Siguiendo con la fase de relectura que estoy llevando a cabo
este verano he llegado a poner entre mis manos una de las obras que más me
impactaron en su momento, “Manituana”, de Wu Ming. Son muchas y muy diversas
las cosas a resaltar de este libro. Empezaría por el propio nombre de Wu Ming.
Si nadie te cuenta que este apelativo pertenece a cinco autores que unen sus
fuerzas para ofrecernos un gran texto pensarás, con toda seguridad, que este
grupo de páginas es el resultado de una sola mente. Es impresionante cómo
llegan a aunar escritos e ideas estas cinco personas logrando, con ello, un
resultado que sobrepasa lo excelente. Para aquell@s que estén interesados en el
término Wu Ming os diré que tiene distintos significados, y no es que yo hable
chino, ni mucho menos, según la entonación que se le dé. Se puede entender
desde “anónimo” hasta “cinco nombres”, pasando por “disidente” o “no entiendo”,
en cantonés. Aquí tenéis donde elegir, pero, os aseguro, que sea cual sea la
opción que escojáis todas se podrán aplicar a la obra. Cuando la hayáis leído
comprenderéis a qué me refiero con esto.
Otra de las características destacables de “Manituana” es que
estos autores, partiendo de una célebre frase de Charles Dikens, ponen a
disposición del lector su reproducción parcial o total. Defienden, a su vez, el
préstamo bibliotecario gratuito estando en contra de las normas y directrices
que prevén el pago de éste limitando el acceso a la cultura. Además, junto con
su editor, renuncian a cobrar los eventuales royalties procedentes del préstamo
bibliotecario del libro. Todo un acto de altruismo que denota un gran
sentimiento de proyección cultural, algo que cada vez se ve menos en esta
“nuestra querida sociedad”.
Está claro que lo más reseñable de la obra es su propio contenido.
La trama comienza una vez terminada la guerra llevada a cabo entre Francia e
Inglaterra por el dominio de los territorios conocidos, hasta entonces, de
América del Norte. La Liga de las Seis Naciones iroquesas luchó del lado de los
ingleses en este conflicto. Dos nombres importantes surgirían de esta contienda
que tienen un gran peso en el desarrollo de esta trama. Por el lado iroqués
tendríamos a Hendricks, mientras que Sir William Johnson será alguien a tener
muy en cuenta por parte inglesa por ser el primer Comisionado de Asuntos Indios
de la corona británica y su aceptación por parte de los Mohawks. A ellos se
hace referencia en los anexos, llamados “Relatos Amotinados”, a los que
tendréis acceso según la edición que encontréis en papel. De no dar con ellos
os aconsejo que echéis un vistazo a la web del libro donde podréis leerlos sin
dificultad. Sería importante que estuvierais al tanto de los mismos antes de
comenzar con la obra en sí pues os darán una idea de todo lo que os
encontraréis posteriormente. A mí me ha gustado bastante la conversación sobre
ciertos sueños que ambos personajes tienen, muy interesante y astuta por las
dos partes.
Digamos que las figuras referidas anteriormente sirven como
visión del pasado de lo que acontece dentro de “Manituana”, pues estos dos
hombres ya han muerto al comienzo de la obra. Ahora nuestros personajes
principales, la mayoría de ell@s, al igual que los referidos anteriormente,
existieron en la realidad, pues estamos hablando de una novela histórica, y tiene nombres relacionados, de una u otra forma, con William y Hendricks. Están desde
Joseph y Molly Brant, hasta Peter o Guy Johnson, pasando por Philip Lacroix,
Daniel Claus, Jonas Klug o el general Sullivan, entre otr@s. Tod@s ell@s
empiezan a entrelazar sus vidas al término de la contienda franco-británica. Los
hechos se precipitan con el alzamiento de las colonias y su declaración de
independencia. Todo esto se encuentra reflejado en la primera parte del libro
titulada “Iroquilandia”. En ella os pondréis en contacto con la mayoría de los
personajes y comenzaréis a saber las intenciones de l@s mism@s. Esta serie de
sucesos, a los que se añadieran alguna que otra tragedia personal, hará que un
grupo formado por Guy Johnson y su familia, Peter Johnson, Daniel Claus, Joseph
Brant y Philip Lacroix viajen desde la costa americana hasta Londres para pedir
apoyo al rey Jorge III en su lucha por los intereses de éste último y de las
propias tribus iroquesas. Para mí, esta ha sido la parte más interesante del
libro pues refleja cómo se vivía, más bien se sobrevivía, en la gran urbe
inglesa en aquellos años. La pobreza, la violencia, el desgarro familiar de las
clases bajas contrasta con toda la opulencia y desinterés por ellas de la
nobleza y sus allegad@s. La comitiva americana conseguirá su audiencia con el
propio monarca, no sin antes pasar por ciertas manos nobles que se servirán de
ellos para adular a sus seguidores y, de paso, afianzar su despreciable estatus
social.
