Este cómic que trata de las primeras andanzas del señor Lemmy
Kilmister en el mundo de la música me ha dejado con unos sentimientos
encontrados. No es que se trate de nada malo, pero me ha parecido un pelín
flojo. Me explico, hacía tiempo que no tenía entre mis manos un cómic con una
presentación tan cojonuda en lo referente a la portada, con su tapa dura, su
cubierta y demás. En lo relativo al dibujo de Juan Riera, Alberto Belandria y
Jorge Mansilla hay que decir que es un trabajo sobresaliente. Esos tonos
azules, grandes viñetas a dos páginas o la incursión de otras viñetas por
encima del fondo consiguen un impacto visual extraordinario. Otro asunto en el guion
de David Calcano y Mark Irwin, traducido por Ezequiel Martínez, pues me da la
sensación de ir a trompicones centrándose, a veces, en cosas superfluas o que
no interesan demasiado, al menos a mí. Pero pasemos a hablar de todo esto un
poco más a fondo.
Arrancamos con el prólogo de Rob Halford, donde destacan
estas palabras: “A pesar de que la música es lo principal en una banda, son las
anécdotas y las historias las que sirven para hacer un cómic como este”. La
primera viñeta a toda página es toda una presentación de intenciones, tanto por
parte del protagonista como de la obra. Es solo dejarla atrás y ya nos damos de
bruces con ese Lemmy que, después de darnos un buen consejo, tanto alardea de
ligar siendo tan feo, toda una realidad. En su seguimiento cronológico, el
protagonista y líder indiscutible de Motörhead nos cuenta cómo se percató de que
eso de tocar la guitarra le podía servir para sus conquistas femeninas,
instrumento que llega a sus manos a través de un regalo por parte de su madre.
De aquí pasamos a una de las cosas más interesantes de este tebeo como es la
primera banda en la que militó Lemmy, The Rockin´Vickers, un combo que,
musicalmente hablando, se ajustaba bastante a los sonidos del momento.
Lemmy aspira a más que un simple grupo como The Rockin´Vickers y se pira a uno de
los lugares del mundo donde más R&R se cocía en aquella época, Londres. En
la capital británica, además de música, todo era fiesta, speed, hierba y ácido.
Uno de sus primeros curros fue como roadie de Jimi Hendrix, tiempo en el que
conoce a Dikmik, con el que entablará una amistad que le reportará muchos
beneficios, entre ellos su primer contacto con el bajo y su entrada en Hawkwind
a las cuatro cuerdas. Su paso por esta
banda tiene uno de los finales más comentados de la historia del Rock, cierre
que hará crecer el odio de Kilmister hacia sus viejos compañeros por el trato
recibido.
Una vez fuera, ese malestar que carcome al bajista le empuja
a formar su propio grupo, al que llamará Motörhead, por ser este el título de
la última canción que compuso con Hawkwind. Una pena que no se explique el
verdadero significado del nombre, algo que no os voy a descubrir, pues mi
intención es que lo hagáis por vuestros propios medios. Después de unos bolos
donde el guitarrista y el batería seleccionado no son del todo del agrado de
Lemmy, llega el momento de grabar el primer disco homónimo en los estudios
Rockfield, en Gales. En esa época conoce a Phil “Animal” Taylor, que sustituirá
al batería y tendrá un peso importante en estos inicios de carrera del grupo.
Este le presenta a un colega suyo que no es otro que Eddie “Fast” Clarke y… ya
tenemos la formación clásica de una de las bandas más influyentes del Rock,
Motörhead. Avanzamos adentrándonos en los sinsabores de la edición del primer
disco y la fuerza de voluntad del trío por seguir adelante, a pesar de todas
las trabas que encuentran en el camino, como el hecho de no ver un duro por las
ventas, los problemas con el mánager o la mala fama que les da la prensa
especializada. De aquí pasamos a un tour compartiendo cartel con sus antiguos
compañeros de Hawkwind donde Phil tocará con la mano fracturada.
Un momento crucial es cuando Taylor añade un segundo bombo a
su batería, sobre todo porque de una de sus bases sale el embrión de lo que
será uno de sus grandes temas, “Overkill”, que servirá para dar título a su
segundo trabajo discográfico, con el que girarían por media Europa con un
montón de historias que vais a descubrir. Pasada la vorágine de “Overkill”, el
grupo entra a grabar el que será su tercer redondeo, “Bomber”. Antes de
proseguir, el protagonista deja clara su postura ante la heroína, sobre todo
después de perder al productor que los había encumbrado con el trabajo anterior
por una sobredosis de dicha droga. La verdad es que se trata muy de pasada todo
lo relativo a “Bomber”, ya que se entra de lleno en su siguiente disco, “Ace Of
Spades” y todo lo concerniente a su grabación, productor, portada y demás, como
el hecho de tener que posponer la gira por un nuevo accidente de Phil. Pasado
este trámite, aparecen en escena las Girlschool, con las que se embarcarán en
un tour que dará también mucho de qué hablar y del que saldrá su primer álbum
en directo, el famoso “No Sleep 'til Hammersmith”, que, todo sea dicho, nunca
se grabó en ese sitio, ya que el nombre se debe a otra cosa que vais a
descubrir en estas viñetas. Y hasta aquí, tan rápido y tan escueto como el
propio cómic.
A partir de un instante, la obra avanza con tal velocidad que
me hubiera parecido más interesante hablar de ciertos temas, como su odio a la
heroína por haber perdido a su primera novia por ella; lo que sería la gira con
Ozzy, que debió ser de lo más espectacular, o la razón por la que el disco en
vivo no es doble, como solían ser en aquellos tiempos, que la aparición de
ciertos músicos en esa insistencia de Lemmy a la hora de resaltar tanto a su
público como a su crew. Me reitero con el buen trabajo de los dibujantes y el flojillo
por parte de los guionistas. Como obra, es buena para una primera toma de
contacto con lo que fueron los inicios del grupo, y si eso consigue que te
interese más por la banda genial, pero si te detienes ahí, te quedan muchas,
muchas cosas por descubrir. Espero que lo hagáis porque el viaje es largo y
merece mucho la pena. Motörhead, you can call me Motörhead, alright!!
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