domingo, 6 de julio de 2025

Mi Paso Por El Rock Imperium 2025

 




Segunda visita que hago al Rock Imperium de Cartagena. He de reconocer que no iba con demasiadas expectativas por el tema del cartel, pero todo cambió desde el primer momento que pise el Batel. Como en cualquier festival que se tercie, ha habido cosas regulares, nunca, a mi entender, hay cosas malas, buenas y muy buenas. En cuanto a las regulares, empezaré comentando el cutrerío de que la pulsera del abono, no sé si las de días sueltos fueron iguales, fuera de la edición del 2023. No me puedo creer que un evento de estas características, con subvenciones y demás, no tenga presupuesto para sacar pulseras anuales. Luego está la peña que parece que van al festi como si fueran a la playa. Entiendo que tiren sus colchas, toallas o lo que sea a cierta distancia de los escenarios, pero eso de estar casi a veinte metros de los mismos es de traca, y encima se enfadan si les pisas sus trapitos. También te encuentras con l@s que se llevan las sillas de la zona de comida hasta casi en frente del escenario, y si te pones delante, con ell@s sentad@s, te cascan que te quites, que no ven.  Y, por último, esa falacia que nos venden de la hermandan del Metal. Teniendo nuestro punto de encuentro al lado de la zona de la peña con discapacidad, tuve que ayudar más de una vez a algun@ para que entrara en la caseta del servicio; a una chica por la zona de los olivos y de las sillitas quejicosas que iba empujando la silla de ruedas de otra chica la tuve que ayudar a pasar la zona del bordillo; y a otra chica que iba con una silla con una niña la tuve que agarrar la jarra de cerveza para que no se le vertiera mientras empujaba dicha silla. Y todo ante las miradas de es@s que luego van de Heavy Metal Brothers And Sister. Es que… Como aspectos buenos resaltaré la organización; el buen atender y la rapidez en la barra por parte de l@s camarer@s; la poca, pero buena variedad de comida, lo mejor, los bocadillos de toda la vida; y el buen rollo, en general, con toda la peña. Y como elementos muy buenos resalto el tremendo sonido con el que han actuado todas las bandas, a pesar de ciertos contratiempos; la limpieza de los servicios, mi más sincera enhorabuena a toda la gente, la mayoría mujeres, de este servicio; y el acierto con poner solo dos escenarios, lo del tercer escenario de ediciones anteriores se hacía un poco pesado. Sin más, pasamos a la parte estrictamente musical.

 

 


 

JUEVES




Para mí este Rock Imperim arrancó con Satan. Puede que yo aún no estuviera en modo festival, pero la nueva visita de Brian Ross a Cartagena, después de estar al frente de Blitzkrieg el año pasado, me pilló un poco en frío, a pesar del calor reinante. Empezaron con Tribal Fire a la que fueron añadiendo temas como Break Free, Ophidian o Testimony, para acabar cerrando con Alone In The Dock recordándonos por enésima vez que procedía de New Castle.




Lo de Gun ya sí que fue otra cosa. La banda de los Guzzi salió desde el minuto uno a comerse el escenario con Lucky Guy. Para cuando llegaron a la tercera canción, Don´t Say It´s Over, ya tenían al público donde ellos querían. El show fue creciendo en intensidad, así como el calor que debía estar pasando Dante Gizzi con la chaqueta puesta, con cortes como Money, Falling o la versión de Cameo Word Up!. Después de haberles visto en el famoso Monster Of Rock del 92, me alegré mucho de que sigan en muy buena forma, algo que demostraron con Take Me Back Home o la traca final con Steal Your Fire y Shame On You. Primera gran alegría del festival.





