen, guionista, y KP Alare, dibujante, se conocieron en
la escuela primaria. Durante su paso por los estudios secundarios descubrieron
el universo del Heavy Metal. Intentaron formar una banda en varias ocasiones,
pero desecharon la idea cuando el éxito pasó por delante de su puerta en cada
una de ellas. Esto les llevó a crear su propio grupo, “Perkeros”, que
triunfaría, sí o sí, en el mundo de las viñetas. Todas esas frustraciones,
metas y energía son la base del guión de Ahohen, llegando a tal punto que el
personaje principal, el guitarra Aksel, puede identificarse con cualquiera de
los autores. Este guitarrista es el encargado, a su vez, de poner la voz en la
banda. El problema está en que sufre tal miedo escénico que poco antes de
cualquier actuación echa hasta el hígado en el servicio del backstage de turno.
Después de ser el centro de las burlas de alguna que otra banda con la que
llegarán, incluso, a las manos, deciden intentar presentarse al festival local
de bandas noveles conocido como Rocktoberfest. Objetivo alcanzado gracias a la
insistencia de Lily ante su jefe, el dueño de la sala donde se celebrará dicho
evento.
Está claro que en estas condiciones el resto de la banda,
Lily, nombrada anteriormente, a los teclados, Kervinen al bajo y Oso a las
baquetas, no pueden avanzar en su proyecto musical. Ante este dilema, como era
de esperar, no les queda otra alternativa que buscar un voceras que se atreva
con todo. Es aquí donde aparece el inmigrante turco Aydin que, para aumentar el
índice de envidia de Aksel, también le da a las seis cuerdas. Después de una
breve prueba, Aydin consigue el puesto de frontman de “Perkeros”. Comienzan los
ensayos para participar en el festival aliñados con los problemas de pareja de
Aksel y el descubrimiento de las verdaderas personalidades Kervinen y Oso.
Puede que esta sea la parte más interesante del cómic porque es donde nos
encontraremos con la humanidad, propiamente dicha, de cada uno de los
personajes. Todo dará un vuelco cuando se tengan que enfrentar a los poderes
que cierta banda rival tiene para conseguir la cúspide del éxito. Con todo
esto, Ahohen nos ofrece un guion repleto de momentos cotidianos en cualquier
grupo aliñados con todo lo que se cuece alrededor de cada uno de sus miembros.
Nada fuera de lo normal, excepto por ese “don” especial de sus rivales. Quizá
lo más llamativo sea el poder instructivo del viejo Kervinen. Por lo demás,
poco que aportar a un tema que habrás vivido a través de lo que te puedas
encontrar en cualquiera de las bandas donde hayas podido militar o, si no es el
caso, por medio de los relatos de bandas que conozcas, o hayas conocido,
personalmente.
No es que la labor del guionista sea mala, para nada, es que
se sale poco de lo común. Nada que ver con el poder gráfico Alare. Hacía mucho
tiempo que no me impactaba tanto un conjunto de viñetas. Tiene un estilo y
distribución en el papel tan personal que todo se expande página tras página
con sus fuertes y apagados colores, la tremenda expresividad de las caras y
cuerpos de los personajes o las formidables representaciones de los conciertos.
A parte de esto, la presentación de la obra es la labor es lo más destacable, a
mi parecer, de la misma. Muy grande el dibujante en todos los sentidos.
Entonces… ¿Por qué ese sabor agridulce? No es realmente porque me haya gustado
más o menos la historia en sí que, vuelvo a insistir, merece la pena conocer y
leer. La parte agria se centra totalmente en la edición de este elenco de
páginas y lo ilegible, literalmente, de muchos de sus bocadillos. Cómo es
posible que una editorial como Panini haya hecho el esfuerzo de presentarnos
este elenco de hojas para acabar poniéndonos ante la vista diálogos que no
tienen pausa entre frase y frase o, peor aún, que se encuentran totalmente
ocultos entre los colores que Alare usa con destreza. Os diré que al principio
pensé que esto formaba parte de la trama, pero, una vez que fui avanzando en la
lectura del cómic, no tuve más remedio que aceptar que se trataba de un fallo
monumental.
Sea como fuere, si os apetece pasar un buen rato disfrutando
de las vivencias de esta banda, no dudéis en acercaros a su mundo. No faltan
momentos alegres, las típicas peleas entre los miembros de un grupo, así como
la competencia con otros del mismo estilo, y un final totalmente inesperado.
“Perkeros” es puro Rock, algo esencial para much@s de nosotr@s en nuestras
vidas.
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