“Esta ley no la tocaremos. Hay ciertos
valores tradicionales de nuestra sociedad que debemos preservar”. Palabras de
la presidenta de Liberia y premio Nobel de la Paz en 2011, Ellen
Johnson-Sirleaf.
Durante todo este mes de Junio, como
todos los años, se celebrará el Orgullo Gay en muchas ciudades del Estado y
otras tantas allende de nuestras fronteras. En esas celebraciones, además de
fiesta y jolgorio, que viene bien, no estaría de más, nunca debe estarlo, el
acordarse de la situación que viven millones de personas pertenecientes al
colectivo LGBT en muchas partes del planeta. Me parece bastante frívolo que
todo se quede en lo superficial de un desfile, música, alcohol, drogas y sexo.
De ser así es que algo está fallando en todo lo referente al concepto de
Orgullo y, por lo que veo, es una pena que vayamos en esa dirección. Para
cambiar de rumbo y ponernos delante de la cruda realidad están obras como la de
Marc Serena, “Esto No es Africano”. Son libros que hacen que tengamos los pies
en el suelo y no subidos en una carroza continuamente.
Mar Serena es todo un trotamundos, para
la edad que tiene. Ha estado en unos setenta países y es considerado por la
revista “Viajar” como uno de los grandes viajeros españoles del siglo XXI. Este
periodista barcelonés se hizo célebre con su obra “La Vuelta De Los 25” a raíz
de la cual creó un blog que acabó siendo considerado, en su momento, por “Lonely
Planet” como el mejor del mundo en lengua no inglesa. Una vez dicho esto,
pienso que el valor real de su último trabajo reside en que además de irnos
contando todo lo interesante, política, social, cultural o gastronómicamente
hablando, de los Estados por los que pasa tiene un objetivo claro que no es
otro que encontrarse con personas reales que nos cuentan cómo viven su homosexualidad
en todos ellos. Me parece una tarea valiente aparte de arriesgada y necesaria,
tanto para él como para aquellos y aquellas entrevistados en este libro.
“Esto No Es Africano” es una expresión
utilizada a lo largo y ancho del continente para referirse a todos esos amores
que no son entre hombre y mujer. A esto hay que sumarle la creencia de que la
homosexualidad en África es algo antinatural procedente de una mala influencia
occidental. Este es el punto de partida que llevará a Marc a recorrer quince
países, de norte a sur y de este a oeste del continente, para encontrarse con
gays, lesbianas, bisexuales, trans e intersexuales del continente y darles la
voz que tan acallada y reprimida tienen en dichos lugares. Su aventura comienza
a unos treinta kilómetros de El Cairo visitando el yacimiento arqueológico de
Saqqara, donde se encuentra el bajo relieve de dos hombres enterrados juntos
hace 4.000 años, y acabará en las calles de Ciudad Del cabo, Sudáfrica,
entrevistándose con uno de los pocos imanes abiertamente gays del mundo, Muhsin
Hendricks. De Egipto va a Túnez donde se encuentra con Khouloud, una joven
amazigh que aun teniendo unos padres de izquierdas no acaban de aceptar que su
hija sea lesbiana. De aquí saltará a Argelia donde conocerá la apertura
enclaustrada de los cabarets nocturnos de Ain El Turk donde cantantes de raï
homosexuales viven el triunfo de su música teniendo que compartir el dinero
obtenido de sus dedicatorias con los dueños de estos locales. Una vez que se
sale por la puerta y se cierra el telón la realidad les engulle de nuevo.
Serena sigue sus andanzas por Marruecos para contarnos la desgarradora historia
de Said, oriundo de Kenitra y devuelto por las autoridades españolas después de
un intento fallido de inmigración. En Argelia, concretamente en Nuakchot,
quedará con Naforé, una chica nacida en París que vivió en Estados Unidos, de
la que piensan que es así porque en el extranjero le llenaron la cabeza de
falsedades y que no sabe si sería capaz de abandonar el país porque “después de
muchos años enjaulada debe ser difícil que te dejen libre”.
