martes, 17 de mayo de 2022

Amelia: Historia De Una Lucha

 







Cuando se trata de hablar sobre ciertos temas, llamémosles, peliagudos, lo interesante y creíble es que lleguemos a ellos a través de las experiencias relatadas por personas que lo han vivido o lo viven en sus propias carnes. Luego están las pretensiones de las personas que se atreven a narrar dichos sucesos. Estas, sobre todo, se centran en denunciar los acontecimientos referidos e intentar que estos no se vuelvan a repetir asumiendo un cambio en la mentalidad de l@s demás como una labor difícil, pero no imposible. Y, por último, nos topamos de lleno con la reacción de l@s oyentes. La cual, en la mayoría de los casos, no suele ser la que se espera, sumid@s en una burbuja de pasotismo que lleva a pensar que lo que están escuchando no tiene que ver con ell@s porque son de un estrato económico, una raza, un género o un origen diferente, siempre con ese halo de inmunidad que la falsa posición social nos concede. Ante esto, soy de los que opinan y creen que, con que haya una sola persona que modifique su forma de pensar o sentir acerca de lo que acaba de oír, leer o ver me parece suficiente, porque esa misma persona puede ejercer de semilla y altavoz para que cualquier injusticia empiece a dejar de serlo ante la bola de nieve que, tarde o temprano, terminará por engullirla.




Amelia es un cómic de esos que dejan huella. Y no por lo divertido, lo original de su historia o por la singularidad de la misma, sino, justamente, por lo contrario. No es una historia feliz, aunque no falten esos momentos de alegría tan necesarios, tampoco tiene nada de original, pues lleva muchísimo tiempo sucediendo, tanto, que la sociedad la asume dentro de esa falsa normalidad que tanto daño hace, y no tiene nada de singular porque es algo que sufren, conjugando este verbo en cualquiera de sus tiempos, millones de personas, la mayoría mujeres, niñas y niños. Estas viñetas salen de la experiencia vital de Amelia Tiganus, una activista feminista nacida en Rumanía y residente en el País vasco explotada sexualmente durante cinco años en el Estado español. A los cursos y talleres de sensibilización y prevención de la prostitución y de la violencia sexual, añade artículos, premios y reconocimientos por su labor en la defensa de los derechos de las mujeres y las niñas. Es la fundadora de la asociación “Emergi”, dedicada a la lucha contra la explotación sexual y reproductiva de mujeres y niñas, además de pertenecer al Movimiento Abolicionista del País vasco.




Alicia Palmer y Roberto García son l@s encargad@s de dar forma a la trayectoria vital de Amelia antes, después y, sobre todo, durante los cinco años que padeció la explotación sexual a la que fue sometida. Alicia es una guionista madrileña que tiene en su haber un Postgrado en Inmigración, Exclusión y Políticas de Integración Social. Destaca por el talento y el compromiso que impregnan sus obras a la hora de transmitir valores fundados en la libertad, la igualdad y el feminismo. Vale nombrar su trilogía “Revolución Siglo XXI” para hacernos eco de la impresionante labor llevada a cabo en este cómic que nos concierne. Nadie como ella para reflejar todo lo que Amelia tiene y necesita contar. Para lo cual, nada mejor que el trabajo de Roberto. Este sevillano residente en Cuenca se formó en Artes Plásticas hasta obtener el grado en Bellas Artes en la UCLM, además de un Máster Universitario de Investigación en Prácticas Artísticas y Visuales en la dicha facultad. Llegó al mundo del cómic tras superar el ciclo formativo superior que se imparte en la Escuela de Arte “José María Cruz Novillo”. Entre sus obras se encuentran «Calatrava” y “Hernán Pérez Del Pulgar, El De Las Hazañas”. Aquí, la calidad, la expresividad y la distribución de sus viñetas te obligan a que te sumerjas en ellas de manera extraordinaria si no quieres perder el hilo de lo relatado. Las distintas luces, colores, trazos y fondos le dan a esta historia el realismo y el sentido que necesita en cada momento.




El cómic está dividido en varios capítulos de no demasiada extensión, pero sí de mucha intensidad. Es lo que se conoce como ir al grano, sin ningún tipo de rodeos o tapujos. No voy a entrar de lleno en la narración de los hechos, en primer lugar, porque creo que esa es la esencia que tod@s debéis descubrir con la lectura de estas páginas, y, en segundo lugar, porque quiero que sea la propia voz de Amelia la que, con todo el derecho del mundo, os llegue tal y como ella pretende. El primer capítulo, dedicado al prostíbulo, echa andar durante el transcurso de una charla en el instituto de enseñanza secundaria “Clara Campoamor”, pasaje que aparecerá constantemente durante la obra como recurso a la hora que conocer las vivencias de Amalia y responder a las dudas de l@s alumn@s de dicho centro. Conoceremos sus primeros pasos en uno de estos lugares, su primera experiencia como prostituta y su relación con las demás chicas y las “mamis”, todo con las ansias de escapar y la frustración que conlleva el haber acabado en un sitio de estos sobrevolando lo narrado, donde destaca lo referente a las mujeres desechables.




