Cuando decidí que no iba a seguir haciendo colecciones,
bueno, algunas sí que sigo haciendo, pero nada que ver con otros momentos, fue
por la guarrada de encontrarte con la edición integral después de años de
espera por cada número de dichas colecciones. Pues bien, creo que esta decisión
ha sido todo un acierto, sobre todo con cómics como “Helldorado”, de Morvan,
Dragan y Noé.
Comenzaré hablando de este último porque, por encima de la
trama en sí del cómic, la cual comentaré más adelante, destacan sus viñetas.
Joaquín Noé es un dibujante argentino que echó a andar en esto de los tebeos a
finales de la década de los ochenta del siglo pasado con “El Protector” y “El
Convento Del Infierno”, obra polémica, sobre todo en Italia, por su contenido
erótico. Este ilustrador de cuentos y publicaciones infantiles en su país de
procedencia, ha trabajado para revistas como “Kiss Comix” y “Penthouse Comix”.
Su estilo hace que todo se multiplique por diez en estas páginas. Las viñetas
están abarrotadas de detalles exuberantes tanto de la naturaleza como de los
personajes. Aquellas que no llevan
bocadillo son todo un ejemplo de cómo debe enganchar un cómic con tan solo
contemplarlas. Tiene un dominio de la anatomía, no solo humana, que hace que
cada protagonista, sumado a todo aquello que le rodea, te atrape con su mirada,
gestos o expresiones corporales. A esto le añades una increíble técnica del
color y te encuentras de lleno en plena selva tropical como escenario principal
de la obra. Excelente su
labor, sin lugar a alguna.
Jean-David Morvan procede de Reims y se forma en la escuela
Saint-Luc de Bruselas. Deja atrás su etapa fanzinera con la publicación de “Reflets
Perdus”, en 1993. En su larga lista de publicaciones destacan “Nomad”, “Nomad
2.0”, “HK” y “Sillage”, como gran éxito comercial. No es la única vez que une
sus esfuerzos como guionista a Miroslav Dragan, alias de Michel Dufranne. Este crítico
de cómics y creador de juegos de rol procedente de Bruselas tiene como obras
destacadas “La Guilde”, “Los Tres Mosqueteros” o “La Hermandad”. Entre los dos
consiguen que este “Helldorado” se convierta en un cómic repleto de intrigas, engaños,
complots y reflexiones acerca de la condición humana, todo mezclado con una
buena dosis de esperanza.
No es la primera vez, tampoco será la última, que expreso mi
atracción por todo lo que tenga que ver con los nativos americanos y las
culturas precolombinas. He de reconocer que dicha atracción me ha llevado a
tener una amplia selección de libros y cómics que tratan este tema. Lo que
ocurre es que, como en casi todo, hay algunos que merecen muchísimo la pena y
otros que son publicaciones de mercadillo. Lo primero que pensé cuando me
acerqué a “Helldorado” es que, como ya he dicho y no me canso de repetir, tenía
unos dibujos extraordinarios, pero temía que la historia fuera una más donde
los conquistadores son malos, malísimos, que lo eran, en la mayoría de los
casos, y los indios buenos, buenísimos, que no lo eran, en muchos casos. A
pesar de todo, me hice con esta edición integral y… ¡Sorpresón! Resulta que lo
que más destacaría de esta obra es la salida por la tangente de ese maniqueísmo
hasta llegar a la propia esencia del ser humano. En estas páginas se dan la
mano personas de corazón negro, independientemente de su origen o creencias
religiosas, con aquellas que apuestan por la solidaridad, la amistad y la
confraternización, sin tener en cuenta dioses ni tradiciones. Ese es, a mi
parecer, el auténtico valor de “Helldorado”.
En una isla tropical bautizada por los conquistadores
españoles en el siglo XVII como Los Penitentes, se libra una cruel guerra entre
sus habitantes originales, el pueblo Syyanas, y los que llegaron a sus costas
desde el otro lado del Atlántico. La mayor autoridad indígena, el sumo
sacerdote Pavo-Caltan, gobierna tiránicamente a su pueblo de la misma forma que
el capitán Abatirso se vale de su fanatismo católico para atemorizar a sus
acólit@s. En el otro extremo se encuentran Dathcino y
Hutatsu, dos jóvenes nativos que solo han conocido la miseria y la pobreza
en sus pocos años de vida, e Initsiii, hija de Pavo-Caltan, al que trae por la
calle de la amargura. Como base de toda la trama, nos encontramos con una enfermedad
infecciosa, Santa Maladria, y excesivamente contagiosa que destruye por igual a
unos que a otros. El capitán español, en su claridad espiritual, toma la ya
consabida solución de exterminar por completo a l@s indi@s para erradicar la
plaga. El sacerdote Syyanas prefiere ocultar a sus enfermos en mazmorras de
acceso totalmente prohibido a cualquiera que no pertenezca al grupo de mujeres
encargadas de atenderlos. Todo con una finalidad macabra a la hora de
empujarlos a la muerte.
Lo curioso de las incursiones de Abtirso y los suyos es que
nunca regresan con botín alguno a su fortaleza ante el temor de que cualquier
objeto esté infectado. Esta manera de actuar beneficia a Dathcino y Hutatsu a
la hora de encontrar provisiones de manera gratuita sin tener que verse obligados
a mendigar. Como podéis imaginar, la suerte de los dos chavales dura hasta que
los pillan los soldados del sacerdote en una de sus fechorías. Tras pasar
cierta prueba, los dos amigos se encuentran compartiendo espacio con Initsiii y
l@s que sufren la Santa Maladria. También viven en sus carnes el terrible
destino que Pavo-Caltan le tiene reservado a tod@s ell@s, hecho que les
separará después de permanecer toda su existencia juntos. Uno por un lado y el
otro por el siguiente conocerán de distintas manos, pero con igual resultado,
la crueldad y la falta de empatía, además del terrible secreto del oficial
español. Hasta alcanzar este punto viven una infinidad de acontecimientos que
se desarrollan de manera trepidante en esas viñetas de notable calidad que Noé
pone ante nuestros ojos. Vuelcos inesperados del guion, sumados a momentos de
acción convulsos e intrigas familiares y de Estado acaban por dar forma a este
“Helldorado”. Al igual que le ocurrió al que escribe estos párrafos, dad por
hecho que os va a enganchar hasta llegar a un final totalmente novedoso que da
para reflexionar durante un tiempo.
No es la primera vez que el romanticismo que malamente se les
achaca a los indios, al igual que la ferocidad de sus conquistadores, se pasa
por alto para hacernos ver que los intereses del Poder son similares en uno y
otro bando; que para seguir aferrado a ese Poder se engaña, maltrata, roba y
asesina en el nombre del dios o el rey que haga falta y que toda esa maldad e
insolidaridad siempre la pagan l@s mism@s, l@s pobres, con independencia del
color de su piel. Impresionante este “Helldorado”, en su conjunto. Ya solo os
queda dar una vuelta por Los Penitentes.
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