jueves, 27 de junio de 2024

Mi Paso Por El Rock Imperium 2024

 





Mi primer paso por el Rock Imperium de Cartagena ha sido todo un maratón de música y días. La verdad es que no recuerdo haber asistido a un festival de cuatro días, y mira que llevo unos cuantos a las espaldas. Puede que el Leyendas sea lo más cercano, pero he de reconocer que las veces que he estado no me he acercado la primera jornada. Antes de continuar, he de aclarar que lo que vais a leer de aquí en adelante, como siempre, son mis opiniones y vivencias, que no dejan de ser personales y no tienen por qué coincidir con las de los demás. No me pararé en exceso en los conciertos de todas las bandas que he visto porque ser haría más extenso aún de lo que va a ser.






Dicho esto, paso a comentar lo acontecido comenzando por la organización. En general, he de decir que me ha parecido un festival muy bien organizado. Casi todas las bandas han disfrutado de un buen sonido, tanto en los escenarios principales como en el secundario; el hecho de que sea cuesta abajo le concede una mayor visibilidad; los servicios han sido los más limpios que conozco de todos los festivales, y algún concierto también, que he visto y usado; mucho personal en las barras siempre atento y con una sonrisa; los precios no son tan abusivos como en otros eventos; los accesos fluidos y el ambiente entre la peña perfecto. En cuanto a los contras, pondría en primer lugar el asunto de las escaleras, que tiene truco si das la vuelta al recinto, tampoco se tarda tanto, pero no entiendo que luego no te dejen acceder con la misma bebida que has pillado abajo; que tengas que desplazarte tanto para comer si estás interesad@ en ver alguna banda de la parte de abajo es todo un hándicap; me quedé flipao con que hubiera tan solo un puesto de venta de camisetas y otro de vinilos, que pueden que hasta fueran de l@s mism@s dueñ@s; no soy de los que se pillan camisetas o gorras de las bandas y del propio festival, pero los precios por las nubes; me ha resultado un cartel lleno de altibajos, con grupos que merecían estar en los escenarios principales en vez del otro y viceversa; y, para cerrar, los pocos espacios de sombra, que se rifaban a ciertas horas del día. En conclusión, un buen festival con más cosas buenas que no tan buenas, porque nada hay malo en una gran fiesta del Rock.




Miércoles

Este Rock Imperium echó a andar para mí con los últimos compases de Ronnie Romero. Puede que me guste más o menos, pero he de reconocer que es un gran vocalista. Así lo demostró con Not Just A Nightmare, Vengeance y la versión de Dio, Rainbow In The Dark, con la que cerró su show. Lo de Eclipse fue todo actitud, metiéndose en el bolsillo al público desde los primeros acordes de Apocalypse Blues. Es la segunda vez que los veo y puedo decir que han mejorado bastante. No dejaron de arengar a la peña mientras dejaban caer temas de alto voltaje como The Hardest Part Is Losing You, The Downfall Of Eden, Black Rain o Viva La victoria, con la que dieron carpetazo. Una banda que va subiendo como la espuma por curro y merecimiento propio.





Uriah Heep era uno de los platos fuertes de la jornada, y así ocurrió. Un Bernie Shaw que no paró de presentar los temas haciendo referencia al año de su edición se mezcló con la calidad de los músicos que integran esta mítica banda, entre los que destaca el bajista Dave Rimmer y, por supuesto, el gran guitarrista Mick Box. Un concierto que se me hizo corto, donde mezclaron clásicos como Rainbow Demon, Gypsy o Stealin' con algún corte de su último trabajo, como Hurricane o Hail The Sunrise, hasta alcanzar los minutos finales con, era de esperar, Easy Linving, acompañados por Richie Faulkner y Ronnie Romero. Grandes, estos británicos imperecederos, de esos combos que nunca fallan sobre las tablas.





