Deep Purple fue la primera banda internacional que vi en
directo allá por 1985 en la gira de “Perfect Strangers”, en Vallekas. Mucho
tiempo después volví a verlos en Mérida junto a Saxon y Doro y, por tercera
vez, los he vuelto a ver en la capital extremeña en el marco incomparable del
Teatro Romano de esta ciudad. Lo curioso es que, en cada una de estas
ocasiones, la formación de la banda británica ha sido diferente, desde el mítico
Mark II en aquel primer show, pasando por la presencia de Don Airey y Steve
Morse en la segunda ocasión, hasta esta última con la incorporación del recién
llegado guitarrista irlandés Simon McBride que, por cierto, este ha sido su
primer concierto en España como hacha del grupo. Dejando atrás este repaso
biográfico, quiero dar mi apoyo a Ian Gillan en lo referente a todo lo
que se está hablando acerca de su voz y su estado físico. Compañer@s del Metal,
qué esperáis de una persona de setenta y siete años que lleva más de la mitad de
su vida encima de los escenarios, dentro y fuera de Deep Purple. Pues claro que
no llega a ciertos agudos como llegaba hace años, que se mueve como un robot
sin hacer sus legendarios headbanging y que no se va a poner a cantar “Child In
Time” por las mismas razones, pero las ganas y la entrega que puso en Mérida
son, como mínimo, algo muy a respetar. La voz es el instrumento al que más se
le exige dentro de este mundillo nuestro del Rock y l@s que andan siempre
echando pestes con el mismo tema podrían tener un poco de consideración con l@s
cantantes o haber nacido antes, qué queréis que os diga.
Con la consabida puntualidad inglesa, dieron el pistoletazo
de salida con “Highway Star”, como llevan haciendo desde hace décadas,
consiguiendo las primeras sonrisas y los primeros acompañamientos por parte del
público. Engancharon con “Picture Of Home” conmemorando, de esta forma, los
cincuenta años de la publicación de uno de sus trabajos más reconocidos,
“Machine Head”. Con estos dos pepinazos dejaban claro que el sonido y el juego
de luces con ese telón de fondo que ofrece el Teatro Romano iba a ser, y lo
fue, un aspecto más que destacable de su actuación. Nos relajamos un poco, solo
un poco, con “No Need To Shout” y “Nothing At All”, de su trabajo de 2020
“Woosh!”, para seguir disfrutando de un concierto único de una banda única en
un entorno, igualmente, único.
Sin entrar en explicaciones, para el que suscribe estos
párrafos, John Lord siempre estuvo un peldaño por encima de much@s músicos de
Rock y el hecho que sus compañeros se acordarán de él dedicándole “Uncommon Man” fue todo un
detalle aplaudido como se merecía. Después de esto, vuelta a uno de sus
clásicos, “Lazy”, del ya mencionado disco cincuentón, dando lugar a otros de
los momentos estelares de la noche después de la intro de Airey y la
incorporación de la armónica de Gillan. Con “When A Blind Man Cries”, tema que, en su
día, quedó fuera de la edición de “Machine Head” por las consabidas
imposiciones de Ritchie Blackmore apareciendo como cara B del single “Never
Before”, disfrutamos de una de las interpretaciones donde las luces fueron las
protagonistas indiscutibles. El instante más folk llegó con “Anya” y sus
reminiscencias centroeuropeas que dio paso al solo de Don Airey antes de
alcanzar un “Perfect Strangers” que nos hizo vibrar y cantar hasta
desgañitarnos. Siendo conscientes de que se acercaba el final, atacaron con la
inconmensurable “Space Trukin´” y un “Smoke On The Water” que, como os podéis
imaginar, consiguió poner en pie a tod@s l@s presentes. Primera, y única,
despedida antes de unos bises que echaron a andar con “Hush”, único tema de los
que sonaron que no fue grabado originalmente por Gillan, aliñado con el solo de
bajo de Roger Glover y el mano a mano que tuvo con el grandísimo Ian Paice. Con
otro de sus clásicos, “Black Night”, dieron carpetazo a una noche que no vamos
olvidar fácilmente, sobre todo por la magia que el Teatro Romano supo imprimir
a la puesta en escena, al sonido y a las luces de un show que la propia banda
va a tardar en borrar de su biografía.
Grandes Deep Purple, a los que se les vio disfrutar y darlo
todo ante un público que no llenó un Teatro Romano que abrió las puertas al Rock con mayúsculas. Aunque hubo una
más que buena entrada, está
claro que el precio de las entradas influyó en este resultado. Esperemos que
esas mismas puertas sigan abiertas para ocasiones tan especiales como esta.
Que bien otro de los grandes en el Stone & Rock. Estoy de acuerdo en las quejas escuchadas y leídas sobre la voz....que estén sobre el escenario no es que les libre de críticas pero hay algunas que son muy insidiosa porque la edad no perdona y difícil es que actúen como hace décadas quién va ya sabe lo que hay y lo mínimo que espera
ResponderEliminarSTONE & MUSIC quise decir
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