Un año más, y espero que siga por otros muchos, volví al incomparable marco del Teatro Romano de Mérida para presenciar un gran concierto. Solo por ese escenario merece la pena asistir, pero aquí vamos a hablar de música, en este caso de The Black Crowes, una de las bandas que más vueltas ha dado a lo largo de su historia en cuanto a formaciones, broncas y críticas varias.
Con el recinto a tres cuartas partes de su capacidad, los
norteamericanos empezaron su show con Bedside Manners, tema que abre su nuevo trabajo, Happinnes Bastards,
para enganchar directamente con Rats And Clowns, segundo corte de este
disco. De este modo, dejaban claro que el concierto no iba a ser un repaso de
grandes éxitos, sino que esta gira es la de la presentación de esta disco y,
como tal, venían a presentárnoslo. He de decir que, a mí, personalmente, este
trabajo es de esos que me molan más con cada escucha, y estos son los redondos
con los que suelo acabar flipando del todo. Y de aquí, un salto en el tiempo
con Twice As Hard, para trasportarnos a los años de su primer disco, y
para que tod@s l@s asistentes comenzáramos a saber lo que se nos venía encima
desde delante de las columnas romanas.
Con Then She Said My Name se acercaron a uno de los
trabajos que más me gusta de toda su carrera, By Your Side, con lo cual
fue uno de mis mejores momentos del concierto, y hubo varios de esta
intensidad. Qué decir de Sting Me, el temazo que abre ese segundo
trabajo que les catapultó a la fama mundial, y con razón. Con esto ya nos
tenían comiendo en sus manos, pero, por si no teníamos poco, añadieron otro
tema más de este gran trabajo como es Something Salvation, que, como ya
he referido, dieron forma a uno de los mejores momentos del show. Nos volvieron
a recordar la razón de este tour con Cross Your Fingers, un tema de su
nuevo disco de esos con un estribillo y un trabalenguas que te engancha desde
el segundo uno.
White Light/White Heat, de The Velvet Underground, fue la primera de las tres
versiones que ofrecieron a lo largo del recorrido de su concierto. La verdad es
que, con la cantidad de canciones que tienen, y con el tiempo que estuvieron
sobre el escenario, que rozó la hora y media escasa, podrían habernos deleitado
con algún tema propio, pero, al menos, esta versión, en concreto, fue muy bien
recibida por l@s presentes. Thorn In
My Pride, con esa entrada de teclado en lucha con guitarra, nos dio un
respiro antes de lo que se avecinaba. Esta parte del concierto echó a andar con
Wanting And Waiting, el tema que, hasta ahora más me ha enganchado de su
reciente redondo, muy apropiado como antesala de la segunda versión de la
noche. Está claro que esta tendría que caer tarde o temprano, Hard To Handle,
de Otis Readding, que, como podéis imaginar, puso o a todo dios a cantar y
saltar. Pisaron un poco el freno con She Talks To Angels, para
devolvernos, de nuevo, al disco de sus comienzos antes de dar paso a un tema de
su actual trabajo como es Flesh Wound.
Llegados a este momento, se intuía que, aunque no lo
quisiéramos, la traca final estaba cerca. Nos fuimos acercando al final con No
Speak No Slave, que, una vez más, nos puso a cantar como loc@s. Continuaron
con otro temazo como es Jealous Again, y cerraron con la más que
esperada Remedy. De pronto, se descolgaron los instrumentos, saludaron y
se despidieron dejándonos con la miel en la boca. No tardaron en volver para
que su actual segundo guitarra, de ascendencia latina, nos agradeciera nuestra
presencia, al tiempo que se despedía, tanto de nosotr@s como de la gira, y
después interpretar la tercera, y menos esperada, versión, en este caso God's
Got It, de Reverended Charlie Jackson, incluida en su disco Warpaint.
Y hasta aquí el paso de los Cuervos Negros por nuestra capital autonómica.
Ha sido un concierto con un gran sonido y un juego de luces
que te impactaba por tener tan magistral escenario. Puede que se les notara un
poco cansados, por ser el último show de la gira, pero, creo que, en general,
fue del gusto de todos. Los únicos peros serían las ya comentadas versiones, me
hubiera gustado escuchar temas como Soul Singing, por poner un ejemplo,
y el echar en falta algunos de los músicos que han pasado por sus filas. Al fin
y al cabo, en estos momentos, no deja de ser, lo ha sido siempre, la banda de
los hermanos Robinson exclusivamente. No quiero cerrar sin hacer referencia a
la reforma de las gradas del Teatro Romano, razón por la cual nos ubicaron en
un palco más abajo, que tienen toda la pinta de estar pensadas para acomodar
mejor al personal. Esto de que el Stone Music festival, dentro de su
programación, incluya a bandas de Rock, se está convirtiendo en un clásico y en
algo que agradecer. A Status Quo no podré asistir porque me coincide con otro
acto, pero ya estoy deseando saber quiénes serán los que pisen Mérida el año
que viene.
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