Pierdo la cuenta de las veces que he escrito algún artículo
en este humilde blog acerca de Ralf König, pero sigue sin importarme hacerlo.
Sigue sin importarme porque continúa siendo uno de mis autores preferidos
dentro del mundo de las viñetas. Los es por su estilo tan personal, porque me
veo reflejado en muchas de las aventuras y anécdotas que cuenta y, sobre todo,
porque consigue arrancarme risas y carcajadas como nadie. Así que, antes de
continuar con estos párrafos, quiero darle las gracias por todo ello.
Como con otr@s autores/as que han pasado varias veces por
este blog, he comentado su biografía en la mayoría de los escritos que he
realizado sobre la obra a tratar en ese momento. Con König haré algo parecido
ahora, aunque no me voy a extender en este apartado. Solo diré que empezó
dibujo en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf antes de convertirse en el
autor de cómic que tod@s conocemos ahora, y si no lo conoces ya estás tardando
en hacerlo. Ha obtenido un sinfín de premios, tanto en su país como a nivel
internacional, entre los que destacan el Premio Max Und Moritz al mejor
dibujante en el Salón Internacional de Erlangen o el de Mejor Obra Extranjera
en el Salón del Cómic de Barcelona. De su amplia y variada obra destacaría,
personalmente, “El Condón Asesino”, “Huevos De Toro”, la saga de los “-tipos”,
“Como Conejos” u “Once Mil Vírgenes, Virgen Más, Virgen Menos”, por poner
algunos ejemplos.
El autor regresa por la puerta grande con esta segunda
entrega de Roy & Al. He de reconocer que con la primera ya consiguió que
estos dos canes pasaran a engrosar la lista de sus personajes que han llegado a
estar entre mis preferidos. Ellos son dos perros que conviven con sus amos, una
pareja de hombres, por razones bien diversas. Mientras Al es un terrier de
diafragma de pura raza, Roy es un chucho gordo y lirondo de esos que nos da por
llamar “mil razas”. Al pertenecía a la madre de su amo, una señora acomodada
que le obsequiaba con todo tipo de juguetes, comidas exquisitas y
excentricidades varias. Cuando esta muere, él pasa a manos de su actual dueño
perdiendo todo tipo de privilegios. A esto hay que sumar su carácter, digamos,
aristócrata además de que, de repente, ve cómo su mundo cambia radicalmente
pasando a compartir techo y todo lo que hay debajo del mismo con un perro que,
según él, está muy por debajo de su posición social. En cuanto a Roy, es pura
ternura, espontaneidad y sinceridad. Él, después de ser adoptado por su amo y
pareja del de Al, vive para comer, pasear y, si se da el caso, copular con alguna
perra dispuesta a recibir sus favores.
Este “¡Muy Machos!” echa a andar con un sueño de lo más
agradable para Al, que no pasa de eso, de un sueño, y termina con una de sus
peores pesadillas hecha realidad. Sigue sufriendo las constantes intervenciones
anales por parte de la nariz de Roy, así como los ataques de su exacerbada
homofobia mientras contempla las relaciones sexuales de los humanos con los que
comparte casa y las salidas de tono de las visitas que acuden a la misma. Para
aquell@s que hayáis leído la primera parte, esto no os aportará demasiado,
evidentemente. Lo que destacaría de esta entrega es, por un lado, la aparición
de nuevos personajes, tanto humanos como caninos y de otras especies, y, por
otro, las aventuras que vive Al y, muy a su pesar, su inseparable Roy. Tanto
con una cosa como con la otra, me he reído a pierna suelta. El asunto de la
fecundación de la pareja de lesbianas, la operación de forúnculo que sufre el
terrier, la angustia y el descoloque de su amigo, el teckel Schubidú, el encuentro con
el perro de los punkis y sus consecuencias o el trato recibido por parte del
grupo de travestis antes de ir a participar en el Orgullo son pasajes de una
calidad suprema dentro del estilo de este afamado autor alemán.
Si, como yo, echabais de menos a König, os diré que, con “Roy
& Al, ¡Muy Machos!”, ha merecido mucho la espera. Estos momentos que nos
está tocando vivir se hacen más llevaderos cuando te arrancan una carcajada o
te evades con una de tus aficiones preferidas, en este caso los cómics. Al
igual que me ocurre cuando termino cada una de sus obras, ya estoy deseando
tener entre mis manos la próxima. Eso, evidentemente, es un síntoma claro de
que cualquiera de ellas tiene un nivel por encima de la media. Solo una cosa,
por favor, no tarden tanto en publicarlas.
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