Pocas veces una banda de renombre,
como Vargas Blues Band, comienza su gira en Extremadura. El viernes 19 arrancó
en Badajoz y el sábado 20 de Noviembre los tuvimos en Cáceres. Es verdad que la
Sala Barroco ha hecho todos los esfuerzos del mundo para que los conciertos
puedan sonar lo mejor posible en sus
instalaciones pero a veces les falta algo para lograrlo del todo. No es que Javier
Vargas y los suyos sonaran mal pero pudieron haberlo hecho mucho mejor en ese
aspecto, el sitio influyó en que no fuera así. En cuanto a la asistencia, poco
público, alrededor de 60 personas, a lo sumo, pero eso hace que este tipo de
conciertos sean mucho más intimistas y cercanos, cosa inevitable,
evidentemente.
No es nada nuevo decir que Javier
Vargas es uno de nuestros mejores guitarristas y con más proyección
internacional pero, a pesar de esto, yo era la primera vez que lo veía en
directo y os puedo asegurar que merece la pena acercarse a disfrutar de uno de
sus shows. Con un poco de retraso, no demasiado, salieron a escena los cuatro
músicos para deleitarnos con un puñado de temas de Blues, R&R y Rhythm And
Blues de muy buena calidad. Venían presentando su último trabajo, “Vargas Blues
Band & Company”, pero, mala suerte, no me pude hacer con él porque en su
puesto de venta aún no lo llevaban. De todas formas interpretaron temas tanto
de este trabajo como de los anteriores con alguna que otra versión como “Purple
Haze” de Hendrix.
Hay algo que quisiera destacar de
este concierto y no es otra cosa que la
calidad de los músicos que acompañaron a Vargas esa noche. El voceras de la
banda, Jorge creo que se llamaba, perdón si me confundo, se mostró desde el
primer momento totalmente entregado. Con aspecto de parecer que le iba a dar un
ataque epiléptico en cualquier momento enganchaba una canción con otra recordando
muchas veces al mejor Gary Moore. Pero ahí no acabó la cosa, resulta que tanto
batería, el holandés Peter Kunst, que tocaba como dios, como bajista, el argentino
Luis Mayo, imponente tanto en estatura como en fuerza al bajo, cantaron
verdaderamente bien. Este último se marcó como tres temas en los que nos dejó
boquiabiertos pero para sorpresa el batería. Es de esos bateras que parece que
sólo están ahí para marcar ritmo y poco más pero cuando se arrancaba se
convertía en una verdadera máquina y ya cuando nos cantó uno de los temas nos
dejó, a menos a mí, totalmente de piedra. Muchos diréis que qué pasó con
Javier, es que no tocó o qué. Pues simplemente deciros que no hace falta
explicar lo que este tipo hace con las seis cuerdas. Está claro que sus
colaboraciones, tanto de él con otros músicos como de otros músicos con él,
dejan claro lo bueno que es. Se mostró siempre cercano y simpático con el
público, yo creo que incluso disfrutó de vernos en familia, y en ningún momento
vi en él esos alardes de guitar-hero que muchos se dan por ahí. Es, sin duda,
el centro de atención sin embargo sabe ponerse el listón bien alto rodeándose
de esos músicos que lleva.
Espero que en su próxima gira con
Paul Shortino le dé por acercarse de nuevo por aquí. Sea o no así tengo que agradecerle, tanto a él como a la
banda, el buen rato que nos hicieron pasar. Puede que la poca afluencia de peña
se debiera a la coincidencia con otro festival en el Pabellón Multiusos de la
ciudad. Este Cáceres es así, o nos pasamos meses de sequía de conciertos o los
traen todos a la vez para mal de los buenos amantes de la música, como mi novio
y yo. De aquí a unos meses pasaremos un hambre de buenos conciertos que no
veas. Esperemos que no sea excesiva y podamos tener unos meses tan prolíficos
como este Octubre en lo referente a música en vivo. De ser así intentaré estar
en todos los eventos que pueda para poder contároslos con pelos y señales. Hasta
pronto, Javier Vargas & Company.
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