Son unas cuantas las cosas que debo repasar a la hora de
hablar de una obra tan especial para mí como es “El Mercenario”. Os diré que he
tardado más de treinta años en acabar la colección entera, son catorce números en total, de esta saga del gran
Vicente Segrelles. Comencé con ella en 1983 cuando era editaba por la ya
extinta revista Cimoc, perteneciente a Norma, y la he terminado hace poco más
de un mes, una vez que ha sido puesta en la calle por Ponent Mon. En medio de
esta andadura están los números que vieron la luz a través de Ediciones B y los
editados por el propio autor. Sólo con esto os podéis hacer una idea de por
dónde ha pasado este incansable guerrero piloto de dragones, más conocido como
“El Mercenario”.
Nunca he entendido demasiado bien, aunque la realidad lo
explica bien clarito, cómo es posible que alguien como Segrelles no salga a
relucir en cualquier conversación sobre cómics estatales. Perteneciente a una
familia de pintores, escultores e ilustradores, este barcelonés nacido en 1940
ha utilizado distintas técnicas pictóricas a lo largo de su carrera, desde la
acuarela, la tinta china hasta el gouache o el óleo. Usando esta última se
encargó de dar vida al personaje que tratamos en este artículo. Sus principios
como ilustrador llegaron cuando Bruguera, en 1968, le encarga la producción de
unos cromos. Al año siguiente ya está embarcado en otra de sus grandes
aventuras, la de portadista, con la conseguirá innumerables éxitos. Un año
después seguirá ilustrando libros de divulgación de armas, barcos o aviones,
algo que le será de gran ayuda en para la elaboración de su más famosa saga. No
es hasta el año 1980 cuando comienza realmente, siempre utilizando el óleo, a
dar vida a “El Mercenario”. Este personaje absorberá casi por completo su
tiempo hasta 1991, fecha a partir de la cual se dedicará a la caricatura cómica
con el “Sheriff Pat”. Es en 1998 cuando, ya utilizando el ordenador como
herramienta de trabajo, retoma las aventuras de su guerrero más aclamado para,
de esta forma, acabar con la historia del mismo.
Cuando vi por primera vez las viñetas de “El Mercenario”
durante, como he dicho antes, los primeros años de la década de los ochenta me
quedé tan prendado, tanto del dibujo como de la propia historia, que ha sido
todo un empeño poder finalizar todas sus correrías. A parte de lo que dentro de
sí encierra toda esta odisea, si hay algo que, además de ese óleo tan
impactante, se grabó en mi retina nada más ponerme delante de este cúmulo de
hazañas fue la cantidad de viñetas que Vicente dedica a cualquiera de las
partes del cuerpo humano o de las criaturas creadas por su mente para la
ocasión. Esas viñetas dedicadas íntegramente a ojos, bocas, fauces o
expresiones corporales están tan arraigadas en su cómic que nada sería igual
sin ellas. A esto le sumas las secuencias de varias de ellas donde te puedes
dar cuenta desde cómo se abre una increíble flecha de ballesta, hasta la
desmembración de cualquiera de los monstruos marinos, o alados, que pueblan el
mundo del personaje principal. Ambas cosas le dan un índice de dinamismo a la
obra que hace que, su ya de por sí frenesí, crezca tanto en calidad como en
misterio.
En lo relativo a “El Mercenario” os diré que es uno de los
habitantes de un emplazamiento que existió hace cientos de años en la zona del
Himalaya. Este lugar no es otro que el conocido como “El País De Las Nubes”.
Aquí se ha desarrollado una de las civilizaciones más avanzadas del momento. A
parte de sus conocimientos de ciencia y tecnología, el medio de transporte más
utilizado por sus habitantes son unos enormes dragones voladores. Descendientes
de los propios dinosaurios, pero evolucionados a seres de sangre caliente, los
hay de distintas especies y tamaño. “El Mercenario”, cuyo nombre nunca sabremos
en realidad, comienza su andadura en esta saga rescatando a una joven para
entregársela a su marido, el cual le ha prometido una excelente suma por dicho
trabajo. La cosa, como era previsible, no termina como se esperaba. Nuestro
protagonista no accede a las propuestas sexuales de su liberada y ésta le
traicionara haciendo creer a su conyugue que el guerrero ha intentado abusar de
ella. A partir de aquí, siempre enfundado en su armadura y arrastrado por su
valor, coraje y sed de conocimiento, visitará tanto distintos pueblos que
habitan por debajo de ese mar de nubes que es su hogar hasta otras dimensiones
pobladas por un sinfín de seres mitológicos cuya tecnología podría equipararse
a cualquiera de esas naves extraterrestres que vemos en distintos conflictos
intergalácticos.
Después de conocer las malévolas intenciones del villano
Claust, enemigo acérrimo de todo y de todos, y superar una serie de pruebas se
encargará de la seguridad de la Orden del Cráter. Es aquí donde conocerá tanto
a la guerrera Nan-Tay como a los monjes que lo habitan, con el gran Maestro al
frente apoyado siempre en los inventos de Arnoldo. Desde ese mismo instante,
este lugar será su centro de operaciones. Desde aquí partirá para destruir
cualquiera de los grandes inventos que Claust intentará utilizar para arrasar
con todo lo existente a su alrededor, así como para adentrarse en ese mundo
paralelo llamado Geo, de donde proviene otro de los personajes principales de
esta serie, la joven Ky, buscar los atlantes en las civilizaciones
precolombinas o tesoros escondidos en pirámides egipcias. Este elenco de
personajes y muchos más serán los protagonistas de los lances que nuestro
guerrero tendrá que o bien superar o subsanar. El autor, a lo largo de la obra,
hace claras referencias a celebridades tanto científicas como históricas o
artísticas. Al final el círculo se cerrará de manera espectacular. Lo hará de
tal forma que sólo te quedarán más ganas de saber qué ocurrirá una vez que eres
conocedor de todo lo acontecido. Entiendo que a través de todos estos años haya
cogido cierto cariño a todos estos seres, pero, después de tan larga espera
para finiquitar con sus aventuras, mejor dejarlos reposar en su mundo.
Si te gustan las aventuras donde antigu@s guerrer@s luchan a
espada, y algo más, contra pervers@s y ruines personajes, donde los buenos no
siempre ganan o, al menos, lo pasan bastante mal, allí donde todo es
sobrenatural y artificial a la vez, entonces estoy seguro que “El Mercenario”
se convertirá en uno de tus personajes preferidos del mundo de las viñetas.
Sólo te recordaré las ya conocidas palabras del director italiano Federico Fellini
al respecto: “El Mercenario es un cómic bellísimo y grandioso que restituye la
emoción, la maravilla y el placer de contemplar imágenes”. Ya sólo te queda
subirte a un grandioso dragón y salir en busca de aventuras en “El País De Las
Nubes”.
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