Qué decir de Airborne que no se haya dicho ya. Esta ha sido la primera vez que los veo y, para un acedeciano como el que escribe estos párrafos, son la caña. El grupo de los hermanos O´Keeffe rezuma AC/DC por los cuatro costados, algo que ya sabíamos. Joel es el showman indiscutible del concierto desde que pregunta eso de Ready To Rock, avanza con Too Much, Too Young, Too Fast y continúa con Burnout The Nitro. No para de correr y hasta se mete entre el público con Girls In Black, imita por enésima vez a Angus con las carreritas en plan baile del pato con It´s All For R&R para despedirse con Gutsy, no sin antes romper la lata de cerveza con la cabeza. Primera banda del día en hacer bises, muy solicitados por l@s presentes, donde dejaron caer Live It Up, Rock 'n' Roll For Life y el recuerdo a grito pelao para el gran Lemmy con Runnin' Wild, además de incluir partes del Dog Eat Dog y Let There Be Rock de quien ya sabemos. Con ellos sí que entré en modo festival, no era para menos.







Ver a King Diamond es siempre algo fuera de lo común. Esta ha sido la segunda vez que lo tenía en frente y, en mi opinión, ha sido uno de los grandes triunfadores de esta edición de Rock Imperium. La puesta en escena, los cambios de look según lo exigiera el guion marcado, la teatralidad con apoyo de la chica que comparte con él protagonismo, los musicazos que lleva y la otra músico que le hace coros y toca el saxo da como resultado un show de muy alto nivel. Como debía ser, echó a andar con Arrival y A Mansion In Darkness y ya nos tenía a tod@s con la vista clavada en el escenario. Helloween fue uno de los momentos que más disfruté de su show, sobre todo si la enganchas con Voodoo. Spider Lilly fue el corte que ofreció de lo que será la primera entrega de una trilogía basada en los sucesos de Saint Lucifer's Hospital en 1920, sobre los que también basa toda la decoración del escenario, teniendo una gran recepción. Vuelta al desenfreno con la aclamadísima Slepless Nights a la que siguió otro trallazo como es The Invisible Guests. Para cuando llegó el turno de Welcome Home aquello se había convertido en todo un ritual de música, espectáculo y conexión entre escenario y público. Algo que se acrecentó con Eye Of The Bitch, brutal, y Burn antes de despedirse. Regresó a las tablas para cerrar con la esperadísima Abigail. Conciertazo del danés que se me hizo cortísimo, pero ya sabemos lo que se dice de lo bueno y corto.





Kissin´Dynamite fue, para mí, la primera y gran sorpresa del festival. Ya los había escuchado con anterioridad y había leído algunas críticas de sus actuaciones, pero comprobé todo lo bueno que se dice de ellos en esta jornada del Rock Imperium. Los alemanes se entregaron desde el arranque con Back With A Bang y DNA. Siempre con el cantante Johannes Braun dándolo todo y conectando con el público, como debe ser por su parte, fueron cayendo No One Dies A Virgin, I've Got the Fire o I Will Be King. La escasa hora que tenían la aprovecharon más que bien, dejando claro que The Devil Is A Woman, esta me encantó, y Only The Dead son cortes de muy gran nivel metalero. You're Not Alone fuel preludio del final de su concierto, no sin olvidarse de Raise Your Glass como cierre. Tenía muchas ganas de verlos y, desde luego, ha merecido mucho la pena hacerlo. Primera jornada superada con nota, tanto por el ambiente como por la música.





 

VIERNES



Por mi parte, la segunda jornada echó a andar con los murcianos Hitten, y no me defraudaron. Eso sí, las horas a las que actuaron me pillaron refugiado en la zona de los olivos rodeado, como ya he dicho, de esa madeja de sillas y sus culos que parecía más estar en el cine que en un festival. Con el vocalista Alexx Panza al frente, rodeado de unos músicos de muy alto nivel, como son los guitarras Dani Meseguer y Johnny Lorca, y una gran base rítmica a cargo de Horacio «Satán» Rodríguez y Willy Medina, lo dieron todo con su Heavy Metal muy en la onda de la NWOBHM. Disfruté mucho viendo y escuchando temas como Mr. Know It All, Blood From A Stone o In the Heat Of The Night, entre otros. Mi más sincera enhorabuena. A ver si hay oportunidad de que nos volvamos a cruzar pronto.