Treinta años han pasado desde que viera a Extreme ejerciendo de teloneros de Aerosmith en Madrid. He de reconocer que era uno de los grupos que más ganas tenía de ver de todo el festival y, si a esto sumamos que su último trabajo me parece bastante bueno, me lo pasé en grande cantando y saltando. Arrancaron con It's a Monster, Decadence Dance, de su archiconocido Pornograffiti, y #Rebel, de su último redondo. Siguieron echando más leña al fuego con un Gary Cherone que no paraba de moverse de un lado al otro del escenario mientras dejaban caer Rest In Peace, antes de marcarse un mini set acústico donde cayeron Hole Hearted, Midnight Express, para lucimiento de Nuno Bettencourt, y la esperadísima More Than Words. Volvieron a lo eléctrico con Cupid's Dead y Am I Ever Gonna Change y Thicker Than Blood, hasta cerrar con la potente Rise. Primer gran bolo del festival antes de la apisonadora que se nos vendría encima.





A ver, no ha sido ni el mejor ni el peor concierto de los que he visto de mis queridísimos Judas Priest. Y no lo digo por los problemas de sonido iniciales con Panic Attack, ni por la voz de Halford, siempre puesta a prueba, sino más bien por la poca entrega de l@s presentes, al menos por la zona donde yo estaba. Que te estén tocando trallazos de la talla de You've Got Another Thing Comin', Rapid Fire, Breaking The Law o Love Bites y estés como si estuvieras en el comedor de tu casa viendo un DVD, pues, como que es raro, o a mí me lo parece. Yo, que soy de los que se desgañitan, saltan y hace todo tipo de aspavientos, recibí no sé cuántos reproches por l@s que me rodeaban. Pero, leches, que son los putos Judas, los amos del puñetero Heavy Metal, pues nada. Me recordó al show de Scorpions en el Rock Fest, un muermazo de gente. A clasicazos como Sinner o Turbo Lover sumaron cortes de su reciente trabajo, como el que le da título, Invincible Shield, antes de afrontar un Victim Of Changes, donde Halford demostró su buen estado de forma, para la edad que tiene. La potente The Green Manalishi sirvió de preludio de Painkiller, con Scott Travis dirigiéndose cariñosamente al público. La traca final vino a cargo de Electric Eye, Hell Bent For Leather y Living After Midnight. Vi a unos Judas muy entregados, con un juego de luces impresionante, unido a toda la parafernalia del símbolo iluminado, la moto, el recuerdo visual al Glenn Tipton y el olvido de K.K. Downing, y los cambios de vestuario de Rob. Me topé con un Ian Hill sonando más alto que nunca, un Richie Faulkner cargando con la mayoría del peso de las seis cuerdas y un Andy Sneap más encendido que nunca. Una pena la sosería del personal.







Cerraron In Extremo, pero, he de reconocer, que no les presté demasiada atención. Después de Judas, me lo tomé con calma entre charlas con el personal y l@s colegas tomando algo.

Jueves

Jornada que empecé a la sombra, al tiempo que Xandria interpretaba sus dos últimas canciones, Two Worlds y Valentine. Desde la misma posición me tragué entero el concierto de unos Cirith Ungol, a los que no les pillé el punto en ningún momento, cuestión de gustos. Pero, igualmente, he de reconocer, que tuvieron una gran acogida, tanto durante su show, con temas como Chaos Descends, Black Machine, Join The Legion o Blood & Iron, como en la sesión de firmas. En cuanto a Kadavar, era una de las bandas que más ganas tenía de ver de todo el festival, después de pasar de tres a cuatro miembros. Pero llegué a la conclusión de que, a pesar de su sonidazo y su buen hacer con temazos como Come Back Life, Black Sun, la cañera Die Baby Die, una de mis preferidas, o Creature Of The Demon, no recibieron la respuesta que merecieron. A mi parecer, es de ese tipo de grupos que ganan más en salas y en contacto directo que su público que un festival. Ritchie Kotzen se me hizo largo y monótono, sin quitar ni un ápice a lo gran guitarrista que es. Fue el típico concierto que pasas más tiempo riéndote de las tonterías que suelta este o aquella que pendiente de lo que tienes delante. Levanté la vista cuando me sonaban algunos temas, como Love Is Blind o la versión de The Yardbirds, Shapes of Things.







