Ir a un festival de tres días después de dos años de pandemia
es como un soplo de aire fresco en estos tiempos que vivimos. Si a esto le
añades que la peña con la que vas es de los más cercana y agradable, todo sale
a pedir de boca. En cuanto al festival en sí, me alegra que tomaran la
iniciativa de cobrar un euro más por el primer envase con la intención de que
el recinto no acabara hecho un mar de plástico, otra cosa son l@s guarreras que
siguen tirando todo lo que llevan en la mano porque van de guay y eso queda
super Heavy, pero bueno… En lo relativo a la organización, se notó que el
montaje, no de los escenarios, estaría bueno, sino de las otras partes del
espacio, fue deprisa y corriendo. Lo digo porque el primer día había barras
cerradas y muchas de las atracciones, incluido el famoso Rosendo y su guitarra,
no las vimos hasta el último. L@s camarer@s se quedaron la sangre en el congelador
de su casa, no sé si por recomendación de sus encargad@s o porque son ell@s
así, pero pedir una jarra de cerveza significaba perderte buena parte del grupo
que estuvieras viendo. Consecuencia de esto es que l@s que te venden la cerveza
metidos entre la gente hicieron su agosto a dos euritos más por pedido. También
he escuchado por ahí que el sonido no ha sido del todo bueno, pues no sé qué
decir, pero yo he escuchado a las bandas bastante bien, otra cosa es el calor
que hacía debajo de esos plásticos en el escenario pequeño. Que sí, que, en
ciertos momentos, cualquiera puede sonar mal, hasta el bajo de Ian Hill se
pasaba de tono, a veces, y mira que eso ya es raro, pero de ahí al mal sonido
del que todo el mundo habla, a mi parecer, va un abismo. Eso sí, las pantallas
fallaron desde el minuto tres, siendo los Judas una de las bandas que más
sufrieron tal desarreglo, pero, cosa curiosa, llegaron Gene Simmons y los suyos
y, después de tres días de fallos técnicos, todo fue como la seda en ese
aspecto. Cosas que mosquean y dar qué pensar, pero bueno, ya sabemos cómo se
las gasta el señor de la lengüita. Terminaré esta parte especificando que, y
esto quiero dejar claro que es algo muy personal, el cartel no tenía tantas
bandas que me volaran la cabeza, pero las que he visto, y han sido unas
cuantas, me han gustado mucho; unas más que otras, como es normal.
Después del despiste de si l@s que llevábamos la pulsera ya
puesta debíamos hacer cola o acceder por otro lado, entramos al festival
saludando a l@s primeros colegas que nos encontramos casi en las puertas del
mismo. El primer contacto fue con los tunecinos Myrath de los que disfrutamos
sus tres primeros temas en el escenario pequeño, “Born To Survive” o “Dance”,
sacrificando el resto de su actuación a favor de los suizos Gotthard. La razón
no fue otra que haber visto ya en directo a los norteafricanos y nunca a los
otros. Nos encontramos con un público entregado a un grupo que ni me gustó ni
me disgustó, tampoco es que yo sea un gran fan de la banda, pero, como arranque
de los tres días, me pareció bastante apropiado. Cerraron su show con fuerza
con temas como “Remember It´s Me”, “Starlight”, “Lift U Up” y la supercoreada
“Anytime Anywhere”. Sin ánimo de faltar a los ucranianos Jinjer, sobre todo
porque soy de los que piensan que cualquiera que se sube a un escenario merece
un mínimo de respeto, he de decir que me parecieron aburridos y lineales
durante toda su actuación. Puede que todo esto de la guerra y demás les haya
dado impulso y que su acerrím@s me echen a los leones por decir esto, pero así
es cómo lo viví yo y, puedo asegurar, parte de l@s que me rodeaban. Que son
cañeros y que pusieron toda la carne en el asador, no tiene discusión posible,
pero ni cortes como “Pisces”, “Vortex” o “Colossus” consiguieron que tuviésemos
conexión. Entiendo que tocar justo antes de Accept tiene su aquel, pero es lo
que te puede suceder en este tipo de eventos y es en esos momentos cuando
tienes que demostrar que no te amilanas por ello.