En esa visita, que forma el grueso de la segunda parte de la
obra, nos encontraremos con un club de indios londinenses bastante peculiares,
el “Mohock Club”. Su jefe, también se hace llamar rey, dice ser descendiente
directo del propio Hendricks, el cual tuvo un affaire, siempre según su propia
versión, con la que fuera su madre. De esta forma crea un grupo, con una serie
de normas, que consigue imponer su “orden” en la ciudad, sobre todo cuando
declaran el año Mohock. Además de otras metas, su intención es ponerse en
contacto con los indios americanos para que éstos sepan de su existencia. Al
final lo consiguen a través de una carta, siendo una de las partes más trágicas
las palabras escritas por el rey Mohock en la misiva que consiguen entregar a
Lacroix y Joseph Brant.
De vuelta a tierras americanas nuestros personajes se
encuentran con que el tiempo pasado en Europa no ha servido nada más que para
que los colonos avancen por el territorio indio y la guerra se haya vuelto más
cruel aún. Esto llevará a tomar decisiones drásticas a ambos bandos con un
resultado igual de atroz por los mismos, en ninguna guerra hay buenos ni malos.
Tod@s somos conocedores del final histórico de este conflicto después de la
derrota inglesa en la batalla de Yorktown y la firma del tratado de París en
1783. ¿Qué ocurrirá con todos estos personajes? ¿Qué será de sus vidas y sus
tierras? Todas esas incógnitas serán resueltas en la tercera y última parte de
“Manituana” que lleva por título “Corazón Frío, Frío”.
Como lector, y conocedor, del tema de los indios, sobre todo,
norteamericanos, esta obra me ha parecido muy realista a la vez que
instructiva. Realista porque en ella, a pesar de la simpatía que pueden
despertar en ti los personajes principales, deja atrás ese supuesto y manido
trato que se les da a las tribus indias. Nosotr@s nunca podremos comprender
muchos de sus actos y costumbres por más que lo intentemos. Habrá algunos que
nos parecerán crueles y despiadados, otros exagerados, incluso, cuando se habla
de ternura, relaciones sexuales o amor es otro tipo de concepto que parte de la
propia noción de tribu, la cual se encuentra a años luz de la de sociedad, tal
y como la llevamos entendiendo desde hace un montón de siglos. Por otro lado, dentro esa
realidad a la que me estoy refiriendo, pone sobre la mesa la gran crisis
abierta entre las tribus iroquesas durante la contienda, haciendo hincapié en
el apoyo de Oneidas y Tuscaroras al bando sublevado y el de Mohawks, Onondagas,
Sénecas y Cayugas a los británicos. Así fue, principalmente, cómo se vino abajo
la Casa Larga de los iroqueses, llegando, incluso, a matarse entre ellos.
La parte instructiva de “Manituana” la he encontrado en el
propio escenario histórico de la obra. Si ya de por sí son pocos los textos
referidos a los indios, la mayoría de estos, encima, están escritos desde el
punto de vista de los blancos, no se encuentran demasiados que traten el tema
durante los siglos XVII y XVIII. Casi todos ellos son de primeros del siglo XIX
en adelante, por lo que lo que encontraréis en este texto tiene bastante
relevancia en ese aspecto.
Tanto si estás interesad@ en el asunto como si lo que
realmente te gusta es leer novelas con gran valor histórico, “Manituana” te
ofrecerá esas dos cosas además de un sinfín de aventuras, reflexiones y
situaciones que hacen de ella, ante todo, una obra muy humana. Adentraos en Las
Mil Islas, adentraos en "Manituana".
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