Esta Semana Santa una de nuestras
visitas por Madrid, a petición mía, fue a la exposición “Itinerario de Hernán
Cortés”. Nunca he creído que el encuentro entre las civilizaciones americana y
europea fuese algo constructivo, más bien lo contrario, fue un cúmulo de
intereses nefastos sobre todo si lo miramos desde el punto de vista de los
nativos de aquellos lugares. Quizá esa fuera la principal razón por la que
estaba interesado en conocer y escuchar lo que esta exposición nos ofrecía.
Alrededor de las seis de la tarde nos presentamos
mi novio y yo en el Centro de Exposiciones Arte Canal, del Canal Isabel
II, situado en el madrileño Paseo de la Castellana para asistir a dicho evento. En primer lugar me gustaría destacar la
excelencia del lugar donde pasamos la tarde-noche, estuvimos tres horas metidos
allí, además de la buena atención de los y las empleados de dicho sitio. El
itinerario comenzó con un repaso general de los grandes viajes de la humanidad
y los encuentros entre distintas civilizaciones, desde Alejandro Magno hasta el
mismo Cortés, entre otros muchos. Este preámbulo, a la larga, es esencial para
ponerte al corriente de lo que vas a poder contemplar posteriormente. La
conclusión a la que llegué es que dicho choque de civilizaciones no es nuevo y
los resultados tampoco lo son. En distintas épocas, y con distintas armas, la
mayoría de los llegados o bien han impuesto sus creencias y cultura, a la par
que creaban ciudades aquí y allá, o bien se retiraron tomando una ruta distinta
hasta poder conseguir sus objetivos. Una de las partes más interesante de la
exposición, sin duda.
Pero, evidentemente, esta muestra no
estaba dedicada a tales encuentros. Una vez concluida esa parte entras de lleno
en lo que era la forma de vida de los Aztecas o Mexicas, para mí lo más
espectacular del itinerario. La civilización que Cortés encontró a su llegada a
Tenochtitlan, capital de dicho pueblo, no era en ningún modo lo que podríamos llamar
atrasada. Con altos niveles de conocimiento astronómico, tenían su propia
escritura y sistema de educación, una economía basada, sobre todo, en el
trueque y unos niveles de agricultura y riego muy superiores a los conocidos en
la parte del Atlántico de aquella época. Adoraban a unos dioses a los que ofrecían
sacrificios humanos con asiduidad con todo ese conjunto de objetos propios para
tales fines. El establecimiento de la ciudad en una isla del lago Texcoco no es
ni mucho menos accidental. Una vez hallada dicha ubicación, según dice la
leyenda tenían que encontrar un lugar donde un águila estuviera posada sobre un
nopal, una especie de chumbera, devorando una serpiente, comenzaron a crecer
convirtiéndose en una de las ciudades más grandes del mundo de esa ápoca y punto
central desde donde dominaron buena parte de la Mesoamérica de aquel entonces
llegando a congregar hasta cerca de 15 millones de personas en todo su
territorio.
Y en estas llega Cortés, siguiente parte
de la exposición, impulsado por los rumores de la existencia de una ciudad
donde abundaba el oro y las riquezas de todo tipo. Procedente de una familia
hidalga de Extremadura no fue ni mucho menos una casualidad todo lo que le
ocurrió. Puede que aún pienses que su viaje fue parecido al de Colón, salir de
España y llegar a esas lejanas tierras sin más, pero nada más lejos de la
realidad. Después de pasar 7 años en La Española y 8 en Cuba como secretario de
Diego Velázquez tuvo tiempo suficiente para planear todo lo que quería hacer. Aprovechó
el encargo de una tercera expedición por parte de este último a dichas tierras
repletas de lujo para convertirse en el dirigente único de la misma. Una vez
arribó a las costas mexicanas, y después de quitarse del medio a todos aquellos
que no estaban de acuerdo con sus proyectos, hundió sus propias naves para así
no dar oportunidad alguna a la retirada.
Desde aquí empezó un periplo que
comenzaría con la liberación de algunos pueblos oprimidos por los Aztecas, Totonacas, Tlaxcaltecas o
Cholultecas, a los que “ofreció” su apoyo para acabar con Moctezuma y los
suyos. No es mi intención contaros todos los acontecimientos de dicho viaje
pues quedaría totalmente a descubierto vuestra visita a la exposición y eso es
algo que deberías descubrir y disfrutar. Lo que sí diré es que la fórmula se
repite y se repite hasta nuestros días. Un puñado de invasores, no eran más de
cuatrocientos, se aprovechan de las rencillas o guerras internas entre tribus
rivales para aumentar sus fuerzas, llegaron a estar apoyados por cerca de tres
mil indios, ofrecen un montón de promesas, la mayoría no las cumplirán, y así
conseguir su verdadero objetivo que no es otro que apoderarse de todo lo que
grandes pueblos y los territorios de estos les pueden ofrecer. Esta fórmula se
utilizará durante los siglos venideros en las distintas partes del mundo, ya
fuera América, África, Asia y la más reciente descubierta Oceanía y, vistas las
consecuencias, les funcionó a la perfección con resultados muy desiguales para
ambas partes. A tener en cuenta que la mayoría de las veces, como es el caso
que nos ocupa, no fueron las armas de fuego ni las hambrunas producidas por los
sitios las que llevaron a la extinción o casi desaparición de estos pueblos.
Fueron las enfermedades europeas, como la viruela, las encargadas de llevarlos a
tan negro fin.
El itinerario termina con una parte
dedicada a los intercambios entre América y Europa en lo referente a productos
agrícolas, la patata, por ejemplo, es esencial en esta historia, los mestizajes
entre distintas razas o la cristianización de aquellos territorios. Puede que
suene un poco duro pero me pareció igual de interesante que todo lo visto hasta
ese momento.
La exposición, en líneas generales, es
bastante recomendable. Ahora bien, te dejan bien claro que no entrarán en la
parte polémica de Hernán Cortés, algo inexplicable, esa que se dedicaron a
difundir, con razón en la mayoría de los casos, ingleses, franceses u
holandeses. Los mismos que utilizarían dichas tácticas siglos después en sus
colonizaciones americanas, entre otras, si no que le pregunten a los aborígenes
australianos. Otro de los puntos en contra de este Itinerario está en pasar muy
por encima de personajes tan esenciales en esta historia como La Malinche, doña
Mariana para los españoles, o los militares al cargo de Cortés, caso de
Alvarado. Si no fuera por estos dos puntos, que no le quitan mérito ninguno,
sería una exposición redonda que os recomiendo visitéis para que, de esta forma,
podáis sacar vuestras conclusiones. Eso sí, nosotros estaremos al tanto de la
programación de este centro de exposiciones madrileño porque merece la pena
acercarse de vez en cuando a ver qué nos ofrecen.
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