La otra banda murciana del día, 91 Suite, fue otro alarde de música, aunque bien distinto a la anterior. Siempre he sido de la opinión de que este tipo de grupos solo con que hubieran sido de cualquier país europeo en vez de Murcia, habrían tenido ya muchísima más repercusión. Lo dejan claro con la interpretación de temas como Give Me The Night, All For Love o Hard Rain. Jesús Espín en un gran vocalista, esto lo demuestra unido a la maestría de sus guitarras, Paco Cerezo e Iván González, y demás miembros de la formación. Wings Of Fire y See The Light fueron las encargadas de cerrar un concierto que mereció mucho la pena vivir. Les deseo lo mejor y que consigan de una vez alcanzar el estatus que se merecen.






Amaranthe y sus tres vocalistas fueron l@s encargad@s de dar continuidad al festival. No es que yo sea muy fan de ell@s, pero me gustó verles en directo y sentir cómo su masa de seguidores/as lo daban todo con Fearless, esta fue con la que empezaron, Damnation Flame o Strong. Sí que es verdad que esa apuesta que hacen, vocalmente hablando, les resulta y da lugar a cambios y momentos buenos como los experimentados con The Catalyst, Amaranthine o Call Out My Name. La poca más de una hora que tuvieron la aprovecharon al máximo hasta cerrar con That Song y Drop Dead Cynical. Lo pasé bien con ell@s, sin más.






Muchísima era la expectación por ver a los Stryper. A pesar de los años y los cambios de formación, los vi en buena forma, con un Robert Sweet a las baquetas dándolo todo, un Michael Sweet como solista muy entregado, Perry Richardson ejerciendo una gran labor a las cuatro cuerdas y un Oz Foz que se echa a las espaldas la conexión con el público a través de su ya inconfundible voz y de su guitarra. Buen arranque con Sing-Along Song y Calling On You, de su trabajo más famoso, para seguir avanzando con Free y Divider, esta última como indicativo de que no solo viven del pasado. Fue un show poco llamativo, sin siquiera un mísero telón, pero Sorry y Loud 'N' Clear no parecieron necesitarlo. Salto a sus inicios con The Rock That Makes Me Roll y Surrender antes de seguir adelante con All For One y More Than A Man. Lo que sí hubo fue el lanzamiento de biblias, siempre me he preguntado qué habrá escrito en estos ejemplares que tan cristianamente regalan. Otro clásico más como es Always There For You dio paso a No More Hell To Pay. Pasaron de puntillas por su último trabajo con la homónima When We Were Kings al tiempo que se acercaban al final con The Valley. Como era de esperar, la traca final vino a cargo de Soldiers Under Command y To Hell With The Devil, cantada con el apoyo de tod@s l@s presentes. A mi entender, no fue un mal concierto, pero sí que fue excesivamente sobrio. Bandas que estaban en otros puntos y momentos del cartel, tanto en esa jornada como en otras, tuvieron más entrega a la hora de las luces y puesta en escena. Sí que es verdad que podrían haber pisado las tablas algo más tarde y disfrutar de esta forma de todas las luces, pero los festivales son así y hay que aprovechar el momento que te toca. Algo que no vi del todo por parte de los norteamericanos.