Senegal es el siguiente destino de este
asombroso libro. Aquí Guirane nos contará cómo pasó de ser un chico alegre y
estudioso de un pueblo del sur del país a prostituirse en las calles de Dakar.
Siempre con el miedo en el cuerpo, tanto por las agresiones como por el posible
encuentro con su hermano militar. Quizá el periodo que vivió en Cabo Verde y su
entrevista con la que fuera la diva de los pies descalzos, Cesária Évora, sea
uno de los pasajes más emotivos de la obra. Una cantante que apoyó a gays y
transexuales de su país y luchó por ellos hasta el final de sus días. En Costa
de Marfil Marc asistirá a una boda entre dos hombres pertenecientes a la
asociación Arc en Ciel Plus que hace de registro civil tanto en la unión como
en el posible divorcio. En Ghana se reúne con Merci y su hijo Titus. Ella es
una vendedora de fideos, él su hijo gay
que tiene la gran suerte de tener unos padres también gays en un país en donde
puedes acabar muy mal si se te acusa de ello. El momento de la visita a Camerún
es, para mí, el más emocionante y peligroso de esta gran aventura. Serena conoce a una de las grandes mujeres
defensoras de los derecho de la comunidad LGBT del país, la abogada Alice Nkom,
y está a punto de ingresar en una de sus cárceles durante la visita de ésta y
su ayudante a siete de sus defendidos. Uno de los pasajes que más me ha gustado
de la obra tanto por su fuerza como por su tensión.
John es gay y albino en Kenia. Un país
donde te pueden matar por ambas cosas y donde puedes explicar con palabras
científicas tu albinismo pero callar radicalmente tu homosexualidad. Con las
primeras puedes llegar a convencer de que no mereces morir, con el atrevimiento
de las segundas no tienes salvación. Gloria es intersexual y vive recluida en la
casa de su prima y el marido de ésta. Le aterra salir a las calles de Kampala,
la capital de Uganda, debido a las agresiones verbales y físicas que recibe a
pesar de haber conseguido aceptarse a sí misma. En Tanzania intentará saber
más, sin éxito, del asesinato de la transexual Alú y acabará en la otra punta
del país, en Tarime, concretamente, para conocer la vida de dos mujeres
casadas. Chengo es el primer transexual masculino de Zambia que ha pasado por
el quirófano. Tiene novia, Emilia, y le gusta jugar al billar con su amigo
Chan, también transexual, pero deben andarse con cuidado para no ser
denunciados a las autoridades.
El cierre del viaje en Sudáfrica y su
encuentro con el imán Muhsin Hendricks es un broche final perfecto para este
gran viaje. Merece mucho leer con detenimiento las reflexiones de este hombre
porque, independientemente de la religión o no que procesemos, habla pura y
sencillamente de humanidad, algo que se está perdiendo, no sólo en África sino
en todo el mundo. Mientras haya personas que sufran, sean agredidas, física o
verbalmente, acaben en la cárcel o muertas por su orientación sexual, ya sea en
Rusia, China, Nicaragua o Tanzania, libros y viajes como los de Marc Serena
serán algo más que necesarios. Y recordad que aquí, por muchas leyes que nos
permitan casarnos y nos protejan, cosa muchas veces ilusoria en el día a día de
personas LGBT de este Estado, tenemos, o deberíamos tener, la obligación de no
olvidarnos de aquellos que tienen que vivir con el miedo de acabar muertos por
ser como nosotras y nosotros. Tan simple y complicado, a la vez, como eso.
“Es cuestión de justicia. Nosotros
luchamos contra el Apartheid gracias al apoyo de todo el mundo porque las
personas negras éramos acosadas y sufríamos por una cosa que no podemos
cambiar, el color de nuestra piel. Es lo mismo que la orientación sexual, que
no se escoge. El Jesús al cual venero no colabora con aquellos que denigran y
persiguen una minoría oprimida”. Arzobispo Desmond Tutu. Premio Nobel de la Paz
de 1984.
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