Segunda visita que hago al Rock Imperium de Cartagena. He de
reconocer que no iba con demasiadas expectativas por el tema del cartel, pero
todo cambió desde el primer momento que pise el Batel. Como en cualquier
festival que se tercie, ha habido cosas regulares, nunca, a mi entender, hay
cosas malas, buenas y muy buenas. En cuanto a las regulares, empezaré
comentando el cutrerío de que la pulsera del abono, no sé si las de días
sueltos fueron iguales, fuera de la edición del 2023. No me puedo creer que un
evento de estas características, con subvenciones y demás, no tenga presupuesto
para sacar pulseras anuales. Luego está la peña que parece que van al festi
como si fueran a la playa. Entiendo que tiren sus colchas, toallas o lo que sea
a cierta distancia de los escenarios, pero eso de estar casi a veinte metros de
los mismos es de traca, y encima se enfadan si les pisas sus trapitos. También
te encuentras con l@s que se llevan las sillas de la zona de comida hasta casi
en frente del escenario, y si te pones delante, con ell@s sentad@s, te cascan
que te quites, que no ven. Y, por
último, esa falacia que nos venden de la hermandan del Metal. Teniendo nuestro
punto de encuentro al lado de la zona de la peña con discapacidad, tuve que
ayudar más de una vez a algun@ para que entrara en la caseta del servicio; a
una chica por la zona de los olivos y de las sillitas quejicosas que iba
empujando la silla de ruedas de otra chica la tuve que ayudar a pasar la zona
del bordillo; y a otra chica que iba con una silla con una niña la tuve que
agarrar la jarra de cerveza para que no se le vertiera mientras empujaba dicha
silla. Y todo ante las miradas de es@s que luego van de Heavy Metal Brothers
And Sister. Es que… Como aspectos buenos resaltaré la organización; el buen
atender y la rapidez en la barra por parte de l@s camarer@s; la poca, pero
buena variedad de comida, lo mejor, los bocadillos de toda la vida; y el buen
rollo, en general, con toda la peña. Y como elementos muy buenos resalto el
tremendo sonido con el que han actuado todas las bandas, a pesar de ciertos contratiempos;
la limpieza de los servicios, mi más sincera enhorabuena a toda la gente, la
mayoría mujeres, de este servicio; y el acierto con poner solo dos escenarios,
lo del tercer escenario de ediciones anteriores se hacía un poco pesado. Sin
más, pasamos a la parte estrictamente musical.
JUEVES
Para mí este Rock Imperim arrancó con Satan. Puede que yo aún
no estuviera en modo festival, pero la nueva visita de Brian Ross a Cartagena,
después de estar al frente de Blitzkrieg el año pasado, me pilló un poco en frío,
a pesar del calor reinante. Empezaron con Tribal Fire a la que fueron
añadiendo temas como Break Free, Ophidian o Testimony,
para acabar cerrando con Alone In The Dock recordándonos por enésima vez
que procedía de New Castle.
Lo de Gun ya sí que fue otra cosa. La banda de los Guzzi
salió desde el minuto uno a comerse el escenario con Lucky Guy. Para
cuando llegaron a la tercera canción, Don´t Say It´s Over, ya tenían al
público donde ellos querían. El show fue creciendo en intensidad, así como el
calor que debía estar pasando Dante Gizzi con la chaqueta puesta, con cortes
como Money, Falling o la versión de Cameo Word Up!.
Después de haberles visto en el famoso Monster Of Rock del 92, me alegré mucho
de que sigan en muy buena forma, algo que demostraron con Take Me Back Home
o la traca final con Steal Your Fire y Shame On You. Primera gran
alegría del festival.