La verdad es que no sé bien cómo afrontar lo vivido en el Rock Imperium con Scorpions. Parto de que soy un gran fan de los alemanes y de haberlos visto ya ni sé cuántas veces desde aquel fatídico concierto donde un maldito yanki asesinó a un chaval en el Rayo Vallecano. Saber que han sido, y uso el pasado a conciencia, unos devoradores de escenarios, con carreras, saltos y demás, y verles ahora me produce una mezcla de tristeza y rabia. En serio, después de estos 60 años de carrera que están celebrando, bien merece la pena parar de una vez. Arrancaron con Coming Home y engancharon directamente con Gas In The Tank, y ya vimos que Meine no estaba para muchos trotes, ni vocal ni físicamente. Make It Real y The Zoo siempre son apuestas seguras que dieron paso a Coast To Coast para que el vocalista se tomara un descanso antes de apoyar como un guitarra más. El popurrí de la época Uli Jon Roth, Top of the Bill / Steamrock Fever / Speedy's Coming / Pictured Life / Catch Your Train, suele dejar un poco frío a parte de l@s presentes, pero un servidor lo disfruta como fan desde esa época. Bad Boys Running Wild puso a todo dios a saltar y dio paso a la instrumental Delicate Dance, con apoyo del guitarrista Ingo Powitzer. Con Send Me An Angel se empezaron a agudizar las carencias vocales actuales de Klaus, algo que se solventó con el público desgañitándose con Wind Of Change. Otra que dejó un poco parado al personal fue Loving You Sunday Morning, prefiero pensar que por desconocimiento del tema. Pero para solucionarlo está Mike Dee y su solo de batería antes de que la banda al completo regresara con Big City Nights y la siempre esperada Still Loving You. Parón y aparición de un enorme escorpión hinchable, que se apoderó de las tablas como preludio del cierre con Blackout y Rock You Like A Hurricane. Lo dicho, una gran producción de luz, sonido, muñecos y demás, pero, como se suele decir, quién te ha visto y quién te ve. Y lo recalco como gran seguidor de la banda desde que cayó en mis manos el Tokyo Tapes con apenas 14 años.







Me lo pasé muy bien con Gloryhammer. De hecho, me sirvieron un poco para dejar atrás el disgusto de Scorpions. Se entregaron desde antes de arrancar, consiguiendo que todo el mundo cantara el hit de Tom Jones Delilah. Una intro dio paso al primer cañonazo, The Land Of Unicorns, y ya comprobamos el buen estado de forma del vocalista Sozos Michael. Avanzaron con He Has Returned y Fly Away para convertir su show en una verdadera fiesta donde la conexión con el público no solo viene a cargo del cantante, el bajista James Cartwright también entra en esas lides. Para cuando llegó el momento de Angus McFife estábamos tod@s pendientes del escenario sin parpadear y poc@s esperábamos que sonara la mítica sintonía de Strauss, Así Habló Zaratustra. Siguieron adelante con Wasteland Warrior Hoots Patrol, la siempre esperada Gloryhammer y On A Quest for Aberdeen. Aún quedarían algunos fogonazos por caer como Keeper of the Celestial Flame of Abernethy o Hootsforce, antes del final con The Unicorn Invasion Of Dundee. Me gustaron y mucho estos escoceses, espero volver a cruzarme con ellos pronto.




Hasta aquí mi jornada del viernes. Aún quedaban otras dos más donde el cansancio se iría acumulando, pero resistimos hasta el final.

 

SÁBADO




Tanto este día como el domingo fueron de los más temprano que nos presentamos en el recinto. Tenía mucho interés en ver a FM y no me defraudaron lo más mínimo. Eso sí, me tuve que refugiar en la zona olivos para evitar el solazo que estaba cayendo. Una banda así debería haber estado más arriba en el cartel, pero así son los festivales. Digging Up the Dirt y I Belong To The Night fueron las encargadas de abrir el show de los británicos. La elegancia de la puesta en escena y la gran voz de Steve Overland relucieron en temas como Killed By Love o Let Love Be The Leader, siempre con el apoyo de ese elenco de músicos que consiguen que All Or Nothing, That Girl y Bad Luck suenen con la calidad que se merecen. Los ecos de la despedida llegaron con Tough It Out y se hicieron palpables con Turn This Car Around cuando nos lo estábamos pasando mejor, como suele pasar. Otro de mis conciertos del festival.