Esperaba mucho más de TNT, sobre todo por aquello de presentarse con su formación más clásica. Tuvieron ciertos problemas de sonido durante en inicio con Invisible Noise y She Needs Me. Noté que aquello no era el problema llegados a Tonight I'm Falling y My Religion. Pedíamos más y queríamos más, pero una banda excesivamente estática, con un Tony Harnell que desaparecía cada dos por tres en vez de contactar a arengar al público, hizo que solo momentos como durante la clásica 10,000 Lovers (In One) o Knights of the Thunder cambiarán un poco todo hasta cerrar con Seven Seas.







Pero ahí estuvo el perenne Glen Hughes para devolvernos la marcha y lo que hiciera falta. Con una simpatía desbordante, una voz por la que parece no pasar el tiempo y una bandaza de alto voltaje, sobre todo el batería Ash Sheenan y el guitarra Soren Andersen, demostró porque es uno de los músicos más reconocidos y queridos del panorama rockero. Y lo hizo sacándose de la chistera clásicos de Deep Purple, en ellos basó su actuación, como la grandísima Stormbringer, Might Just Take Your Life o Sail Away.  A los que unió otros del calibre de Mistreated, You Keep On Moving, me hizo mucha ilusión escuchar esta de la época de Tommy Bolin, y el cierre final con la esperadísima Burn. Grande donde los haya Mr. Hughes, comunicativo, entregado en todo momento. Uno de los mejores momentos del festival, si eres fan acérrimo de Deep Purple, como el que escribe estos párrafos, más aún.







Como nunca he sido de Avantasia, los he podido ver unas cuantas de veces y nada, me largué al escenario pequeño para ver a Praying Mantis. Ahí siguen los hermanos Troy dando caña a través de temas como el que da nombre al grupo, Highway, Dream On o Keep It Alive. Puede que sea una de esas bandas para nostálgic@s, pero la voz de John Cuijpers le da un nuevo aire a cortes como Captured City, Time Slipping Away, a la versión de Lynyrd Skynyrd, Simple Man o a Children of the Earth. Me lo pasé bastante bien en esta mi primera incursión en el escenario pequeño, teniendo delante a una banda que ya ni creía que iba a poder ver.




De Kamelot poco puedo decir. Me parecieron un buen grupo con su masa de seguidores fieles, de l@s que no forma parte, que triunfaron durante el tiempo que estuvieron encima de las tablas. Al menos por ahí fueron los comentarios que me llegaron de mis colegas acérrim@s de los estadounidenses.



Viernes

Con un calor, sofocado bajo la poca sombra del recinto, que se sumaba al cansancio de las anteriores jornadas, llegué con Tete Nova ya mediado. Demostró ser uno de los mejores vocalistas del actual panorama rockero estatal, con una muy buena puesta en escena, grupo de bailarinas incluido, interpretando temas como Sin Saber Nada, Techos De Cristal o la versión de Ángeles del Infierno, Maldito Sea Tu Nombre. Hizo algo raro con la introducción de The Trooper antes de Evil Machine y se despidió con Somos, donde introdujo partes de Metallica y de Michael Jackson.






Toda la actitud que les faltó a los TNT el día anterior les sobró a Nestor. Y lo dice alguien que nunca les prestó demasiada atención, pero cuando su cantante, Tobias Gustavsson, dio comienzo al concierto con Kids In A Ghost Town y These Days, me di cuenta de aquello iba a ser lo que fue, una gran fiesta. No paró de relacionarse con el público, en tanto que seguían cayendo temas como Stone Cold Eyes, Caroline o Signed In Blood. Así hasta cerrar con 1989. Solo por su entrega y buen estar sobre el escenario se han ganado un nuevo seguidor.