Qué decir de Airborne que no se haya dicho ya. Esta ha sido
la primera vez que los veo y, para un acedeciano como el que escribe estos
párrafos, son la caña. El grupo de los hermanos O´Keeffe rezuma AC/DC por los
cuatro costados, algo que ya sabíamos. Joel es el showman indiscutible del
concierto desde que pregunta eso de Ready To Rock, avanza con Too
Much, Too Young, Too Fast y continúa con Burnout The Nitro. No para
de correr y hasta se mete entre el público con Girls In Black, imita por
enésima vez a Angus con las carreritas en plan baile del pato con It´s All
For R&R para despedirse con Gutsy, no sin antes romper la lata
de cerveza con la cabeza. Primera banda del día en hacer bises, muy solicitados
por l@s presentes, donde dejaron caer Live It Up, Rock 'n' Roll For
Life y el recuerdo a grito pelao para el gran Lemmy con Runnin' Wild,
además de incluir partes del Dog Eat Dog y Let There Be Rock de
quien ya sabemos. Con ellos sí que entré en modo festival, no era para menos.
Ver a King Diamond es siempre algo fuera de lo común. Esta
ha sido la segunda vez que lo tenía en frente y, en mi opinión, ha sido uno de
los grandes triunfadores de esta edición de Rock Imperium. La puesta en escena,
los cambios de look según lo exigiera el guion marcado, la teatralidad con
apoyo de la chica que comparte con él protagonismo, los musicazos que lleva y
la otra músico que le hace coros y toca el saxo da como resultado un show de
muy alto nivel. Como debía ser, echó a andar con Arrival y A Mansion
In Darkness y ya nos tenía a tod@s con la vista clavada en el escenario. Helloween
fue uno de los momentos que más disfruté de su show, sobre todo si la enganchas
con Voodoo. Spider Lilly fue el corte que ofreció de lo que será
la primera entrega de una trilogía basada en los sucesos de Saint Lucifer's
Hospital en 1920, sobre los que también basa toda la decoración del escenario,
teniendo una gran recepción. Vuelta al desenfreno con la aclamadísima Slepless
Nights a la que siguió otro trallazo como es The Invisible Guests.
Para cuando llegó el turno de Welcome Home aquello se había convertido
en todo un ritual de música, espectáculo y conexión entre escenario y público.
Algo que se acrecentó con Eye Of The Bitch, brutal, y Burn antes
de despedirse. Regresó a las tablas para cerrar con la esperadísima Abigail.
Conciertazo del danés que se me hizo cortísimo, pero ya sabemos lo que se dice
de lo bueno y corto.
Kissin´Dynamite fue, para mí, la primera y gran sorpresa del festival. Ya los había escuchado con anterioridad y había leído algunas críticas de sus actuaciones, pero comprobé todo lo bueno que se dice de ellos en esta jornada del Rock Imperium. Los alemanes se entregaron desde el arranque con Back With A Bang y DNA. Siempre con el cantante Johannes Braun dándolo todo y conectando con el público, como debe ser por su parte, fueron cayendo No One Dies A Virgin, I've Got the Fire o I Will Be King. La escasa hora que tenían la aprovecharon más que bien, dejando claro que The Devil Is A Woman, esta me encantó, y Only The Dead son cortes de muy gran nivel metalero. You're Not Alone fuel preludio del final de su concierto, no sin olvidarse de Raise Your Glass como cierre. Tenía muchas ganas de verlos y, desde luego, ha merecido mucho la pena hacerlo. Primera jornada superada con nota, tanto por el ambiente como por la música.
VIERNES
Por mi parte, la segunda jornada echó a andar con los
murcianos Hitten, y no me defraudaron. Eso sí, las horas a las que actuaron me
pillaron refugiado en la zona de los olivos rodeado, como ya he dicho, de esa
madeja de sillas y sus culos que parecía más estar en el cine que en un
festival. Con el vocalista Alexx Panza al frente, rodeado de unos músicos de
muy alto nivel, como son los guitarras Dani Meseguer y Johnny Lorca, y una gran
base rítmica a cargo de Horacio «Satán» Rodríguez y Willy Medina, lo dieron
todo con su Heavy Metal muy en la onda de la NWOBHM. Disfruté mucho viendo y
escuchando temas como Mr. Know It All, Blood From A Stone o In
the Heat Of The Night, entre otros. Mi más sincera enhorabuena. A ver si
hay oportunidad de que nos volvamos a cruzar pronto.