Los alemanes salieron a comerse las tablas desde el segundo
cero con “Zombie Apocalypse” y “Overnight Sensation”. De aquí en adelante
tiraron de clásicos consiguiendo, como era de esperar, que el público comiera
en su mano. A “Restless And Wild” sumaron “Midnight Mover”, “Princess Of The
Dawn”, “Fast A Shark” o “Metal Heart” hasta llegar a otros temas que ya forman
parte indiscutible de su set como son “Teutonic Terror” o “Pandemic”. A estas
alturas de su actuación ya te podías percatar de que todo gira alrededor de
Wolf Hoffmann y sus seis cuerdas, tampoco es que Mark Tornillo tuviera su mejor
tarde, le he visto en otros momentos con mucha más garra y mejor voz, pero un
gran seguidor de estos teutones como el que escribe estos párrafos echó en
menos la entrega de Peter Baltes, por ejemplo. Cerraron con la tremenda
interpretación de “Balls To The Wall” y sorprendieron, al menos a mí, con el
broche final a cargo de “I´m A Rebel”. A pesar de lo dicho, me gustaron
bastante, pues son de esos grupos que difícilmente fallan en directo. Y en esto
que llegaron los bostonianos The Dropkick Murphys para poner a todo el recinto
patas arriba con sus canciones, su no parar de correr por parte del cantante
Ken Casey, que dejó las cuatro cuerdas para hacer las labores propias de Fred
Perry, y su buen rollo. Los primeros acordes de “The Boys Are Back” dejaban
claro por dónde iba a ir los tiros de su show, claro que, con ese comienzo,
todo va sobre ruedas. A este bombazo le siguieron “The State Of Massachusetts”
y “Johnny, I Hardle A New Ya” para tener a tod@s l@s presentes saltando y
bailando sin parar. “Queen Of Suffolk County” y “The Bony” dieron alas a un
público que quería, precisamente, eso, pasar uno de los ratos más agradables de
todo el festival. El hecho de que les pillara la noche les vino de mil
maravillas para dejarnos noquead@s con la tremenda “Blood”, seguida de “We
Shall Overcome” y “Smash Shit Up”. Hasta ellos mismos agradecieron la entrega
de l@s asistentes siendo conscientes de que, tal vez, su música estuviera fuera
de lugar en un evento donde los sonidos más duros del Rock son los
protagonistas. La canción que da título
a su último trabajo, “Turn Up The Dial”, dio paso a “Good As Gold” y “Two 6´s
Upside Down” hasta llegar a otro de sus clásicos como es “Rose Tattoo” y unos
de los momentos álgidos de cualquiera de su show, la interpretación de una
versión de AC/DC, en este caso de “T.N.T.”. Recta final con “Kiss Me, I´m
Shitfaced” y la siempre agradecida de escuchar “I´m Shipping Up To Boston”.
Increíbles los norteamericanos de origen irlandés que, a mi entender, han sido
uno de los grandes triunfadores de esta edición y doy por hecho que un
descubrimiento para much@s del público. Ya estoy deseando verlos de nuevo.
Hasta aquí mi paso por el Rockfest el primer día. ¿Que qué pasó con el resto de
grupos que quedaban en el cartel? Pues que no son demasiado de mi agrado. Esto,
evidentemente, no quiere decir que no sean buenos y de sobrada calidad, de lo
contrario no estarían donde están, pero preferí largarme y descansar antes que
gastar la energía que me haría falta para las dos jornadas restantes. He de
reconocer que si hubieran cerrado Manowar me habría quedado a verlos porque son
un grupo que, en su momento, seguí con ganas y, a pesar de ser consciente de
sus tonterías y machipiruladas, me hubiera encantado tenerlos delante, otra
cosa es que me hubiera gustado o no su show.
