Mi último regalo de cumpleaños ha venido
de parte de mi novio y ha sido, ni más ni menos, que “Adolf”, la gran obra del
autor japonés Osamu Tazuka. Nunca he sido un gran seguidor del manga pero poco
a poco me van entrando ciertos autores que, la mayoría de las veces, pasan a engrosar
la lista de mis preferidos. Me refiero a gente como Taniguchi, Jiraiya, Tagame
y ahora Tezuka. Puede que a estas alturas os resulte un poco sorprendente que
haya descubierto a este señor, conocido como “El Padre Del Manga”, este mismo
mes después de haber fallecido en 1983 pero esa es la realidad. La parte positiva
de todo esto es que cuando me pasa algo así el mundo del cómic me sigue
pareciendo algo fascinante.
Adolf es el nombre de los tres
principales personajes de esta serie. Uno es, inevitablemente, Hitler, otro es
el hijo de un gran cargo alemán en la embajada de Japón y una mujer oriunda de
esta nación cuyo apellido es Kaufmann y el tercero, un judío de padres alemanes
pero nacido en el país del sol naciente
apellidado Kamil. Se puede decir que Hitler hace de canalizador de los
acontecimientos que van surgiendo en aquellos tenebrosos años mientras un
elenco de personajes no tan “secundarios” como la madre Kaufmann y el, a la
postre su nuevo marido, el periodista Sohei Toge, la familia de Kamil y su
prometida Elisa, el coronel Honda, de la policía militar japonesa, y su hijo, más un alto cargo de la Gestapo llamado Lampe
o la señorita Noriko Ogi, entre otros, forman ese grupo indispensable para desarrollar un tipo de cómic como este. ¿Y qué
es lo que llevará a todas estas personas a ver sus vidas entrecruzadas? Pues algo
tan trascendental como la aparición de unos documentos donde se demuestra la
posible ascendencia judía del mismísimo Führer. En esa carrera por hacer
público esos documentos por parte de algunos de los personajes y, por supuesto,
neutralizar dicha publicidad por otros está la línea por donde discurre la obra
de Tezuka.
Visto así puede parecer un poco simple
pero nada más alejado de lo que en sí es “Adolf”. La maestría con la que su
autor entreteje esta madeja sumada a los acontecimientos, tanto en Japón como
en Europa, es lo que más me ha gustado de este comic. Si a esto le sumamos el
trabajo realizado por Tezuka en lo referente a documentación y ambientación
tendrás en tu manos una de las obras más instructivas del género. Esta ha sido,
sin duda, la característica que más resaltaría, la cantidad de cosas que he
aprendido tanto de la cultura japonesa como de la situación, anterior y posterior
a la Segunda Guerra Mundial, del Japón de esos momentos así como lo que fue la
vida de la población de dicho país durante ese periodo. Me ha parecido
fascinante saber que la relación entre Alemania y Japón no era tan amistosa
como realmente creía o cómo cada país
llevó la guerra a su manera, sobre todo en lo concerniente a la Unión
Soviética. Es posible que si hubieran estado más de acuerdo en este tema el
resultado hubiera sido totalmente distinto.
Leí por ahí que “Adolf” pertenece al manga
de guerra, no seré yo quien lo ponga en duda porque a la vista está que es un
manga y trata sobre un conflicto bélico. Sin embargo creo que esta obra está
más cerca de todas aquellas que, aprovechando una u otra cosa, ya sean unos
documentos, unos personajes, acontecimientos o el más inverosímil de los
objetos, acaban sacando a relucir una parte de la historia que casi nunca nos
quieren contar. Me ha recordado a cómics como “Puta Guerra” de Tardi, “Vietnamérica”
de GB Tran o “Notas A Pie De Gaza” De Joe Sacco, por poner algunos ejemplos. Obras
que, en el fondo, tienen la misma razón de ser, hacernos recordar esos tiempos
horribles de la humanidad y hasta dónde nos puede llevar la locura de ciertos gobiernos
unida al furor despavorido y exacerbado de muchos de aquellos a los que gobiernan. De esta
manera me sigo reafirmando en que el cómic es una vía de escape para muchas de
las cosas ocultas que libros o revistas no quieren que se sepan. Supongo que el
que aún se siga pensando, yo nunca lo he compartido, que lo nuestro es un
género literario menor permite encontrarnos con este tipo de trabajos sin el
menor de los pudores y con el mayor de los realismos. Algo bastante valiente a
la vez de arriesgado pero sin la presión de tener que ser el mayor de los
ensayos, toque el tema que toque. Si sois de los que aún no sabíais nada de
Osamu Tezuka espero que este artículo os sirva de presentación tanto de él como
de su obra. Al igual que me ha pasado a mí, nunca es tarde para descubrirle
porque, como en cualquier faceta del arte, hay mucho por descubrir, otro tanto
por hacer y mucho más por disfrutar.
Feliz año a todos, que los políticos y
banqueros no nos den muchos más disgustos y que continuéis siendo lectores de
cómics, sean del estilo que sea, porque eso significará que seguís pensando que
esto no es sólo cosa de críos. ¡Maldito San Benito el que nos pusieron aquellos
que, como es de costumbre, no tienen ni zorra idea del tema! ¡Salú y buenos
alimentos!!!
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