jueves, 18 de julio de 2024

Metallica En El Estadio Metropolitano

 




Todo un fin de semana por Madrid para presenciar los dos conciertos de Metallica. Dos shows con setlist distintos y bien diferentes en todos los sentidos. Si el viernes la presencia de público fue masiva, el domingo bajó el número de asistentes. Esto se notó tanto en los accesos a la hora de entrar y salir del Metropolitano como en las gradas y en la pista. Entre las cosas positivas destacaría la buena organización, el escenario circular, con sus pantallas gigantes y su juego de luces, y el siempre buen rollo entre la peña. Como no tan positivas tendríamos el mal sonido, en general, de los teloneros y la pasividad de la gente que teníamos alrededor en las gradas. No se levantaron ni un minuto, a pesar de estar escuchando trallazos del nivel de Master Of Puppets, el primer día, o Whiplash, el segundo. Al final me voy a tener que empezar a creer eso de que el Rock se hace viejo porque menudo panorama de peña, si parecía que estaban en el salón de su casa viendo un DVD. Espera, que esto de los DVD ya es de viejos, mejor el es po ti fio o el yo tuve y tú te quedaste sin ello. En fin, que llevo dos grupos seguidos, Judas Priest y Metallica, que vaya con la sangre del personal. Menos mal que el domingo conseguimos cambiarnos de sitio en la grada y vivir el concierto de manera más intensa. Sea como fuere, he asistido a dos conciertazos en compañía de grandes amig@s. Y eso es, realmente, lo que importa.






VIERNES

 

Como ya he referido, el sonido de los teloneros fue lo peor de las dos jornadas. Y eso no falló con los Mamoth WVH. Salieron puntuales, cuando el recinto estaba a mucho menos de la mitad, y empezaron a repartir caña con Another Celebration At The End Of The World, después de una intro con el Night Prowler de AC/DC. Unos músicos que no pararon de moverse en todo momento, excepto Wolfgang Van Halen y, por supuesto, el batería Garrett Whitlock, que le cayó una buena tostaera mientras aporreaba su instrumento, fueron desgranando temas como You're to Blame, I'm Alright o Like a Pastime. Así hasta dar cierre con Take a Bow y Don't Back Down a un concierto bastante corto que nos dejó con muy buen sabor de boca. Una pena que no pudiéramos disfrutar algo más y mejor de ellos, sobre todo porque era una de las bandas que tenía muchas ganas de ver. Espero que la próxima vez sea en otras condiciones.






Architetcs, con esa onda en plan Linkin Park, sufrieron menos, en cuanto a sonido se refiere, pero tampoco es que el asunto mejorara demasiado. El vocalista Sam Carter jugó durante todo su concierto al despiste luciendo una camiseta de la selección, al tiempo que arrancaban con su nuevo single Seeing Red, al que siguió Giving Blood. El público era cada vez más numeroso cuando dejaron caer Deep Fake o Impermenence. Las cámaras ayudaron algo a resolver el problema sónico mientras seguían repartiendo cera con Holy Hell o Doomsday. Y entonces, el señor Caster se deshizo de su camiseta y pudimos comprobar que, debajo de esta, llevaba la de la selección inglesa. Con este cambio, y algún que otro abucheo, llegaron al tramo final con Meteor, Whe We Were Young y la gran esperada Animals. Dieron un concierto de gran nivel, con una masa de fans que se entregaron desde el principio, algo que siempre es de agradecer.






Metallica saltó a escena con poco más de un cuarto de hora de retraso sobre el momento en el que estaba anunciado el concierto. Comenzó a sonar It's A Long Way To The Top (If You Wanna Rock 'N' Roll) seguida de The Ecstasy of Gold como preludio de Creeping Death. Y todo el estadio, que ya se encontraba hasta la bandera, comenzó a rugir y a brincar. Harvester Of Sorrow fue la encargada de dar continuidad al asunto, y de que el sonido fuera mejorando por momentos. Saltaron en el tiempo con Cynade, para bajar algo las revoluciones, y continuaron con un King Nothing que ya mostró el sonido que debía ofrecer un show de estas características. 72 Seasons fue la primera que cayó de su último redondo, y se notó algo de frialdad por parte de l@s presentes mientras la interpretaban. Para cuando llegó el turno de If Darkness Had A Son, otro corte de su reciente trabajo, la noche ya había caído por completo en Madrid y el juego de luces y pantallas ayudó a que todo subiera de temperatura.