Con el tiempo pegado al culo, llegamos el viernes al recinto
para ver el comienzo de Orange Goblin y salir disparad@s para los catalanes
Crisix. Entiendo que son de ese tipo de grupo que o te molan demasiado o te
dejan totalmente indiferente. Yo pertenezco al primer bando, pero algun@s de
mis allegad@s son del segundo. Comienzo cañero cachondeo, es de lo que ellos
van, con “Macarena Mosh” y “Leech Breeder”. Con “Speak Your Truth” aparecieron
los primeros pogos, carreras y empujones que fueron en aumento con “Get Out My
Head” y “G.M.M. (The Great Metal Motherfucker)”. En su actuación no faltan la
entrega y las sonrisas y así lo demostraron con “Bring´m To The Pit” y la
archiconocida “Ultra Thrash”. Lo dicho, me gustan, y me gusta ver que, con el
paso del tiempo, han conseguido tener su hueco en la escena más cañera a base
de buenos temas y mejor humor. El rollo Folk Metal tampoco podía faltar en
Rockfest y, en esta ocasión, llegó a cargo de los escoceses Alestorm. He de
reconocer que fue uno de los momentos más divertidos del festival, no solo por
ese monumental pato de goma hinchable, sino porque se toman su momento sobre el
escenario como algo festivo, eso no implica que no sonaran de puta madre. Desde
que arrancaron con “Keelhauled”, “Treasure Chest Party Quest” y “Mexico” se
sentía que aquello iba a convertirse en una gran fiesta a la que contribuyeron
“Seventh Rum Of A Seventh Rum” y “Drink”. Llegó su momento pirata con “Pirate
Metal Drinking Crew”, con uno de la crew haciendo como que bebía de una
zapatilla, aunque se veía que tiraba de una lata, y cerraron con “Fucked With An
Anchor”, esta me gustó bastante, y “Shit Boat (No Fans)”. Entre ellos y los
Crisix, se puede decir que fue el instante más alegre y jocoso del fin de
semana, algo que siempre es muy de agradecer.
UFO es de esas bandas míticas que aún no había visto en
directo. Puede que algun@s piensen que este no ha sido su mejor show, pero,
para mí, lo será por siempre. Lo será porque no creo que tengamos oportunidad
de verlos mucho más en directo, aunque esto de las despedidas ya se sabe cómo
va, porque me hizo mucha ilusión volver a ver Neil Carter después de tantos
años y comprobar lo grande que es y porque son de esos grupos que, de mejor o
peor manera, forman parte de la banda sonora de l@s que tenemos ya cierta edad.
Sí que es verdad que Phil Mogg está para darle un yuyu en cualquier momento y
que su voz no es lo que era, estaría bueno que lo fuera con la traca que se ha metido
durante años, pero le vi en buena forma rodeado de una banda donde Vinnie Moore
resalta por encima de los demás. “Fighting Man” y “Only You Can Rock Me” fueron
el pistoletazo de salida de un concierto al que no se le puede sacar ningún contra.
Después de “Cherry”, “Love To Love” y “Too Hot To Handle” tiraron de clasicazos
como “Lights Out”, “Rock Bottom”, qué decir de esta, el himno “Doctor, Doctor”,
que se lo cuenten a míster Steve Harris, y “Shoot Shoot” para dar carpetazo.
Muchos y buenos recuerdos con UFO, de lo más entrañable del festival para el
que suscribe estos párrafos.
