He de reconocer que hacía mucho que no leía un cómic de Sebas
Martín, y no porque no haya sido prolífico a la hora de publicar, sino porque
el que suscribe estos párrafos andaba por otros derroteros, sin más. También he
de reconocer que me he sentido atraído por esta obra debido a su contexto
dentro de los años previos a la Guerra Civil española, tema que siempre me ha
interesado. Dicho esto, solo me queda admitir que me ha gustado mucho este Que
el fin del mundo nos encuentre bailando, y no solo por la trama y el
desarrollo de estas páginas, más bien porque Sebas ha hecho un trabajo de
investigación impresionante con el que he descubierto algunas cosas y he
recordado otras tantas. A esto le añades la cercanía y la veracidad de sus
escenas y personajes y te vas a dar de bruces con unas viñetas que te atraparán
desde el primer instante. Hablando de personajes, Martín es uno de esos autores
que ha creado sus propios personajes, y no hablo de ficticios como los que nos
atañen en estos momentos, me refiero a ese tipo de personajes que solo con
verlos sabes que son una creación suya, independiente de la temática que se
trate en sus páginas. Y eso es algo que poc@s consiguen.
Sebas Martín es oriundo de Poblenou, Barcelona. Ha sido
profesor en la Escola Joso, en la Escola d´Humanitats de l´Ateneo Barcelonés o
en la Escola Elisava. Entre sus premios se encuentran el Casal Lambda y el
Serra I Moret. Ha colaborado en publicaciones que van desde Shangay hasta GB
Magazine, pasando por Zero, Eros Cómics o Destinos, entre otras muchas. También
fue redactor jefe de la revista Claro Que Sí, que es donde yo le descubrí hace
ya unos cuantos de años. Además de realizar ilustraciones o historietas para
Gaylespol o Panteres Grogues, es autor de las exposiciones Novios y chulos
en viñetas, Maromos en la historia, una historia de maromos o Apuntes
del artificial, por nombrar algunas. De su extensa obra destacaría, esto es
cuestión de gustos, Vacaciones en Ibiza, El Kamasutra gay, No
debí enrollarme con una moderna, Kedada o Aún estoy en ello,
hasta llegar a la que vamos tratar en los siguientes párrafos, donde el blanco
y negro da forma de manera muy acertada a todo lo que Tomás y Basilio, nombres
de los protagonistas, van a vivir, sufrir y descubrir rodeados de un elenco de
personajes que encarnan la esencia de todo lo que se nos cuenta, entre los que
destacaría la abuela de Tomás o el grupo de amigos maricas de Basilio.
Tomás es un joven catalán, de Poblenou, para ser más exactos,
que trabaja en una empresa de manera intachable y puntual. Dicho trabajo le
llega por ser sobrino de la sirvienta de toda la vida del patrón, su tía
Teresa, que vive en la casa de este los últimos años de su existencia. Comparte
techo familiar con su madre, cuyo trabajo es lavar y coser la ropa de los
señoritos del lugar, con su hermana pequeña, su padre, metido a cobrador de
recibos después de sufrir un accidente laboral, y con su abuela paterna, alguien
que anda todo el día preocupada por casarlo, además de echar pestes sobre la
República. La gran pasión de Tomás es leer, pero su economía no le da para
acceder a todos los libros que quisiera, algo que solventa en la Librería
Pueblo Nuevo gracias a que su dueño, el señor Domingo, le alquila obras de
segunda mano. Por recomendación del librero, y como iniciación a la poesía, se
adentra en el Romancero Gitano, de Lorca. Durante una comida dominical a
la que asisten su hermana mayor y su cuñado, defensor recalcitrante de las
ideas de izquierda del momento, además de enfrentarse con la abuela, como es
habitual, este pone de manifiesto su homofobia al enterarse de que Tomás quiere
asistir a un recital que el poeta granadino va a dar en Barcelona.
Basilio en un hombre entrado en los treinta que llegó a
Barcelona cuando apenas
era un crío huyendo de la miseria que asolaba su Levante natal. Su gran pasión
es el boxeo, pero no consigue llegar a ser profesional de este deporte, ganando
y perdiendo en igual número de combates. Debido a esto, sobrelleva su maltrecha
economía como mozo de carga en la empresa donde también trabaja Tomás, además
de proporcionar el carbón en la casa del patrón. Es interesante cómo durante
toda la obra hace alusión a un pasado turbio que deja al lector con ganas de
conocerle más a fondo.