La otra banda murciana del día, 91 Suite, fue otro alarde de
música, aunque bien distinto a la anterior. Siempre he sido de la opinión de
que este tipo de grupos solo con que hubieran sido de cualquier país europeo en
vez de Murcia, habrían tenido ya muchísima más repercusión. Lo dejan claro con
la interpretación de temas como Give Me The Night, All For Love o
Hard Rain. Jesús Espín en un gran vocalista, esto lo demuestra unido a
la maestría de sus guitarras, Paco Cerezo e Iván González, y demás miembros de
la formación. Wings Of Fire y See The Light fueron las encargadas
de cerrar un concierto que mereció mucho la pena vivir. Les deseo lo mejor y
que consigan de una vez alcanzar el estatus que se merecen.
Amaranthe y sus tres vocalistas fueron l@s encargad@s de dar
continuidad al festival. No es que yo sea muy fan de ell@s, pero me gustó verles
en directo y sentir cómo su masa de seguidores/as lo daban todo con Fearless,
esta fue con la que empezaron, Damnation Flame o Strong. Sí que
es verdad que esa apuesta que hacen, vocalmente hablando, les resulta y da
lugar a cambios y momentos buenos como los experimentados con The Catalyst,
Amaranthine o Call Out My Name. La poca más de una hora que
tuvieron la aprovecharon al máximo hasta cerrar con That Song y Drop
Dead Cynical. Lo pasé bien con ell@s, sin más.
Muchísima era la expectación por ver a los Stryper. A pesar
de los años y los cambios de formación, los vi en buena forma, con un Robert
Sweet a las baquetas dándolo todo, un Michael Sweet como solista muy entregado,
Perry Richardson ejerciendo una gran labor a las cuatro cuerdas y un Oz Foz que
se echa a las espaldas la conexión con el público a través de su ya
inconfundible voz y de su guitarra. Buen arranque con Sing-Along Song y Calling
On You, de su trabajo más famoso, para seguir avanzando con Free y Divider,
esta última como indicativo de que no solo viven del pasado. Fue un show poco
llamativo, sin siquiera un mísero telón, pero Sorry y Loud 'N' Clear
no parecieron necesitarlo. Salto a sus inicios con The Rock That Makes Me
Roll y Surrender antes de seguir adelante con All For One y More
Than A Man. Lo que sí hubo fue el lanzamiento de biblias, siempre me he
preguntado qué habrá escrito en estos ejemplares que tan cristianamente
regalan. Otro clásico más como es Always There For You dio paso a No
More Hell To Pay. Pasaron de puntillas por su último trabajo con la
homónima When We Were Kings al tiempo que se acercaban al final con The
Valley. Como era de esperar, la traca final vino a cargo de Soldiers
Under Command y To Hell With The Devil, cantada con el apoyo de
tod@s l@s presentes. A mi entender, no fue un mal concierto, pero sí que fue
excesivamente sobrio. Bandas que estaban en otros puntos y momentos del cartel,
tanto en esa jornada como en otras, tuvieron más entrega a la hora de las luces
y puesta en escena. Sí que es verdad que podrían haber pisado las tablas algo
más tarde y disfrutar de esta forma de todas las luces, pero los festivales son
así y hay que aprovechar el momento que te toca. Algo que no vi del todo por
parte de los norteamericanos.