Poco se puede añadir, a estas alturas, del señor Alice Cooper
que no se haya dicho. A pesar de su edad, sigue siendo todo un placer
escucharle y verle en directo. Rodeado de una banda de gran calibre, con esos
tres guitarras, Ryan Roxie, Tommy Henriksen y la grandísima Nina Strauss, y una
base rítmica donde Chuck Garric no deja de aporrear las cuatro cuerdas y Glen
Sobel demuestra en todo momento que es un rompe parches, encendió la mecha con
“Feed My Frankenstein”, “No More Mr. Nice Guy”, “Bed of Nails” y “Hey Stoopid”
para tenernos a tod@s con los ojos como platos pendientes de cualquier cosa que
salía o se movía por el escenario. El show avanzaba sobre ruedas con “Go To
Hell” o “I´M Eighteen”, entre otras, hasta llegar a la archiconocida “Poison”,
con el solo añadido de la guitarrista rubia. Destacar que no faltaron ningún
solo por parte de los demás, todo sea dicho. Era de esperar que con “Billion
Dollar Babies” saliera el bebé gigante de turno para dar paso a “Roses On White
Lace” y “My Stars”. La banda dio un respiro al frontman durante la
interpretación de “Devil´s Food” y vuelta al espectáculo con “Black Widow Jam”,
aquí le tocó al bajista el solo, y “Steven”. Como se puede ver, mucho de los
cortes son de su época, digamos, remota, algo que, en ningún momento desentonó,
al revés. No faltó la performance del asesinato del crío y el consecuente paso
por la guillotina con “I Love The Dead”, “Dead Babies” y “Escape”. Traca final
con “School´s Out” para cerrar un concierto que, sin duda, fue uno de los
mejores del festival. Todo un alarde de saber estar y entrega por parte de
músico y colaboradores/as sobre el escenario.
Mercyful Fate era, a mi entender, el gran atractivo de esta
edición e hizo honor a dicho galardón. Con un escenario donde la producción es
mucho menor que la de los shows de King Diamond, se encendieron unas luces
rojas donde resaltaban una cruz invertida y un pentagrama con la imagen de un
macho cabrío para dar paso a los primeros acordes de la brutal “The Oath”.
Ofrecieron el nuevo corte, “The Jackal Of Salzburg, un poco extenso para mi
gusto, antes de continuar con la contundencia que los caracteriza en “A Corpse
Without Soul” y la potentísima “Black Funeral”. Aquí ya estaba flipando en
colores, no solo por los que venían del escenario, sino porque me parecía un
sueño lo que me llegaba del mismo. Tener delante a una de las formaciones que
más he ansiado ver en directo durante años interpretando “A Dangerous Meeting”
y “Melissa”, con esta me dio un verdadero vuelco el corazón, ha sido uno de los
grandes placeres del finde por Barcelona. Las guitarras de Shermann y Wead
unidas a la tremenda batería de Bjarne T. Holm y la oscuridad del bajo de
Joey Vera, sumado a esos agudos
del rey diamante, hacen que “Doomed By The Living Dead y “Curse Of The Pharaohs”
creen el ambiente que tod@s andábamos buscando. “Evil” fue otros de esos
instantes que me parecían increíble el estar viviendo creciendo
exponencialmente con “Come To The Sabbath”. Despidieron con “Satan´s Fall” un
show que voy a recordar durante mucho, mucho, tiempo. Terminados los daneses,
me volví al apartamento viviendo una de las anécdotas más cañeras de todo el
viaje. Por respeto al protagonista de la misma, no la voy a contar a aquí, pero
prometo escribir un relato sobre la misma porque desperdicio no tiene ninguno,
jeje.
Como he dicho antes, el sábado, nada más entrar, nos topamos con el hinchable del muñeco al que mis colegas y yo bautizamos años ha como Rosendo por el parecido con el guitarrista de Carabanchel. La vedad es que no hizo ilusión y nos tiramos unas cuantas fotos delante del mismo antes de salir pitando a ver el concierto de Doro. Al igual que sus compatriotas Accept, la rubia alemana tiró de clásicos de Warlock en un show donde, de once temas que tocaron, ocho fueron de su banda primigenia. De hecho, comenzaron con “I Rule The Ruins” para enganchar con la siempre bienvenida “Burning The Witches” y “Fight For Rock”. La verdad es que parece que no pasan los años por esta mujer, y mira que yo soy de es@s que consiguió verla sobre un escenario antes de que emprendiera su carrera en solitario. “Revenge” y la coreada “Raise Your Fist In The Air” nos acercaron a dicha carrera hasta regresar al grupo que la dio a conocer con “Metal Racer” y la balada “Für immer” que fueron el comienzo de esta segunda parte donde temas tan conocidos como “Hellbound” y, por supuesto, “All We Are” no podían faltar. Añadió un tema más de Warlock, “Earthshaker Rock”, antes de despedir con “All For Metal” un concierto sobresaliente. Encantadísimo de volver a ver a esta gran mujer que, a ciencia cierta, ha creado escuela dentro del Metal.
