miércoles, 26 de septiembre de 2018

Mayorga RockFest 2018









Un año más pasé por el Mayorga RockFest placentino, y ya van cuatro. Parece que le estoy cogiendo el gusto a este festival por varias y buenas razones. La primera es ser la excusa perfecta para encontrarme con much@s de mis amig@s de la ciudad del norte de la provincia. La segunda, porque me gusta siempre el cartel que se curra la organización además de descubrir o poder ver alguna banda que me impresiona y me hace seguir creyendo que hay futuro en todo esto del Rock&Roll. Esta edición no fue para menos y después de pasar toda la mañana por la capital del Jerte nos fuimos a comer y luego hicimos tiempo en casa de la colega donde nos quedábamos a dormir, otro punto a favor de este año. Ahora bien, siendo un poco críticos, desde la positividad, cómo no, he de decir que, a mí entender y viendo lo ocurrido en el recinto donde se celebró el evento, la distribución de las bandas en cuanto a horario hizo que se desluciera el mismo. Creo que El Último Ke Zierre y Lendakaris Muertos, en ese orden, deberían haber cerrado el festival y no Hamlet y Mamá Ladilla, como ocurrió en realidad. ¿Por qué lo digo? Pues porque el público se agolpó mucho más para ver a las dos primeras bandas y cuando acabó el concierto de los navarros se largó la mitad de la peña. No tengo ni idea de cómo harán estas cosas, pero, visto lo visto, no les salió bien la jugada en ese aspecto.






Llegamos al Recinto ferial “El Berrocal” cuando Pares Sueltos estaban dando los últimos tokes a su show. Tanto que justo cuando nos pusimos delante del escenario se estaban despidiendo del personal. Bueno, al menos pudimos comprobar que los horarios se cumplían, así fue durante toda la jornada. Tenía muchísimas ganas de ver a Dead Bronco ya que son de esas bandas que no se dejan caer demasiado por estos lares. Su Blue-Grass con ramalazos punkarras hacen de ellos una de las opciones más atractivas del panorama estatal. Con Matt Horan a la guitarra y voces, los de Getxo ofrecieron un concierto que fue de menos a más, incluida la afluencia de gente. No pararon de repartir caña con momentos álgidos como cuando dejaron caer “Devil´s Road” o “Highway Blues”. Mucha intensidad por parte de Adrián López y su contrabajo que, unida a la pegada del batera Guille Peña, hacía que todo sonara de manera compacta. Cabe destacar la labor de Jowy Bruña al banjo, dándole esa pincelada sureña poco escuchada por aquí. No quiero olvidarme de Adán y su mandolina y guitarra que hace que el grupo, en conjunto, sonasen como un cañón. Muy buenos estos Dead Bronco y su “Broncobilly”. A ver si no tardamos mucho en volverlos a ver encima de un escenario.






’77, o lo que es lo mismo Seventy Seven, fue la banda que más dividió al respetable. A mí me gustaron, pero, todo sea dicho, esperaba algo más de ellos. No me refiero a que estuvieran mal ni nada de eso, al contrario, sino a que esperaba algo más de tralla en directo. Con esa eterna pasión por AC/DC que llevan arrastrando a propósito desde sus inicios, ofrecieron un concierto donde las guitarras de los hermanos Valeta llevan todo el peso del mismo. Desde el arranque con “Bread & Circus” dejaron claro que, pasara lo que pasase, ellos iban a ir a lo suyo. Lo mismo te hacían brincar con “Hardworking Liar” o “Be Cricified” que nos daban un respiro con el solo de guitarra de LG. Noté en más de una ocasión cierto ramalazos Doom, aunque basen su oferta en todo lo cercano a los australianos antes citados. De los cuatro el que más me sorprendió fue el batería Andy Cobo, alguien pequeñito pero matón. “Stay Away From Water” sirvió para cerrar la primera parte de su espectáculo a la que añadieron los bises “We´re ´77 (Promise Land)” y, por supuesto, ese pedazo de tema dedicado a laos políticos y corruptelas allá donde los haya que es “I Want My Money Back”. Puede que tenga que acercarme a verlos a un concierto suyo. Supongo que ahí me haría una idea mejor de lo que pueden llegar a ofrecer fuera del cartel de cualquier festival.






He de reconocer que no puedo ser muy objetivo con El Último Ke Zierre porque son una de las bandas que me han gustado y me siguen gustando a rabiar. Personalmente, era lo que más me atraía del cartel del Mayorga de este año y me volvieron a hacer vibrar, saltar y desgañitarme desde el principio. Los temas de sus dos últimos trabajos, “Con La Moral De Un Carnaval”, “No Hay Nada” o “La Lluvia Y El Sol”, por ejemplo, se mezclan a la perfección con clásicos de los de Burriana como “Veneno”, “Camino De Rosas”, “Tus Bragas” o “Escupiré Jodidos”. Y así, entre zarpazo y zarpazo, con ese vozarrón que el diablo le ha dado al “Feo”, esa contundencia sonora a las guitarras de Óscar y Tito, este se salió en más de una ocasión, el poder compositivo que ha demostrado con creces Pedro y sus cuatro cuerdas y la pegada de Kusio pusieron a todo el mundo a cien. Claro que ellos son conscientes de que con temazos del calibre de “No Es Amor (Adios Castigo)”, “No Tengo Miedo”, “¿A Dónde Vas?” o “Insurgente” nos tienen comiendo en sus manos durante todo el concierto. Toda una demostración de actitud y saber estar que culminaron con “La Noche, El Día, La Droga Y El Sexo”. Si hubiera sido por ellos y por nosotr@s hubieran estado encima de las tablas todavía. Les tuvieron que dar el toke para que cortaran porque, evidentemente, quedaban más bandas en el cartel. Lo dicho, los habré visto no sé cuántas veces y ya tengo ganas de volver a verlos. Me alegro de que sigan teniendo esa salud de hierro a pesar de sus continuas vueltas por el infierno.






