miércoles, 7 de julio de 2021

Esteban Maroto: "Érase Una Vez..."


 



Qué bien sienta leer algo “nuevo” de un maestro como Esteba Maroto. Digo con todas las letras porque se alcanza ese estatus cuando, tanto a nivel de guion como de dibujo, llegas llegar a ser reconocible por tu más que excelente trabajo. Si a esto le añades que sus historias forman parte de tu bagaje como lector de cómics, el agradecimiento y la alegría por este “Érase una vez…” se multiplica ni se sabe por cuánto.




Revisar la biografía de este artista madrileño sería como hacer un repaso a la historia de las viñetas en este Estado durante los últimos sesenta años, más o menos. Lejos quedan sus comienzos con obras como “Aventuras del F.B.I.” siendo un crío, de sus colaboraciones con otro de nuestros maestros como es Carlos Giménez en “Buck John” y “El príncipe de Rodas” y de su paso por esa gran escuela creada por Toutain en sus Selecciones Ilustradas donde ya comenzó a trabajar para publicaciones extranjeras, sobre todo alemanas. Su talento dibujando figuras femeninas en revistas británicas le llevó a adentrarse en historias de fantasía, género por el que le conocemos la mayoría, con “5 X Infinito”, uno de esos cómics que guardo en mi colección con un cariño especial, con el cual consiguió el reconocimiento en Estados Unidos a través del premio al mejor dibujante extranjero en la Academy of Comic Book Arts en 1971. Luego vino la creación de sus dos guerreros más conocidos, Wolff y Manly, con los que se introdujo en las historias de terror, brujería y ciencia ficción, destacando de manera sobresaliente. Fue el encargado de dar una nueva imagen a Red Sonja en las aventuras del cimmerio Conan. Dejó huella en publicaciones como Creepy, Eire, Vampirella, Comix o Rambla con obras como “Dax el guerrero”, “Zodiaco” o la adaptación de “Los mitos de Cthulhu”, entre otras. Los noventa fueron tiempos donde se dedicó más a la ilustración, aunque también editó algunos libros recopilatorios como “En el nombre del diablo”, uno de mis preferidos, y centró su producción en Italia y EE.UU. En 2011 recibió el premio Oso a Toda una Vida por parte de la Asociación Española de Amigos del Cómic, en reconocimiento por su larga carrera. Y ahora nos encontramos con este “Erase una vez…” del que hablaremos a continuación.




¿Quién no se ha atrevido alguna vez a darle una vuelta de tuerca a los cuentos de toda la vida? Yo, he de reconocer, que lo he hecho un sinfín de veces, incluso con algunos de los que aparecen en esta selección de Maroto. Por suerte, y lo digo con muchísima satisfacción, debo ser de l@s últim@s personas que entró en este mundo de fantasía con moraleja a través de la transmisión oral por parte de mi abuela materna. Ella me contaba un sinfín de fábulas, aventuras y cuentos que, a su vez, había aprendido vía ese método, pues, como la mayoría de las mujeres de aquella época en la más que rural Extremadura, no sabía leer ni escribir. Y lo curioso es que nunca los narraba del mismo modo, creando una expectativa dentro de ti difícilmente explicable. Pues bien, eso es lo que ha hecho Maroto en esta selección, darle su particular punto de vista a verdaderos clásicos que tod@s conocemos.



Ya con el prólogo y sus cinco párrafos te queda claro de dónde viene esa afición del autor a crear lo que inunda las siguientes páginas. El primer cuento en abordar es el clásico de Hans Christian Andersen “La sirenita” que, por cierto, en su versión original nada tiene que ver con la edulcoración, como en muchos casos, llevada a cabo por Disney. Aquí ya entran en juego todos esos factores de los que Maroto hace gala como son la brujería, la solidaridad y, por supuesto, la fantasía con unos dibujos espectaculares y una trama fuera de serie. Antes de seguir diré que no voy a hablar en este artículo de los cambios que el autor lleva a cabo en cada uno de los cuentos, pues entiendo que eso es lo que vosotr@s tenéis que descubrir con la lectura de los mismos. En “El lago de los cisnes” nos topamos con el maestro en todo su esplendor gráfico. Sus típicas viñetas rectangulares mezcladas con otras sin bordes, la falta de fondo en las mismas y sus líneas definitorias de los personajes es lo que le ha llevado a ese reconocimiento del que os hablaba con anterioridad. De aquí pasamos a “Alas de venganza”. Si en el anterior destaca en su parte gráfica, en este lo hace en la parte del guion, dejándonos una de las historias donde no faltan esos ingredientes propios de sus obras.





Con “Caperucita roja” podíamos decir que se empieza a animar el cotarro de este “Érase una vez…”. A pesar de ser una obra en blanco y negro, no podía dejar de resaltar la prenda que tan famosa ha hecho a la protagonista principal, siendo el color de la misma lo único que encontraremos en ese formato en todas estas páginas. Monstruos, ambición, engaño y la esperanza de que su cumplan ciertas promesas mediante rituales para nada ortodoxos forman el coctel perfecto de esta entrega. “Caza de lobos” y “Paris” son otras dos narraciones con todo lo inherente en Maroto, a pesar de ser bien distintas. En la primera, con ese título, os podéis hacer una idea de qué va el asunto que tiene que vivir la protagonista principal. El segundo es uno de los cuentos que más me ha gustado de esta recopilación. El destino, ese que ninguno conocemos, pero que, parece ser, está escrito en nadie sabe qué lugar, lleva al culpable de todo lo que se inició en la Guerra de Troya en busca de una redención que, como dije antes, tendréis que descubrir si la encuentra o no. Solo os adelanto que estas ocho páginas son de una gran calidad, tanto en dibujo como en guion.





Nos acercamos a la recta final con otro clásico como es “Blancanieves y los siete enanitos” que, como ya imaginaréis, nada tiene que ver con el conocido habitualmente. La actitud de Blancanieves, los siete enanos que forman su corte y el pretencioso personaje masculino no se acercan, ni por asomo, a lo que hayáis visto antes; ¡menudo cambio! Y el broche final lo encontramos con “La bella durmiente”. Todo un cierre para esta obra que, a mi entender, está un escalón por encima de todo lo leído antes. Os puede sonar un poco exagerado, pero me gustaría que me dieseis vuestra opinión sobre esto. Supongo que podría haber ido en cualquier posición dentro entre los demás, pero usarlo como colofón es todo un acierto. Entiendo que la experiencia de Maroto tiene que ver con ello.





Hasta aquí este “Érase una vez…” de alguien al que tengo respeto y admiración a partes iguales. Ya solo queda que me cruce con él en algunos de los salones del cómic a los que estoy deseando volver y que me añada una dedicatoria con uno de sus fantásticos dibujos. Enhorabuena, señor Esteban Maroto, lo ha vuelto a hacer y lo ha vuelto a conseguir. Chapó.



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