Segunda vez que piso el Mayorga Rock placentino y primera que
pasa a tener el formato de dos días. La jornada del viernes destacó por los
altibajos de las intervenciones de ciertas bandas, algo de lo que hablaremos a
continuación. Hay que felicitar a todo@s l@s de la organización por su gran
labor y por mantener esos precios populares que a nuestros bolsillos nos viene
de perlas.
Llegué al festival acompañado de mi amigo Javi, he vivido con
él todo el evento, cuando acababan de subir al escenario los chicos de Blue
Chiken. Esta jovencísima banda oriunda de Plasencia fue uno de los
descubrimientos de esta edición. Había oído hablar de ellos después de ganar
cierto concurso y por su paso por el escenario Amex hace poco. Venían presentando
su Ep. “Eclosión” que descargaron en su integridad además de añadir alguna
versión como “The Wall” de Pink Floyd con la que cerraron su actuación. Me gustó
mucho el tema “Sunrise” cuyo videoclip podéis ver en Youtube. Ahora bien, si
hubo algo que realmente me impactó de su intervención fue la labor de Miguel al
bajo. De verás que hacía mucho tiempo que no veía a alguien con ese manejo a
las cuatro cuerdas. Espero que sigan en esta senda y consigan llegar más allá
de estas tierras, tiempo y calidad tienen para ello.
Después de los placentino nos metieron pal cuerpo la propuesta
de los cacereños Hotel Moscú. Nunca me ha gustado hablar mal de ninguna banda, puede
que lo hagan mejor o peor, o que me gusten más o menos, incluso que ni los vea
porque no son de mi agrado, pero lo de esta peña es infumable con todas las
letras. Puede que este festival no fuera el entorno adecuado para su propuesta,
puede que sean unos iluminados que nadie comprende o que realmente son tan buenos
que ni gustan. Sea lo que fuere, se quedaron literalmente solos encima de las
tablas pues nadie, incluido nosotr@s, les prestó la más mínima atención. Tuvieron
un efímero grupo de chavales, que no duraron ni dos temas, delante de ellos y
luego se largaron. De verás que no quiero ser agresivo con ellos, cualquiera
que se sube a un escenario merece mi respeto, pero lo del viernes pasado lo
viví así y así os lo cuento. Espero que en otro tipo de festivales lo peten y
salgan mejor parados.
En esto que aparecieron Los Chicos y, entonces, empezó todo. Sí,
he de reconocer que soy un gran pecador por no saber de ellos hasta la hora en
que se hicieron con todo en la Torre de Lucía. Cuando digo todo me refiero, literalmente,
a eso. Después del bajón de los anteriores, esta peña puso el recinto patas
arriba con su Rock garagero, con su actitud, con un sonido del copón y con esa
simpatía y entrega que le pusieron. Puto R&R que hace que muevas hasta los
pelos del culo, sobre todo cuando, en plan Ramones, no dan tregua entre tema y
tema. Cayeron desde “I Don´t Wanna Learn” o “Kick Out The Jams” hasta la mítica
“Muddy Muddy”, os podéis imaginar a quien está dedicada ésta. Peña cercana con
la que estuvimos hablando a la salida para darles las gracias por su actuación.
Rafa es todo un frontman que, además de montar la que monta, acabó subido en la
barra de los tickets y se bajó no sé cuántas veces del escenario, incluida la
que salió a compartir la tontería del extasí, extano con el público, tiene un
vozarrón de la ostia. La banda toca a cien por hora con esas guitarras afiladas
por parte de parte de los hermanos Urchaga y esa pedazo de sección rítmica a
cargo de Gullermo al bajo y el inmenso Ral a la batería. Ha sido mi gran
descubrimiento de esta cuarta edición del Mayorga y, de aquí en adelante,
prometo seguirles muy de cerca. Tendré que recuperar el tiempo perdido de
alguna forma. Brutales es quedarse corto con ellos. Como dicen en mi pueblo: “¡Anda
que fue chica la polvarera que se montó allí!”. Espero poder a disfrutar de
ellos pronto.
Uno de los grandes atractivos del cartel de este año eran Non
Servium. Los de Móstoles ofrecieron un concierto cargado de fuerza y energía,
como era de esperar. Lo malo es que en ningún momento gozaron de buen sonido. No
sé si el tipo de la mesa no sabía cómo ecualizar tanta tralla o qué cojones
pasó. Ellos fueron los primeros que lograron que la Torre de Lucía se llenara
de peña. Dejaron caer toda su artillería pesada, desde “El Imperio Del Mal”, “Bronca”,
esta fue de las mejores, a “Desperté”, “Ratas” o “El Espíritu Del Oi!”. Me cambié
varias veces de lugar pensando que aquello podía deberse a estar justo detrás
de los bafles de la derecha, pero ni con esas. Me iba pal medio con tol
mogollón y aquello seguía igual. Ya podían sonar “Los Demonios”, “Lucha Armada”
o “Warriors”, otra con la que se lio parda, que nada, que aquello seguía
sonando igual, hasta conseguí acercarme justo para apoyarme en las vallas por
la parte izquierda y lo mismo. Una pena que le pasara esto porque su concierto
fue de los mejores del festival, con el público totalmente entregado y mucha
actitud y fuerza por su parte. Nos quedamos sin verlos en Cáceres por ciertas
circunstancias y en esta ocasión no tuvieron la sonoridad adecuada. Algo
curioso porque todas las demás bandas sonaron bastante bien ya que esta ha sido
otra de las cosas buenas de este Mayorga. Qué se le va a hacer, nos quedaremos
con el gran concierto que ofrecieron en otros aspectos. A esperar otra
oportunidad, no hay otra.
Después de los dos trallazos seguidos de Los Chicos y Non
Servium, pusieron los pies en el escenario Sho-Hai & Xhelazz + RdeRumba. No
soy un gran seguidor del Hip Hop, pero he de reconocer que, en directo, me gusta
escucharlo y confirmar cómo hay toda una legión de seguidores que hacen de este
estilo algo potente. Lo que vi me gustó además de comprobar que si este
movimiento tiene la repercusión que tiene es porque bandas como esta se lo
están currando, a pesar de que les toque el horario que les tocó a ellos en
Plasencia. Mucha suerte y a seguir dando caña a base de versos. Nos quedamos a
escuchar el concierto durante casi una hora y luego decidimos dar una vuelta.
La noche siguió por los bares de capital del Jerte. Me
encantó volver por El Trebol y conocer el Underground. Ocurrieron muchas y
diversas cosas, todas buenas, pues lo reencuentros con peña que no veía desde
hace mil siempre vienen bien, pero eso es algo extramusical y queda para otro
tipo de crónicas, jeje.
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