Lo de Lendakaris Muertos fue el arrase de la noche. He de reconocer que no los he seguido mucho, pero también he de reconocer que fueron los que más movieron al personal. Su puesta en escena es sobresaliente y la conexión con el público se hace sentir desde el primer momento. Allí nos dejamos la piel con su “Centro Comercial”, “Esto No Es Punki” o “Cómeme La Franja De Gaza”. Aitor es un frontman de los que hace vibrar y saltar hasta el último gato del recinto. Tiene un poderío físico que ya lo quisieran much@s, algo clave cuando te ponen delante de las narices cortes como “Estamos EN Esto Por Las Drogas” o “Fuimos Ikastoleros”. El de las performances del grupo es Jokin con sus pasamontañas o su disfraz para “Speederman”. Más de una vez se mezclaron con el público mientras dejaban solipandi a Potxeta tras los parches. Tampoco hay que olvidarse de Joxemi y su simpatía y buen hacer que derrocha tras las seis cuerdas. Buenos, muy buenos, y lo digo porque no es que sean los mejores músicos del planeta, supongo que tampoco lo pretenden, pero saben mover y hacer disfrutar al personal con sus letras y su música y, a mi entender, de eso trata en todo este asunto del Rock. Para melancólic@s y aburrid@s ya están otr@s. Lo dicho, hacen revivir tanto a los lendakaris y como a todos sus muertos.






Y en esto que, como dije anteriormente, mucha peña empieza a desfilar para fuera y nos quedamos como la mitad del personal para ver a los madrileños Hamlet. Si no puedo ser objetivo con EUKZ con estos tampoco, pero de manera totalmente distinta. Entiendo que gusten y los respeto muchísimo por ser una de las bandas más veteranas del panorama estatal, pero a mí no me acaban de llenar y visto lo que vimos en Plasencia menos aún. Fueron los que peor sonaron desde el primer momento, aquello era como una amalgama de ruido y distorsión sin sentido alguno, llegando incluso a parar el concierto para intentar remediarlo y ni aún así. Supongo que sus seguidores lo pasarían en grande con temas como “Denuncio A Dios” o “Imperfección”, pero lo que se dice conectar con el público en general, el que quedaba, claro, no lo consiguieron en ningún momento. Quitemos “Jodido Facha” que ya es una canción más popular que la propia banda y con la cual cerraron.








Mamá Ladilla tuvieron el dudoso honor de cerrar esta edición 2018 del Mayorga. Me refiero a que hasta ellos se sorprendieron de que estuviésemos allí l@s que quedábamos. Su concierto se basa en una mezcla de temas de su último trabajo, “Quién Pudriera”, con clásicos de toda la vida. Siguen siendo esa banda que nada más abrir la boca Juan Abarca me estoy partiendo de risa y eso es muy importante en estos tiempos que corren donde la seriedad campa a sus anchas. Tanto Abel a la batería como Sergio al bajo no paran de relacionarse con l@s presentes. Es más, me atrevo a decir que Sergio fue uno de los mejores músicos que se subieron al escenario de este Mayorga. Su técnica y labor a las cuatro cuerdas es sobresaliente. Con todo ello, aún habrá gente que diga que son tres cachondos mentales que no saben tocar una mierda, pero bueno, de todo hay en la viña del Rock. Como he referido antes, combinan cortes como “Se Dice Heavy Metal” o “Cáncer de SIDA” con temazos como “Yo Prefiero A Baco”, “Jamón Beibe” y la incombustible “Sucedió En Beckelar”. Que sí, que, como con otros grupos, se echó en falta alguna que otra canción, pero tampoco es cuestión de echar de menos nada y no disfrutar de lo que te ofrecen, que es mucho. Hace mil que no los veía en directo y consiguieron clausurar el festival de muy buena manera.



Otro Mayorga, otra visita y otro finde por Plasencia. Quiero darles las gracias a tod@s l@s de la organización por su saber estar, los precios de las bebidas y lo bien que nos lo hacen pasar año tras año. A su vez, quisiera saber qué hacen ciertos uniformados dando vueltas por el recinto sabiendo que incomodan al personal. Mira que he ido a conciertos y festivales, espero seguir yendo por muchos años, pero lo del Mayorga en ese sentido es bochornoso. ¡¡Hasta el 2019 que será más y mejor!! 





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