Primer paso de la noche por el tercer escenario para ver a otros clásicos como son Blitzkrieg. Con una banda donde resaltaba la diferencia de edad, sobre todo entre el frontman Brian Ross y el batería, Matt Graham, que podría ser su hijo o nieto. Cuarenta años al frente de la banda se notan a la hora de cantar Armageddon, Hell To Pay o The Spider. Pero la buena labor de los guitarras Alan Ross y Nick Jennison le dio la caña que se merecían a Buried Alive, I Am His Voice, a la versión de Satan, Pull the Trigger, o a Take a Look Around. Despidieron con el tema que da nombre a la banda un concierto que defendieron en todo momento, pese a la poca asistencia.





Accept siempre ha sido una de mis bandas preferidas dentro del mundo metalero. Y lo que vi en Cartagena me confirma lo bien que siguen funcionando, a pesar de haberse convertido en el combo de Wolf Hoffmann y allegados. Arrancaron con The Reckoning, un tema de su último trabajo, antes de entrar de lleno en dejarse temas que tod@s esperábamos, como Living For Tonite o Restless And Wild. Supieron superar los problemas de sonido iniciales cuando llegaron a Humanoid y colaron Midnight Mover entre temas de su reciente disco, Straight Up Jack, y algunos de esta etapa con Mark Tonillo, como son Dying Breed y la poderosísima Zombie Apocalypse. Con el personal comiendo en sus manos, se adentraron en la segunda parte de su concierto marcándose un medley a base de Demon's Night / Starlight / Losers and Winners / Flash Rockin' Man para después interpretar Shadow Soldiers que entró como un guante. Y de aquí en adelante ya solo nos quedó disfrutar de los temas que los encumbraron a la cima del Heavy, la siempre estremecedora Princess Of The Dawn, coreada a grito pelao, o Metal Heart, tres cuartos de lo mismo, junto a otros con los que demostraron que no solo viven de las rentas, como Teutonic Terror o Pandemic. Y el final no podía ser otro que el surgido de la mezcla de Fast As A Shark y Balls To The Wall. Los alemanes saben como usar su tiempo encima de las tablas para demostrar que siguen siendo un grupo de esos que nunca falla en directo. Y yo siempre agradecido de poder volver a verlos.







Sé que cometí el gran pecado metalero de cambiar a Saxon por Napalm Death, pero no me arrepiento ni lo más mínimo. A los de Byford los he visto en no sé cuántas veces, y estoy más que seguro que dieron un gran show, pero a los de Shane Embury era la primera vez que los veía, y las ganas eran mayúsculas. Con la adrenalina aún por las nubes después de Accept, el no parar de Mark «Barney» Greenway, que no dejó títere con cabeza dirigiéndose a l@s presentes en castellano la mayoría de las veces, junto a los guitarrazos de Mitch Harris y el aporreo bestial de Danny Herrera, dieron forma a un muro sónico donde temas como Taste The Poison, From Enslavement To Obliveration, Scum y por supuesto Suffer The Children nos hicieron pasar uno de los mejores momentos de todo el festival. Muy grandes estos cuatro músicos que, a pesar de la competencia que tenían en el otro escenario, supieron llenar el suyo y dar un concierto de muy alto nivel. Espero que no pase mucho tiempo para poder verlos de nuevo, porque ganas ya tengo de sobra de ello.




Y a los Emperor, como en jornadas anteriores con los que cerraban el cartel del día, los tuve de fondo hasta que el colega que conducía decidió que volvíamos al apartamento que teníamos. Y eso nunca se discute.

Sábado

Para ser el último día fue, posiblemente, el más flojo de todos, en cuanto a cartel se refiere. Comencé, de nuevo, a la sombra, al tiempo que las Cobra Spell interpretaban un repertorio donde Satan Is A Woman, Poison Bite, Accelerate o Addicted To The Night las pone como uno de los grupos con más proyección del momento. No habrá que perderlas de vista. Continuaron las japonesas Lovebites con una buena masa de público que soportó bien la tostaera que estaba cayendo, en tanto que disfrutaban con When Destinies Align, Shadowmaker, Rising y Holy War, entre otros temas. Exhibieron un buen hacer con sus instrumentos, ayudadas por un gran sonido, con un look muy manga y una vocalista, Asami, que cada vez que se dirigía al público conseguía hacerme reír por su tono de voz tan agudo y, a la vez, tan bajo; nada que ver con lo que le ocurría a la hora de cantar.