Hace ya tiempo que Metallica, bueno, Kirt Hammett y Robert Trujillo se encargan de hacer un pequeño guiño a algún hit de los sitios donde actúan, y esta vez les tocó interpretar Sangría Brain. Que, más bien, es un tema que se sacaron de la manga haciendo referencia a la fiesta y a esta bebida en particular con la que tanto se vende este Estado. Digamos que fue un momento simpático, sin más. Pasado el trámite, volvieron los cuatro jinetes con The Day That Never Comes, segundo tema de Death Magnetic que interpretaban, y Shadows Follow. A partir de aquí todo fue creciendo como la espuma, y la encargada de encender la mecha de este tramo de concierto fue, nada más y nada menos, que Orion, la cual interpretaron de manera magistral. Ha habido muchos y buenos momentos en los dos shows, pero si he de quedarme con alguno sería con Nothing Else Matters. Todo dios cantando hasta quedarse la laringe, unido a un juego de luces y sonido fuera de lo común, dieron lugar a lo que así fuera.









A sabiendas de que aquello se iba acercando al final, continuaron con la siempre bien recibida Sad But True que engancharon, en plan Ramones, fue así durante las dos jornadas, con dos cañonazos como Battery y Fuel. El verdadero desenlace llegó con Seek And Destroy, voceada hasta la saciedad, y Master Of Puppets, como guinda del pastel de un gran show, del que salimos con una sonrisa de oreja a oreja que lucimos durante lo que nos quedaba por vivir en la noche madrileña.







 

DOMINGO

 

Una vez vivida la experiencia del viernes, sabíamos ya cómo movernos por el recinto y la manera más cómoda de acceder al mismo. Después de quedar con un@s colegas antes de pasar a la parte del estadio que nos correspondía, tomamos asiento con la idea de que eso de estar sentaditos todo el rato había que solucionarlo, y vaya si lo hicimos. Como ya he dicho, desde el metro, se notaba que la afluencia de público era menor que la primera jornada. Los acordes de Red Right Hand, de Nick Cave And The Bad Seeds, sirvieron de introducción a unos Ice Nine Kills que vinieron a sufrir los mismos problemas de sonido que los teloneros del viernes. Los norteamericanos arrancaron con Savages y Hip To Be Scared un concierto basado en zombis, carniceros, mujeres desvalidas huyendo sin salida y un Spencer Charnas que, entre canción y canción, se hacía con un hacha, ficticio, claro, para cortar cabezas aquí y allá. Entre todo este show, no es para menos con ese nombre, se iban dejando caer Ex-Mørtis, Wurst Vacation o Rainy Day. Toda la parafernalia sanguinolenta alcanzó el final con The Shower Scene y The American Nightmare, dando carpetazo a sus poco más de cuarenta minutos sobre el escenario. Me resultaron entretenidos estos yanquis, puede que el haber visto a otros artistas de esta onda me hiciera no pasar de eso.









Personalmente, lo de Five Finger Death Punch ha sido la gran decepción de todo el fin de semana. Y no lo digo porque estuvieran mal, al revés, sino porque fueron los que peor sonaron con diferencia. Después de dejar atrás Cowboy, de Kid Rock, y Mother, de Danzig, como presentación, Lift Me Up nos puso en antecedentes de todo lo que temíamos por delante. A pesar de su entrega, con un Ivan Moody que no paró de interactuar con el público y un Chris Kael que es todo un showman, Trouble, la esperadísima Wash It All Away y Jekyll And Hyde fueron como un amasijo sónico que, si no fuera porque las conoces, habríamos sido incapaces de distinguir. Otro temazo como The House of The Rising Sun, al igual que IOU, sufrió las mismas consecuencias. Puede que todo esto que estoy refiriendo se deba a que nosotros estábamos en las gradas y el techo del estadio ejercía de pantalla ante la bomba sonora que son estos angelinos, o eso es lo que prefiero pensar. Llegado el momento de Wrong Side Of Heaven nos resignamos a que aquello no iba a solucionarse. Never Enough nos trasladó a los primeros años de la banda antes de dejar caer otro de sus éxitos, Welcome To The Circus, que me sentó genial. Vuelta atrás con Under And Over It, cañera donde las haya, y broche final con The Bleeding. Lo dicho, una pena porque, puestos a elegir, siempre preferí ir el domingo que el viernes y la razón no era otra que ver a uno de los grupos de los últimos tiempos que más me ha impactado. Lo tendré que solucionar asistiendo a un concierto suyo, sea como sea.







