miércoles, 20 de mayo de 2020

Soledad García Garrido: "Líneas Divergentes"












Tenía muchas ganas de leer este libro de mi compañera de tertulia y andanzas literarias Soledad García Garrido. La razón no partía del revuelo que se ha montado con su primer premio en el IV Concurso “Letras Cascabeleras” en la modalidad de narrativa, se debe más a que nunca antes había leído una obra suya y ya era hora de hacerlo. Nacida en Plasencia, aunque lleva residiendo en Cáceres desde hace años, Soledad estudió Filología Anglogermánica en la Universidad de Extremadura. Además de publicar relatos en antologías como “La Fiambrera”, ha recibido un sinfín de premios y menciones en igual número de concursos literarios. En su carrera literaria ha obtenido el primer premio en el XIII Concurso de relato breve José Luis Gallego, en el XV certamen Literario Villa de Medellín, en el XX Concurso Literario Julio Gamba o en el IV Certamen Literario Párkinson León, entre otros.






Antes de entrar de lleno en estas “Líneas Divergentes” quiero recalcar una de las sensaciones que he vuelto a tener leyendo sus páginas. Llevo unos cuantos de años experimentando cierta identificación con algunos de los personajes, situaciones o espacios que aparecen en los libros o cómics que leo. Supongo que debe ser por la edad que llevamos a cuesta y, evidentemente, por la temática que se trata en estas publicaciones. Pues bien, aquí me ha vuelto a pasar. Puedo decir que ha sido más con las situaciones o experiencias que viven los protagonistas que con ellos mismos. También es verdad que no me he criado, ni he pasado mi juventud, en una gran urbe como la que la autora utiliza como espacio en su libro, pero, leyendo sus párrafos, hay lugares, etapas de la vida o estados de ánimo con los que me he retrotraído a instantes de mi propia existencia. Esto, obviamente, ha hecho que haya devorado el libro casi de un tirón, para bien o para mal.





Dani y Manuel, Manuel y Dani, son dos gemelos adolescentes, los “Tuins”, que viven en uno de los muchos suburbios de cualquier ciudad española del último tercio del siglo pasado. Hasta cierta edad, los catorce en nuestro caso, comparten amigos, aficiones y desengaños, además de un techo con una madre con problemas de obesidad que resuelve cualquier crisis familiar asaltando la nevera y un padre al que su trabajo en una fábrica de Coca Cola le ha sumido en esa frustración tan extendida en aquellos que emigraron dejando atrás una vida en un pueblo con la esperanza de mejorarla, algo que jamás consiguieron. Todo cambia para estos dos hermanos cuando llegan al instituto. El hecho de que acaben en clases separadas, el pasaje de la visita de la madre al centro es uno de los mejores de la obra, da pie a la separación de ambos. Basado en ese maniqueísmo en el que Dani, el narrador, se identifica con el bueno y la savia y Manuel con su contrario y el veneno, las andanzas alejadas de la ley de este último hacen crecer su fama como gemelos en el barrio.





A parte de ellos dos y el tercer personaje masculino enmarcado en el padre, las dos figuras femeninas, la nombrada madre y su vecina África, son esenciales en todo lo que sucederá en los cuatro años de existencia de los que nos habla Dani. La primera les hará ver lo imprescindible que es su día a día, a pesar de no mostrar el afecto que ellos esperan de ella. La segunda es primordial en su despertar sexual y erótico, además de dar lugar a momentos clave en toda la obra. Mientras uno parece tener claro que eso de delinquir no le va a sacar de nada, el otro parte del robo de unas gafas de espejo y aumenta su curriculum delito tras delito hasta llegar al pozo de las drogas duras. A pesar de todo, Dani renunciará a ciertas oportunidades que le ofrece la vida a cambio de luchar por la cercanía perdida con su hermano hasta llegar a límites inconcebibles con resultados ciertamente inesperados. El cumpleaños que les instala en la mayoría de edad lo celebran con una comida donde se desgranará la verdadera personalidad de los “Tuins”. Puede que contado así os suene demasiado simple, pero, os puedo asegurar, que nada más lejos de la realidad. Ocurren una infinidad de cosas que no pretendo, ni debo, desvelar y que estoy seguro que os encantará descubrir leyendo estas “Líneas Divergentes”.





Todo esto que os cuento lo plasma Soledad con un estilo y una manera de escribir que tienen mucho que ver en ese sin parar de leer al que me refería anteriormente. Un lenguaje perfectamente sincronizado con la época de la trama sumado a reflexiones, pensamientos, metáforas, circunloquios, descripciones fantásticas y unos diálogos precisos por el momento en el que aparecen marcan el camino que, con toda seguridad, le ha llevado a obtener el primer premio de este concurso. También he de decir que me ha surgido una pequeña duda con el desenlace final. ¿Esto es bueno o malo? Aprovecharé la suerte de conocer a la autora para que me la aclare personalmente. Mi más sincera enhorabuena, Sole. Espero que sigas añadiendo premios a tu carrera. Estoy seguro de que, con obras como “Líneas Divergentes”, caerán muchos más.




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