martes, 27 de septiembre de 2022

Deep Purple En El Teatro Romano De Mérida

 






Deep Purple fue la primera banda internacional que vi en directo allá por 1985 en la gira de “Perfect Strangers”, en Vallekas. Mucho tiempo después volví a verlos en Mérida junto a Saxon y Doro y, por tercera vez, los he vuelto a ver en la capital extremeña en el marco incomparable del Teatro Romano de esta ciudad. Lo curioso es que, en cada una de estas ocasiones, la formación de la banda británica ha sido diferente, desde el mítico Mark II en aquel primer show, pasando por la presencia de Don Airey y Steve Morse en la segunda ocasión, hasta esta última con la incorporación del recién llegado guitarrista irlandés Simon McBride que, por cierto, este ha sido su primer concierto en España como hacha del grupo. Dejando atrás este repaso biográfico, quiero dar mi apoyo a Ian Gillan en lo referente a todo lo que se está hablando acerca de su voz y su estado físico. Compañer@s del Metal, qué esperáis de una persona de setenta y siete años que lleva más de la mitad de su vida encima de los escenarios, dentro y fuera de Deep Purple. Pues claro que no llega a ciertos agudos como llegaba hace años, que se mueve como un robot sin hacer sus legendarios headbanging y que no se va a poner a cantar “Child In Time” por las mismas razones, pero las ganas y la entrega que puso en Mérida son, como mínimo, algo muy a respetar. La voz es el instrumento al que más se le exige dentro de este mundillo nuestro del Rock y l@s que andan siempre echando pestes con el mismo tema podrían tener un poco de consideración con l@s cantantes o haber nacido antes, qué queréis que os diga.




Con la consabida puntualidad inglesa, dieron el pistoletazo de salida con “Highway Star”, como llevan haciendo desde hace décadas, consiguiendo las primeras sonrisas y los primeros acompañamientos por parte del público. Engancharon con “Picture Of Home” conmemorando, de esta forma, los cincuenta años de la publicación de uno de sus trabajos más reconocidos, “Machine Head”. Con estos dos pepinazos dejaban claro que el sonido y el juego de luces con ese telón de fondo que ofrece el Teatro Romano iba a ser, y lo fue, un aspecto más que destacable de su actuación. Nos relajamos un poco, solo un poco, con “No Need To Shout” y “Nothing At All”, de su trabajo de 2020 “Woosh!”, para seguir disfrutando de un concierto único de una banda única en un entorno, igualmente, único.




Sin entrar en explicaciones, para el que suscribe estos párrafos, John Lord siempre estuvo un peldaño por encima de much@s músicos de Rock y el hecho que sus compañeros se acordarán de él dedicándole “Uncommon Man” fue todo un detalle aplaudido como se merecía. Después de esto, vuelta a uno de sus clásicos, “Lazy”, del ya mencionado disco cincuentón, dando lugar a otros de los momentos estelares de la noche después de la intro de Airey y la incorporación de la armónica de Gillan. Con “When A Blind Man Cries”, tema que, en su día, quedó fuera de la edición de “Machine Head” por las consabidas imposiciones de Ritchie Blackmore apareciendo como cara B del single “Never Before”, disfrutamos de una de las interpretaciones donde las luces fueron las protagonistas indiscutibles. El instante más folk llegó con “Anya” y sus reminiscencias centroeuropeas que dio paso al solo de Don Airey antes de alcanzar un “Perfect Strangers” que nos hizo vibrar y cantar hasta desgañitarnos. Siendo conscientes de que se acercaba el final, atacaron con la inconmensurable “Space Trukin´” y un “Smoke On The Water” que, como os podéis imaginar, consiguió poner en pie a tod@s l@s presentes. Primera, y única, despedida antes de unos bises que echaron a andar con “Hush”, único tema de los que sonaron que no fue grabado originalmente por Gillan, aliñado con el solo de bajo de Roger Glover y el mano a mano que tuvo con el grandísimo Ian Paice. Con otro de sus clásicos, “Black Night”, dieron carpetazo a una noche que no vamos olvidar fácilmente, sobre todo por la magia que el Teatro Romano supo imprimir a la puesta en escena, al sonido y a las luces de un show que la propia banda va a tardar en borrar de su biografía.




Grandes Deep Purple, a los que se les vio disfrutar y darlo todo ante un público que no llenó un Teatro Romano que abrió las puertas al Rock con mayúsculas. Aunque hubo una más que buena entrada, está claro que el precio de las entradas influyó en este resultado. Esperemos que esas mismas puertas sigan abiertas para ocasiones tan especiales como esta.




2 comentarios:

  1. Que bien otro de los grandes en el Stone & Rock. Estoy de acuerdo en las quejas escuchadas y leídas sobre la voz....que estén sobre el escenario no es que les libre de críticas pero hay algunas que son muy insidiosa porque la edad no perdona y difícil es que actúen como hace décadas quién va ya sabe lo que hay y lo mínimo que espera

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