Cuarta vez que veo a Volbeat, no así a l@s teloner@s, Witch
Fever y Bush, de l@s que esta ha sido la primera. También he percibido ciertos
cambios, y no solo de formación, por parte de los daneses. Continúan siendo sólidos
musicalmente y entregados con el público, pero hay partes que se echan de menos
que han dejado atrás con el paso de los años. Una sería aquella historia que
hacían invitando a l@s más pequeñ@s de l@s asistentes al escenario, y otra la
duración de sus conciertos, hora y media pelada en este caso. El hecho de que
no hicieran ni un bis siquiera contribuye a ello. Sea como fuere, el paso de
Vobeat por Madrid volverá a ser recordado como algo frenético e intenso.
A Witch Fever les tocó ocupar el hueco dejado por Gel. Con
poca peña aún en el recinto, estas chicas se dejaron la piel en el escenario.
Su vocalista, Amy Walpole, no paró de moverse en ningún momento, estuvo bien
arropada por Alex Thomson a las cuatro cuerdas, Alisha Yarwood a la guitarra y Annabelle
Joyce con una grandísima labor a la batería. Hicieron alusión a la libertad en
Palestina y a otra serie de derechos humanos mientras dejaban caer temas como Drank
The Sap, Burn To Hit o Fevereaten, donde sonidos Grunge se
unen a otros más pesados junto a toques Punk. La cuestión es que, cuando nos
quisimos dar cuenta, ya se estaban despidiendo. Media hora escasa tampoco da
para mucho más.
Con una cierta antelación, de unos diez minutos, saltaron a
las tablas los británicos Bush. Se notó el cambio de sonido, además de una
mayor confluencia de público. Venían presentando su último disco, del que
dejaron caer cortes como I Am Are Here For Salve Your Live, The Land Of Milk
And Honey o la homónima I Beat Loniless. L@s asistentes mostraron más interés, como es
normal, en sus temas más conocidos, como la esperada Everything Zen, con
la que dieron comienzo, Machinehead o Identity. Con un gran frontman,
Gavin Rossdale, que mantuvo la conexión con el público en todo momento, un
guitarrista como Chris Traynor, que demostró maestría y un gran nivel, Corey
Britz al bajo, quizá el más estático del cuarteto, y un gran trabajo por parte
de Nik Hughes a la batería, no deja de ser una de esas bandas que no tuvieron
ni la suerte ni el reconocimiento que deberían haber tenido en su momento. Pero
ahí siguen, ofreciendo shows como este en su nueva visita a Madrid. A la cual dieron carpetazo con
More Than Machines y Flowers On A Grave.
Como es normal, Vistalegre se llenó de un público ansioso por
volver a disfrutar de un show de Volbeat. Dejaron caer el enorme telón que
ocultaba el escenario al son de The Devil's Bleeding Crown que
engancharon sin freno con Lola Montez. Un inicio de concierto que puso a
todo dios eufórico. A continuación, el cantante y guitarrista Michael Poulsen,
se arrancó con Ring Of Fire, de Johnny Cash, para la cual pidió
colaboración al público que, todo sea dicho, no respondió como él esperaba,
algo que solucionaron echando la vista atrás con Sad Man's Tongue, tema
de su segundo trabajo en estudio. Para cuando llegó el turno a la primera
canción de su último trabajo, Demonic Depression, tanto el frontman como
el bajista Kaspar Boye Larsen y el nuevo guitarra Flemming C. Lund, ya se
habían recorrido la pasarela y el escenario de una punta a la otra.
Continuaron con Fallen hasta llegar a otro de sus
grandes hits, Shotgun Blues, que, como era de esperar, obtuvo un gran
recibimiento por parte de l@s presentes. Nos volvieron a recordar que venían a
presentar su reciente disco, God Of Angels Trust, con la interpretación
de un nuevo tema del mismo, In the Barn of the Goat Giving Birth to Satan's
Spawn in a Dying World of Doom, que fue presentada por Poulsen aprovechando para
quitarle hierro a las maldades que le asignan a propio demonio y asignárselas a
algunos de los dirigentes mundiales. Siguieron con By A Monster's Hand,
también de su nuevo redondo. Un tema rápido, corto y directo donde Lund tomó
cierto protagonismo junto al toque bestial de Jon Larsen a la batería.
El comienzo de Heaven Nor Hell, con esos
contratiempos y ritmos, nos devolvió a los antiguos tiempos de la banda, sin
ser conscientes de que estábamos atravesando el ecuador del concierto. De aquí
en adelante el show se convirtió en una cascada de trallazos que tuvieron como
primer cañonazo la bien recibida The Devil Rages On, uno de mis temas
favoritos del grupo. Y luego todo el mundo a saltar y bailar con Die To Live,
poco menos de tres minutos donde se sudó de lo lindo. Un poco de respiro con
otro tema de los nuevos, Time Will Heal, muy bien recibido, antes de
afrontar otro de sus ya clásicos, Black Rose, con enorme respuesta de la
asistencia.
La temperatura continuó en ascenso con Seal The
Deal y la siempre más que coreada For Evigt. Una apuesta segura, a
pesar de que much@s no tengamos ni idea de danés. Poco nos importa, la verdad,
cuando esa conexión entre banda y público llega a topes como los que se alcanzan
con este tema. La contundencia de Still Counting fue la antesala de un
cerrojazo que llegó con A Warrior's Call, donde los gritos de: «Fight,
fight, fight», hicieron temblar el recito, unida sin parar a Pool Of Booze,
Booze, Booza, un corte de su primer disco como cierre definitivo.
No voy a decir que no me gustó Volbeat porque
mentiría si lo hiciera, pero, como ya he señalado, su concierto se me hizo
excesivamente corto en comparación con otros anteriores. Eso sí, la entrega de
Larsen, por un lado, y de Puolsen, por otro, es del todo admirable. Al nuevo
guitarra, a mi entender, aún le falta un poco de rodaje encima del escenario,
algo que, seguro, tendrá de aquí a nada. Y Lund, como buen batería, es la base
de todo el compendio, brutal. Espero volver a disfrutar de los daneses en
alguno de los festivales veraniegos. Seguro que en otro entorno la montan mucho
más gorda que en Vistalegre. Como anécdota, si se puede llamar así, algo que
pudimos apreciar desde la grada. Durante uno de los escasos y con poca
representación de los pogos que se montaron, algunos de seguridad se fueron
rápidamente hacia l@s integrantes del mismo con la intención de pararlo
pensando que se estaban peleando. Ver para creer.
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