Todo hacía intuir que el show de Metallica del domingo iba a superar al del viernes, y no nos equivocamos. Con casi nada de retraso, y después de la misma introducción acedeciana y morriconiana, con imágenes de l@s presentes en las pantallas, Whiplash se encargó de dar el pistoletazo de salida. Y de aquí en adelante, al igual que dos días atrás, fueron en plan Ramones dejando caer tema tras tema sin apenas darnos un respiro. Así llegó el segundo trallazo, For Whom The Bell Tolls, con imágenes de la Guerra Civil en las pantallas. Y venga más caña con Ride The Lightning, acompañada de unas imágenes y de un sonido que nada tenía que ver con lo vivido hacía menos de una hora. Echaron un poco el freno con The Memory Remains, que fue coreada por un público que ya comía en sus manos, antes de dar paso a uno de los temas que más me gusta de su último trabajo, Lux Æterna.









Para cuando atacaron con Too Far Gone?, el segundo corte que tocaron de su 72 Seasons, nosotros ya habíamos dejado atrás la sentada de nuestros alrededores gracias al buen hacer de uno de los chavales que nos dejó bajar de grada para poder ver el concierto de pie. Y desde esta posición asistimos a uno de los momentos de esos irrepetibles, Kirk Hammett y Robert Trujillo interpretando el Bienvenidos, de Miguel Ríos. Brutal, eso sí, nos la sabíamos mejor nosotr@s que el bajista, pero la intención es lo que cuenta. Las pantallas comenzaron a emitir imágenes de un psiquiátrico cuando los acordes de Welcome Home (Sanitarium) empezaban a llenar nuestros oídos. Y de aquí hasta el final todo fue entrega, tanto por los cuatro jinetes como por l@s presentes.






Wherever I May Roam echó a andar con todo dios ya enfrascado solo en lo que nos venía de las tablas y de sus pantallas. Tan solo interrumpida por la algarabía que se montó con el primer gol de España. Y sí, aunque pueda parecer mentira, había peña con un ojo en el móvil y otro en el escenario. Hasta estoy seguro de que algún@s no asistieron por ver el partido. Sea como fuere, ell@s se perdieron la interpretación de una The Call Of Ktulu inconmensurable. Y claro, no podía faltar la otra balada del negro, The Unforgiven, que supo despegar la vista de las pantallitas móviles a más de un@ y que a mí me hizo recordar momentos de otros conciertos que siempre serán irrepetibles. Vuelta a su actual trabajo con otro temazo como es Inamorata. En general, se puede decir que estos nuevos temas, a los que aún les queda recorrido, se acoplaron como un guante al setlist, tanto el viernes como el domingo.





Caña, caña y más caña a masada en Fight Fire With Fire, con un montón de llamaradas, que nos movió hasta el último músculo en tanto que nos desgañitábamos. Parece ser que la que sí se ha venido para quedarse en sus conciertos es Moth Into Flame, una gran canción que pierde algo si recordamos las lucecitas volando en plan polillas que forman parte de su interpretación y que aquí, supongo que sería por las dimensiones del recinto, no aparecieron.






Como era de esperar, que las pantallas se llenaran de imágenes de soldados abatidos regresando del frente, junto a esos acordes iniciales, nos ponían delante de One, uno de mis temas preferidos de toda su carrera. Y la jodienda es que durante su interpretación España volvió a marcar y, encima, llegó el final del dichoso partido. Así que volvimos a mezclar fútbol con música de una manera, digamos, peculiar, por no decir otra cosa. Siempre me emociona esta canción, uuff. Y el cierre final de los dos días, como no, vino con Enter Sandman, que cantó el público muy por encima de un James Hetfield que no había parado de sonreír en todo el concierto.



Metallica, para algun@s unos dinosaurios del Rock; para otr@s unos pasados de moda, con lo típico de: “Ya no son lo que eran”, pues claro que no lo son, estaría bueno que lo fueran; y para otr@s, entre l@s que me incluyo, una bandaza que se ha ganado a pulso el lugar que ocupan en la música. Y se lo han ganado girando y girando y dando conciertos tan memorables como los de Madrid. Así funciona esto del Rock, hay que dejarse la piel año tras año sobre los escenarios, sin garantía alguna de que vayas a triunfar.

 



2 comentarios:

  1. Muy buen reflejado lo vivido el domingo. Qué pena que Five fingers death punch sonaran así, eran una de las razones por las que fuimos ese día. Y Qué descubrimiento Ice Nine Kills, me encantan. Un pena el mal sonido desde gradas. Pero bueno, buscando el lado positivo... Así tenemos una excusa para volver a verlos, aunq seguro que en una buena sala o un escenario más pequeño, se aprecian sus shows mucho mejor.

    ResponderEliminar
  2. Menudo escenario y que pantallas tan peculiares tuvo que ser flipante, me ha entrado ganas de escuchar algunos de sus últimos discos. Metallica no son los que eran? En fin...son Metallica.

    ResponderEliminar