El pasado sábado se celebró en el Boogaloo Café de Cáceres el
Garibaldi Festival en honor a J. Carlos Rodero, “El Montañés”, músico y amigo
que nos dejó hace unos meses. No me voy a extender hablando de él porque creo
que ya está todo dicho y redicho. Sólo diré que siempre fue alguien cercano al
que conocí al poco tiempo de venirme a vivir a Cáceres. Lo recuerdo
constantemente alrededor de la música, con una gran sonrisa y mayor dedicación.
Una vez expresado esto, pasaré a comentar un poco lo que fue este Garibaldi
Festival.
En primer lugar, destacaría la gran afluencia de público al
Boogaloo, algo que, definitivamente, da a entender lo conocido y apreciado que
era “El Montañés”. Yo llegaría allí pasadas las tres de la tarde y aún tuvimos
que esperar un rato hasta que se subió a escena el primer grupo. Nunca viene
mal saludar y relacionarse un poco antes de meterte de lleno en el plano
musical de cualquier evento. L@s encargad@s de romper el hielo fueron La Mendinga.
Ya tenía ganas de verl@s en directo y, al igual que la mayoría de l@s
presentes, nos quedamos con un sabor agridulce debido a lo corta que fue su
actuación. Con la ausencia de su guitarrista Manu, nos deleitaron con dos
versiones, una de Alarma!! y otra de Tahúres Zurdos, con las que calentaron el
cotarro gracias al vozarrón de Maribel y el saber estar del resto de la banda.
Sigo queriendo ver un show completo de ell@s, espero tener pronto la
oportunidad de hacerlo.
Después del visto y no visto de La Mendinga, se hicieron con
las tablas Intramuros. Con la banda de Jorge, Miguel y compañía aquello empezó
a subir de tono. Su Rock Urbano y Cazallero, y temas como “María De La
libertad”, consiguió los primeros bailes y saltos de la jornada. Ofrecieron un
buen show de mediana duración que nos dejó con muchas ganas. Una pena que fuera la banda a la que el
sonido menos acompañó. Espero que sigan dándole duro y poder disfrutar de un
concierto propio, con mejores condiciones acústicas, muy pronto.
Los motores ya estaban a pleno rendimiento, gracias a las dos
bandas antes nombradas, cuando llegó el momento de Akelarre. Viki, Pulido,
Cuqui y Perico, apoyados a la voz por José Manuel Savage, unieron sus fuerzas
para recordar a su colega marcándose tres grandes versiones de los Judas y una
de Whitesnake. Por fin pude ver, aunque efímeramente, a Pulido a los teclados. Un
show repleto de sentimiento y emoción, sobre todo para ellos, que puso los
pelos de punta a más de un@ de l@s que nos encontrábamos en esos momentos
viéndolos. Ahora que están tan de moda los combos tributo o de versiones les
animo a que sigan reuniéndose para que podamos recordar viejos temas Heavys.
Estoy completamente seguro de que, viendo cómo se lo pasaron y nos lo hicieron
pasar, si se prepararan algunas canciones más y ofrecieran un concierto en
condiciones óptimas de tiempo lo podríamos flipar aún más con ellos. Desde aquí
les animo a que, al menos, se lo piensen.
Que colocaran a mi querida amiga Ana Duque después de
Akelarre y antes de la Jerigüey fue, digámoslo así, la gran metedura de pata
del festival. En mi humilde opinión debería haber estado o bien al principio o
justo después de La Mendinga. Pues eso, que, con su show acústico, presentando
temas antiguos y alguno de reciente composición, poc@s le prestaron atención.
Normal, por otra parte, después del trallazo de Akelarre. Puso todas sus ganas,
pero, entre lo comentado con anterioridad y la mala costumbre que hay en
Cáceres de estar hablando a voces mientras alguien está actuando, ya sea en
plena Plaza Mayor o en sitios como el que nos concierne, no encontró demasiado
resultado. Todo sea por “El Montañés”.
La Jerigüey siempre ha sido una banda que conecta rápido a
base de temas aflamencados, Ska y variantes allegadas. Este trío puso a tó dios
a bailar y moverse desde el primer momento. Se les vio con muchas ganas y eso,
rápidamente, lo notamos. Sus cambios de estilo resultan efectivos, siempre que
se hagan como ellos lo hacen. Uno de los mejores momentos de la tarde noche,
sin duda. A seguir así, pues no les hace falta mucho más para continuar
teniendo el calor del público.
Carlos Maggot comenzó su concierto en solitario y acabó
formando parte del ofrecido por La Guadiloba Blues Band. Esta fue una de las
formaciones donde más destacaría “El Montañés”, por ello fue la última del
festival en sí. Nos contentaron con su elenco de versiones de ZZ Top, Gary
Moore, Pata Negra o esa readaptación del “Sweet Home Alabama” a la extremeña,
además de los grandes solos de Jose Regodón. Una vez terminaron su actuación
empezaron a subir unos y otros músicos para comenzar lo que sería la jam
sesión. Tengo que decir que no me quedé hasta el final de la misma.
En general, esto es lo que os puedo contar acerca de
Garibaldi Festival. No estaría mal que este tipo de reuniones de bandas locales
volvieran a repetirse con cierta asiduidad y, a ser posible, por razones bien distintas.
Espero que “El Montañés”, allá donde esté, pudiera sentir todo el aprecio que
se le manifestó durante la jornada del sábado. ¡Va por ti, colega!
No pausa na... Ya nos escuchamos en otro momento. Gracias amigo! Abrazo
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