Michael Monroe es todo un showman que desborda energía y sabe meterse al público en el bolsillo desde el momento que sale a escena, algo que hizo con Turn This Car Around y I Live Too Fast to Die Young. Se puede decir que asistimos al concierto más festivo y loco del festival. Y es que el finlandés sabe dónde agarrarse, y tirar de clásicos de Hanoi Rocks como Motorvatin' y I Can't Get It, sumados a la versión de Nazareth Not Faking It, son una apuesta segura. Vuelta a su carrera en solitario con Man With No Eyes y Soul Surrender y Stained Glass Heart. Se subió por las columnas, bajó al foso, saludó y brincó al tiempo que dejaba caer Old King's Road, '78 o Ballad Of The Lower East Side. Y vuelta a los Hanoi Rocks con Don't You Ever Leave Me, Back To Mystery City y Malibu Beach Nightmare, entre las que incrustó la de Demolition 23 Hammersmith Palais. Y como broche una versión de mis queridísimos CCR, Up Around The Bend. Qué más se puede pedir. Todo un lujo poder haber disfrutado de Michael Monroe y su bandaza, y todo un acierto por parte de la organización el haberle metido en el cartel.





A pesar del gran concierto que ofreció Leprous, no estoy seguro de que llegaran a conectar con el público más allá de sus fieles. Con indumentaria estrictamente negra, arrancaron Silently Walking Alone y The Price, y quizá no fue hasta la llegada de Like A Sunken Ship cuando se empezó a notar movimiento. Pero ellos habían venido a eso, a darlo todo, y Below o From The Flame dieron fe de ello. Atonement y The Sky Is Red sirvieron de despedida de un show que, a mi entender, nunca llegó a donde se esperaba, y no por parte de los músicos, puede que fuera una mezcla de cosas entre las que está que son el tipo de banda que se crece en salas o recintos de medio aforo.





La llegada de Blind Guardian fue otro de los momentos clave del festival. La peña empezó a acumularse delante del escenario de manera masiva.  Cuando sonaron los primeros acordes de The Ninth Wave seguida de Blood Of The Elves aquello explotó por los cuatro costados. He de reconocer que no soy muy de Power Metal, pero la legión de seguidores/as quedó bien patente en Cartagena. Fans que alucinaban al tiempo que los alemanes dejaban caer Tanelorn (Into The Void), Time Stands Still (At The Iron Hill) y Violent Shadows. Hay ocasiones en las que el hecho de estar situado atrás del todo, y más con la vista que te ofrece el Batel por estar los escenarios situados abajo, te contagia de lo que estás viendo. Eso fue lo me ocurrió durante este concierto, me contagié de la entrega, del sonido y el buen rollo por ambas partes y disfruté muchísimo con A Past And Future Secret, Majesty o And The Story Ends. De este modo, en la traca final, sobre todo con Valhalla, aquello fue una verdadera locura. Cerraron su gran concierto con Mirror Mirror, dejando claro por qué son quienes son dentro del Power Metal.





Sentí a The Cult igual de fríos y distantes que las dos otras veces que los he visto. Me sorprendió mucho su incorporación como cabeza de cartel, pero esto es lo que hay. Después de lo anterior, les hice caso a cachos y a ratos. Aguanté las primeras canciones, hasta The Witch; me fui a cenar tranquilamente mientras sonaba de fondo C.O.T.A. o Lucifer y volví al lugar que teníamos como punto de encuentro escuchando de fondo Rain y Spiritwalker. Desde este lugar asistí a la despedida anterior a los bises y vi cómo regresaban para decir adiós con Fire Woman y Love Removal Machine. La siempre encontrada relación entre Astbury y Duffy puede que influyera en que este soltara la guitarra y ni se acercara a su compañero de fatigas para despedirse del público durante las presentaciones. No sé, lo poco o mucho que vi se me hizo algo tenso y monótono, supongo que l@s fans de los ingleses tendrán una visión diametralmente distinta.





