DESPISTE
No voy a negar que me siento muy a gusto perteneciendo a esta
nueva asociación. Al final me ocurre siempre lo mismo, ando metido en mil cosas
y no aprendo a descartar alguna; no porque no quiera, sino porque el día no da
para más, las semanas para menos. Lo cierto es que yo solo quería participar en
las actividades que se proponen como un simple colaborador, organizador o
cualquier cargo que terminara en or. Llegado el momento de conceder gratamente
todo lo asignable en los estatutos de este nuevo e ilusionante proyecto, nos
sentamos alrededor de la mesa del cuarto que, con amabilidad y sin ningún tipo
de alquiler, nos ha cedido una de las asociaciones de vecinos de la ciudad y
allá que vamos con el trámite. El presidente no tarda en aparecer pues el
personal tiene claro que es alguien responsable y con muchas aptitudes para ese
puesto. Lo de vicepresidente es algo como honorífico, ya sea aquí o en
política. A mí siempre me ha sonado como a algo segundón, pero bueno, ahí está.
Se lo conceden a una de las compañeras, no sé si por aquello de rellenar
papeles o porque hay que esperar a que le ocurra algo a la cabeza visible de
esta agrupación sin ánimo de lucro que hemos creado. Espero que no tenga nada
que ver con los reyes y al muerto puesto, no quisiera yo que nos pasara nada
ahora que esto empieza a tomar formar, mucho menos que alguien se fuera
cantando la caña.
Mira tú qué bien, ya llevamos dos asignaciones. ¡Qué nervios!
Empezamos a reaccionar como en la escuela cuando no querías salir a la pizarra
y te hacías el tonto mirando a cualquier sitio para no alcanzar la temible
conexión visual con el mentor de turno. Pues eso, que si hace años que sabemos
que eso no funciona, no sé porque esperamos que lo haga ahora. ¿Será ese morbo
del pasado acerca de algo que nunca llegó a fructificar y que, con la esperanza
de que lo haga algún día, seguimos llevando a cabo como si estuviera grabado en
nuestro ADN al igual que el color de los ojos? Lo de ser secretario tiene su
aquel, con todo el jaleo de tomar acta de cada reunión, convocar la próxima y
tener la montaña de papeleo en orden y al día. Vamos, que ni por asomo lo
quisiera para mí. La burocracia siempre ha sido algo que me ha sacado de mis
casillas desenterrando ese mandril que llevo dentro con su frente más arrugada
que nunca y los colmillos afilados como sables. Asignado dicho cargo, piensas
que ya te vas a librar, pues notas cada vez más cerca la elección de los
vocales, con el consuelo que dar ser uno de ellos, entonces aparece el puesto
vacante de tesorero. Ahora es cuando el conglomerado de miradas se dirige hacia
ti, cuando te acercas a la pizarra con paso tembloroso y traspiés de risa para
toda la clase y cuando tu nombre resuena por toda la estancia como si aquel
instante estuviera premeditado. En todos los colectivos, asociaciones,
asambleas y demás conjuntos sociales, de elementos de lo más variopinto, he
acabado contando las perrinas una y otra vez como si de un viejo usurero se
tratara. Que no, que esto no es una queja, ni nada parecido, es, simplemente,
algo que me da qué pensar. ¿La gente se fija en mi nariz aguileña y se retrotrae
a imágenes de judíos y a su pobre fama de tíos Gilitos o es que se corre la voz
sin yo saberlo de sala en cuarto para que me vuelva a caer este peso social? ¡Ay,
esas dudas existenciales que nunca sabremos si se llegarán a resolver algún día!
Bueno, dejo ya esta reflexión paranoica con la que me he
extendido más que una mancha de fuel en el océano y paso a decirte que llevo
toda la tarde echando cuentas. Lo bueno es que nuestras arcas están más llenas
de lo que pensábamos, eso siempre es una alegría; lo malo, que no sé si nos
alcanzará para todo lo que queremos hacer. Habrá que dar prioridad a ciertas
cosas y aparcar otras, de momento. Total, que, señor presidente de esta ilustre
asociación, aquí le va el desglose del estado actual de nuestra economía. Con
los morosillos, sería de agradecer que usía me echara un cable, no para
ahorcarlos, Dios nos libre de esos pensamientos, y que Belial nos acoja en los
suyos. Tan solo es porque ya estoy un poco cansado de pedirles la cuota y al
final, sin beberlo ni comerlo, quedo como el judío que todos ven a través de mi
nariz. Deseo que sea de su agrado y aprobación este documento, así como todo lo
que encuentre reflejado en tan trabajado escrito.
Respuesta: Querido y apreciado tesorero, muestro mi más
sincera solidaridad con las responsabilidades del cargo que ejerce. Nos guste o
no, sin dinero poco podríamos hacer. Cuente conmigo para la inestimable labor
recordatoria sobre las cuotas pendientes, así como para cualquier otro asunto,
o duda, de índole monetario que le pueda surgir. Ahora bien, para poder echarle
el cable que tanto me solicita, y que nunca será dogal de ninguno de los
miembros de esta asociación, tiene que adjuntar el documento al mail que, no le
queda otra, tendrá que enviarme de nuevo. Así que déjese de reflexiones y
pamplinas varias y ponga un poco más atención. Todo su trabajo alrededor de las
cuentas está más que bien, pero la tecnología y usted son como el fuel y el
océano del que me habla. Espabile que tenemos que pagar a la imprenta, que
siempre le pasa lo mismo. Cansino, que es usted un cansino. ¡Habrase visto este
hombre!
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