Pertenezco al grupo de los llamados “desgraciaos”,
aquellos que aun siendo grandes seguidores de Leño nunca los vio en directo. No
es que se dejaran caer muchos por tierras extremeñas, todo sea dicho, pero
también tengo que reconocer que tuve una única oportunidad de verlos en la
famosa gira con Miguel Ríos y Luz Casal y no la aproveché. Así que entre una
cosa y otra me quedaré para siempre con
todas sus canciones, sí todas, porque qué canción de Leño no mola, además de
publicaciones como la que se han currao los Kikes, Babas y Turrón. Mientras tanto
seguiremos esperando, a ver si se deciden a darnos una alegría y, al menos,
hacen un par de conciertos de reunión.
Entrando en materia, el libro que han
publicado Kike Turrón y Kike Babas, como se suele decir, está que se sale. Lo primero
que destacaría sería la presentación del mismo. Una muy buena encuadernación
con esa gran portada, mítica del “Corre, Corre”, y la forma de cinta de
cassette es todo un acierto. Sin desperdicio la galería de fotos que contiene
la obra que deleita tanto o más que el
propio contenido. Es muy de agradecer la labor de estos dos máquinas.
El texto se divide en siete capítulos
más un epílogo. Todo puesto de manera relativamente cronológica empezando por
la relación, tanto musical como personal, de Rosendo con Jose Carlos Molina en
aquellos primeros Ñu. Si hay algo interesante dentro de estas páginas es la
cantidad de cosas de las que os enteraréis por voz propia de sus protagonistas,
cuando digo protagonistas no me refiero solo al trío Leño sino a todos y todas
los que aparecen. Entre estas cosas cabe destacar el origen del nombre de Leño.
Puede que sepáis, o creáis saber, de dónde viene pero aquí os vais a acabar de
enterar. Una vez hecha la extensa introducción de este primer capítulo, con
declaraciones de personas importantes en el entorno de aquellos primeros años
de la banda, pasamos al segundo centrado en lo que fue la grabación de su
primer disco y todo los prolegómenos del mismo incluida la efímera presencia de
Chiqui Mariscal. Muy importante cómo llegaron a fichar con Zafiro y todo lo
referente a su relación con dicha discográfica. Como era de esperar, el
capítulo tercero sigue con todo lo acontecido en los momentos de la grabación
de “Más Madera”. Puede que cuando saliera este trabajo, y una vez leídas las
impresiones de la peña en ese tiempo, sonara mucho más flojo que el primero,
cosa muy discutible, por otro lado, pero creo que con los años se ha convertido
en el más serio de la banda. Tengo que reconocer que es mi preferido así que
puede que peque de poco objetivo al respecto. Muy interesante lo que se nos cuenta
sobre las presiones de la discográfica para que hubiese ese cambio de sonido
además de las anécdotas, el libro está repleto, de la grabación.
Después de estas tres partes todo se
empieza a acelerar. Se nota tanto en las ganas de los miembros del grupo por
sacar cabeza y despuntar de una vez por todas como en sus declaraciones. La grabación
del directo en la Sala carolina de Madrid es, sin duda, el punto de inflexión
de la carrera del trío madrileño. Cómo se llegó a realizar, porqué, las
rencillas con discográfica y casa de manager además de las colaboraciones y la
salida del mismo forman el grueso del cuarto capítulo. Por aquel tiempo ya se empezaba
a sentir que las cosas no iban tan bien como parecían ir a pesar de haber
puesto en el mercado uno de los discos en vivo que, a la postre, se convertiría
en un clásico del Rock Estatal. Entramos en el quinto capítulo con el viaje a
Londres para grabar su obra más exitosa, “Corre, Corre”. Joder aún recuerdo que
las canciones de este disco las cantaban hasta los viejos del pueblo, sobre
todo eso de “Corre, corre, corre, que te
van a echar el guante”. Aquí los problemas, tanto internos como externos, entre
ellos ya empiezan a hacer mella con la consecuente decisión de separación por
todas las partes. Para la sexta parte dejan lo que fue la gira más exitosa,
tanto en producción como en montaje y público, hecha hasta ahora por bandas
estatales, “El Rock De Una Noche De Verano”, a cargo de, como he dicho antes,
Miguel Ríos, unos Leño en la cima de su historia y una jovencísima Luz Casal. Me
ha parecido sino la que más una de las partes más interesantes y sinceras del
libro. Supongo que el tiempo hace que las declaraciones de unos y otros no
lleguen a cabrear a los demás y eso demuestra que lo que se cuenta es de una fiabilidad
asombrosa. Para la parte final recortes de prensa, no tienen desperdicio alguno
de ellos demostrando que hace ya unas cuantas décadas que la prensa escrita
nunca se ha enterao de qué va el rollo este del Rock, unas no menos
impresionantes fotos y alguna que otra portada de esas míticas cintas de
carretera que viajan en los bugas de la época. Me parece que el epílogo se
impregna de toda esa sinceridad y buen rollo de la obra. Una pena no poder
haber conseguido las declaraciones tanto de Javier Gálvez como de Chiqui por no
encontrarse entre nosotros. Me quedo con el morbo de saber quiénes son aquellos
y aquellas que no quisieron colaborar en la obra. Si tengo la oportunidad se lo
preguntaré algún día a uno, o a los dos, Kikes. Es evidente que me quedo milones
de cosas en el tintero pero se trata precisamente de que las descubráis leyendo
este libro, lo vais a flipar.
Enhorabuena, a los que crecimos con los
Leño, entre los que me cuento, estas cosas nos vienen de puta madre. Sí que es
verdad que nos hacen sentir viejunos pero es que la realidad es esa, vamos ya
pa mayores por mucho que hiciéramos en los billares la primera comunión. Qué grande
los Leño, mucho más grandes con libros como este. ¡Leño pa siempre!!!
Aclaración: Las fotos de las portadas de
cintas no vienen en la publicación. Pertenecen a la exposición “Piratas, Ayer Y
Siempre” que me curré hace unos años recopilando portadas tuneadas por la peña
de cuando nos grabábamos nuestras propias cintas y nadie se quejaba por ello.
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