Vuelta al Power Metal con Rhapsody Of Fire y vuelta al disfrute del directo. Con una producción un poco más currada que los alemanes, estos italianos venía a por todas, y lo demostraron con creces desde el arranque con Unholy Warcry y Rain Of Fury. Giacomo Voli sabe cómo comunicarse con el público y hacerle cantar temas como I'll Be Your Hero, Challenge The Wind o Chains Of Destiny. La base rítmica a cargo de Alessandro Sala al bajo y Paolo Marchesich a los parches dejó su buena impronta en Chains of Destiny. El sonido medieval lo inundó todo con Warrior Heart para luego dar paso a esa entrada de guitarra de Roberto De Micheli, siempre en contraste con las teclas de Alex Staropoli, en Kreel’s Magic Staff. Creo que nadie pudo quedarse quiet@ cuando dejaron caer A New Saga Begins, mucho menos con Land Of Immortals. Y para el cierre la acelerada y cañera Emerald Sword. Desde luego fue una gran noche para el Power Metal, si no me hago seguidor del género después de esto, no me hago nunca jeje.










Acabado el arrolle de los italianos, nos tomamos un respiro con el inicio de los daneses Manticora antes de regresar a nuestro hotel. Lo que teníamos por delante el domingo prometía y, desde ya, os digo que la jornada siguiente, en general, no me defraudó.

 

DOMINGO




Al final nos enteramos bien de la razón por la que uno de los grandes de la Bay Area de San Francisco, como son Death Angel, tocaron a la hora que lo hicieron, las cuatro de la tarde con un solazo del copón. Yo no me moví apenas de la sombra de uno de los servicios que estaban pegados a la zona de discapacitad@s, con eso lo digo todo. Y si me planté allí siendo consciente de tal tostaera es porque soy un gran seguidor de la banda de Mark Osegueda y Rob Cavestany desde sus comienzos. Para comenzar se marcaron Mistress Of Pain y la grandiosa Voracious Soul. De su primer trabajo saltaron al último con I Came For Blood antes de dar paso a otro cañón como es Buried Alive. Sin moverme más de medio metro para evitar achicharrarme, no paré de saltar con The Moth y con Wrath (Bring Fire), mientras Osegueda no paraba de soltar Fuck por esto por aquello y por todo lo que se le venía a la cabeza. Cierre colosal con Thrown To The Wolves de un concierto que se hizo corto y fuera de lugar por el momento del día. Es lo que nos tocó pagar por ser el último show de su gira europea y por los ajustes de vuelo de los norteamericanos antes de volver a su país.





Municipal Waste me recordó a esos grupos cañeros que, a la vez, son de lo más divertidos. La peña no dejó de hacer pogos desde Garbage Stomp y Sadistic Magician / Slime and Punishment. Gente montando polvareda o subida en barcas de plástico por encima de las cabezas, en tanto que el cantante Tony Foresta pedía más y más interpretando You're Cut Off o Wave Of Death. El follón continuó a base de guitarrazos y caña de la buena con Restless And Wicked y Crank The Heat. Y un nuevo Circle Pit para Under The Waste Command hasta alcanzar el final con, no podía ser de otra forma, Born To Party. Buen concierto que, para el calor que hacía, puso a much@s a desmadrarse como loc@s.





DAD nunca me dijeron demasiado y tampoco lo hicieron ahora. Así que fue una más de esas actuaciones que dedicamos a dar vueltas por la zona de puestos y a comer algo. Soen era una de las bandas que más ganas tenía de ver. Sobre todo, porque ya los había visto en sala y me invadía la curiosidad de verlos en un escenario al aire libre. Desde que comenzó a sonar Sincere y luego Martyrs me tuvieron desgañitándome todo el show. Joel Ekelöf es un vozarrón andante, y así lo demostró en dos pedazos de canciones como son Memorial y Lascivious. Unbreakable ha venido para quedarse permanente en el set list de los suecos, la respuesta de l@s presentes lo dejó bien claro. Más tralla aún con Deceiver y Monarch y esos ritmos que imprime Martín López a la batería. No hay que olvidar la labor de los guitarras Cody Lee Ford, no se le quitó la sonrisa de la cara en todo el concierto, y Lars Enok Åhlund, ver a este grandullón tocar el teclado es algo ya espectacular de por sí, antes de darnos un respiro con la grandiosa Illusion. López fue, normal, el encargado de saludar al público en castellano antes de introducir Modesty. El medio tiempo de Lotus no sirvió de descanso ante la llegada de Antagonist, puede que este sea mi tema preferido de ellos. Cierre por todo lo alto con Violence de un show que me supo a poco, que me hizo sudar y que, de haber sido solo una hora más tarde para poder disfrutar de las luces, habría sido mucho más potente de lo que ya de por sí fue.