Si todo se puede considerar de una dureza extrema dentro de este cómic, Captación, como segundo capítulo, sobresale por su crudeza. Lo hace porque conocemos momentos de la protagonista que explican a la perfección las razones que la empujaron a seguir los pasos que siguió en su vida, con esa esperanza del paso del tiempo como liberación de fondo constantemente. Le sigue Puteros, una de las partes más explícita y explicativa acerca de estos seres, quién mejor que alguien que recibe sus “favores” para hacerlo. Se describen los tipos que hay, sus distintas excusas a la hora de consumir sexo, el trato y el maltrato que dan a las prostitutas, haciendo hincapié en aquellas que ejercen en plena calle, las torturas, la insuficiente atención médica y la repulsa social hasta llegar, en algunos casos, al suicidio. Seguro que vas a reconocer a alguien en las caras dibujadas por Roberto.




Evidentemente, no podían faltar los proxenetas, protagonistas del tercer capítulo. Ellos son los grandes beneficiados de todo este sucio negocio. Vamos a conocer sus personalidades y su falsa cercanía trasladada a exigencias crueles y malvadas sobre unas mujeres a las que tratan como mera mercancía descartable cuando ellos consideran que está en mal estado o inservible dentro de un mercado repleto de posibilidades de reposición. Muy acertada la reflexión acerca de que ellas cargan con el estigma social mientras ellos se van de rositas. Avanzamos hasta encontrar el apartado dedicado a la pornografía, cuyo consumo termina viéndose reflejado en la violencia que se ejerce sobre las mujeres. Muy interesante lo relativo a que esta continúe suplementando a una educación afectivo-sexual que sigue siendo la gran asignatura pendiente en nuestro crecimiento como personas. El hablar de sexo abiertamente permanece como un tabú en el que se refugia la ingesta de este tipo de grabaciones que están cada vez más al alcance de jóvenes y no tan jóvenes. Excelente la comparación entre publicidad y pornografía.






Nosotras da título al bloque más sincero y directo del cómic, donde se resume todo lo concerniente a estas mujeres en forma de esperanzas, miedos, rechazos y sufrimientos. Es, sin duda, el bloque central de estas páginas que nos trasladan a Libertad como penúltimo capítulo. Una libertad que solo se puede alcanzar mediante algunos de los clientes que acaban maltratándolas igualmente, pasando de unos a otros mientras los esquemas se repiten sin cesar. Los intentos fallidos por cambiar de trabajo se unen a la rebelión sin pensar en las consecuencias y a la falta de interés por parte de los proxenetas ante las mujeres que se retiran, o intentan retirarse. A pesar de todo, siempre hay personas hechas de otra pasta que terminan por querer, comprender y respetar. Toda una suerte para las mujeres que dan con ellas, como es el caso de Amelia que, después de conseguir un trabajo y conocer a un buen hombre, descubre el feminismo como liberador echándose a la espalda el compromiso de ejercer de espejo donde podamos ver reflejadas a todas aquellas que se encuentran, y se van a encontrar, en su situación. De este modo, cerramos el relato con todo lo correspondiente al activismo como motor, después de ser consciente de tener derechos, para denunciar y sacar a la luz la situación de las que siguen o estarán atrapadas en estas redes. Importante la explicación de la situación en España con respecto al proxenetismo no coercitivo, las supuestas diferencias entre la prostitución conocida como mala y la entendida como buena, si es que eso existe, la alegría por el apoyo y el cambio de mentalidad de ciertos hombres y el cierre poniendo de relieve lo que afecta a una prostituta como algo que afecta a todas las mujeres. El broche final lo ponen las biografías de cuatro destacadas mujeres, Concepción Arenal Ponte, Margarita Nelken, Clara Campoamor y Josephine Butler, como pioneras en la lucha por los derechos de las mujeres en todos los sentidos. Derechos que se ven reflejados en una serie de tratados a los que nadie hace el suficiente caso en un camino donde queda, por desgracia, mucho por recorrer.




Podría resaltar muchas cosas de esta obra, además de las referidas en estos párrafos, pero me quedo con la comparativa entre putero y violador. Cómo estos son rechazados, en la mayoría de los casos, y aquellos aceptados por el simple acto de pagar a cambio de sexo. Pago que sale de los bolsillos de vecinos, compañeros de trabajo, colegas, familiares o cualquiera que conocemos y aguantamos cuando cuentan sus experiencias como si de batallitas rebosantes de virilidad se tratara. Enhorabuena a Amelia, Alicia y Roberto por ponernos delante una de esas obras imprescindibles a la hora de denunciar una actividad ilícita vista, socialmente, bajo el prisma de una oscura cotidianidad.



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