Lo primero que tengo que decir después
de leer este pedazo de cómic del señor Osamu Tezuka es que no es conveniente
conocer a un autor por una de sus mejores obras, sino la mejor, ya sea esta un
disco, historieta, libro, escultura o pintura, por ejemplo. Que a qué me
refiero con este comentario. Pues bien, conocí a Tezuka a través de “Adolf”, uno
de los mejores tebeos de mi colección, y, como es normal, esto hace que te
intereses por otras cosas editadas por este increíble escritor, ya es hora de
que a los guionistas de cómics se les trate con este distintivo, pero con ello
corres el peligro de quedar defraudado. No es el caso de MW, pero he vuelto a
comprender que hay que tener la mente despejada para afrontar estas situaciones
si no quieres perder la esencia de lo que estás leyendo.
A estas alturas ponerse a hablar de
Tezuka puede quedar hasta ridículo. Qué se puede decir que no se haya dicho o
escrito sobre el que se conoce como “El Padre del Manga”. Pues eso, que alguien
que tiene en su haber más de una treintena de álbumes editados, entre otras
cosas, con los que intervino en la creación no sólo una escuela sino de un
nuevo mundo en el universo de los cómics no tiene más necesidad de ser
presentado.
En cuanto a MW, este es el nombre de un
gas venenoso, como muchos de los que pululan por nuestra atmósfera y almacenes,
que intenta esconder una de las mayores potencias económicas mundiales en una
perdida isla de un no tan perdido país. Como suele ocurrir en estos casos,
tarde o temprano el gas sufre un escape acabando con todos los habitantes de la
isla además de con toda la vida animal de la misma. Los únicos supervivientes
de esta catástrofe son Yüki y el Padre Garai, personajes principales de la
trama. Ambos mantienen una “estrecha” relación desde un poco antes del
incidente que conforma uno de los ejes principales de esta historia.
Debo reconocer que MW es uno de los
mejores thrillers que he leído. La mayor peculiaridad del mismo es su
implicación política y social. El hecho de que denuncie una de la mayores
lacras de la humanidad, la estamos viviendo día sí y día también, como es la
corrupción de alto standing hace de este relato algo excelente. Si sólo fuera
eso quedaría excesivamente simple. Lo interesante es la inteligencia y sangre
fría de la que Yüki hace gala a la hora de combatirla. Vale que puede que todo
se centre en una venganza personal pero lo enrevesado del personaje hace de él
algo sin par. Todos estos méritos lleva a que muchos de los personajes lo
identifiquen con el mismísimo Diablo, no le faltan méritos.
Puede que todo esto nos pueda sonar a
pura y mera fantasía. Que si siempre es lo mismo, que estamos cansados de oír
noticias sobre desastres de este tipo, que no podemos hacer nada al respecto o que,
simplemente, no me interesa el tema. La verdad es que casos, si no iguales muy
parecidos, al que Tezuka nos relata en MW pasan todos los meses en nuestro
planeta. Llevan pasando demasiado tiempo sin que podamos sufrir las consecuencias
de los mismos. Llamémosle “Cambio Climático”, “Calentamiento Global” o la
acepción que mejor se inventen porque, sea como sea, debemos reconocer que
tenemos mucha, sino toda, de la culpa de estos sucesos. Lo peor de todo es que
nos están acostumbrando tanto a este tipo de noticias que permanecemos casi
impasibles a las mismas. Ese es el campo perfecto para que sigan ocurriendo, la
pasividad social. Luego surgirá algún que otro Yüki, sin llegar a ciertos
extremos, todo sea dicho, y lo tacharán de violento e insolidario. Empresas que
contaminan nuestros ríos y mares, gobiernos que ocultan calamidades pagados por
su silencio, corporaciones a las que les interesa más sus beneficios que
combatir las necesidades básicas humanas y multinacionales que hacen de la
explotación de personas en condiciones miserables deberían recibir alguna que
otra vez los servicios de Yüki. De esta manera, al menos, se darían cuenta de
que no son del todo impunes.
Gracias Osamu, gracias Maestro por estos
relatos. Ya sé que no te sentías demasiado orgulloso de este MW, sobre todo por
todo lo que te dejaste en el tintero, pero nunca debemos olvidarnos de los
peligros que nos echan encima todos esos seres miserables. Eso es lo que consigues
con este cómic, que estemos alerta y eso ya es no sólo mucho, es demasiado. Un
abrazo fuerte allá donde estés. Tu obra siempre estará con nosotros.
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