La verdad es que no sé bien cómo afrontar lo vivido en el
Rock Imperium con Scorpions. Parto de que soy un gran fan de los alemanes y de
haberlos visto ya ni sé cuántas veces desde aquel fatídico concierto donde un
maldito yanki asesinó a un chaval en el Rayo Vallecano. Saber que han sido, y
uso el pasado a conciencia, unos devoradores de escenarios, con carreras,
saltos y demás, y verles ahora me produce una mezcla de tristeza y rabia. En
serio, después de estos 60 años de carrera que están celebrando, bien merece la
pena parar de una vez. Arrancaron con Coming Home y engancharon
directamente con Gas In The Tank, y ya vimos que Meine no estaba para
muchos trotes, ni vocal ni físicamente. Make It Real y The Zoo
siempre son apuestas seguras que dieron paso a Coast To Coast para que
el vocalista se tomara un descanso antes de apoyar como un guitarra más. El
popurrí de la época Uli Jon Roth, Top of the Bill / Steamrock Fever /
Speedy's Coming / Pictured Life / Catch Your Train, suele dejar un poco
frío a parte de l@s presentes, pero un servidor lo disfruta como fan desde esa
época. Bad Boys Running Wild puso a todo dios a saltar y dio paso a la
instrumental Delicate Dance, con apoyo del guitarrista Ingo Powitzer. Con
Send Me An Angel se empezaron a agudizar las carencias vocales actuales
de Klaus, algo que se solventó con el público desgañitándose con Wind Of
Change. Otra que dejó un poco parado al personal fue Loving You Sunday
Morning, prefiero pensar que por desconocimiento del tema. Pero para
solucionarlo está Mike Dee y su solo de batería antes de que la banda al
completo regresara con Big City Nights y la siempre esperada Still
Loving You. Parón y aparición de un enorme escorpión hinchable, que se
apoderó de las tablas como preludio del cierre con Blackout y Rock
You Like A Hurricane. Lo dicho, una gran producción de luz, sonido, muñecos
y demás, pero, como se suele decir, quién te ha visto y quién te ve. Y lo
recalco como gran seguidor de la banda desde que cayó en mis manos el Tokyo
Tapes con apenas 14 años.
Me lo pasé muy bien con Gloryhammer. De hecho, me sirvieron
un poco para dejar atrás el disgusto de Scorpions. Se entregaron desde antes de
arrancar, consiguiendo que todo el mundo cantara el hit de Tom Jones Delilah.
Una intro dio paso al primer cañonazo, The Land Of Unicorns, y ya
comprobamos el buen estado de forma del vocalista Sozos Michael. Avanzaron con He
Has Returned y Fly Away para convertir su show en una verdadera
fiesta donde la conexión con el público no solo viene a cargo del cantante, el
bajista James Cartwright también entra en esas lides. Para cuando llegó el
momento de Angus McFife estábamos tod@s pendientes del escenario sin
parpadear y poc@s esperábamos que sonara la mítica sintonía de Strauss, Así
Habló Zaratustra. Siguieron adelante con Wasteland Warrior Hoots Patrol,
la siempre esperada Gloryhammer y On A Quest for Aberdeen. Aún
quedarían algunos fogonazos por caer como Keeper of the Celestial Flame of
Abernethy o Hootsforce, antes del final con The Unicorn Invasion
Of Dundee. Me gustaron y mucho estos escoceses, espero volver a cruzarme
con ellos pronto.
Hasta aquí mi jornada del viernes. Aún quedaban otras dos más
donde el cansancio se iría acumulando, pero resistimos hasta el final.
SÁBADO
Tanto este día como el domingo fueron de los más temprano que
nos presentamos en el recinto. Tenía mucho interés en ver a FM y no me
defraudaron lo más mínimo. Eso sí, me tuve que refugiar en la zona olivos para
evitar el solazo que estaba cayendo. Una banda así debería haber estado más
arriba en el cartel, pero así son los festivales. Digging Up the Dirt y I
Belong To The Night fueron las encargadas de abrir el show de los
británicos. La elegancia de la puesta en escena y la gran voz de Steve Overland
relucieron en temas como Killed By Love o Let Love Be The Leader,
siempre con el apoyo de ese elenco de músicos que consiguen que All Or
Nothing, That Girl y Bad Luck suenen con la calidad que se
merecen. Los ecos de la despedida llegaron con Tough It Out y se
hicieron palpables con Turn This Car Around cuando nos lo estábamos
pasando mejor, como suele pasar. Otro de mis conciertos del festival.
