martes, 17 de junio de 2025

Texto Mandrílico Junio 2025

 

LAS TILDES

 

Meses de preparativos para el concierto. Viaje, entrada, alojamiento y ubicación del recinto han sido revisados unas decenas de veces. Llega el momento de quedar en el lugar indicado a la hora señalada. En esta ocasión la aventura tiene un grado de singularidad, ya que es la primera vez que van a ir todos, los seis, en una furgoneta alquilada. Kilómetros de buen rollo, paradas para comer y atender ciertas necesidades fisiológicas y a seguir hasta alcanzar San Sebastián. Es la primera vez que pasea por sus calles y va como flotando de lo espectacular que le resulta.

Los mogollones antes del show no le resultan novedosos. Filas para entrar, gente que se agolpa delante de los puestos de comida y bebida sumados a los coches y las furgonas de la policía forman parte de este ecosistema sonoro y lumínico a donde él ha peregrinado en más de una y dos ocasiones. Cuando menos se lo espera, justo delante de su grupo, alguien es sacado de la fila por intentar acceder al recinto con una entrada falsa. Esto también forma parte del espectáculo. De pronto, se monta tal revuelo que, sin quererlo ni beberlo, se encuentra en medio de un grupo de chicos y chicas que se ven arrastrados por los uniformados a los coches con sirena.

De uno en uno, son cacheados e identificados. Algunos se quedan sin las sustancias que portaban para disfrutar de la función, otros se van de rositas y él termina pisando el interior de una de las lecheras. Le piden, sin demasiada amabilidad, que se siente, al tiempo que comprueban sus datos. De repente, el policía le comunica que se lo llevan a comisaría porque está en búsqueda y captura por un delito de robo con intimidación y violencia. El asombro es tal que le es imposible pronunciar palabra alguna durante unos segundos. Cuando están dispuestos a ponerle las esposas y trasladarlo al vehículo que le acercará a tan insigne instalación, cae en la cuenta de su dichoso segundo apellido, Garciá, no García.

Perdone, ¿ustedes han dicho bien mi nombre y apellidos cuando han investigado mis datos? Por supuesto, nos toman por tontos. Y le viene a la cabeza la típica y manida frase. ¿Y cómo han solicitado esos datos? A ver, pintas, que eres un pintas, ¿Tú no eres Julián Domínguez García? No, yo soy Julián Domínguez Garciá, con acento en la a final, no en la i. La cara del poli es todo un poema al escuchar esto. Vuelve a llamar a la central pidiendo información con estos nuevos datos. Felipe, a ver si te vas a pasar toda la tarde preguntando por el mismo tío, que aquí tenemos muchas cosas que hace, ¿eh? Que no es el mismo, cojones, compruébalo de una puta vez. Una vez verificados los datos, y sin pedir disculpas de ningún tipo, le obligan a bajar de la lechera y a largarse por donde ha venido. Es que hay que saber leer, que las tildes están para algo, le dice al policía a modo de despedida. Y mi porra también está para algo, así que o te vas largando o acabas siendo García en vez del dichoso apellido que tengas. No te lo voy a volver a repetir.

Vuelta con sus amigos con una anécdota más que contar y un concierto más que disfrutar. Lo demás es historia.


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