Vi un rato por encima a Spidergawd antes de largarme al escenario de arriba y darme de bruces con uno de los grandes descubrimientos de este festival, Holycide. Comandados por el incansable Dave Rotten, todo un personaje que no tiene pelos en la lengua, algo muy de agradecer en los tiempos que corren, soltaron tralla de la buena a través de cortes como Bazzokiller, Remote Control, Towards Idiocracy y la impresionante Lie Is The New Truth. Thrash Metal de muy alto voltaje con unos músicos de gran calibre y un vocalista de esos que se hacen con el público a la segunda canción. Tampoco faltó su interacción con l@s presentes y el reparto de pegatinas final. Me alegraron muchísimo el día y entraron de lleno en mis bandas a escuchar de aquí en adelante.






Había oído hablar grandes cosas de Riot City, pero he de reconocer que, después de lo anterior, me quedaron un poco frío. Así que no acabé de verlos y me bajé para ir tomando posiciones para lo que sería el gran concierto de la jornada, Warlock, con la indestructible Doro Pech al frente. Esta mujer tiene el don de, con solo aparecer por el escenario, con esa sonrisa, llevarse a todo dios de calle. Claro que, la mezcla de los musicazos que la acompañan con los clásicos de su banda primigenia algo tiene que ver también en esto. Arrancaron con I Rule The Ruins y Earthshaker Rock, nada más y nada menos. Una Doro que, siempre en contacto con el público, no dejó atrás trallazos como Burning Witches o Eats Meets West antes de pedir que la acompañáramos con Für Immer, uno de los momentazos del show, junto al solo de batería de Johnny Dee. Tampoco podían faltar Hellbound o Metal Racer, a las que añadió una canción de su carrera en solitario, All For Metal, antes de emprenderlas con el clásico de Judas Breaking The Law. Traca final con la esperadísima True As Steel, Fight For Rock y, cómo no, All We Are, coreada en todo el recinto. Impresionante Doro, que declaró mil veces estar delante de una de sus audiencias preferidas. Y que sea así por muchos años.







Tenía muchas ganas de ver a Carcass, pero entre la caminata hasta el escenario donde tocaban y las colas para comer después de Warlock solo pude disfrutar de la parte final de su concierto. Tralla de la buena con Corporal Jigsore Quandary, Ruptured in Purulence / Heartwork o Tools of the Trade. Y en esto que empezó a llegar peña a la que el señor egocéntrico de Yngwie Malmsteen echó a patadas de su show. Sin quitarle mérito alguno, a estas alturas no vamos a dudar de su valía como guitarrista, me encontré rodeado de colegas y grandes seguidores suyos que venía escupían sapos y culebras sobre el sueco. En fin, hay personajes que no cambian. De esta forma, compartí el final de Carcass interpretando Genital Grinder, Pyosisified (Rotten To The Gore) y Exhume To Consume con peña que ni la esperaba por el concierto.






El cierre del festival a cargo de The Darkness me pareció muy apropiado. Y lo digo porque montaron una gran fiesta, donde su vocalista, Justin Hawkins, no solo demostró saber manejar al público a base de arengas y conexión, también lo hizo a las seis cuerdas. Con el apoyo del bajista Frankie Poullain, de su hermano Dan Hawkins a la guitarra y del batería Rufus Tiger Taylor, os sonará el apellido, no pararon desde que irrumpieran con Black Shuck, Growing On Me y Get Your Hands Off My Woman. A las que añadieron Barbarian, Stuck In A Rut, Japanese Prisoner Of Love o el cameo de Inmigrant Song de Led Zeppelin. Dejándose la piel sobre las tablas, alcanzaron la recta final con I Believe In A Thing Called Love y Love On The Rocks With No Ice.







Y así viví este Rock Imperium, siempre en compañía de grandes amig@s y de otr@s que, como suele pasar, conocí en el recinto. ¿Volveré o no? Pues eso depende del cartel y de lo que ofrezcan otros festivales. Todo se verá…



 

 


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