Michael Monroe es todo un showman que desborda energía y sabe
meterse al público en el bolsillo desde el momento que sale a escena, algo que
hizo con Turn This Car Around y I Live Too Fast to Die Young. Se puede
decir que asistimos al concierto más festivo y loco del festival. Y es que el
finlandés sabe dónde agarrarse, y tirar de clásicos de Hanoi Rocks como Motorvatin'
y I Can't Get It, sumados a la versión de Nazareth Not Faking It,
son una apuesta segura. Vuelta a su carrera en solitario con Man With No
Eyes y Soul Surrender y Stained Glass Heart. Se subió por las
columnas, bajó al foso, saludó y brincó al tiempo que dejaba caer Old King's
Road, '78 o Ballad Of The Lower East Side. Y vuelta a los
Hanoi Rocks con Don't You Ever Leave Me, Back To Mystery City y
Malibu Beach Nightmare, entre las que incrustó la de Demolition 23 Hammersmith
Palais. Y como broche una versión de mis queridísimos CCR, Up Around The
Bend. Qué más se puede pedir. Todo un lujo poder haber disfrutado de
Michael Monroe y su bandaza, y todo un acierto por parte de la organización el
haberle metido en el cartel.
A pesar del gran concierto que ofreció Leprous, no estoy
seguro de que llegaran a conectar con el público más allá de sus fieles. Con
indumentaria estrictamente negra, arrancaron Silently Walking Alone y The
Price, y quizá no fue hasta la llegada de Like A Sunken Ship cuando
se empezó a notar movimiento. Pero ellos habían venido a eso, a darlo todo, y Below
o From The Flame dieron fe de ello. Atonement y The Sky Is Red
sirvieron de despedida de un show que, a mi entender, nunca llegó a donde se
esperaba, y no por parte de los músicos, puede que fuera una mezcla de cosas
entre las que está que son el tipo de banda que se crece en salas o recintos de
medio aforo.
La llegada de Blind Guardian fue otro de los momentos clave
del festival. La peña empezó a acumularse delante del escenario de manera
masiva. Cuando sonaron los primeros
acordes de The Ninth Wave seguida de Blood Of The Elves aquello
explotó por los cuatro costados. He de reconocer que no soy muy de Power Metal,
pero la legión de seguidores/as quedó bien patente en Cartagena. Fans que alucinaban
al tiempo que los alemanes dejaban caer Tanelorn (Into The Void), Time
Stands Still (At The Iron Hill) y Violent Shadows. Hay ocasiones en
las que el hecho de estar situado atrás del todo, y más con la vista que te
ofrece el Batel por estar los escenarios situados abajo, te contagia de lo que
estás viendo. Eso fue lo me ocurrió durante este concierto, me contagié de la
entrega, del sonido y el buen rollo por ambas partes y disfruté muchísimo con A
Past And Future Secret, Majesty o And The Story Ends. De este
modo, en la traca final, sobre todo con Valhalla, aquello fue una
verdadera locura. Cerraron su gran concierto con Mirror Mirror, dejando
claro por qué son quienes son dentro del Power Metal.
Sentí a The Cult igual de fríos y distantes que las dos otras
veces que los he visto. Me sorprendió mucho su incorporación como cabeza de
cartel, pero esto es lo que hay. Después de lo anterior, les hice caso a cachos
y a ratos. Aguanté las primeras canciones, hasta The Witch; me fui a
cenar tranquilamente mientras sonaba de fondo C.O.T.A. o Lucifer
y volví al lugar que teníamos como punto de encuentro escuchando de fondo Rain
y Spiritwalker. Desde este lugar asistí a la despedida anterior a los
bises y vi cómo regresaban para decir adiós con Fire Woman y Love
Removal Machine. La siempre encontrada relación entre Astbury y Duffy puede
que influyera en que este soltara la guitarra y ni se acercara a su compañero
de fatigas para despedirse del público durante las presentaciones. No sé, lo
poco o mucho que vi se me hizo algo tenso y monótono, supongo que l@s fans de
los ingleses tendrán una visión diametralmente distinta.
