Hace ya bastante tiempo que tenía
muchas ganas de hacer este artículo. Sobre todo porque, como dice el título de
la obra que comentaré a continuación, hablar de deserción durante la Guerra
Civil española es hablar de algo olvidado o, peor aún, de algo que nadie contar.
El autor, Pedro Corral, es guipuzcoano y ha colaborado en periódicos y revistas
tales como ABC, Cambio 16, El Urogallo, El Europeo, La Razón o El Mundo. Con su
obra “Si Me Quieres Escribir” se descubrió como uno de los grandes
investigadores de la contienda acontecida en España a finales de los años
treinta del siglo pasado. Para muchos estas referencias pueden resultar
bastante escabrosas pero os puedo asegurar que el autor es de lo más objetivo
en su obra tratando por igual a ambos bandos y destapando los trapos sucios,
muchos y muy variados, tanto de unos como de otros, a este respecto.
La deserción ha sido, sigue
siendo, el tema tabú de cualquier contienda, guerra o refriega. Está más que
claro que desertores los ha habido en todo enfrentamiento bélico a lo largo de
la Historia. El hecho de haber sido tachados de traidores, cobardes o poco
fiables es algo que los ha quedado continuamente en lo más profundo de las
crónicas o estudios de cualquiera de esas absurdas guerras. Pero debe quedarnos
claro que la mayoría de ellos ni eran traidores y mucho menos cobardes. Llevar
a cabo un acto tan atrevido como la deserción es hacer algo repleto de valor y
compromiso tanto con uno mismo como con la propia humanidad. Cuando, por las
razones que sean, alguien decide arriesgar su vida para dejar de matar o que le
maten en un conflicto que no entiende o no quiere entender merece el mayor de
nuestro respeto.
Pedro Corral hace un repaso por lo
que fue la deserción durante esos años de locura belicista. Muchos podéis
pensar que la euforia primigenia que nos ponen en las típicas imágenes de
archivo duró toda la guerra, nada más alejado de la realidad. A partir de
finales del año 1936 la mayoría de los españoles que luchaban en uno u otro
bando no estaban movidos por aspiraciones idealistas, tanto de derecha como de
izquierda. Muchos de ellos fueron reclutados mediante levas durante toda la
contienda. Hombres de 17 a 50 años, incluidos, sirvieron al bando que gobernaba, por decirlo
de alguna manera, en el territorio en el que eran llamados a filas sin
preguntar ideología. Esta pudo ser una de las primeras razones de deserción en la mayoría de las veces que se llevó a cabo. El autor destapa casos de republicanos luchando en el lado nacional y viceversa. Nos cuenta las estrategias que ambos bandos seguían para
atraer a sus filas a estos soldados fuera de lugar. Pero no solo eso, la
deserción existió en cada frente, en alguno de ellos, como el de Madrid donde los
propios soldados se intercambiaban tabaco y papel o jugaban al fútbol so pena
de ser reprimidos con fuertes castigos, en cada pueblo y ciudad y, sobre todo,
en aquellos que vinieron a apoyar tanto a Franco, Guardia Mora, Italianos o
Alemanes, como a La República, Brigadas Internacionales incluidas.
Que nos cuenten que el aspirante
al poder por aquellos tiempos tuviera comisarios que se encargaban de estos
casos no nos sorprenderá pero que nos digan que los comisarios de La República
estaban pagados, en su mayoría, por Stalin, para llevar a buen puerto los
intereses de los comunistas, nos puede quedar con la boca abierta. Por cierto,
el cartel de la portada del libro es del Partido Socialista. Este es otro de
los temas que Pedro Corral toca en su obra. Al que añadimos las cárceles
expresas para los desertores, la represión a los familiares de los mismos, las huidas
y persecuciones, la miseria de los frentes o la decepción por ver cómo aquel
conflicto acabó convirtiéndose más en una matanza entre hermanos que en una
lucha de ideas de las que se aprovechaban algunos comiendo bien en sus salones
mientras otros volaban por los aires destrozados por los cazas alemanes. Estas son
las cosas que nadie nos quiere contar. Nos quieren mostrar un conflicto
idealista e idealizado cuando, en realidad, fue, como cualquier guerra, un pulso
entre intereses de dos facciones distintas para algunas cosas y muy similares
en otras. Está claro que hubo vencedores y vencidos, estos últimos aún por
encontrar enterrados en miles de fosas sin abrir, pero también deberían
contarnos que hubo miles de muertos, ejecutados y encarcelados por desertar. Pienso
que se merecen el mismo respeto que cualquiera que sufriera una cosa tan
horrible como debe ser una guerra. Es hora de destapar, de poner las cosas en
su sitio y asumir que, en alguno de los frentes las bajas por deserción
superaron a las sufridas por heridas o muerte.
Desde este humilde blog quiero
agradecer de todo corazón a Pedro Corral por su obra. Si algún día lee este
artículo quiero que sepa que yo también conocí a uno de esos desertores. Uno que
estaba cansado y horrorizado por tener que recoger con una camilla compañeros
destrozados o muertos. Uno que, junto a otro compañero de su pueblo, se vino
andando en plena contienda desde el frente de Teruel hasta La Haba, en la
provincia de Badajoz, para acabar en el campo de concentración de Castuera. Alguien
que nunca fue ni un cobarde ni un traidor. Ese alguien era mi abuelo.
Querido amigo, he leído con mucho interés su reseña sobre mi libro "Desertores", que le agradezco muy sinceramente. Me emociona advertir que comparte la visión nada idealista o idealizada de la Guerra Civil que he querido reflejar documentadamente en mi ensayo. Los desertores han sido siempre una página olvidada de la contienda del 36, aunque todos hayamos conocido, como es su caso con la experiencia de su abuelo, la realidad de miles de españoles anónimos arrastrados forzosamente al frente por el solo hecho de tener la edad de ser llamados a filas. Con esta obra he querido contribuir a que las futuras generaciones tengan una visión más objetiva de la Guerra Civil, lo que hoy es casi una tarea imposible. Muchas gracias de nuevo por este valioso comentario sobre "Desertores". Un saludo muy cordial, Pedro Corral
ResponderEliminarGracias a usted por su libro. Obras como esta siempre son necesarias para ver con objetividad cualquier tipo de guerra.
ResponderEliminarBuen ensayo Pedro, sobretodo objetivo inevitablemente realista y en momentos rebosante de lo que fue la cruda y cruel realidad, de una contienda fraticida llevada a cabo por unos cuantos para enfrentar como siempre a unos muchos .
ResponderEliminarArturo David .-