La jornada del viernes de este Leyendas 2016 fue la más
cañera para mi gusto. Seguí con la idea de ver a grupos que no había visto
antes. De esta forma, este día fue el que más pude disfrutar de bandas inéditas
para mí.
Después de un pequeño despiste para acceder al recinto,
llegamos con la hora pegada al culo para ver a Centinela. Los albaceteños se
han convertido en uno de los habituales de este certamen rockero. La cuestión
es que nos encontramos con una larga cola a la entrada, algo que no pasó en ninguna
de las otras dos jornadas, que nos impidió llegar a tiempo para ver entero su
show. Cuando conseguimos acceder al escenario pequeño estaban acabando de
interpretar su versión de Sangre Azul “Abre Fuego”. José Cano, a mi entender, continúa
siendo una de las mejores voces del panorama estatal. Sigo sin entender cómo es
posible que este grupo no esté mucho más arriba en el ranking, es la eterna
pregunta respecto a bandas de estos lares. Dedicando “Como Un Huracán” a un fan
desaparecido hace poco tiempo fueron dando fin a un show que, como es normal en
ellos, no me decepcionó, al menos el poco tiempo que los vi. Otros de los que
quisiera disfrutar fuera del cartel de un festival, espero cumplir mi deseo
algún día.
No podría decir que UDO haya sido, a mi gusto, la gran
decepción del festival, bueno, un poco sí, tampoco voy a ser excesivamente
complaciente con él. Lo que ocurre es que después de verlo con Accept en tres
ocasiones y, a su vez, ver a estos en dos con Mark Tornillo, está a años luz de
su banda primigenia. Como gran fan de los alemanes que siempre me he
considerado, el hecho de escuchar esa lista de canciones en directo siempre va
a prender una chispa de alegría en mi interior, otra cosa es lo que dure
encendida. Tuvo un comienzo con problemas de sonido mientras interpretaba
“Starlight” y “Living For Tonite” que fue solventando una vez avanzaba su
concierto con “London Leatherboys” y “Midnight Mover”. Cuando llegó la hora de
“Breaker” consiguió llegar al nivel sonoro propio de la mayoría de las bandas
del certamen. Una pena que el guitarrista Andrey Smirnov se tragara parte del
solo de “Princess Of The Dawn” entre tanto coro del público. La cosa se
enderezó un poco con trallazos como “Restless And Wild”, “Son Of A Bitch” y
“Screaming For A Love-Bite”. Inevitable no hacerlo en esos temas. Fue durante
la interpretación de “Metal Heart” cuando realmente eché de menos al Hoffman,
Baltes y compañía. Despedida, como era previsible, con “Fast As A Shark” y
“Balls To The Wall” y cierre entre aplausos de l@s presentes. Insisto en que
much@s de vosotr@s habréis vivido este concierto de manera muy distinta a mí,
pero yo sólo destacaría el trabajo del hijo de UDO, Sven, a la batería. Me
reafirmo en que ahora mismo Accept está muy por encima de lo que ofrece su
cantante original.
Los míticos Tygers Of Pan Tang tomaron el escenario pequeño
mientras Eluveitie hacía lo propio en el “Azucena”. Son de esas bandas de
segunda fila que siempre estaban en todos los recopilatorios de la época y que
no puedes dejar pasar porque nunca sabes si vas a tener oportunidad de verlos
otra vez. Con este razonamiento en mente, disfruté de su concierto con temas
como “Euthanasia”, con el que dieron comienzo, “Gangland” o “Keeping Me Alive”.
Muchos recuerdos y un público entrado en años, entre el que me incluyo, que uno
está a las puertas de los 50, fueron los acompañantes de los ingleses mientras
Meile, Robertson, West, Ellis y Weir se dejaban la piel con “Suize Smiled” y
“Raised On Rock”, muy buena esta. Se despidieron con “Hellbound” mientras
pedíamos un bis que nunca llegó. Me quedo con la satisfacción de haberlos visto
por primera vez. Espero que no sea la última porque siempre está bien revivir
momentos con bandas de este calibre.
Algo parecido a lo de antes ocurrió con Flotsam And Jetsam con
la única diferencia de que a los nostálgicos se nos unió una horda de
jovenzuelos para dejarnos claro que el Thrash Metal tiene un buen grueso de
seguidores ávid@s de conocer el pasado del mismo. Empezaron, como era de
esperar, con dos cañonazos como son “Seventh Seal” y “Me” y no pararon de
repartir cera durante todo su concierto. Sí que es verdad que podrían haber
disfrutado de un mejor sonido, pero con su calidad y entrega supieron
sobreponerse a dicho problema. Mucho empujón y demás entre los jóvenes, y no
tan jóvenes, durante las interpretaciones de cortes como “Hammerhead” o “Monkey
Wrench”. El show seguía avanzando a la velocidad propia de sus canciones hasta
llegar a “No Place For Disgrace” y “Doomsday For The Deceiver”. Lo pasamos en
grande con los de Arizona, todo un espectáculo su directo.