Vuelta al Power Metal con Rhapsody Of Fire y vuelta al
disfrute del directo. Con una producción un poco más currada que los alemanes,
estos italianos venía a por todas, y lo demostraron con creces desde el
arranque con Unholy Warcry y Rain Of Fury. Giacomo Voli sabe cómo
comunicarse con el público y hacerle cantar temas como I'll Be Your Hero,
Challenge The Wind o Chains Of Destiny. La base rítmica a cargo
de Alessandro Sala al bajo y Paolo Marchesich a los parches dejó su buena
impronta en Chains of Destiny. El sonido medieval lo inundó todo con Warrior
Heart para luego dar paso a esa entrada de guitarra de Roberto De Micheli,
siempre en contraste con las teclas de Alex Staropoli, en Kreel’s Magic
Staff. Creo que nadie pudo quedarse quiet@ cuando dejaron caer A New
Saga Begins, mucho menos con Land Of Immortals. Y para el cierre la
acelerada y cañera Emerald Sword. Desde luego fue una gran noche para el
Power Metal, si no me hago seguidor del género después de esto, no me hago
nunca jeje.
Acabado el arrolle de los italianos, nos tomamos un respiro
con el inicio de los daneses Manticora antes de regresar a nuestro hotel. Lo
que teníamos por delante el domingo prometía y, desde ya, os digo que la
jornada siguiente, en general, no me defraudó.
DOMINGO
Al final nos enteramos bien de la razón por la que uno de los
grandes de la Bay Area de San Francisco, como son Death Angel, tocaron a la
hora que lo hicieron, las cuatro de la tarde con un solazo del copón. Yo no me
moví apenas de la sombra de uno de los servicios que estaban pegados a la zona
de discapacitad@s, con eso lo digo todo. Y si me planté allí siendo consciente
de tal tostaera es porque soy un gran seguidor de la banda de Mark Osegueda y
Rob Cavestany desde sus comienzos. Para comenzar se marcaron Mistress Of
Pain y la grandiosa Voracious Soul. De su primer trabajo saltaron al
último con I Came For Blood antes de dar paso a otro cañón como es Buried
Alive. Sin moverme más de medio metro para evitar achicharrarme, no paré de
saltar con The Moth y con Wrath (Bring Fire), mientras Osegueda
no paraba de soltar Fuck por esto por aquello y por todo lo que se le venía a
la cabeza. Cierre colosal con Thrown To The Wolves de un concierto que
se hizo corto y fuera de lugar por el momento del día. Es lo que nos tocó pagar
por ser el último show de su gira europea y por los ajustes de vuelo de los
norteamericanos antes de volver a su país.
Municipal Waste me recordó a esos grupos cañeros que, a la
vez, son de lo más divertidos. La peña no dejó de hacer pogos desde Garbage
Stomp y Sadistic Magician / Slime and Punishment. Gente montando
polvareda o subida en barcas de plástico por encima de las cabezas, en tanto
que el cantante Tony Foresta pedía más y más interpretando You're Cut Off
o Wave Of Death. El follón continuó a base de guitarrazos y caña de la
buena con Restless And Wicked y Crank The Heat. Y un nuevo Circle
Pit para Under The Waste Command hasta alcanzar el final con, no podía
ser de otra forma, Born To Party. Buen concierto que, para el calor que
hacía, puso a much@s a desmadrarse como loc@s.
DAD nunca
me dijeron demasiado y tampoco lo hicieron ahora. Así que fue una más de esas
actuaciones que dedicamos a dar vueltas por la zona de puestos y a comer algo.
Soen era una de las bandas que más ganas tenía de ver. Sobre todo, porque ya
los había visto en sala y me invadía la curiosidad de verlos en un escenario al
aire libre. Desde que comenzó a sonar Sincere y luego Martyrs me
tuvieron desgañitándome todo el show. Joel Ekelöf es un vozarrón andante, y así
lo demostró en dos pedazos de canciones como son Memorial y Lascivious.
Unbreakable ha venido para quedarse permanente en el set list de los
suecos, la respuesta de l@s presentes lo dejó bien claro. Más tralla aún con Deceiver
y Monarch y esos ritmos que imprime Martín López a la batería. No hay
que olvidar la labor de los guitarras Cody Lee Ford, no se le quitó la sonrisa
de la cara en todo el concierto, y Lars Enok Åhlund, ver a este grandullón
tocar el teclado es algo ya espectacular de por sí, antes de darnos un respiro
con la grandiosa Illusion. López fue, normal, el encargado de saludar al
público en castellano antes de introducir Modesty. El medio tiempo de Lotus
no sirvió de descanso ante la llegada de Antagonist, puede que este sea
mi tema preferido de ellos. Cierre por todo lo alto con Violence de un
show que me supo a poco, que me hizo sudar y que, de haber sido solo una hora
más tarde para poder disfrutar de las luces, habría sido mucho más potente de
lo que ya de por sí fue.