Durante la Nochevieja de 1935 y entrada de 1936, Tomás acude
a la fiesta que organizan sus compañer@s de trabajo. En el transcurso de dicha
fiesta es abordado por una de sus compañeras, acto que le lleva a salir pitando
del lugar para acabar siendo la comidilla de la empresa durante las semanas
siguientes. En los días posteriores, Manolo, así es como se llama su cuñado,
intenta invitar a un combate de boxeo al padre de Tomás, pero este rechaza la
invitación en pos de su hijo, que no se siente para nada atraído por este
deporte. Casualidades de la vida, uno de los púgiles del combate es Basilio,
que recibe una soberana paliza a manos de un contrincante de menor edad. El
joven escribiente siente, digamos, compasión del púgil perdedor y se mete en su
vestuario donde, entre unas cosas y otras, acaban quedando para verse el sábado
siguiente.
A partir de aquí, Basilio ejerce de Cicerón para Tomás en su
recorrido por los antros y lugares de Barcelona, además del cine y el circo,
poniendo de manifiesto sus contactos y su buen conocer para acceder a ellos de
manera gratuita. Durante la cita ambos demuestran sentirse atraídos mutuamente,
siendo Basilio, debido a su experiencia en estas lides, el que toma las riendas
del asunto hasta que consiguen volver a verse de una manera no tan fortuita.
Indagando en la empresa, Tomás consigue la dirección de su nuevo amigo
boxeador, pero se lleva una terrible sorpresa al ver que este no parece estar
tan enamorado de él como creía. Pasan semanas de enfado hasta que vuelven a
reencontrarse y Basilio, además de seguir mostrándole ciertos lugares, le insta
a formar parte del comité que pretende montar unas olimpiadas en la capital
catalana como protesta a las que se van a celebrar en Berlín. De esta forma, Tomás
entra en contacto con la política, algo que anteriormente le había interesado
bien poco.
A partir de este instante, hacen su aparición esa serie de
personajes, de esos malamente llamados secundarios, que dan forma a la trama,
vivencias e incidentes que van a surgir entre y alrededor de Basilio y Tomás
hasta alcanzar un primero de mayo bastante revuelto después de que el Frente
Popular se hiciera con la victoria en las pasadas elecciones de febrero. En
realidad, Tomás y Basilio, pese a sentirse atraídos, chocan frontalmente tanto
en su manera de afrontar la vida como de entenderla, pero este último no se
rinde y le hace una promesa al joven con el intento de subsanar todos los
problemas que han surgido entre ellos. Sus encuentros, públicos y privados, les
sumergen en ese vacío que absorbe a cualquier enamorado ante las posibles
consecuencias de sus actos, una de ellas es que alguien le va con el cuento de
su relación tanto a su familia como al patrón, este último intenta despedirlo
por esto. Entre el descubrimiento del chivato, la aceptación o no de su
condición homosexual por parte de su familia y la imposibilidad del despido
llegamos al dieciocho de julio de 1936, fecha señalada en la historia de este
Estado, y al comienzo de a una de las guerras más cruentas, si es que hay
alguna que no lo es, que se ha vivido por estos lares.
Como entenderéis, pasan muchas más cosas que no voy a añadir
a las relatadas para que vosotr@s las descubráis y acabéis, o eso espero,
llegando a la conclusión de que habéis tenido entre vuestras manos una obra de
una calidad sobresaliente. Sebas, como ya he comentado, se ha pegado todo un
curro de investigación a la hora de hablarnos de lugares, momentos, maneras de
pensar, vivir, sufrir y desarrollar una forma de vida que nunca debería haber
sido reprimida, pero que, por desgracia, así ha sido y lo sigue siendo. El
autor tiene un montón de aciertos en este y otros sentidos, como las
reflexiones políticas, sociales o íntimas de muchos de sus personajes, además
de ese final que me ha parecido sublime. Mi más sincera enhorabuena, Sebas. Me
has tenido bailando al ritmo que tu cómic ha marcado sin poder parar de
leer.
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