Antes de comentar nada acerca de la exposición que
protagonizará los párrafos siguientes, quiero decirle a tod@s aquell@s que
seáis seguidores de la banda británica que deberíais pasaros por IFEMA, Pabellón
5.1, a disfrutar de ella, siempre que tengáis ocasión de hacerlo. Ahora tenéis
una nueva oportunidad pues se ha prorrogado hasta el 27 de Octubre. Estoy
seguro de que no os arrepentiréis.
Hipgnosis fue cereada en 1967 por el
fallecido Storm Thorgerson junto a Aubrey Powell; más tarde se uniría a ellos
el músico y director de videoclips Peter Christopherson. Fueron los creadores
de portadas de discos de bandas como T. Rex, ELO, Wishbone Ash, Led Zeppelin,
Humble Pie, Bad Company, Genesis, UFO, AC/DC, Black Sabbath, Rainbow o, los que
nos incumben ahora, Pink Floyd, entre otros muchos. La lista es larga, muy
larga. Toda esta vorágine creativa comenzó, precisamente, con la portada de “A
Saucerful Of Secrets” del cuarteto fundado en Londres. Este es el germen de
todo lo que vais a poder contemplar en la exposición.
Powell describe este evento como: “Un
trabajo artístico que contiene muchos de los objetos, artefactos y diseños de
escenarios, además de música relacionada con Pink Floyd gracias al sistema de
sonido Sennheiser. Yo diría que todo esto es un trabajo de arte”. Puede que
suene excesivo y que, evidentemente, él pretenda vendernos la moto con tal de
hacer caja, pero os aseguro que no hay nada de eso en su definición. Desde el
mismo instante en que entras en el laberinto que da forma al evento,
encuentras, de manera cronológica, una serie de grabaciones, carteles,
fotografías, portadas de álbumes, instrumentos musicales, pedales, hinchables,
muñecos y un largo etcétera que conseguirán que las horas que estas absort@
ante ellos se pasen como si de un sueño placentero se tratara.
Hay piezas muy especiales como la
carta de Syd Barret a su novia donde le muestra las ideas que tenía para el
diseño de uno de los escenarios del grupo, o la de David Gilmour a su madre
para tranquilizarla por su unión a la banda. Letras escritas por Roger Waters
se suman a proyecciones que puedes escuchar con los cascos solo con acercarte a
la pantalla correspondiente. Nick Mason, el segundo responsable de este
cotarro, aportó toda una serie de carteles, posters, camisetas, fotos que tenía
guardado. Otros objetos curiosos son, por ejemplo, la furgoneta donde viajaron
los músicos en los 60, la cama y maniquíes con bombillas en la parte de “A
Momentary Lapse Of Reason”, todo lo relativo al álbum “Animals” o las
impresionantes caras de “The Division Bell”. Personalmente, me sigo quedo en
shock con todo lo relativo al disco “Wish You Where Here”. Fue entrar en el
espacio dedicado a este redondo y ponérseme los vellos como escarpias.
No debéis dejar pasar de largo
ninguna de las proyecciones que van surgiendo en pequeñas pantallas. Ellas, sus
comentarios, tanto por parte de los integrantes de la banda como de los de
Hipgnosis, e imágenes son el hilo conductor de todo lo que encuentras a tu
alrededor. Te explican un montón de curiosidades, como el origen del nombre de
este colectivo, anécdotas, intimidades, ideas, frustraciones o momentos
esenciales dentro de la vida del grupo. En cada apartado puedes escuchar,
siempre con los cascos puestos, distintos cortes del disco en cuestión y alguna
que otra rareza. Así hasta llegar a la sala final donde, contemplando unas
enormes pantallas, te quedarás boquiabiert@ oyendo y viendo el vídeo de alguno
de sus grandes temas como “Arnold Layne” y “Comfortably Numb”.
Pink Floyd es uno de esos grupos que
ha contribuido, siempre gracias a su curiosidad y falta de prejuicios, a la
evolución tecnológica y técnica de la música del siglo pasado. Hay un sinfín de
artilugios, la mayoría desconozco para que sirven o servían, inventados o
diseñados exclusivamente para ellos. Puedes percibir cómo ha cambiado todo este
asunto cuando ves, por ejemplo, ese pedal de guitarra del tamaño de un ladrillo
o las mesas de mezclas usadas en ciertas grabaciones. Te percatas de la
evolución sufrida a lo largo de décadas y lo importante de los británicos en
ella. Como ya he dicho, yo no estoy muy puesto en todo este asunto, pero
aquell@s que controléis un poco más todo esto vais a flipar con lo que
hallaréis dentro de muchas de las vitrinas de la exposición. Otra parte
esencial es lo relativo al diseño de escenarios. Cuando se juntan mentes tan
especiales como las de los miembros del grupo y los de Hipgnosis el resultado
sobrepasa lo extraordinario. Algunos de ellos, por razones que conoceréis
durante la visita, nunca se pudieron llevar a cabo, pero solo con saber que se
propusieron ya te dejan pasmado. De hecho, otro de los grandes logros del grupo
consiste en ser los pioneros de esos impresionantes montajes que muchas de las
bandas y solistas ofrecen como espectáculo en sus conciertos.
“The Pink Floyd Exhibition: Their
Mortal Remains” se ha convertido, hasta el momento, en la exposición más grande
que haya pasado jamás por el Victoria And Albert Museum londinense. Redujo su
formato para acercarse a París y, después de pisar Roma y Dortmund, ha
aterrizado en Madrid. En estos tres últimos sitios, por razones de espacio, es más
pequeña que en las otras capitales europeas, pero, aun así, merece muchísimo la
pena pasarse. Antes de entrar te dicen que vas a estar cerca de tres horas
pululando por los pasillos, paneles y demás y la indicación te suena un poco
exagerada; cuando sales y miras el reloj te das cuenta de que se ha pasado el
tiempo en un plis. Esto siempre es un síntoma de lo a gusto que vas a estar.
Ahora que somos conscientes de que nunca más volveremos a ver a Pink Floyd con
su formación clásica, sobre todo por la muerte de su teclista Richard Wright,
al que está dedicada, junto al también fallecido Syd Barret, la exposición, qué
mejor plan que acercarse al mundo de uno de los grupos esenciales en la música
del siglo XX, y de la Historia, en general, que visitando esta exposición. “So,
so you think you can tell…”
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