Estoy convencido de que In Flames han sido otro de los grupos triunfadores de esta edición del Rock Imperium. Con su eterno vocalista Anders Fridén al frente, custodiado por los guitarras Björn Gelotte, alguien que imprime dureza e imagen a la banda a partes iguales, y Chris Broderick, empezaron a repartir cera con Pinball Map y The Great Deceiver. Aunque se notó algo el bajón de asistencia, no demasiado, por ser domingo, parece que esto no influyó con la cantidad de peña que se colocó delante del escenario para disfrutar de trallazos como In The Dark o Coerced Coexistence. El bajista Liam Wilson y el batería Tanner Wayne conseguían que el concierto fuera como un muro sónico en momentos como Trigger, Only For The Weak y State of Slow Decay. Un pequeño respiro, si se puede llamar así, con Alias antes de volver a lo suyo con The Mirror's Truth y I Am Above. Con la noche ya bien entrada llegó el final con las poderosas Take This Life y My Sweet Shadow. Me gustaron muchísimo, no sé si por las ganas que tenía de verlos por primera vez, por la gran conexión creada entre banda y público o porque son quienes son, a pesar de merecer más reconocimiento del que ya tienen. Muy grandes In Flames.





Bueno, bueno, el señor Till Lindemann vino a provocar, y mucho, que es lo que mejor se le da. Un escenario con unos instrumentos en rojo total, color que usaron tod@s los músicos como indumentaria, sirvió para que dicha provocación aumentara aún más. Todo arrancó con Zunge y Schweiss, pero realmente echó a andar con las imágenes de Fat sin censurar. Los caretos del frontman competían con los del travestido batería durante la interpretación de Altes Fleisch y Golden Shower, con este título os dejo que le deis a la imaginación. La intensidad no bajó ni un grado con Sport Frei o Praise Abort. Pero, sin duda alguna, uno de los momentos clave del concierto fue lo vivido durante Allesfresser con el batería y algún/a músico lanzando tartas al público ante las órdenes del cantante. Después de esto, no quiero ni pensar cómo se sentirían aquell@s a los que embadurnaron. Pero ahí no acabó la cosa, con Fish On lo que lanzaron fue pescado. Menudo plan que te den con una sardina en la cara en pleno concierto. Más tarde, con Platz Eins Till, se dio todo un paseo entre l@s presentes, primero acarreado sentado en un sillón y luego a pie. Paró un poco con la acústica Knebel, posterior a truenos como son Du Hast Kein Herz y Skills in Pills, y no se olvidó de la versión de Héroes del Silencio, Entre Dos Tierras, antes de despedirse con la potentísima Ich Hasse Kinder y la grabación de Home Sweet Home. Me topé con peña totalmente escandalizada, otr@s que no salían de su asombro y algun@ más que habían flipao en colores. Yo me lo pasé en grande con él, con sus músicos, con su propuesta y su puesta en escena y, ante todo, con esos temas que son pura caña.






Después de cuatro días, pocas fuerzas nos quedaban ya para Mind Driller. Esperamos a que se despejara un poco el recinto y salimos con la sensación de haber vivido un gran festival. Las pocas expectativas que llevábamos se diluyeron desde las primeras horas del jueves. Rock Imperium sigue siendo un festival que avanza a pasos agigantados, sobre todo por la buena organización, la limpieza y el buen hacer de las bandas. Aún no sé si iré el año que viene, pero tiene muchas papeletas para que así sea. Mi más sincera enhorabuena, y a mejorar lo mucho o poco que haya que mejorar.





 

 


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