Todo lo relacionado con la Guerra Civil
española ha despertado siempre un gran interés en mí. Lo que ocurre es que
tengo que tomármelo con mucha calma porque cada vez que leo algo al respecto
acabó un poco agotado, no por la lectura, sino más bien por la cantidad de
injusticias, tormentos y crueldades que voy conociendo. A pesar de que esta
edición extraordinaria de la revista editada por L´Associació Per A La Memòria
Històrica I Democràtica Del Baix Llobregat es del año 2012, y debido a que me
hice con ella a primeros del 2013, me ha costado mucho lanzarme con su lectura.
Entre medias leí el libro de Lluís Llach, “Memoria de Unos Ojos Pintados”, y el
de James Mattews, “Soldados A La Fuerza”, ambos con reseñas en este blog. Como digo,
si entre estos dos libros tuve que tomarme mi tiempo el hecho de que esta
edición extraordinaria estuviese dedicada al genocidio franquista en mi tierra,
Extremadura, fue tanto un aliciente como algo que me echaba para atrás. Sabía lo
que me iba a encontrar en sus páginas y, desde luego, no me he confundido en lo
más mínimo.
Después de esto quisiera agradecer a
dicha Associació su gran labor durante todos estos años. Este número
especial comienza con un artículo a cargo de su presidente, Francisco Ruiz
Acevedo, titulado “1936-1939: La Muerte De La Esperanza” a modo de introducción
para ponernos sobre el terreno de todo lo que nos vamos a encontrar en las
siguiente páginas. Continúa con el artículo de Antonio Martín Martín, miembro
de la Junta Directiva de la Associaciò, “La Cuestión Agraria En Badajoz:
Reforma, Revolución, Represión” que me ha sido si cabe más instructivo que
mucho de los libros de Historia que han pasado por mis manos respecto a este
asunto. Antonio nos hace ver cómo se formaron los primeros colectivos de
trabajadores, campesinos y demás gentes del campo en Extremadura. De dónde
salieron y por qué, por los altibajos y represiones que pasaron desde el siglo
XIX hasta la citada fecha, los antecedentes de todo lo que llevo al país a la República
o de las lagunas de ésta hasta llegar al golpe de estado ya conocido. Como bien
dice el título, la reforma agraria siempre fue un asunto pendiente en España
desde las maltrechas desamortizaciones de Mendizábal y Madoz hasta los intentos
de la propia República. Gracias, Antonio, después de leer entera la revista,
este artículo ha sido uno de los que he releído más veces.
El historiador Francisco Espinosa Maestre
con “Yagüe Y La Columna De La Muerte” se encarga de poner en su sitio a este
General convertido en uno de los mayores genocidas del siglo pasado y cuyo nombre seguimos viendo en calles y
hospitales. Muy acertado en todo lo referente a su famoso discurso de Abril de
1938 y las veces que la familia del asesino ha recurrido al mismo para
exculparle de la matanza de Badajoz y demás lugares por donde pasó.
José Hinojosa Durán, historiador, hace
referencia en su artículo a los desaparecidos en la ciudad de Cáceres para
concretarlo más tarde en la familia Vila Brú. Ricardo, de Valencia, y Rafaela,
de Albacete, llegaron a Cáceres a mediados de 1898 para acabar montando una
frutería. Terrible todo lo acontecido en el seno de la familia a partir del
levantamiento. El licenciado en Historia Javier Martín Bastos toca el tema de
las sacas, paseos y otras muertes tanto durante el conflicto como después del mismo
mientras que el historiador Francisco Moreno Gómez se centrará en su capítulo
sobre los extremeños y extremeñas que el golpe militar echó al monte. Para cerrar,
digamos, este bloque Candela Chávez Rodríguez, también Licenciada en Historia,
nos hablará de la aplicación de la justicia militar, la única que se aplicaba
en todo el Estado, en la provincia de Badajoz. En los tres salen a relucir
casos con nombres propios que se pueden extrapolar a todos y todas los que
sufrieron estas situaciones. Sin duda, un grupo de artículos de los más
completos y tristes de la edición.
El apartado del ex magistrado y doctor
de derecho Juan José Del Águila Torres es otro de los que más me ha llamado la
atención. Dedicado a un tal Manuel Fernández Martín nos cuenta cómo este
hombre, por llamarlo de alguna manera, fue todo un impostor que llegó desde la
Federación de Estudiantes Católicos de Sevilla, pasando por Oficial 3ª
Honorario del Cuerpo Jurídico Militar y otras “condecoraciones” a firmar miles
de sentencias, incluso de muerte, sin haber pasado de aprobar más de tres
asignaturas del primer año de la carrera de Derecho. Ejerció como tal con total
impunidad apoyado, evidentemente, por el régimen hasta ser descubierto en 1964,
demasiado tarde para muchos y muchas.
A parir de este punto, la edición, a cargo
de numerosos profesores de historia, investigadores,
historiadoras, licenciados en otras ciencias, miembros de asociaciones o
catedráticas, nos lleva a casos concretos en distintos puntos de la geografía
extremeña. Los huidos en la Sierra de Monsalud, lo acontecido en los distintos
campos de concentración de la región y su sistema penitenciario, el caso de la
localidad de Llerena, a cargo de mi gran amigo Ángel Olmedo, los cuarenta y
cinco años de topo del vecino de Arroyo de la Luz Juan Pedro León Terrón, este
artículo, a mi parecer, es de los más duros de la revista, lo referente a los
niños esclavos y las razones de dichas situaciones, el tema del castigo a la
mujer por medio del caso de Josefa Mogín Leirado en Sierra de Gata, confirmando
que ellas recibieron el doble o más de maltratos y vejaciones que sus
compañeros, las desapariciones, tan típicas de toda dictadura, a través de la
historia de Andrés Barrero Rodríguez, cómo se llevó a cabo la represión en
ciudades tan importantes como Villanueva de la Serena o la depuración sufrida
por los maestros y maestras en la, ya mencionada, Sierra de Gata. Merece mucho
leer con detenimiento todo lo que se nos cuenta en este bloque ya que sus
protagonistas tienen nombre y apellidos pero, como he dicho anteriormente, hay
miles que desconocemos que pasaron por situaciones similares.
Cayetano Ibarra, coordinador de Premex
es el encargado de cerrar esta edición especial hablando de la exhumación e
investigación de fosas en Extremadura. No podía acabar de otra forma que
devolviendo la memoria a los olvidados y olvidadas. Aún quedan muchas y muchos
por recordar y, pese a que los gobiernos quieran enterrar dicha memoria, es
nuestra responsabilidad desenterrarla hasta que la última persona represaliada
durante el conflicto y su posterior dictadura sean reconocidos como víctimas,
con nombre y procedencia, del mismo. Trabajos como el llevado a cabo por esta
revista es lo que nos hace seguir con este compromiso.
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