Los albaceteños Ángelus Apátrida arrasan por donde pasan, y lo hacen
a base de cañonazos como “Bleed The Crown”, “Indoctrinate” o “One Of Us” para
dar salida a un show que poco tiene que envidiar, a veces hasta lo supera, a
bandas guiris del género. Con una producción bastante buena continuaron
repartiendo cera con “Vomitive”, “Of Men And Tyrants” y “Childhood's End” donde
dejan bien claro su postura social y política, para aquell@s que dicen y
piensan que dichas ideas no deben ir de la mano del Rock. Como era de esperar,
aparecieron los pogos, los corros y sus carreras durante la interpretación de “Violent
Dawn”, “We Stand Alone” y la memorable “Give 'Em War”. Está claro que Guillermo
es de esos frontman que sabe cómo tratar a su público, dirigiéndolo y
conectando con él desde el principio y haciéndolo disfrutar con temas como “Sharpen
The Guillotine”, con el que se despidieron antes de regresar para cerrar con
“You Are Next”. Grandes, muy grandes, estos cuatro que siempre me alegra ver y
más me alegra saber de sus éxitos y logros, se los merecen con creces.
Megadeth es otra de esas bandas que no sé ya cuántas veces
habré visto en directo, razón por la cual sacrifiqué parte de su actuación a
favor de comer algo ante lo que se nos vendría después encima. Una vez pasado
este trámite, nos pusimos delante del escenario donde tenían previsto tocar
Judas Priest justo cuando terminaba de sonar “Trust”. No puedo hacer alusión
del problema que tuvo el guitarrista pelirrojo con los pipas de los Judas
porque no lo presencié, pero no es la primera vez que ocurre algo así en este
tipo de festivales siendo algo a subsanar por parte de quien le corresponda, pues no es plato de buen gusto que se escuche más una prueba de sonido que un
concierto en sí. La cuestión es que pude disfrutar de clásicos del grupo como
“Symphony of Destruction”, “Peace Sells” o “Mechanix” hasta cerrar con “Holy
Wars... The Punishment Due”. A pesar de las tonterías de Dave Mustaine,
Megadeth sigue siendo una de mis bandas de cabecera, otra cosa es que les siga
con el mismo afán que antes. Los Judas llegaron, arrasaron, desmantelaron y
asolaron el Rockfest. Parece increíble el estado de forma en el que está Rob
Harlford; esto, unido al protagonismo que ha adquirido Richie Faulkner, a la
contundencia de Andy Sneap y a esa base rítmica, Ian Hill y Scott Travis, que
ya quisieran muchas bandas para sí mismas, nos puso delante a un grupo que
dio un conciertazo de esos que te dejan con la boca abierta desde el arranque
con “One Shot At Glory”, la del último trabajo “Lightning Strike” y la siempre
potente “You've Got Another Thing Comin'”. Haciendo caso omiso del puteo de las
pantallas, tanto la del fondo como las exteriores, continuaron con la
rapidísima “Freewheel Burning” para alcanzar “Turbo” y “Hell Patrol” hasta
llegar a “Victim Of Changes” donde el voceras sorprendió a todo el público. La
verdad es que Halford no estuvo demasiado comunicativo durante el show, pero no
le hizo demasiada falta pues tod@s queríamos más y más, y esto llegó con “The
Green Manalishi”, “Diamonds & Rust” y la potentísima “Painkiller”. Después
de un descanso, regresaron con “Electric Eyes” y, moto en escena, “Hell Bent For
Leather” antes de invitar a Glenn Tipton para interpretar “Metal Gods”,
“Breaking The Law” y “Living After Midnight”. Me hizo muchísima ilusión ver
sobre las tablas al guitarrista, es más, he de reconocer que me emocioné un
poco. Judas están que se salen, si tenéis la oportunidad de verlos en los
próximos meses, no dudéis en hacerlo pues, con que solo dieron un concierto la
mitad de bueno que el que dieron en Barcelona, os aseguro que quedaréis más que
satisfech@s. ¡¡Qué Grandes!!