Estoy convencido de que In Flames han sido otro de los grupos
triunfadores de esta edición del Rock Imperium. Con su eterno vocalista Anders
Fridén al frente, custodiado por los guitarras Björn Gelotte, alguien que
imprime dureza e imagen a la banda a partes iguales, y Chris Broderick,
empezaron a repartir cera con Pinball Map y The Great Deceiver. Aunque
se notó algo el bajón de asistencia, no demasiado, por ser domingo, parece que
esto no influyó con la cantidad de peña que se colocó delante del escenario
para disfrutar de trallazos como In The Dark o Coerced Coexistence.
El bajista Liam Wilson y el batería Tanner Wayne conseguían que el concierto
fuera como un muro sónico en momentos como Trigger, Only For The Weak
y State of Slow Decay. Un pequeño respiro, si se puede llamar así, con Alias
antes de volver a lo suyo con The Mirror's Truth y I Am Above.
Con la noche ya bien entrada llegó el final con las poderosas Take This Life
y My Sweet Shadow. Me gustaron muchísimo, no sé si por las ganas que
tenía de verlos por primera vez, por la gran conexión creada entre banda y
público o porque son quienes son, a pesar de merecer más reconocimiento del que
ya tienen. Muy grandes In Flames.
Bueno, bueno, el señor Till Lindemann vino a provocar, y
mucho, que es lo que mejor se le da. Un escenario con unos instrumentos en rojo
total, color que usaron tod@s los músicos como indumentaria, sirvió para que
dicha provocación aumentara aún más. Todo arrancó con Zunge y Schweiss,
pero realmente echó a andar con las imágenes de Fat sin censurar. Los
caretos del frontman competían con los del travestido batería durante la
interpretación de Altes Fleisch y Golden Shower, con este título
os dejo que le deis a la imaginación. La intensidad no bajó ni un grado con Sport
Frei o Praise Abort. Pero, sin duda alguna, uno de los momentos
clave del concierto fue lo vivido durante Allesfresser con el batería y
algún/a músico lanzando tartas al público ante las órdenes del cantante.
Después de esto, no quiero ni pensar cómo se sentirían aquell@s a los que
embadurnaron. Pero ahí no acabó la cosa, con Fish On lo que lanzaron fue
pescado. Menudo plan que te den con una sardina en la cara en pleno concierto. Más
tarde, con Platz Eins Till, se dio todo un paseo entre l@s presentes,
primero acarreado sentado en un sillón y luego a pie. Paró un poco con la
acústica Knebel, posterior a truenos como son
Du Hast Kein Herz y Skills in Pills, y no se olvidó
de la versión de Héroes del Silencio, Entre Dos Tierras, antes de
despedirse con la potentísima Ich Hasse Kinder y la grabación de Home
Sweet Home. Me topé con peña totalmente escandalizada, otr@s que no salían
de su asombro y algun@ más que habían flipao en colores. Yo me lo pasé en
grande con él, con sus músicos, con su propuesta y su puesta en escena y, ante
todo, con esos temas que son pura caña.
Después de cuatro días, pocas fuerzas nos quedaban ya para
Mind Driller. Esperamos a que se despejara un poco el recinto y salimos con la
sensación de haber vivido un gran festival. Las pocas expectativas que
llevábamos se diluyeron desde las primeras horas del jueves. Rock Imperium
sigue siendo un festival que avanza a pasos agigantados, sobre todo por la
buena organización, la limpieza y el buen hacer de las bandas. Aún no sé si iré
el año que viene, pero tiene muchas papeletas para que así sea. Mi más sincera
enhorabuena, y a mejorar lo mucho o poco que haya que mejorar.
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