viernes, 20 de mayo de 2016

Texto Mandrílico Mayo 2016




Permanece estoica mientras su hijo le arranca los vellos del cuerpo.

Se mantiene erguida cuando vierte ácido en los poros de su piel.

Impasible entretanto siembra sal en sus heridas.

Serena viendo a su predilecto asesinar poco a poco a cada uno de sus hermanos.

Imperturbable ante la continua plantación de lucecitas en su cabeza.

Sosegada ante el daño irreparable en su rostro.

La conformidad se apodera de ella tras hurgar en lo más profundo de sus entrañas.

Tolera que cambien su vestimenta verde, azul y marrón por una nueva negra, roja y gris.

Mira quieta al futuro con los cristalinos nublados por la altanería de su inteligente retoño.

Impávida alarga una mano para alimentarlo mientras éste corroe los dedos de la otra.

El hijo juega a ser madre. La madre contempla el calvario de su soberbia.

¿Cuánto tiempo durará la arrogancia de su vástago? ¿Qué hará en la soledad de sus estertores?

La paciencia materna se agota sonriendo con dientes carcomidos por la indiferencia de aquel que cree ser su dueño.

El frío se apodera de su ser sintiendo cómo su primogénito cae al fondo del abismo.

No hay mayor dolor para una madre que ver la destrucción de su amado descendiente.


Pesar acrecentado por la certeza de que, una vez que éste desaparezca, volverá la frondosidad y el estruendo de todos los demás.

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