Y con Kiss todo se solucionó: las pantallas, el sonido, las
luces, todo. Cualquiera le dice algo al demonio enmascarado, te monta un pollo
que el de Mustaine se queda en pelea de patio de colegio. “Detroit Rock City”,
“Shout It Out Loud” y “Deuce” fue el arranque de su show. Show que, como era
previsible, es todo un circo del R&R donde “War Machine”, “Heaven´s On
Fire” o “I Love It Loud” encajan como mano a un guante. Paul Stanley se pasó
toda la noche repitiendo el nombre de la capital catalana hasta aburrir, cosa
que no ocurrió con “Say Yeah” o “Cold Gin” que dieron paso al solo de guitarra
visualmente espectacular de Tommy Thayer, bueno, qué no es espectacular en un
concierto de los neoyorquinos. En “Lick It Up” se escuchaba más a l@s presentes
que a Stanley, algo que se subsanó con “Tears Are Falling” y “Psycho Circus”
que fue el preludio del vistoso solo de batería de Eric Singer que terminó con
“100.000 Years” antes de ceder el protagonismo, si es que alguna vez le falta,
a Gene Simmons para que interpretara eso que le gusta tanto, echar sangre por
la boca a la vez que atrona al público con su bajo con “God Of Thunder”. Llegó
el momento de que Paul se deslizara por encima de las cabezas de los presentes
y salió del escenario a la torre de enfrente para cantar “Love Gun” y la
bailonga “I Was Made for Lovin' You” antes de regresar al escenario y
despedirse con “Black Diamond”. A la vuelta, piano en medio, Eric Singer
demostró, por segunda vez, estar en mejor forma vocal que cualquiera de sus
compañeros interpretando “Beth” que fue el preludio del final a cargo de “Do
You Love Me” y, claro está, “Rock And Roll All Nite” donde nos inundaron,
literalmente, con oleadas de papelillos. Reitero en que son el puñetero circo
del R&R, de esas bandas que hay que ver una vez, al menos, en la vida
porque, te gusten más o menos, no van a dejarte impasible durante las dos horas
que los vas a tener delante. Sorpresón cuando vi el logo de Obús en vez del de
Medina Azahara antes de dar por finalizado este festival. Con todo el respeto
del mundo, si no tenía pensado quedarme a ver a los andaluces, no porque no me
molen, que me gustan y mucho, sino porque el cansancio ya hacía mella, mucho
menos a Fortu y compañía que nunca me han llenado del todo.
Ya corren rumores acerca de si se va a celebrar o no una
nueva edición del Rockfest, rumores como los que han corrido sobre la edición
recién finalizada. Espero que se queden en eso, en habladurías, porque es un
festival que está a la altura de cualquiera de los del continente y porque trae
bandas de primer nivel junto a otras que están en auge y algunas que nos
retrotraen a otros tiempos. Sería una gran pérdida para el circuito de
festivales estatales, sin duda alguna. Y, por favor, no seamos tan
tiquismisquis con todo, que parece que nos tienen que dar la comida en puré
porque nos da pereza hasta
masticar. Que si se ha notado el cambio de organización, que si el sonido, o
esto o lo otro, no digo que no opinéis, sino que deis un voto, o dos o tres, de
confianza a la peña porque mejorar siempre se puede, solo falta que haya
oportunidades para ello. ¡¡Hasta la próxima!!
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