Momento de cenar algo mientras tenía a Avantasia de fondo,
much@s diréis: ”Ya te vale”, pero no soy gran seguidor de la banda a pesar de
su indiscutible calidad. Una vez repuestas las fuerzas, volví al escenario
pequeño con la intención de ver a una de las bandas estatales que más deberían
dar de qué hablar y, por las razones de siempre, no lo hacen, Atlas. Me quedé
solo, literalmente, en la barra del escenario, algo que me sirvió para charlar
con l@s camarer@s, tod@s muy buena gente. Cuando salieron a escena los hermanos
Arias, Ángel haría doblete luego con los Barones, acompañados de José Martos e
Ignacio Prieto no seríamos más de veinte personas las que estábamos allí.
Destacaría dos cosas de su show, en primer lugar, la grandísima calidad de su
cantante, Ignacio, y la segunda, el hecho de que su concierto acabara con mucha
más afluencia de público de la que empezó. Cómo es posible que un frontman como
Prieto esté en el olvido de l@s rocker@s de estas tierras. Tiene una voz
sobresaliente, actitud encima de las tablas y lo da todo, ya sea para treinta o
doscientas almas. Gozaron de uno de los sonidos mejores de este escenario y nos
volaron la cabeza con temazos del calibre de “Atlas 2040”, “No Necesito A
Nadie” o “Esperaré”, por señalar algunos. Se merecen mucho, muchísimo más, de
lo que tienen y no lo digo por peloteo, no soy de esos, sino porque esa energía
que tienen en directo debería obtener recompensa algún día. ¡Qué pena que
sigamos sin valorar lo que tenemos de los Pirineos para abajo! Este siempre
será el gran error de la peña de aquí. Vamos, que por mucho que me gustaran
Tygers Of Pan Tang, Atlas se los comieron con patatas y se hicieron una
alfombra con su piel, así de claro.
Lo de Bella Bestia es que no sabría ni cómo definirlo, no por
mal concierto, más bien todo lo contrario. A pesar de no gozar de un gran
sonido, ofrecieron un show cargado de clásicos, comenzando con “Lista Para
Matar”. Recalcaría la indumentaria de su vocalista David con esa cuchilla a lo
W.A.S.P. pero en sus partes. De una manera u otra, os puedo decir que me lo
pasé en grande con ellos. Momentos como “Rockanrollero/No Fuiste Capaz” o
“Muévete” no tienen precio. Tenía bastantes ganas de verlos, hasta tal punto
que eran uno de los grupos por los que he ido al Leyendas, suene como suene. A
pesar de no ser un gran seguidor suyo, esa época dorada del Heavy Estatal que
vivimos en los ochenta no tendría sentido sin grupos como ellos, Sobredosis, o
mis querídisimos Santa, siempre teniendo en cuenta a los grandes como Barón u
Obús. Final apoteósico con “Ardiendo En La Noche”, cómo les ha gustado siempre
esto de las llamas, el arder y sus variantes, y su hit de siempre “Un Puntapié
En El Trasero”, que es lo que se merecen la mayoría de l@s políticos de este
país. Nos reímos mucho, saltamos, nos desgañitamos y nos divertimos con Pepe
Mari y sus acólitos. No necesitan nada más que seguir así.
Cuando llegué al escenario Azucena los Barones estaban
descargando “Resistiré”. El cebo de tocar “Volumen Brutal” entero resultó
fructífero para su actuación. Está claro que ese es uno de los trabajos mejores
de su discografía y del Rock en castellano. Tod@s temíamos que fueran a
interpretarlo entero y poco más, pero canciones como “Cuerdas De Acero” no
podían dejarlas atrás. No me voy a extender demasiado en el tema de Barón Rojo
actualmente porque ya lo hice en la crónica de su actuación en el RockFest.
Sólo diré que Carlos sigue sin cantar bien los temas de Sherpa, que deberían
pensarse bien su continuidad antes de seguir arrastrándose por los escenarios y
que, por tanto, siempre vale más una retirada a tiempo, aunque a ellos se les
ha pasado el tiempo hasta de retirarse. Esta vez ni siquiera me dieron pena.
Con el feeling que traía en el cuerpo después de lo de Atlas y Bella Bestia, me
dediqué a cantar los temas que iban cayendo y a gozar de lo mucho o poco que me
iban ofreciendo.
Así fue cómo acabó mi jornada festivalera del viernes del
Leyendas. Pasaron más cosas de vuelta, me invitaron a unas cervezas una gente a
las que ayudé a recoger las latas que se les desparramaron por la zona de
camping y recibí una gran lección de Skate por parte de unos chavales que
estaban en el parque de Elda donde cené algo antes de irme a dormir. Cómo te
anima que chicos de entre quince y dieciocho años te digan que nunca es tarde
para empezar a patinar. Amigos, para mí sí es tarde para aprender a patinar,
pero nunca para rockear.
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