Gran jornada la que pasamos el pasado
sábado, 18 de abril, mi novio y yo por la capital extremeña, Mérida, y sus
alrededores. Comenzamos la mañana visitando uno de los enclaves más míticos y sorprendentes
de nuestra región, el dolmen de Lácara. Este es un monumento megalítico sito en
los alrededores de la población pacense de La Nava De Santiago. Restaurado y
con una conservación extraordinaria merece mucho la pena conocerlo si te
interesa todo lo relacionado con el Calcolítico y sus construcciones. Este dolmen
es un sepulcro de corredor que nos sorprendió gratamente por sus dimensiones y
grandeza. Como punto a favor, además de lo ya comentado, está el paseo que os
daréis hasta llegar al lugar por la dehesa extremeña que en primavera goza de
un esplendor y belleza que pocos bosques
del mundo pueden igualar.
Una vez en la capital de Extremadura nos
dirigimos al Museo El Costurero con la intención de contemplar la exposición “En
Clave De Rock”. Antes de nada os diré que nos sorprendimos para bien con este
museo emeritense tanto por su céntrica ubicación como por sus colecciones y
exposiciones. Íbamos con la simple intención de ver la exposición fotográfica,
a cargo de la Agencia EFE, antes citada y no pudimos evitar contemplar las
asombrosas esculturas donadas por el escultor Juan de Ávalos así como la
colección, también donada por Ramón Carreto, de mobiliario, juguetes y muñecas
antiguas. Si a esto le sumas unas buenas instalaciones sólo me queda felicitar
a la ciudad por este nuevo museo.
Centrándonos en la exposición de fotos
que formaban “En Clave De Rock”, y sin entrar en inauguraciones de oportunismos
políticos, debo decir que debería ser visita obligada para las y los rockeros
tanto de la ciudad como de la comunidad, siempre que haya oportunidad, claro
está. La razón es bien sencilla, las fotografías expuestas pertenecen a la
historia de nuestro Rock estatal. Para aquellas y aquellos que llevamos ya unos
años, décadas, viviendo este movimiento como parte fundamental de nuestra
existencia será, al igual que lo fue para nosotros, algo realmente entrañable. Utilizo
este adjetivo porque hay algunas instantáneas que te hacen rebobinar
transportándote a esos maravillosos años que vivimos durante los 80 y 90. Desde
conciertos de Leño, Barón Rojo o Las Vulpes, entre otros, hasta imágenes de
peña de la época que bien podríamos ser cualquiera de nosotros. No es que sea
muy extensa, tan solo 35 fotos, pero sí que es intensa por lo que te quedas con
ganas de más, de mucho más. Esperemos que haya más iniciativas de este tipo ya
sea en Mérida o cualquier otro punto de la región.
Seguimos nuestro periplo visitando en
Museo de Arte y Cultura Visigoda de la ciudad donde puedes encontrar una de las
mayores muestras de arte de esta civilización de la península. Grandiosos pilares
y pilastras cuadrados se unen a restos de excavaciones, propios de la época,
bastante interesantes de contemplar. Otro buen momento de la mañana que pudimos
disfrutar casi exclusivamente pues, desconozco la razón, pocos eran los
visitantes que había en estas instalaciones.
A la salida del Museo antes citado
cogimos el camino para ver la famosa Alcazaba emeritense. Aquí nos encontramos
de frente con uno de los chascos de la jornada. Como resulta que ahora la organización
de las visitas a la mayoría de monumentos de la ciudad la lleva un Consorcio,
por narices tienes que pagar la no nada despreciable cantidad de 12€ para
verlos todos en conjunto. Que sí, que no es para tanto si tu intención es esa,
conocer todos los enclaves de Mérida pero si sólo quieres, como era nuestro
caso, visitar la Alcazaba y la Casa del Mitreo, te vas a quedar con las ganas
porque no te venden entradas sueltas. Entonces, sí o sí tienes que hacerte con
la entrada general o, como también nos ocurrió a nosotros, te quedas con careto
de estúpido que ni tú te lo vas a creer. Me parece algo incomprensible para una
ciudad turística como Mérida. Si tan buena idea es tener un abono para verlo
todo, me parece fatal que no tengan entradas sueltas o packs menores para que
la gente pueda elegir qué o no quiere visitar. Es lo que tienen las
privatizaciones, si hace unos años podías hacerlo ahora nada de nada. Resaltaré
que no fuimos los únicos sorprendidos por esta iniciativa, el malestar general era
palpable y, como siempre, la bronca se la lleva la persona de la taquilla mientras
los que tienen estas grandiosas ideas se ríen en sus casitas del barrio alto. Tenedlo
en cuenta si queréis conocer los monumentos de la capital extremeña, que son
unos cuantos, tendréis que elegir entre todo o nada.
Comida poco exquisita en los aledaños
del Museo de Arte Romano y pa dentro a ver la segunda exposición de la jornada.
Antes de nada quiero resaltar que este lugar tiene un algo que cada vez que
entro en él me pone los vellos de punta. Está claro que Mérida fue una de las
ciudades más importante de la antigua Roma, razón por la cual alberga una de
las colecciones de arte romano más importantes del mundo. Puede que sea eso o
la majestuosidad de dicho arte que siempre que entro tengo que respirar hondo
un par de veces antes de continuar, sobre todo cuando te pones delante de esa
inmensa columna de altura exagerada. En cuanto a la exposición “Sexo, Desnudo y
Erotismo en Emérita Augusta”, las expectativas eran muy grandes. No es que saliese
defraudado, para nada fue así, pero quizá mi idea premeditada de que aquello fuera
a ser más pomposo me llevó a una pequeña decepción. Con esto no quiero decir
que no merezca la pena verla, todo lo contrario, pero pensaba que iba a haber
más artículos y tan solo nos encontramos con una sala, la IX, en concreto, con
unas cuantas vitrinas y poco más. El tema del sexo es siempre algo atrayente
sea en la época que sea y en la romana en concreto se vivía de manera muy
distinta a las posteriores, incluyendo la nuestra. Es instructivo conocer el
sentido que le daban estas gentes a los órganos sexuales masculinos y femeninos,
la instrucción en la manera de disfrutar del acto sexual o cómo vivían sus
relaciones dentro y fuera del matrimonio, entre otros temas. Sigo pensando que
el tema da mucho más de sí de lo que puedes contemplar en dicha sala del Museo.
Como siempre, se quedan fuera otro tipo de relaciones sexuales digamos no
convencionales que practicaban con naturalidad así como lo que significaba el
sexo en su día a día no sólo en sus rituales y creencias. Interesante pero
corta serían la palabras justas para esta exposición. Espero que os paséis a
verla y así conocer vuestra opinión de la misma. Sólo por el hecho de que esté
dentro del Museo merece la pena hacerlo.
Hasta aquí nuestra jornada por la
capital extremeña, ciudad siempre recomendable para conocer y con la que,
personalmente, tengo un vínculo especial desde pequeño además de tener grandes
amigos y amigas y de haber disfrutado en
ella de unos cuantos conciertos en alguna de sus salas y garitos. Ya sabéis, Mérida
es también nuestra pequeña “Ciudad Eterna”.
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