miércoles, 11 de enero de 2023

Ralf König Homenajea A Lucky Luke En: "Choco-Boys"

 





A la hora de hablar de este cómic habría que hacerlo a dos bandas. En primer lugar, tendríamos que comentar algo acerca del vaquero más famoso del mundo de las viñetas y, a continuación, seguiríamos con la adaptación del dibujante y guionista de cómics gays más reconocido de las últimas décadas. Lucky Luke es una creación del dibujante belga Morris que, para dar vida al personaje, se apoyó en los guiones de varios autores, entre los que destaca René Goscinny. En lo referente a Ralf König, solo diré que es un dibujante y guionista alemán del que podéis averiguar muchos más datos en cualquiera de los artículos que este humilde blog dedica a otras de sus obras. Podríamos extendernos mucho más, pero no es lo que toca hoy, porque hoy el verdadero protagonista, independientemente de quien lo dibuje o guionice, es el hombre que dispara más rápido que su propia sombra.





König tiene su primer acierto en esta aventura editándola en tapa dura, como cualquier historia del famosos cowboy que se tercie. A partir de aquí, echamos a andar con la narración por parte de Buddie, un vaquero pelirrojo, fornido, sin vello y con la piel más blanca que la mismísima leche, sobre su experiencia a la hora de conocer a Luky Luke. Este encuentro se da en Straight Gulch, donde hay que estar muy pendiente de los letreros de advertencia que te vas a encontrar en la entrada. Ambos se conocen en la oficina de empleo de este emplazamiento, ya que se busca a hombres que se atrevan a conducir un rebaño de vacas por el valle cercano. Pero Buddie tiene algún problema para ser contratado, algo que se pasa por alto con la aparición estelar de Luke, al que todos ven como el más indicado para esta labor ganadera. La razón por la que al vaquero pelirrojo le es denegado el puesto da pie a las primeras escenas de ligoteo marica, tan comunes en las páginas del autor germano, y, a pesar de que la situación se tensa, todo se resuelve con la intervención de Lucky.





El ganado que tienen que custodiar son cinco vacas suizas pertenecientes al Sr. Spungui. Estas han de tener los mejores cuidados del planeta, pues deben dar una leche de alta calidad con el fin de que la nata obtenida del líquido blanco acabe siendo el ingrediente excepcional de las mejores trufas de chocolate rellenas del mundo, todo muy helvético, incluso el color de las vacas, que no es otro que lila. A la hora de elegir compañía, Luke se queda con Buddie por negarse a compartir su tiempo con fans que lo único que le darían sería dolores de cabeza. Aquí llegamos a otro de los espacios vitales en cualquier historia del oeste que se nos venga a la mente, el Saloon, donde los comentarios y chascarrillos dirigidos a Buddie se mezclan con el motivo de la presencia de este en el pueblo. El tren llega con su cargamento bovino, ¿y quién ha sido la encargada de proteger tan valiosa carga? Pues nada menos que Calamity Jane, que en su reencuentro con Lucky hace referencia al hecho de que este ya no lleve en la boca ni cigarro ni brizna de hierba, muy propio de estos tiempos que corren tan políticamente correctos, o eso dicen. Ni siquiera el ofrecimiento de lo que sería uno de aquellos cigarros de chocolate que nos retrotraen a nuestra infancia servirá para que veamos al vaquero con algo entre sus labios. Cabe destacar que no solo el color de las vacas sorprende a tod@s l@s presentes, también el hecho de que tengan nombres propios les deja boquiabiert@s.




Una vez en Dandelion Valley, Buddie reconoce ser un fan más de Luke y haber leído todas sus historias, para acabar interesándose por el destino de los verdaderos hermanos Dalton, primos de otros de los personajes esenciales en las aventuras de Lucky. Como Calamity le ha hecho saber al vaquero más rápido del oeste que apesta más que las propias vacas, llegamos al momento del baño en el río. Chapuzón que es observado por el indio Buffalo Bitch y la chamana Sitting Butch, que comentan el aspecto físico de los blancos desde sus monturas, cuyas crines están adornadas como si fueran banderas del colectivo LGTBIQ+, un acierto más. Llegada la noche, al calor del fuego, otra escena primordial en cualquier western, Buddie nos cuenta cómo llegó a enamorarse de su antiguo compañero Terrence, un vaquero bajito, moreno, muy velludo y con problemas de alopecia, durante el tiempo que compartieron al cuidado de un rebaño de ovejas, todo muy a lo Brokeback Mountain, y los sinsabores que le acarreó dicho enamoramiento, sobre todo después de ser descubiertos por un trampero del pueblo. Descubrimiento que lleva a Terry a cambiar de actitud hacia el pelirrojo y salir por patas, dejándole solo con las ovejas. Contagiado de tanta sinceridad, Luke acaba confesando sus antiguos amores y la razón de su actual soltería, declaraciones no muy normales en sus aventuras.




Avanzamos con la aparición de un afamado coleccionista de autógrafos y todo lo que tenga que ver con las celebridades del oeste y, cómo no, de los ya nombrados hermanos Dalton, que han llegado al lugar con el objetivo de acabar con Luke. Entre unas cosas y otras, Terrence vuelve al pueblo y su presencia no pasa desapercibida a Calamity, que le pide que le acompañe junto a Buddie y Lucky, pero este se sirve de ella para hacer saber al pelirrojo que está allí para retarle a un duelo. Mientras tanto, los Dalton ven en la petición de un autógrafo a su enemigo la mejor manera de terminar por siempre con el vaquero que más odian. Para ello, Joe asalta la librería local, otro de los aciertos de König, sobre todo por la conversación del más bajito de los Dalton con la hija del dueño. Una vez que Calamity hace saber a Buddie las intenciones de su antiguo compañero, este abandona las vacas y se larga al pueblo con el propósito de aceptar el duelo. Pero Lucky le sigue para evitar males mayores, dejando a Calamity en compañía de Sitting Butch como custodias del ganado en la mayor de las intimidades.




Y ahora que ya estáis inmers@s en la trama, os dejo para que descubráis otros entresijos, así como el final de esta historia en la que, una vez más, Ralf König hace gala de todo su arsenal creativo respetando tanto a los autores como a los personajes originales de las aventuras de Lucky Luke. De este modo, nos demuestra que él, al igual que el que escribe este artículo,  también es un gran fan del vaquero más famoso y rápido de todo el Oeste, que no es otro que el mismísimo Lucky Luke.




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